16 octubre 2008

Klaatu Barada Nikto

Ayer vi por vez primera un clásico del cine de ciencia ficción: Ultimátum a la Tierra. A pesar de que alguna de sus escenas son míticas, nunca había tenido la ocasión de ver la película, así que decidí comprármela y verla tranquilamente en casa.

No me decepcionó. A pesar de los años transcurridos desde su creación, la película sigue siendo rabiosamente actual. Los seres humanos seguimos matándonos en guerras estúpidas y ejerciendo la violencia como algo completamente cotidiano. No hemos cambiado mucho en el último medio siglo. De hecho, no hemos cambiado demasiado en los últimos milenios.

La película es de las que hace reflexionar, además de entretener. Evidentemente, no es una obra maestra del cine, pero tiene su gracia. La idea de tener una policía tan radical contra la violencia no es nueva y sigue teniendo el mismo problema que desde siempre: ¿quién vigila a los vigilantes?

En Ultimátum a la Tierra, los guardianes del buen comportamiento de las razas de la galaxia son unos todopoderosos autómatas dotados de amplios poderes para cargarse lo que haga falta, planetas incluidos. Se les supone incorruptibles, aunque claro...

Decía que la película sigue siendo de actualidad porque en un determinado momento, aparece un científico con un cierto aire de Albert Einstein que viene a decir que a los científicos no se los respeta ni se los escucha. Que los que mandan son otros (militares, políticos, magnates).

La película exuda un cierto aire de "la ciencia como mundo libre y salvador" que, por desgracia, ha acabado perdiendo con el transcurso de los años. Hoy día, a pesar de que dependemos de la ciencia y de la tecnología más que nunca, ésta carece de prestigio.

Cualquier pelagatos que apenas sepa farfullar cuatro frases pero que le dé bien al esférico se convierte en un ídolo de masas y gana ingentes fortunas. No hablemos ya de los famosillos de tres al cuarto que son tan inútiles que lo único que pueden ofrecernos son sus miserias personales.

En cambio, aquellos intelectuales que se esfuerzan por comprender el universo y mejorar la Humanidad son completamente ignorados. Incluso son despreciados y ridiculizados por la sociedad y los medios de comunicación, completamente entregados al ocio y a la superficialidad.

2 Comments:

At 1:24 a. m., Blogger Abuelo Igor said...

A mí, la demostración de fuerza de los alienígenas siempre me ha parecido inquietante: mi lectura final de la película suele ser que la Tierra se ha convertido en una colonia.

Por otro lado, no sé si deberíamos dejar mandar a los científicos. Al parecer, varias eminencias de la física se sintieron defraudadas por la moratoria impuesta a las experiencias nucleares porque terminaba con el sueño de las astronaves de propulsión atómica.

Que el afán de conocimientos puede situarse por encima de la moral lo sabemos desde que de pequeñitos veíamos los Frankensteins de la Hammer con Peter Cushing...

 
At 12:57 p. m., Blogger Mon said...

HOla
Diría que no creo que la tecnología no tenga prestigio no más que los cirujanos o los abogados.
Pero no genera idolos como los futbolisticos porque para tocar la pelota todo el mundo se ve capacitado aunque solo algunos triunfan; para triunfar como científico tienes que ser muy muy listo y tener algo de suerte lo cual no es muy alentador. Para generar prestigio. Un niño tendrá como idolo a un futbolista porque entiende lo que hace, pero dudo que pueda entender que el ingeniero jefe que ha creaco el LHC es un putogenio. Porque no tiende nada.

En fin no me parece tan extraño que la gente se fije en los famosillos que desnundan sus penas y los deportistas musicos, los idolos siempre se mueven en entornos de fácil compresión y masivos.

Saludos cordiales.

 

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