Correlaciones: Bendita sea Gaia
En estos tiempos que nos
ha tocado vivir, corren por todas partes, especialmente por las redes sociales,
una serie de “informaciones”, más bien yo las llamaría “relatos” que me dejan
atónito. Las podríamos etiquetar de ecorreligión. Algunos incluso las llaman
ecofascismo y otros, más irreverentes, directamente paparruchas.
El Hombre se ha
portado mal con la Tierra (ambos con mayúscula) y la Tierra se ha cabreado, por
lo que nos ha enviado todo tipo de catástrofes: erupciones volcánicas,
terremotos, tsunamis, huracanes, pandemias, incendios masivos… Y si no
reaccionamos a tiempo, la Tierra acabará con nosotros. Fin del
relato.
Bueno, es evidente que excepto
las cuestiones geológicas, como los terremotos o las erupciones volcánicas y
los tsunamis, que no tienen gran cosa que ver con nosotros, salvo por el hecho
de edificar en zonas donde estos fenómenos son corrientes, lo demás sí que es
en buena medida responsabilidad nuestra.
Las pandemias, por
ejemplo, se podrían haber evitado -a parte de invirtiendo mucho más recursos en
ciencia que en tonterías diversas (cada cual que ponga aquí sus preferidas)- no
ocupando los nichos de los animales salvajes, ni zampándoselos. No habríamos
evitado todas la plagas, pero más de una, seguro.
Si no hubiésemos invadido
las selvas tropicales, posiblemente no habríamos sufrido el SIDA (por favor,
ahórrenme el cuento patético que fue un virus creado en laboratorio); y el
coronavirus (ídem) posiblemente, tampoco.
No digo que no haya virus
creados en laboratorio o almenos transformados. Es evidente que la guerra
bacteriológica existe, pero suele ser bastante más sencilla, más prosaica.
Bastaría con utilizar el virus de la viruela adecuadamente retocado para
cargarse a la Humanidad. ¿Alguien quiere hacer realmente eso, a menos que sea
un sociópata misántropo suicida?
Como sucede en la película
Juegos de Guerra, el ordenador protagonista, llega a la
conclusión de que no se puede ganar una guerra nuclear. Una guerra
bacteriológica especialmente cruenta, tampoco. Infectaría a todo el mundo y
además podría descontrolarse, el germen mutar y cargarse a todo bicho viviente.
Game over.
También las consecuencias
del cambio climático se podrían haber evitado, aunque la cosa no es tan
sencilla. Al principio de la película Reacción en cadena
(Chain Reaction, 1996), se dice con meridiana claridad: “La
Humanidad es adicta al petróleo”. Y como todas las adicciones, son difíciles
primero de asumir y luego de curar. Si es que tiene cura.
En fin, que ¿dónde quiero
llegar? Pues a que existe una cierta papanatería ecopija posiblemente
proveniente de una interpretación literal y romántica de la Hipótesis
Gaia, creada por James Lovelock y Lynn Margulis, según la cual, la
Tierra es un ser sintiente, cosa que por cierto, ellos no han afirmado jamás.
Según la hipótesis Gaia,
la Tierra se comporta como un ser vivo, pero eso no quiere
decir que sea un ser vivo y menos uno consciente o
inteligente. Es un sistema de sistemas extremadamente complejo, lo que lo dota
de unas propiedades increíbles, pero de ahí a hablar de conciencia hay una gran
diferencia.
Es cierto que en la
ciencia ficción ha habido novelas que hablaban de planetas sintientes a lo
Gaia, como en Fundación y Tierra o en
Némesis de Isaac Asimov, o en Solaris, de
Stanislaw Lem, pero no dejan de ser ciencia ficción.
Vaya, que cuando oígo
frases del estilo “la naturaleza es muy sabia”, me rechinan los dientes. Si
algo es la naturaleza es ciega. Funciona como un sistema dinámico donde impera
la selección natural. Si eso os parece sabio, allá vosotros, pero creo que no
tiene nada de sabio.
Otra cosa es el Hombre (o
la Mujer), que ha demostrado ser, como especie, profundamente inteligente a la
vez que estúpida. Tenemos gente capaz de inventar la Teoría de la Relatividad o
los aceleradores de partículas, al mismo tiempo que otros defienden que la
Tierra es plana.
En fin, que mucha gente
que está estos días recluida en casa y amorrada a las redes sociales, debe
estar dándose un atracón de conspiraciones que incluyen el 5G, el coronavirus y
los chemtrails. Newton, en condiciones parecidas, inventó el
cálculo diferencial y el integral, así como la Física moderna. Podéis escoger
qué modelo queréis seguir.
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