Correlaciones: Pandemias y lejía
Estos días, todos nos
hemos quedado bastante aturdidos al escuchar las extravagantes declaraciones
del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sugiriendo que para curar
el coronavirus, nada mejor que una buena inyección de lejía y una exposición a
los rayos ultravioletas.
Lo peor de todo ha sido
que algunas personas le han hecho caso (es fascinante ver la credibilidad que
tiene este individuo entre cierto público) y han tenido que ser atendidas por
graves intoxicaciones. ¡Santo cielo!
Ello me recordó a la serie
de TV, Sucesor designado (Designated
Survivor), sobre un presidente accidental de los Estados Unidos que
sobrevive a un megaatentado terrorista que se carga a los tres poderes del país
durante el Debate sobre el Estado de la Unión y que, en uno de los capítulos
tiene que hacer frente a una pandemia de gripe muy virulenta.
La verdad es que la trama
se despacha en un solo capítulo y todo se hace de manera estupenda, lo cual
contrasta espectacularmente con la gestión de la administración Trump. Aunque
no es el único caso.
Véase la gestión de Boris
Johnson en el Reino Unido, de Pedro Sánchez en España o de Jair Bolsonaro en
Brasil. Cada cual, por motivos diferentes, pasará a la historia y no
precisamente con calificativos muy laudatorios.
En las novelas, películas
y series de ciencia ficción en que se producen pandemias u holocaustos zombis,
aparecen búnkers subterráneos superequipados, gobiernos confinados, ejércitos
superbien pertrechados, hospitales con la última tecnología, toques de queda y
la ley marcial… En fin, ya hemos visto que la realidad es bastante más triste,
pobre y hasta patética.
Algunos gobernantes están
más preocupados por la unidad de la patria o por su imagen personal que no por
la pandemia en sí misma y por el hecho básico que supondría salvar vidas. Todo
bastante sórdido. Y aquí, por desgracia, la ficción no va a superar a la
realidad. Almenos, en nada positivo.
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