Temperatura a la que el papel de los libros se inflama y arde
Hay un libro del año 1953
que describe muy bien la situación actual de atontamiento de la sociedad y su
sumisión total a la televisión. Concretamente a la televisión basura. Se trata
del genial Fahrenheit 451, de Ray Bradbury.
El mundo descrito es una
distopía peculiar en la que los bomberos en vez de preocuparse por sofocar
incendios, se dedican a quemar libros (y a sus poseedores si no se apartan lo
suficientemente a tiempo).
Se trata de una dictadura,
sí, pero no tipo “Gran Hermano” como en 1984, de George
Orwell. Aquí es la propia sociedad la que quiere vivir así. La Cultura es mala
porque puede producir sufrimiento y disensión, por lo tanto, hay que rehuirla,
cosa que se manifiesta en el incendio de los libros.
La gente vive recluida en
sus casas, cuyas paredes han convertido en gigantescas pantallas de televisión
y padecen unas existencias anodinas, ligadas a lo que ven y oyen por la
televisión.
Tal vez no hayamos llegado
todavía a los extremos de la novela, pero entre la televisión y el móvil, el
desprecio total por la cultura y la intelectualidad, los bajos índices de lectura
(especialmente entre la gente joven) y otras mandangas por el estilo, encuentro
que nos ha salido un “futuro” bastante poco halagüeño.
No entro en otras
consideraciones, como el riesgo de una guerra nuclear, la superpoblación o el
cambio climático y la contaminación. Simplemente con esta degradación social ya
hay motivo más que suficiente para echarse a temblar.
Internet –como preveía
Michael Crichton, un tecnoescéptico de tomo y lomo- lejos de conducirnos a la
utopía de la educación global, más bien nos ha llevado a la idiotización
global. Todos repiten los mismos memes, cuyo consumo de usar y tirar es
característica común. Además, gracias al teléfono móvil, ahora podemos
llevarnos las pantallas gigantes de Fahrenheit 451 en el
bolsillo, a cualquier lugar al que vayamos.
No soy demasiado
optimista. Esto no hay quien lo pare y cada vez va a más. Cuando desaparezcan
las últimas generaciones que vivieron un mundo analógico, no va a quedar más
que “nativos digitales”, la mayoría de ellos con una fobia considerable a todo
lo que huela a cultura, sin criterio, convertidos en consumidores terminales de
todo cuanto la pantalla les ofrezca.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home