03 noviembre 2005

Juego de Tronos / George R. R. Martin

¿Qué puedo decir yo que no se haya dicho ya de este libro? ¿o de esta saga? ¿que es un fenómeno de masas dentro y fuera de la literatura fantástica? ¿que su lectura es tremendamente adictiva? ¿que es un folletín muy bien pergeñado? ¿que gusta también a los lectores de fuera del género (mainstream)?

Pues sí. Y muchísimo más, pero es quedarse corto.

¿Qué tiene este libro y los que le siguen para que haya tenido tanto éxito? Porque si intentamos aislar el secreto de su triunfo, realmente va a ser complicado encontrarlo.

Fríamente considerado, no es un libro excesivamente original. Sus personajes, si bien no son planos, tampoco son un constructo psicológico increíblemente profundo. Además, tenemos a los clásicos de todo el género fantástico y de la ciencia ficción: el rey virtuoso y noble, el rastrero y vil, el despreocupado, la reina malvada, la reina preocupada sobre todo por su familia, el joven que tiene que gobernar antes de hora, el impedido, el que es rechazado por la sociedad y tiene que labrarse su futuro con esfuerzo, el líder nato, la princesa guerrera, el caudillo rudo, la princesa desterrada que lucha por recuperar sus dominios, los guerreros dejados de la mano de Dios solos ante el peligro...

Hemos visto estos personajes hasta la saciedad: en El Señor de los Anillos, en Dune, en... Así que no debe ser éste el secreto de su éxito, aunque contribuye.

La estructura de folletín tampoco es nueva. Ya Alejandro Dumas se sirvió de ella con considerable éxito y desde entonces hasta nuestra época se ha repetido en innumerables ocasiones y con múltiples variaciones: desde las novelas-río, pasando por las sagas interminables del fantástico con dragones y magos y llegando a los actuales culebrones televisivos. Las idas y venidas de los personajes, su identificación con muchos de ellos y el morbo por saber qué les pasa en el siguiente capítulo, tienen su innegable atractivo, pero no es algo nuevo, aunque contribuye.

¿Será la forma en que está escrito? Martin domina precisamente el arte de la narración, dosificando muy bien los tempos y pintando escenas a veces con muy pocos trazos, a veces con profusión de detalles, pero sin llegar a anegarnos en un mar de palabras. Así