24 julio 2008

Rousseau y Hobbes en la ciencia ficción

Una de las temáticas filosóficas que a menudo se han tratado en la ciencia ficción ha sido la clásica confrontación entre Hobbes y Rousseau, llevada a escenarios hipotèticos. Recordemos de manera muy esquemática los dos planteamientos clásicos sobre el hombre.

Por un lado, Thomas Hobbes, filósofo que cree que "homo homini lupus", esto es, que el hombre es un lobo para el hombre, por lo que justifica la existencia de un orden establecido fuerte que evite que acabe imperando la ley de la selva y sea posible un cierto orden social.

Por el otro, Jean-Jacques Rousseau, filósofo de la Ilustración, quien cree que el hombre es bueno por naturaleza y que es la sociedad quien lo corrompe.

Ambas tendencias pueden ser hayadas en muchas novelas y relatos de la ciencia ficción. Un ejemplo claro de Hobbes lo encontraríamos en El señor de las moscas, de William Golding, o en la continuación de la saga de Rama de Arthur C. Clarke y Gentry Lee.

En ellas, el hombre es malo por naturaleza y cuando se desintegra el orden social establecido, el hombre muestra su verdadera y malvada naturaleza, atacando sin piedad a los restantes miembros de la manada.

Un ejemplo claro de las influencias utópicas de Rousseau lo encontramos en el relato "Los primeros hombres" (The First Men, 1959), contenido en Al borde del futuro, de Howard Fast. En el relato, una comunidad verdaderamente libre y carente de prejuicios de seres humanos, educados en igualdad y sin tabúes alcanza unas cotas insospechadas de progreso ético y psicológico.

La realidad, como siempre suele pasar, es tozuda y rara vez tan extremista y posiblemente se sitúe entre ambas posturas. Por un lado, el hombre, como animal que ha tenido que luchar por su supervivencia y enfrentarse a sus predadores naturales, lleva la semilla de la violencia en su seno. Negarlo es de necios.

Por otro lado, hay un cierto tipo de malicia que sólo se obtiene socialmente, ya sea por la imitación, ya sea por el aprendizaje (que no deja de ser otro tipo de imitación). La sociedad nos puede civilizar, pero las grandes civilizaciones han sido capaces de las mayores atrocidades imaginables.

Claro que para dilucidar algo dentro de este arduo debate, deberíamos entrar en la polémica cuestión de qué es el bien y qué es el mal. ¿Existen realmente? ¿Todo es relativo según el sistema con que se juzgue o existen el "bien" y el "mal" como algún tipo de absoluto natural o construido?