28 diciembre 2023

Antikitera y la navaja de Ockham

Decía en un post publicado el 11 de enero de 2007, titulado: “La calculadora de Antikitera: el Pre-Steampunk” que: “Quizás alguien pueda ver en la calculadora de Antikitera un eco de la tencología perdida de los imaginarios atlantes o váyase a saber de quién, pero en todo caso nos demuestra por enésima vez que la realidad supera casi siempre a la ficción”.

 

Pues alguien tuvo la misma idea. Baste ver la última y en principio definitiva película de la saga de Indiana Jones, “Indiana Jones y el dial del destino”. De la película no hablaré mucho por dos motivos: para no introducir espóilers y porque no me ha gustado excesivamente. Si pensaba que nada podía superar la ida de olla de “Indiana Jones y la calavera de cristal”, estaba terriblemente equivocado.

 

En el post hablaba de Steampunk, aunque en la película la cosa va mucho más allá. Sin entrar en detalles “perturbadores”, de lo que se trata es del concepto que tenemos de la Historia y de cómo aceptamos o no los errores cometidos en el pasado para poder vivir el presente.

 

Pero volvamos a la calculadora de Antikitera (o Anticitera, el nombre de la isla cerca de la que se descubrió el artefacto). Sabemos realmente poco de este desconcertante dispositivo que ahora la película ha vuelto famoso. Desde luego nada tiene que ver con el uso con el que le dan en la película y es poco probable que tampoco tuviese nada que ver con el genial Arquímedes, aunque el genial griego sí que parece que fabricó dispositivos que podrían ser compatibles con el mecanismo de Antikitera.

 

Mas el mundo griego nunca deja de sorprender. Casi todo lo que descubrieron o inventaron los griegos y que se acabó perdiendo, más o menos, tras el colapso del mundo clásico, fue redescubierto en la Edad Media gracias a las traducciones de los clásicos efectuadas por los árabes o bien reinventado por el mundo que surgió de Isaac Newton y posteriormente, de la Ilustración y de la Revolución Industrial.

 

Hay muchas cosas que desconocemos del mundo clásico o de civilizaciones como la sumeria o la egipcia, que no eran nada primitivas, incluso siguiendo los cánones modernos. Está claro que no disponían de la ciencia y la tecnología modernas, pero eso no quiere decir que fueran poco sofisticadas. Incluso hoy día sería complicado construir ciudades como Uruk o Babilonia o levantar las pirámides.

 

Por supuesto, siempre habrá gente que preferirá creer en alienígenas que lo solucionan todo pero que introducen más enigmas que no resuelven. Los seguidores de von Däniken y similares. Les reconozco un cierto atractivo romántico, pero por supuesto, la explicación más simple suele ser la correcta, como reza el principio de la navaja de Ockham.