22 enero 2021

Peligro radiactivo

La ciencia ficción ha tratado los peligros de la radiación en múltiples y variadas ocasiones, aunque a veces, lo ha hecho de manera bastante peculiar.

 

Una de las primeras referencias que hay, la encontramos en el relato “El hombre que evolucionó” (“The Man Who Evolved”, 1931), que podemos encontrar en la antología “Antes de la Edad de Oro”, recopilada por Isaac Asimov. En el relato, se utiliza la propiedad mutagénica de la radiación para inducir un cambio evolutivo inmediato en los sujetos expuestos a esta. Está claro que no se conocían bien los efectos de la radiación por aquel entonces.

 

Algunos relatos describen un mundo que ha sufrido una guerra nuclear y en el que las radiaciones impiden la existencia de embarazos normales, abundando todo tipo de anomalías. Por ejemplo, algo así sucede en la novela de Roger Zelazny, Tú, el inmortal (This Immortal, 1966, Premio Hugo 1966), aunque aquí la radiación es la excusa para justificar a unos seres mutantes que simulan a los antiguos dioses de la mitología griega.

 

En Dune (1965, Premios Hugo y Nebula 1966), de Frank Herbert, se menciona al antiguo planeta capital del Imperio, Salusa Secundus, hoy devastado por la radiación y en el que no puede sobrevivir nada al aire libre.

 

En las series de televisión encontramos un poco de todo. Desde la heroica muerte de Spock en Star Trek: La ira de Khan (1982), hasta la más reciente serie The Expanse, en que la radiación espacial es omnipresente. En uno de los capítulos, uno de los protagonistas es fuertemente irradiado con una dosis mortal, cosa que le obligará a usar fármacos anticancerígenos el resto de su vida.

 

Una de las series en que la radiación es omnipresente en múltiples formas, es Los 100: hay radiación en las estaciones espaciales, en la Tierra devastada por un holocausto nuclear, en el posterior colapso de las centrales nucleares que sobrevivieron al Armagedón… Hay radiación por doquier y ello acaba generando mutaciones que protegen a sus portadores de esta. Los afortunados que las tienen, claro.

 

En general, la radiación siempre suele ser algo malo, perverso. Es un mal silencioso e invisible que siempre está al acecho y que suele coger desprevenidos a los pobres humanos que la padecen. Puede estar en el aire, en la lluvia, en los alimentos… por todas partes. Es sin duda, el villano perfecto: inhumano, incontenible y no se puede negociar con él.