06 abril 2020

Legislando


El imaginario colectivo está lleno de supuestas leyes ficticias que funcionan mejor o peor. Algunas las han creado escritores de ciencia ficción. Otras no.

Así, por ejemplo, tenemos la archiconocida Ley de Murphy, que en su versión más famosa dice:

“Si algo puede salir mal, saldrá mal.”

Con diversas consecuencias:

“Si algo puede salir mal de diversas maneras, saldrá mal de la peor manera posible.”

o

“La tostada siempre cae al suelo por el lado de la mantequilla.” (de esta, hasta se han escrito artículos científicos justificándola).


Más sofisticadas son las 3 leyes de Arthur C. Clarke, que rezan:

Primera ley:

"Cuando un distinguido científico de edad madura afirma que algo es posible, es casi siempre correcto. Cuando afirma que algo es imposible, es muy probable que esté equivocado."

Segunda ley:

"La única manera de descubrir los límites de lo posible es aventurándose un poco hasta lo imposible."

Tercera ley:

"Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia."


También tenemos algunas contribuciones más pesimistas. Por ejemplo, ley de Theodore Sturgeon:

“El 90% de toda la literatura de ciencia ficción es basura.”

A lo que alguien repuso:

“De hecho, el 90% de todo es basura.”

Y yo apostillo:

“Como mínimo.”


Otra conocida ley es el principio de Peter:

“En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia.” (muy indicado para la clase política).

Existe una secuela, conocida como principio de Dilbert que reza:

“Las compañías tienden a ascender sistemáticamente a sus empleados menos competentes a cargos directivos para limitar así la cantidad de daño que son capaces de provocar.”

Menos conocidas son las 3 leyes de Parkinson:

1.    "El trabajo se expande hasta llenar el tiempo de que se dispone para su realización."

2.    "Los gastos aumentan hasta cubrir todos los ingresos."

3.    "El tiempo dedicado a cualquier tema de la agenda es inversamente proporcional a su importancia." (de esta doy personalmente fe, como miembro que soy de diversas asociaciones).

De algunas de estas leyes, como de la ley de Murphy o del principio de Peter, se han llegado a escribir libros, con todo tipo de corolarios, secuelas y ejemplos.