10 diciembre 2007

Eventos por siempre misteriosos

“Evento” es una de esas palabras con un cierto regusto a misterioso. Recordad, por ejemplo, las famosas siglas ELE (Extinction Level Event) o Evento Ligado a la Extinción que aparecen en la película Deep Impact. “Evento” se parece un poco a “Ente”. Cuando ha sucedido algo raro en un momento preciso, lo llamamos “evento”. Cuando se trata de algún objeto desconocido o informe, lo llamamos “Ente”.

El término “evento” proviene etimológicamente del latín “eventus”, que a su vez proviene del verbo latino “evenire”, quien deriva de la raíz indoeuropea *gwem-, que significa ir, venir.

Existe un determinado tipo de eventos que siempre me han fascinado: aquellos fenómenos ligados a una explosión o suceso catastrófico de origen desconocido que han podido ser estudiados y que se encuentran más o menos bien documentados. Algunos de ellos, en tiempos muy recientes.

El más famoso de todos, el rey de los eventos, es el Evento Tunguska, sucedido a las 7:17 del 30 de junio de 1908 en Tunguska (Evenkia, Siberia, Rusia), en las proximidades del río Podkamennaya [60°55′″N, 101°57′″]. Se trató de una explosión aérea de muy alta potencia y de origen desconocido sobre la que han corrido ríos de literatura.

Se cree que se trató de algún cuerpo celeste que detonó antes de llegar al suelo y que originó una devastación considerable, pues derribó árboles en un área de unos 2150 km2, tirando gente al suelo a una distancia de 400 km de distancia, lo que no es precisamente poco. No se originó ningún cráter en el suelo, aunque hace poco se detectó uno que no aparecía en los mapas de la época. Los observatorios sismológicos de todo el mundo lo detectaron y se calcula que tuvo una potencia de entre 10 y 15 megatones. La zona del “impacto” propiamente estaba deshabitada.

Pero Tunguska no es el único evento documentado. Tenemos también el Evento de Vitim o acontecimiento de Bodaybo, que tuvo lugar a las 22:00h hora local del 25 de septiembre del 2002 cerca de la ciudad de Bodaybo (Mamsko-Chuysky, región de Irkutsk, Siberia, Rusia), en la taiga próxima al río Vitim.

En la zona se han hallado ciertas cantidades de de radiación residual en forma de isótopos radiactivos de cobalto y cesio. Un avión que volaba por la zona en el momento del evento se estrelló por causas desconocidas y se produjeron auroras boreales y enfermedades asociadas a la radiación.

La explosión tuvo una magnitud muy inferior a la de Tunguska, ya que se calcula que se liberaron entre 0,2 y 0,5 kilotones, mientras que otros consideran que entre 4 y 5 kilotones.

Otro suceso misterioso es el que se conoce como Evento del Mediterráneo Oriental, una explosión de unos 26 kilotones (el doble que la bomba de Hiroshima) sobre el mar Mediterráneo, entre Libia, Grecia y la isla de Creta [34° N 21° E] el 6 de junio de 2002.

Se cree que se produjo por la desintegración de un objeto celeste y las vibraciones que originó fueron detectadas por los sismógrafos.

También en España se han producido eventos, como el Evento de Cando, el 18 de enero de 1994, cuando una bola de fuego surcó el cielo durante más de un minuto. Posteriormente, se encontró un cráter de impacto de 25 metros de diámetro y 1,5 m de profundidad, con pinos que habían sido desplazados a gran distancia. La zona de impacto se encontraba muy cercana a una zona habitada.

¿Cometas? ¿Meteoritos? ¿Bolas de gas? Está claro que los últimos eventos pueden haber sido producidos por armas, pero difícilmente el de Tunguska, ya que por aquella época no existían armas nucleares.

Para explicaciones fantasiosas, me quedo con la del relato “La esfera de fuego”, de Vladimir Nemcov, contenido en la recopilación Pólux: Seis relatos de ciencia ficción rusa. Aunque mi favorito, en este sentido, es Bola de fuego (Fireball), de Paul Davies (que también es fantasiosa, claro).