18 junio 2020

Correlaciones: Censurando el arte


A raíz de los enésimos disturbios raciales en Estados Unidos, se ha desatado una ola mundial para ver quién es más antiracista y de paso, más repipi. La plataforma HBO informó que iba a retirar de su catálogo la película Lo que el viento se llevó, porque al parecer perpetuaba el racismo. Me extraña que no hayan censurado El nacimiento de una nación, de Griffith, que es muchísimo más racista.

La BBC ha decidido retirar un episodio de Fawlty Towers, por considerarlo racista también, lo que ha desatado las iras de John Cleese, uno de sus artífices. Y con razón.

Al final, la HBO no retirará la conocida película, pero sí que la anunciará con una contextualización histórica. Vaya, por lo visto la gente es tonta del culo y no se nota que el filme tiene más de 80 años y que por aquella época, el racismo campaba a sus anchas por todas partes.

A raíz de los comentarios de unos compañeros, me he acordado de Remake (1994, Premio Locus 1996), la interesante novela corta de Connie Willis, en la que se muestra un Hollywood del futuro, en el que ya no se hacen películas con actores originales sino que solo se utilizan efectos de ordenador para recrear las antiguas películas.

Eso sí, sin ciertos terribles vicios como un actor fumando, por poner un ejemplo. Una manera como otra de reescribir la historia, en este caso, la cultura. Por desgracia me recuerda a lo que los nazis llamaban “cultura degenerada”, que era todo aquello que no era puramente ario y “correcto” según su criterio.

Los tiempos de hipercorrección política que vivimos, ya me disculparéis, los encuentro nauseabundos. Las cosas fueron como fueron. No debemos tratar de silenciarlas. Precisamente, son un recordatorio de cómo fueron las cosas hasta que cambiaron (teóricamente para mejor).

Por otro lado, ¿quién nos asegura que lo que hacemos hoy día no pasará por la navaja de la censura dentro de un siglo por considerarlo culturalmente inadecuado? ¿Es que lo estamos haciendo todo tan bien? Tal vez ver una carrera de coches gastando gasolina a troche y moche, emitiendo gases contaminantes a la atmósfera se considere un acto obsceno digno de ser censurado.

En fin, espero que esta oleada de repijerío ultrachachi pase algún día y la gente recupere el sentido común. Una cosa es luchar contra el racismo y otra, muy diferente, es reescribir la historia. Algunos lo llaman “macarthismo bueno”. No hay ningún “macarthismo” bueno y si no lo entendemos, es que no hemos aprendido la lección ni lo que fue el macarthismo.