24 enero 2007

La autoestima y la ciencia ficción

Parece ser que según un estudio de la Universidad Estatal de Ohio, la gente con bajos niveles de autoestima prefiere que las historias detectivescas acaben de manera predecible, esperable. Por el contrario, la gente con un nivel de autoestima elevado prefiere finales más sorprendentes.

La cosa tiene su miga. Vivimos en una sociedad en la que la originalidad y la sorpresa son exaltadas, pero sólo en teoría. A la gente, en el fondo, le gustan poco las sorpresas, ya que la mayoría tiende hacia un cierto conservadurismo de formas que se van repitiendo.

Creo sinceramente que es algo connatural a nuestra estructura cerebral. Cuando se es joven y las estructuras neuronales aún no están grabadas a fuego, se suele ser mucho más abierto, más experimentalista, gustan más las sopresas. En cambio, cuando uno envejece, a base de entrar en una rutina que nos hace repetir casi cada día lo mismo, pasamos a engordar esas estructuras mentales de tal manera que, al final, los árboles no nos dejan ver el bosque.

Es curioso que cierto tipo de literatura de masas que muchas veces se tiene por culta o simplemente por elitista, suele ser aburrida, por no decir soporífera. ¿Estamos ante una sociedad eminentemente aburrida a quien no gustan las sorpresas ni las originalidades? ¿Estamos, en definitiva, ante una falta de autoestima descomunal?

Ya se sabe que los jóvenes, salvo casos especiales, suelen tener muy buen concepto de sí mismos, por aquello de salir a comerse el mundo. Naturalmente, pocos lo consiguen, con lo que es natural que muchos vuelvan a la dura realidad lamiéndose sus heridas y volviéndose más razonables. Pero aún así, la literatura de ideas, las aventuras, el misterio y la intriga son muy populares entre este grupo de población.

Dicho de otra manera: encantado de leer ciencia ficción. También la hay aburrida y predecible, pero ésa nunca me gustó. Dejo para otros esas novelas taaaan cultas y aburridas que muchos devoran con fruición.