04 junio 2007

ATACA GATTACA

Los avances en genética y en biotecnología están al orden del día. Rara es la semana en que la prensa científica no nos sorprende con algún notable avance en las ciencias de la vida. Tal vez vaya siendo hora de tomar nota de algunos avisos lanzados desde muchos relatos y novelas de ciencia ficción y plantearnos seriamente cómo queremos que sea nuestro futuro en lo que a biotecnologías se refiere.

Se ha tratado muy a menudo de dos grandes temas dentro de la biotecnología: los experimentos que salen mal, ya sabéis, terribles virus mutados que exterminan a toda la raza humana (o algo por el estilo) o sobre los alimentos transgénicos.

Pero la biotecnología es mucho más que eso. Una de las cosas que a mí particularmente más me preocupan es la posibilidad de poder secuenciar rápidamente el genoma de una persona y poder deducir qué enfermedades o problemas puede sufrir en el futuro.

Esto, que sería un avance expectacular en calidad de vida, también podría convertirse en una verdadera pesadilla para aquellos que no tuviesen un genoma impecable que, no nos engañemos, a día de hoy, serían una minoría muy restringida.

La posibilidad de que la información biométrica y biomédica se codifique en chips que llevemos encima en una tarjeta –como el DNI- o en un chip insertado bajo la piel me recuerdan demasiado a ciertas distopías futuristas que no me atraen lo más mínimo.

Cuando los padres puedan seleccionar las características de sus hijos mediante ingeniería genética, ¿qué creéis que sucederá con la raza humana? La verdad es que me da bastante miedo imaginármelo. ¿Quién no quiere un niño rubio, alto, con los ojos azules y extremadamente inteligente?

¿No corremos el riesgo de reducir la diversidad genética hasta puntos peligrosos? Quién sabe qué utilidad tienen muchos genes ligados a carácterísticas que, sin ser nocivas o perjudiciales para el organismo, no lo favorecen excesivamente. Por ejemplo, ¿qué pasaría si de golpe, todos los seres humanos pasásemos a ser altos porque los bajitos han sido eliminados por selección artificial?

Y por supuesto, ¿alguien se ha planteado que los padres no van a ser los únicos en decidir este tipo de cosas? ¿Qué tal el perfecto líder, el perfecto general, el perfecto estratega? ¿O el soldado duro que obedece ciegamente las órdenes sin cuestionárselas nunca?

¿Qué sucedería con la homosexualidad en el caso de que un determinado gen la predispusiese y nuestro hijo hubiese heredado dicho gen?

Tal vez eliminaríamos a muchos Stephen Hawkings si obrásemos ciegamente, mirando a corto plazo y sin tener en cuenta que estamos jugando con fuego. Pero, ¿cuándo el ser humano se ha reprimido de jugar con una tecnología una vez ha dispuesto de ella? Todos sabemos lo peligrosas que son las armas atómicas o las armas químicas pero, ¿acaso los ejércitos renuncian a ellas? ¡En absoluto! De eso se trata, precisamente.

Otro tanto creo que sucederá con la ingeniería genética si no establecemos unas regulaciones claras y universales y no tengo mucha fe en ello, porque siempre habrá el típico país-santuario en que todo estará permitido por un puñado de dólares. ¿Y quién se lo va a impedir? No existe una organización mundial dotada de poder efectivo que imponga ciertas restricciones a todo el mundo. Ni en esto ni en otras materias.

Me preocupa que algo tan serio como el genoma pueda ser considerado como un arma o un negocio, pero debo reconocer que me asusta muchísimo más que puede ser tratado como un simple juguete.

A mi mente acuden las imágenes de la magnífica película GATTACA en la que sólo los humanos con un genoma “superior” pueden acceder a los puestos de élite de la sociedad. El resto son poco menos que parias. ¿De veras deseamos ese mundo para nuestros hijos?

1 Comments:

At 9:56 p. m., Blogger La Pimpinela Escarlata said...

Lamentablemente el negocio acabará dominando las cuestiones de genética, y las consecuencias ya han sido anticipadas por la ciencia ficción, que evidentemente se quedará corta. No tengas la menor duda.

 

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