21 mayo 2023

El canto de las ballenas

Últimamente, los medios de comunicación no paran de hablar del ChatGPT. Desde luego, es un tema atractivo y polémico que tiene todos los ingredientes de los grandes culebrones. Y supongo que más que dará de hablar.

 

Una de las cosas que me sorprendieron de los usos que le están dando a los modernos algoritmos de inteligencia artificial es el de intentar desentrañar el lenguaje de los cetáceos: delfines, orcas, ballenas y cachalotes.

 

Sabemos que disponen de algún tipo de lenguaje estructurado y complejo, pero no tenemos ni idea de qué significa. Según los estudiosos que han utilizado estos algoritmos, se empiezan a obtener algunos resultados.

 

De hecho, hasta ahora, el principal intento de comunicarnos con los cetáceos ha consistido en que ELLOS aprendiesen nuestros lenguajes. Y parece que con más éxito que lo contrario.

 

¿Podemos estar seguros de que los cetáceos son inteligentes y tienen un lenguaje complejo, similar al nuestro (o completamente diferente)?

 

Primero, podemos analizar el lenguaje en sí. Los bits de información que contiene. Y por aquí parece que vamos bien. Se trata de lenguajes densos, no de simples chasquidos más o menos aleatorios. Esto es lo que mediante la IA se está tratando de analizar.

 

Por otro lado, podemos examinar los cerebros de los cetáceos. Tienen un tamaño considerable. Su relación peso cerebro/peso cuerpo es mayor que el nuestro y el número de circunvoluciones cerebrales también es más que notable. En las circunvoluciones se encuentra nuestro neocórtex, la parte evolutivamente hablando más reciente de nuestro cerebro y donde, en teoría, se hayan la mayor parte de nuestras funciones cognitivas avanzadas.

 

Los cerebros cetáceos no tienen mucho que envidiar a los nuestros, aunque son diferentes, pues la evolución los ha llevado por otros derroteros.

 

Naturalmente, viven en un medio acuático y sus extremidades están adaptadas a este. No pueden manipular objetos como lo hacemos nosotros, ni inventar el fuego. En este sentido, se hayan limitados. Pero, ¿quién sabe de qué hablan? ¿Tienen relatos o epopeyas, como las nuestras? ¿Tienen su Gilgamesh, su Ulises o su príncipe Rama?

 

De momento, no lo sabemos, pero tal vez la inteligencia artificial nos ayude un poco a acercarnos más a ellos. Y espero que ello sirva para que los bárbaros que los matan por placer o para comérselos, o simplemente los encierran en acuarios, se den cuenta del crimen que están cometiendo respecto de una especie, si no hermana, tal vez prima.

 

La ciencia ficción les ha concedido un papel en obras como en “Marea estelar”, de David Brin, un papel protagonista. Los neodelfines, modificados genéticamente para incrementar su inteligencia y para poder ponerse a la par de los humanos en todos los sentidos. Quién sabe si en el futuro haremos algo parecido. Desde luego sería más interesante que manipular los genes de los gatos o los perros para obtener mascotas hipoalergénicas y algo mucho más noble.

 

De momento, de la exploración del espacio que llevamos efectuada en tres cuartos de siglo, no parece que ahí fuera haya nadie como nosotros. Tal vez no los vemos o tal vez se ocultan, pero de momento, no hay Primer Contacto. Es posible que el Universo esté terriblemente vacío de inteligencia. Y si es así, nos corresponde a nosotros llenarlo, pero si es posible, no solo de humanos.

 

En la Tierra hay varias especies que son candidatas a desarrollar su inteligencia: varios primates, como orangutanes, chimpancés o gorilas; los cetáceos; los pulpos; o tal vez los lobos y los osos. Incluso tal vez los córvidos u otras aves. Algunos, incluso hablan de revivir a nuestra especie hermana de los Neandertales.

 

Sería maravilloso que de la Tierra saliesen diversas voces inteligentes, de naturaleza diferente, que interpretasen el Universo de manera diferente de la nuestra. ¿Quién sabe lo que pasaría entonces?