28 agosto 2007

Asimov y el dinero

Comenta Julián Díez en un recientemente publicado artículo en C, el hijo de Cyberdark el uso y abuso de las sagas en el mundo de la literatura fantástica. Creo que es un artículo muy interesante, con el que no puedo sino estar completamente de acuerdo.

Uno de los casos que cita es el de la continuación de la serie Fundación de Isaac Asimov. Conociendo como conozco bastante bien la biografía de este escritor de ciencia ficción, me gustaría añadir algunos comentarios al respecto.

En primer lugar, Asimov continuó la trilogía inicial formada por Fundación, Fundación e Imperio y Segunda Fundación única y exclusivamente por dinero. No voy a ser yo quien niegue un hecho tan evidente. Es más, Asimov era bastante reacio a seguir explotando el filón de las Fundaciones. Prueba de ello son los muchos años transcurridos entre Segunda Fundación y el siguiente de la serie: Los límites de la Fundación.

Además, Asimov no se sentía con ánimos de volver al universo fundacional que lo había hecho famoso. Consideraba que corrían tiempos muy diferentes y que él no había evolucionado en absoluto desde la literatura post-pulp hasta la new wave en absoluto y creía que no estaba a la altura.

¿Qué le hizo cambiar, pues, de opinión? Nuevamente, el dinero. Es verdad que su editorial Doubleday no le dejó muchas alternativas, pero aún así podía haberse negado o incluso irse a otra editorial. Asimov era un valor seguro para cualquier editor y le hubiesen llovido las ofertas.

¿Qué hacía de Asimov alguien tan “aficionado” al dinero? La verdad es que por su ritmo de vida nadie diría que disponía de una pequeña fortuna. Tenía poca vida social, no estaba interesado en adquirir propiedades (ya poseía un amplio piso en Manhattan), no viajaba y no le interesaban excesivamente los lujos.

Pero Asimov, por aquel entonces ya había experimentado los primeros síntomas de que su salud no era precisamente muy buena y que podían quedarle no demasiados años de vida. Creo que este pensamiento guió mayormente sus acciones en muchos sentidos.

Una de sus preocupaciones era dejarle la vida resuelta a su segunda mujer, Janet Jeppson, quien en cualquier caso tenía una profesión y también había hecho sus pinitos literarios, aprovechándose descaradamente del nombre Asimov.

Pero el caso más preocupante era el de su hijo David, quien no tenía ningún trabajo fijo y a quien, al parecer, le costaba bastante trabajo eso de relacionarse con la gente. Pensando sobre todo en él, supongo que Asimov se propuso ganar todo el dinero posible antes de irse al otro barrio y por eso consintió con algunas prácticas que, si bien legítimas, sentaron un lamentable precedente en el mundo de la ciencia ficción, que otros han sabido seguir con gran éxito.

Además, hay que tener en cuenta que Asimov era hijo de la Gran Depresión y nadie que haya vivido aquellos tiempos podría rechazar alegremente seguir ganando dólares si se le presentaba la oportunidad. Eso de decir “ya tengo suficiente”, como ha hecho Bill Gates recientemente no iba con aquella generación.

Creo que nada de esto justifica algunas prácticas de las que se valió Asimov, como crear franquicias literarias, escribir introducciones de libros a troche y moche o aceptar que su nombre apareciese en obras en las que apenas había tomado parte. Todo por dinero. Pero almenos quería verter un poco de luz de las causas últimas que posiblemente le motivaron.