28 diciembre 2005

Clones sobre patines

Supongo que a raíz de la clonación de la oveja Dolly, los temas de genética se han puesto nuevamente de moda, cosa que también puede detectarse en la ciencia ficción. Hace pocos días saltó a los titulares que uno de los pioneros coreanos en clonación ha tenido que dimitir al haber admitido un fraude en alguno de sus experimentos.

Muchos son los relatos recientes que abordan esta compleja temática. Generalmente, siempre suele haber algún tema ético implicado, ya sea sobre la conveniencia de la clonación humana, ya sea sobre algunas espinosas cuestiones como mejorar los genes de nuestra descendencia.

La temática de la ética biomédica no es nueva en la ciencia ficción ni de lejos. Un conocido relato de Robert Silverberg: "Trasplante obligatorio" (Caught in the Organ Draft) del año 1972 ya abordaba estas cuestiones desde un punto de vista estremecedor.

Mucho se ha debatido, tanto en la realidad como en la ficción, sobre los problemas que conllevaría a las sociedades y a la raza humana en sí misma la de poder realizar niños a la carta o clones de nosotros mismos. Este último caso podría ser un intento de perpetuación o una especie de manera imperfecta de lograr la inmortalidad (Cyteen de C. J. Cherryh, Regreso a Titán de Arthur C. Clarke).

No obstante, uno de los relatos sobre clonación que más me han impactado posiblemente sea "El hielo" (The Ice, 2003) de Steven Popkes. En él se narra la historia de una joven promesa del hockey sobre hielo que descubre con estupor que en realidad es el clon del jugador de hockey más famoso de todos los tiempos y de las consecuencias sociales, pero sobre todo personales que se desencadenan. También se especula acerca de algunos terribles efectos secundarios de la clonación con una clara intención moralizante.

Supongo que uno de los motivos por los que me gustó el relato es porque ambos temas (genética y hockey sobre hielo) me interesan. Pero también me atrajo el tratamiento, que es más bien indirecto y no acaba siendo el típico discurso panegírico o demonizador (según los gustos del autor) tan frecuentes en este tipo de casos. El relato más bien se centra sobre las tremendas consecuencias personales que tiene sobre la personalidad del joven jugador el enterarse de que es un clon, así como la inmensa presión social a través de los medios de comunicación que recae de golpe sobre él por un motivo completamente indeseado y sobre el que nada puede hacer.

La pérdida de la individualidad es otra de las problemáticas que puede conllevar la existencia de personas idénticas y que no sean gemelos, como trata muy bien José Saramago en El hombre duplicado.

Aun así, transmite un mensaje de esperanza, aunque con cautelas. Un toque de atención a las consecuencias inesperadas (y esperadas) que podría tener la clonación de seres humanos en nuestra sociedad, tanto desde un punto de vista médico, como ético. El autor, no obstante, no parece estar en contra del uso de las biotecnologías. A fin de cuentas, una de dichas técnicas es propuesta para aliviar una dolencia del padre del protagonista.

También es un alegato en contra del determinismo biológico, pues ciertos sucesos derivados de la enorme presión que recibe de los demás acaba llevando al protagonista muy lejos de las pistas de hielo, indicando así que somos algo más que nuestros genes.

Un relato interesante, completo, bien escrito y con importantes dosis de especulación ligeramente camufladas bajo la trama. De lo más recomendable.