18 agosto 2024

Pena, penita, pena

Ya lo he dicho en alguna otra ocasión, pero cuanto más tiempo pasa, peor se ponen las cosas.

 

Me refiero al hecho de que hace más de una década que en España prácticamente no se publica casi nada de la nueva ciencia ficción que se edita tanto en Estados Unidos como en otros lugares del planeta.

 

Es cierto que algunas novelas sí que se traducen, pero muchas otras, no. Y no hablemos ya de la narrativa breve, tanto en formato de antologías como en relatos sueltos.

 

Ocasionalmente, alguna revista semiprofesional traduce alguna cosa; algún alma caritativa traduce algún relato y lo ofrece al público lector, para aquellos que, o no dominamos el inglés o no nos resulta cómodo leerlo en formato literario. Es muy diferente leer un manual de un lenguaje de programación o las instrucciones de un electrodoméstico en inglés, que leer el inglés literario. Lo primero puede ser una cuestión de supervivencia. Lo segundo, un placer.

 

Pero hay otro problema. Las traducciones, generalmente, al ser caras y muchas veces ruinosas, suelen centrarse en el mejor material disponible. Salvo algunas horribles excepciones, se suele traducir lo mejor: antologías, premios Hugo, Nebula, Locus, etc. Y también autores de una cierta solvencia contrastada.

 

Eso nos evita tener que bucear en el inmenso océano de publicaciones en inglés existentes en el ámbito mundial y llevarnos muchas decepciones, sea porque nos perdamos cosas muy buenas, sea porque nos traguemos bodrios infumables.

 

Vaya, que a parte de traductores, necesitamos guías entendidos que nos muestren e iluminen el camino, que con el poco tiempo que todos tenemos, no podemos correr el lujo de equivocarnos y leernos algo que no nos vaya a gustar hartos de gaseosa.

 

En fin, carta a los reyes o utopía, no lo sé. Desconozco si estos tiempos del streaming y del tik-tok todavía resulta rentable la literatura de ciencia ficción en estos tiempos acelerados en que vivimos, pero estaría bien alguna iniciativa al respecto, aunque dados los hostiones que algunos se han pegado en el pasado, entiendo que la cosa esté bastante complicadilla.

 

¿Podría la inteligencia artificial venir a nuestro rescate y traducir aquellas cosas que los traductores profesionales tampoco van a traducir, por lo que tampoco les haría la competencia desleal? Tal vez. Soluciona una de las dos problemáticas.

 

También hay gente que lee fluidamente el inglés y nos podría recomendar sobre qué leer en función de nuestros gustos.

 

Bien, ya que tenemos la IA tocando las narices en todos los campos, quizá que le saquemos algún partido en el mundillo de la ciencia ficción, que las previó ya hace décadas y décadas.

 

P.D. Por supuesto, tenemos la cuestión de los derechos de autor, que no sé cómo se solucionarían. Tal vez si la traducción fuese automática, a alguna editorial le compensaría adquirirlos. En fin...