06 mayo 2020

Correlaciones: Pandemias y lejía


Estos días, todos nos hemos quedado bastante aturdidos al escuchar las extravagantes declaraciones del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sugiriendo que para curar el coronavirus, nada mejor que una buena inyección de lejía y una exposición a los rayos ultravioletas.

Lo peor de todo ha sido que algunas personas le han hecho caso (es fascinante ver la credibilidad que tiene este individuo entre cierto público) y han tenido que ser atendidas por graves intoxicaciones. ¡Santo cielo!

Ello me recordó a la serie de TV, Sucesor designado (Designated Survivor), sobre un presidente accidental de los Estados Unidos que sobrevive a un megaatentado terrorista que se carga a los tres poderes del país durante el Debate sobre el Estado de la Unión y que, en uno de los capítulos tiene que hacer frente a una pandemia de gripe muy virulenta.

La verdad es que la trama se despacha en un solo capítulo y todo se hace de manera estupenda, lo cual contrasta espectacularmente con la gestión de la administración Trump. Aunque no es el único caso.

Véase la gestión de Boris Johnson en el Reino Unido, de Pedro Sánchez en España o de Jair Bolsonaro en Brasil. Cada cual, por motivos diferentes, pasará a la historia y no precisamente con calificativos muy laudatorios.

En las novelas, películas y series de ciencia ficción en que se producen pandemias u holocaustos zombis, aparecen búnkers subterráneos superequipados, gobiernos confinados, ejércitos superbien pertrechados, hospitales con la última tecnología, toques de queda y la ley marcial… En fin, ya hemos visto que la realidad es bastante más triste, pobre y hasta patética.

Algunos gobernantes están más preocupados por la unidad de la patria o por su imagen personal que no por la pandemia en sí misma y por el hecho básico que supondría salvar vidas. Todo bastante sórdido. Y aquí, por desgracia, la ficción no va a superar a la realidad. Almenos, en nada positivo.