29 marzo 2021

Homo Superior

En la ciencia ficción, no es infrecuente la idea de que la Humanidad es una especie de predecesor, o de larva, si lo preferís en términos biológicos, de una especie superior. Una especie de etapa intermedia, en la teoría de la evolución. La Humanidad contendría (o sería) la semilla del siguiente estadio evolutivo. Esta idea es la premisa en que se basa la Trilogía de la Xenogénesis, de Octavia Butler.

 

Por supuesto es muy discutible que la evolución tenga estadios predefinidos. De hecho, la evolución es bastante aleatoria [véase El relojero ciego (The Blind Whatchmaker, 1986), de Richard Dawkins] y, por poner un ejemplo, si un meteorito o lo que fuese no hubiera exterminado a los dinosaurios, la historia de los mamíferos y por ende, la de los primates antropoides hubiese sido muy distinta. Tal vez, ni existiésemos y quizás los dinosaurios hubiesen ocupado nuestro lugar, como especie inteligente dominante de la Tierra (véase la Trilogía del Edén, de Harry Harrison).

 

Volvamos a la larva de algo “superior”. Este es el argumento central de una conocida novela de Arthur C. Clarke: El fin de la infancia (Childhood’s End, 1956), en el que la raza humana recibe la visita de una especie alienígena superior que ayuda a los humanos a trascenderse a sí mismos y alcanzar un estadio evolutivo “superior” (sea eso lo que fuere).

 

Algo bastante diferente sucede en la novela corta “Los primeros hombres” (“The First Men”, 1960), de Howard Fast, contenido en la antología El filo del futuro. En él se describe un método para seleccionar a los seres humanos especialmente inteligentes desde la cuna y llevarlos a un entorno especial, libre de prejuicios, que permite su desarrollo pleno como individuos y también como colectivo, con notables consecuencias, conduciéndolos a ser los primeros de una nueva especie post-humana o plenamente humana. Es una especie de revisitación futurista de aquello de que “el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad quien lo corrompe” de J.-J. Rousseau.

 

En otra órbita se encuentra Mundo Anillo (Ringworld, 1970, Premios Hugo, Nebula y Locus 1971), de Larry Niven. A parte de las vicisitudes de la novela, se cuenta que los seres humanos -siguiendo los patrones bíblicos del Génesis- son susceptibles al consumo de la “fruta prohibida”, que los transforma en un ser completamente distinto. Una versión futurista de la fruta del Paraíso, que habitualmente se asocia con la manzana.

 

Otra idea asociada a la idea de Homo superior es el tratamiento de los mutantes, que suelen destacar por una gran inteligencia [Juan Raro (Odd John, 1935), de Olaf Stapledon], por ser telépatas [Muero por dentro (Dying Inside, 1972), de Robert Silverberg; Mutante (Mutant, 1953), de Henry Kuttner y Catherine L. Moore] o por tener, directamente, superpoderes (los X-Men).

 

Una manera de hacer aflorar esa nueva especie es reuniendo varios seres de alguna manera. Así sucede en Mas que humano (More Than Human, 1955), de Theodore Sturgeon y su Homo gestaltiensis, que entre otras cosas es inmortal, ya que cada una de las partes puede ser sustituída y la esencia se mantiene, una idea que se expone también en el relato de Howard Fast.

 

Finalmente y llevando las cosas al extremo, podemos obtener una inteligencia “superior” mediante una raza-colmena, como los Borg, que aparecen en multitud de lugares de la franquicia de Star Trek. Una raza formada por multitud de seres conectados mentalmente a los que se les ha borrado todo rastro de individualidad y que están coordinados por una especie de Reina de la Colmena. Aquí, también los individuos son prescindibles y lo que se mantiene es el Colectivo.

 

Por supuesto, los seres humanos pueden trascenderse en algo superior, no de manera utópico-espiritual, como en El fin de la infancia, sino en un plano estrictamente tecnológico: con la teoría de la singularidad, gracias a una combinación de implantes cyborg, extensiones cerebrales en el cyberspacio, inteligencias artificiales y a saber qué tecnologías futuristas inimaginables más. Es lo que se conoce como transhumanismo, del que hay muchas muestras en la ciencia ficción y ejemplos no faltan, como Diáspora (1997) o Ciudad permutación (Permutation City, 1994), de Greg Egan o 2312 (2012, Premio Nebula 2012), de Kim Stanley Robinson.