30 agosto 2021

Correlaciones: La caja de Pandora

La empresa Tesla propone poner a disposición de las personas robots humaniformes destinados a realizar tareas repetitivas. Dicho de otra manera: quiere que los robots hagan algunas tareas humanas poco creativas y que las personas queden liberadas para tareas más “interesantes”.

 

Suena bien, pero el diablo siempre está en los detalles. Concretamente, añade, como el que no quiere la cosa, que tal vez sería interesante ofrecerle a la gente una especie de renta mínima universal.

 

La cosa está clara: esta medida, de llevarse a cabo, conllevaría un aumento astronómico del paro. Imaginaos la cantidad de tareas mecánicas o repetitivas o poco creativas que podrían hacer los robots. De hecho, me temo que se empieza por ahí y se acaba también sustituyendo a las personas en tareas también creativas.

 

En Remake, de Connie Willis y en algunos otros relatos, se usan robots y tecnologías digitales para suplir el trabajo de los actores. Quedamos en que el de actor es un trabajo creativo, ¿no?

 

También en la actualidad existen IAs que pueden contar chistes o escribir hasta novelas, canciones o música. Ya no es la vieja idea asimoviana de que los robots y los ordenadores nos sustituirían solo allí donde fuese más barato que lo que cuesta una persona.

 

Así pues, Tesla nos propone un mundo similar al que aparece en la serie The Expanse, con una Tierra superpoblada, en la que todo el mundo tiene asegurado un sustento básico, pero solo eso: lo básico. Porque la élite son los pocos privilegiados que tienen trabajo. Un trabajo auténtico. El resto, aunque hayan estudiado y tengan una carrera, no pueden desarrollarla pues no tienen trabajo. Son innecesarios. Son los nuevos parias del sistema.

 

Cada vez nos acercamos más al mundo que previó Asimov: robots humaniformes haciendo la colada, pero también cuidando niños (“Robbie”, 1940, 1950) o creando obras de arte (“Parodia rimada” [“Light verse”], 1973); coches automatizados (véase “Sally”, 1953), enseñando (“Cómo se divertían!”, [“The Fun They Had”], 1951) y desde luego, toda una reacción antirobótica contra esta nueva tecnología. De hecho, lo previó prácticamente todo y posiblemente, aún se quedó corto.

 

Les recuerdo, por eso, a los políticos, que la supercomputadora Multivac acababa gobernando el mundo de manera mucho más eficiente que los humanos y estos encantados de la vida.

 

Así pues, es posible que en pocos años veamos como lo que eran relatos de ciencia ficción se convierten en relatos de costumbrismo o de realismo. Para bien o para mal.

 

En este sentido, no olvidemos cuál fue una de las principales conclusiones a las que llegó el Buen Doctor sobre una sociedad basada en los robots, que no era sino otra forma de esclavismo: dichas sociedades se vuelven decadentes y se marchitan.

 

Tengámoslo presente antes de abrir el cuerno de la abundancia. Puede que lo que estemos a punto de abrir sea más bien la caja de Pandora.