22 abril 2020

Correlaciones: Bendita sea Gaia


En estos tiempos que nos ha tocado vivir, corren por todas partes, especialmente por las redes sociales, una serie de “informaciones”, más bien yo las llamaría “relatos” que me dejan atónito. Las podríamos etiquetar de ecorreligión. Algunos incluso las llaman ecofascismo y otros, más irreverentes, directamente paparruchas.

El Hombre se ha portado mal con la Tierra (ambos con mayúscula) y la Tierra se ha cabreado, por lo que nos ha enviado todo tipo de catástrofes: erupciones volcánicas, terremotos, tsunamis, huracanes, pandemias, incendios masivos… Y si no reaccionamos a tiempo, la Tierra acabará con nosotros. Fin del relato.

Bueno, es evidente que excepto las cuestiones geológicas, como los terremotos o las erupciones volcánicas y los tsunamis, que no tienen gran cosa que ver con nosotros, salvo por el hecho de edificar en zonas donde estos fenómenos son corrientes, lo demás sí que es en buena medida responsabilidad nuestra.

Las pandemias, por ejemplo, se podrían haber evitado -a parte de invirtiendo mucho más recursos en ciencia que en tonterías diversas (cada cual que ponga aquí sus preferidas)- no ocupando los nichos de los animales salvajes, ni zampándoselos. No habríamos evitado todas la plagas, pero más de una, seguro.

Si no hubiésemos invadido las selvas tropicales, posiblemente no habríamos sufrido el SIDA (por favor, ahórrenme el cuento patético que fue un virus creado en laboratorio); y el coronavirus (ídem) posiblemente, tampoco.

No digo que no haya virus creados en laboratorio o almenos transformados. Es evidente que la guerra bacteriológica existe, pero suele ser bastante más sencilla, más prosaica. Bastaría con utilizar el virus de la viruela adecuadamente retocado para cargarse a la Humanidad. ¿Alguien quiere hacer realmente eso, a menos que sea un sociópata misántropo suicida?

Como sucede en la película Juegos de Guerra, el ordenador protagonista, llega a la conclusión de que no se puede ganar una guerra nuclear. Una guerra bacteriológica especialmente cruenta, tampoco. Infectaría a todo el mundo y además podría descontrolarse, el germen mutar y cargarse a todo bicho viviente. Game over.

También las consecuencias del cambio climático se podrían haber evitado, aunque la cosa no es tan sencilla. Al principio de la película Reacción en cadena (Chain Reaction, 1996), se dice con meridiana claridad: “La Humanidad es adicta al petróleo”. Y como todas las adicciones, son difíciles primero de asumir y luego de curar. Si es que tiene cura.

En fin, que ¿dónde quiero llegar? Pues a que existe una cierta papanatería ecopija posiblemente proveniente de una interpretación literal y romántica de la Hipótesis Gaia, creada por James Lovelock y Lynn Margulis, según la cual, la Tierra es un ser sintiente, cosa que por cierto, ellos no han afirmado jamás.

Según la hipótesis Gaia, la Tierra se comporta como un ser vivo, pero eso no quiere decir que sea un ser vivo y menos uno consciente o inteligente. Es un sistema de sistemas extremadamente complejo, lo que lo dota de unas propiedades increíbles, pero de ahí a hablar de conciencia hay una gran diferencia.

Es cierto que en la ciencia ficción ha habido novelas que hablaban de planetas sintientes a lo Gaia, como en Fundación y Tierra o en Némesis de Isaac Asimov, o en Solaris, de Stanislaw Lem, pero no dejan de ser ciencia ficción.

Vaya, que cuando oígo frases del estilo “la naturaleza es muy sabia”, me rechinan los dientes. Si algo es la naturaleza es ciega. Funciona como un sistema dinámico donde impera la selección natural. Si eso os parece sabio, allá vosotros, pero creo que no tiene nada de sabio.

Otra cosa es el Hombre (o la Mujer), que ha demostrado ser, como especie, profundamente inteligente a la vez que estúpida. Tenemos gente capaz de inventar la Teoría de la Relatividad o los aceleradores de partículas, al mismo tiempo que otros defienden que la Tierra es plana.

En fin, que mucha gente que está estos días recluida en casa y amorrada a las redes sociales, debe estar dándose un atracón de conspiraciones que incluyen el 5G, el coronavirus y los chemtrails. Newton, en condiciones parecidas, inventó el cálculo diferencial y el integral, así como la Física moderna. Podéis escoger qué modelo queréis seguir.