18 septiembre 2019

Correlaciones: Escuela analógica vs. Escuela digital


Existe en la actualidad una cierta polémica acerca de qué sistema educativo es más adecuado para desarrollar intelectos: si el clásico, conocido como escuela analógica, ya sabéis, pizarras con tiza, libros de texto de papel y nada de tablets ni de móviles en clase; o la escuela digital, justo con todo lo contrario.

Algunos avezados dicen que los líderes de la revolución digital, los propietarios de las grandes empresas como Amazon, Google, Facebook, etcétera, llevan a sus hijos a escuelas analógicas y son partidarios de una educación tradicional y que por algo debe ser.

También en nuestro país han surgido voces que dicen que tanta digitalación lleva al desastre, a la nula atención de los niños, a una educación a base de “retazos” y otras lindezas por el estilo.

Ello me recuerda indefectiblemente a un relato bastante premonitorio de este tema, de Isaac Asimov: “¡Cómo se divertían!” (The Fun They Had, 1951), contenido en Con la Tierra nos basta, en el que unos niños del futuro se quejan de cómo de divertida debía ser la enseñanza en el pasado, cuando los niños se reunían en clases y después podían jugar juntos.

Me temo que vamos a esto. De hecho, el sistema educativo siempre ha sido más una especie de aparcamiento de niños o un condicionador de futuro proletario, más que una formación de individuos racionales y pensantes. Si la sociedad considera que la digitalización permite conseguir estos objetivos más fácilmente, no tendrá manía alguna en aplicar los nuevos métodos con entusiasmo.

La ciencia ficción ofrece, en cambio, otras visiones más optimistas de la educación digital. Tal es el caso de La era del diamante. Manual ilustrado para jovencitas, (The Diamond Age, 1995), de Neal Stephenson, Premio Hugo 1996.

El tiempo dirá cuál de las dos visiones es más apropiada para la vida del siglo XXI, si es que alguna lo es.