20 agosto 2020

Viajando a las estrellas

 En una entrada anterior, hablaba de la hibernación como una posible solución a los largos viajes espaciales con destino a las estrellas. Dicha tecnología podría estar disponible en un futuro cercano, aunque aún no sabemos si será posible.

 

Otras posibilidades son las arcas generacionales: enormes naves con un ecosistema propio, autosuficientes, en las que embarcaría una cierta población que se iría reproduciendo durante los siglos que durase el viaje e irían transmitiéndose la misión de explorar y poblar un nuevo mundo cuando alcanzasen su destino, alguna generación lejana posterior.

 

Las arcas generacionales son otra tecnología que no tenemos, pero serían factibles. De hecho no hay nada técnico que las impida. Es más una cuestión social o psicológica. Habría que escoger personas que tuviesen muy claras dos cosas: que nunca regresarían a la Tierra vivos y que tendrían que educar a sus hijos para que estos o sus descendientes lejanos, acabasen algún día la misión. No es imposible, pero tampoco es sencillo.

 

Existen otras alternativas plausibles, a parte, claro que algún día se descubra algún mecanismo natural o artificial que nos permita desplazarnos a largas distancias en un tiempo razonable y con un coste energético asumible. Pero hoy por hoy, eso no existe o nos es desconocido.

 

Lo que sí que existe es la contracción de Lorentz o contracción relativista, que permite que el tiempo a bordo de una nave se ralentice conforme esta se acerca a la velocidad de la luz. No tiene nada de raro: el Universo ya funciona así.

 

Otra cosa es conseguir una tecnología que permita acelerar una nave de unas ciertas dimensiones a velocidades relativistas. El coste energético sería enorme y, por otro lado, la radiación que incidiría sobre la nave también sería ultraenergética, por lo que los blindajes deberían ser considerables.

 

Un problema añadido, tanto en las arcas generacionales como en las naves relativistas es la gravedad. Tendrían que ser capaces de generar algún tipo de gravedad artificial, tal vez rotando sobre sí mismas, ya que la vida no soporta demasiado bien la microgravedad durante demasiado tiempo.

 

En fin, que tal vez algún día lleguemos a las estrellas, pero por lo que sabemos del cierto hoy día, podemos asegurar que no será ni rápido ni sencillo.