13 febrero 2022

¡No mires arriba!

Ayer pude ver en todo su esplendor la película de moda de la que todo el mundo me hablaba: “¡No mires arriba!” (Don’t Look Up!). La verdad es que no me decepcionó, aunque cuando llevaba vista casi la mitad, estuve a punto de dejarla estar, porque la encontraba un pelín aburrida. Por suerte, enseguida la cosa mejoró y me animé a seguir hasta el final, que no me decepcionó.

 

La idea de la película es bien simple y nada original: unos científicos que viven un poco en su torre de marfil descubren un cometa bastante gordo que viene directo hacia la Tierra. A partir de aquí, el planteamiento de la película difiere bastante de las clásicas obras apocalípticas a que estamos acostumbrados.

 

De hecho, lo de menos es el cometa y la catástrofe que se avecina. La película no va de eso. Va de una sociedad aburrida e indolente, adicta a la televisión y a las redes sociales, gobernada por políticos despiadados y ligeramente fascistas.

 

Hay que destacar el papelón de Meryl Streep como presidenta de los Estados Unidos, el alter ego de Donald Trump, con hijo tonto en el gobierno incluido. Y por supuesto, el clásico gurú hipermillonario salvaplanetas y don redes sociales que nos tiene que redimir y en quien todos ponen sus esperanzas para evitar la catástrofe.

 

La película no es exactamente una comedia en la que te tronchas de risa, aunque tiene detalles (no explico el final, que me parece delicioso y suculento) bastante divertidos y con muy mala baba.

 

En cuanto a los actores, creo que lo hacen bastante bien. A parte de Meryl Streep, ya citada, Leonardo DiCaprio, quien no ha sido nunca muy santo de mi devoción, actúa muy bien, por no hablar de una estupenda Cate Blanchett, a quien creo que podían haberle sacado más lucimiento. Mención especial para Timothée Chalamet, a quien al principio no reconocí con su caracterización de macarra simpático.

 

También brillante la actuación de Ron Perlman en su papel de neandertal WASP y machote que ha venido para salvar a la Humanidad (blanca y americana) del cacho hielo que se nos tira encima. Glorioso el discurso que nos escupe durante su lanzamiento y las vergonzosas disculpas de que “es de otra época, pobre”.

 

Gloriosa la escena del discurso presidencial desde el portaaviones, con toda la plana mayor del ejército y con fuegos artificiales de fondo, anunciando que van a salvar al mundo lanzando unos cuantos pepinos nucleares al cometa.

 

Lo mejor de la película creo que es el título y lo que representa. Ante la evidencia, niégala. No mires arriba, es una trampa. No mires con tus propios ojos, no vaya a ser que veas lo que no queremos que veas. O si preferís al evangelio según san Juan: “Si no te gusta lo que ve tus ojos, arráncatelos”. Me extraña que no se les ocurriese. Puede que lo encontrasen demasiado gore.

 

La verdad es que la película se queda corta. Y por supuesto, es pura ciencia ficción. No tanto por el cometa, sino por cómo reacciona la sociedad ante un evento de esta magnitud.

 

Encuentro particularmente divertido que no empiezan a producirse disturbios hasta que una de las protagonistas (Jennifer Lawrence) les dice a unas cuantas personas que la escuchan que el problema es que unos cuantos bastardos ricos juegan al apocalipsis porque quieren ser todavía más ricos.

 

Entonces sí. Las malas noticias no nos gustan, pero la envidia es un potente motor social. Encuentro que es una de las escenas más reveladoras de la película, aunque tal vez los guionistas no tuvieron la intención de que lo fuese.

 

Tampoco deja de ser un poco triste que lo que hace que el protagonista mude su actitud y se pase al bando de los “buenos” es que el hipermillonario chalado le advierte de cómo prevén los algoritmos de sus redes sociales cómo morirá este.

 

En fin, una película para ver con calma, sin pretensiones de reírse (porque en el fondo ni puñetera gracia que hace), pero tampoco para tomársela con angustia. Es raro ver un producto cinematográfico moderno con un cierto contenido reflexivo, así que disfrutémoslo.