21 diciembre 2006

Correlaciones: La estrella de Navidad

Hay un curioso relato corto de Arthur C. Clarke, ganador de un premio Hugo, llamado “La estrella” en el que se revela la naturaleza de la estrella de Belén, cosa que origina una crisis de fe en el protagonista debido a las consecuencias de dicha naturaleza. No diré más para no estropear la sorpresa del relato.

En definitiva se podría decir que para que hubiese brillando en el “portal de Belén” una estrella en el cielo, se tuvo que pagar un precio muy alto. Casi parece una alegoría de los tiempos que corren.

Ello me lleva a pensar en la cantidad de luz y de recursos que gastamos inútilmente por Navidad. Entiendo que es una tradición muy arraigada esto de iluminar calles y plazas, las casas, el árbol… pero la energía tiene que salir de algún lado y en nuestro caso es de la quema de carbón, de la energía nuclear y de otras fuentes de energía, rara vez renovables.

Si se me permite una imagen un tanto rocambolesca, podríamos hacer un belén tradicional en el que el niño Jesús portase un cartucho de uranio en la mano, en las montañas del fondo hubiese aerogeneradores y en el que los Reyes Magos le trajesen carbón… para la central térmica.

Desde luego, es una exageración, pero al menos nos recordaría que la energía que tan alegremente derrochamos estos fraternales días tiene que salir de algún lugar y que según el principio de conservación de la energía, ésta ni se crea ni se destruye, sólo se transforma.

Otro tanto podríamos decir de multitud de cosas que consumimos estas fiestas. Grandes cantidades de comida y bebida, regalos, desplazamientos masivos, algunos a puntos bastante alejados de nuestro lugar habitual de residencia, fiestas, ocio desenfrenado…

Parece que no nos damos cuenta de hasta qué punto hemos llevado las cosas a límites un tanto excesivos. Pero relatos como “La estrella” me recuerdan que a veces, cosas aparentemente inofensivas, pueden tener grandes repercusiones.