30 marzo 2006

Dominar el género

Una de las sensaciones cada vez más recurrentes en mí en lo relativo a mis lecturas de ciencia ficción y de literatura fantástica en general es que se ha convertido en algo prácticamente inabarcable.

Primero, porque el género tiene en su haber multitud de obras maestras o de libros famosos, muchos de ellos convertidos en sagas, que representan una herencia muy voluminosa.

Por otro lado, porque el número de novedades que han surgido en el mercado español -tanto autóctono como foráneo- es extraordinariamente grande, representando un florecimiento más que notable en la oferta disponible para los lectores.

Esto hace que sea prácticamente imposible estar al día de todas o incluso de la mayoría de las novedades literarias, a menos claro, que trabajes de bibliotecario, estés en paro o jubilado. Para el resto de los comunes mortales, que podemos leer uno, a lo sumo dos libros a la semana (y estoy siendo generoso), nos resulta muy difícil estar al día.

Asimismo, a menos que uno sólo lea género, la cosa aún se complica más. A mí, por ejemplo, también me gusta la novela histórica, los clásicos, el ensayo, la divulgación y el humor, así que mis lecturas no son exclusivamente de género ni mucho menos, aunque va a temporadas. Así pues, vamos a suponer que podemos leer mucho género y que leemos de prisa y somos capaces de leer unos 40-50 libros de ciencia ficción al año (no estoy contando revistas). Es evidente que si queremos leer novedades, clásicos que aún no hemos tocado o alguna relectura pendiente, es imposible estar al día.

Eso sí, la pila de libros pendientes y la sensación de agobio no para de crecer, en especial si uno va comprando las novedades más destacadas que encuentra o bien aquellos incunables que, ocasionalmente, el mercado de segunda mano nos brinda.

¿Cómo consiguen estar al día otros? Supongo que o bien siendo muy selectivos con lo que leen o bien centrándose casi exclusivamente en lecturas de género. Ninguna de las dos opciones me atraen. La selectividad no me parece bien, porque me gusta leer lo que me apetece, no seguir un estricto programa de lecturas como si me estuviese examinando de algo: no disfrutaría tanto los libros. La segunda opción tampoco me gusta, pues aunque el género me atrae mucho y es de lo que más suelo leer, no me considero un friki irredento y me gustan muchas otras cosas.

Existe una tercera vía que aún me convence menos: leer más deprisa. Si uno se lo puede permitir, de acuerdo, pero creo que la lectura debe ser un placer (salvo cuando es por obligación) y uno debe ir a su ritmo, ya sea paladeando cada palabra, ya sea leyendo entre líneas. Supongo que me acerco más al segundo grupo que al primero, pero no me gusta leer deprisa, pues ello me impediría captar matices y conceptos importantes.

¿La solución? Resignación, supongo. Hace años que me he resignado a que no voy a poder incarle el diente a todos los libros que compro. ¿Por qué los compro? Pues precisamente porque no sé cuáles me va a apetecer leer en un momento dado y teniendo en cuenta los saldos masivos y las desapariciones editoriales, no me quiero arriesgar a tratar de comprar un libro y que éste sólo esté disponible de segunda mano, caro y en un estado de conservación pésimo que no incite precisamente a acariciar las páginas.

¿Cómo es posible que exista gente que lo haya conseguido? Supongo que tuvieron la suerte de empezar a leer desde muy jóvenes y han centrado buena parte de sus lecturas en el género, no especializándose en ningún autor en concreto.

Para los que empezamos jóvenes pero nos especializamos en nuestras primera etapas en lecturas -por ejemplo- de Asimov y Clarke, las cosas son más difíciles cuando hemos querido abarcar el resto del género, en especial, si hasta tiempos más o menos recientes y gracias a fenómenos como Cyberdark, nos ha resultado bastante difícil decidir que queríamos profundizar mucho más en nuestras lecturas de ciencia ficción.

En mi caso debo añadir el hecho nada desdeñable que vivo en un pueblo, por lo que muchos de los títulos disponibles para buena parte de la población urbana no estaban a mi alcance. Además, la posibilidad de otros fenómenos estimulantes, como conferencias o tertulias sobre el género, me estaban bastante vedadas. Eso sí, las vistas de las montañas son magníficas...

2 Comments:

At 3:04 p. m., Blogger Andrés said...

Yo creo que lo que el mayor problema es la envidia que nos da la gente que ya ha leído más que nosotros :). Yo siempre tengo la sensación de que soy muy novato en cuanto al género, pero creo que lo voy a ser siempre. Me entristece no haberme podido parar y leer con detenimiento un autor; pero sé que también lo hago por no querer empacharme.
Creo que también se juntan dos cosas que están muy ligadas al placer de la lectura: el placer de la lectura en sí mismo, y el placer por discutir el último libro que hemos leído con alguien que también lo ha hecho. Entonces, o uno se resigna y pierde fondo, y se dedica al placer de la lectura en sí; o decide estar a la última para poder comentarlo con alguien. (Con lo primero llegas a las obras maestras, con lo segundo llegas al extremo de leer el código da vinci).

De todos modos, de una cosa me alegro: no sufrimos censura, podemos elegir lo que leemos, podemos escoger y tener una pila sin miedo a que nos la quemen.
Y al final, lo que nos queda, es disfrutar lo que leemos. Cada uno a su ritmo.

 
At 4:22 p. m., Anonymous Anónimo said...

Me siento muy identificado con tus palabras, ya que es igualito a lo que pienso y a lo que me sucede con los libros.
Y llego a la conclusión de resignación y simplemente la de disfrutar los libros que me apetecen y con toda la libertad en la elección como me venga en gana, aunque se me apilen otros libros que quién sabe si algún día leeré

 

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