02 enero 2021

Cómo diablos me metí en esto

Mis inicios en la literatura de ciencia ficción fueron un tanto raros. La primera vez que leí un texto de ciencia ficción -Julio Verne a parte- fue en lo que entonces era 8º de EGB (el actual 2º de ESO). En el libro de lengua castellana, aparecía un fragmento del relato “Compre Júpiter” (”Buy Jupiter”, 1958), de Isaac Asimov.

 

Aunque soy un devoto del Buen Doctor, admito que “Compre Júpiter” no es de los mejores relatos de Asimov, precisamente y como ejemplo para incitar a la lectura de la ciencia ficción me parece bastante malo.

 

La cosa continuó. En 1º de BUP (3º de ESO), en la asignatura de Ciencias Naturales, se nos ofreció un fragmento de otro relato de Asimov, esta vez sobre una forma de vida basada en el silicio, una siliconia, en “La piedra viviente” (”The Talking Stone”, 1955). Conceptualmente, el relato estaba bien, pero era más fatuo que la leche.

 

En la asignatura de lengua catalana, el autor escogido para introducir la ciencia ficción era Ray Bradbury. Concretamente, una de sus crónicas marcianas. Pero claro, un fragmento carente de todo interés y completamente descontextualizado.

 

Finalmente, en 2º de BUP (4º de ESO), también en lengua catalana, se nos mostraba otro fragmento de un relato sobre robots positrónicos de Isaac Asimov, al tiempo que en el libro de Física/Química, se nos recomendaban algunas recopilaciones de relatos como Cuentos de la taberna del ciervo blanco (Tales from the White Hart, 1957), de Arthur C. Clarke y en inglés se nos animaba a leer una versión abreviada de Cita con Rama (Rendezvous with Rama, 1973, Premios Hugo, Nebula y Locus 1974), también de Clarke (en versión original, claro).

 

A esas alturas, yo ya me había leído El juego de Ender (Orson Scott Card), La nube negra (Fred Hoyle), Cánticos de la lejana Tierra (Arthur C. Clarke), la Trilogía de las Fundaciones y Yo, robot (Isaac Asimov), Crónicas marcianas (Ray Bradbury) y unos cuantos libros canónicos más. Incluso me había tragado Nuestros amigos de Frolik-8, de Philip K.Dick. Por suerte. Porque si hubiese tenido que seguir los consejos de mis libros de texto, habría considerado que la ciencia ficción era un coñazo insoportable.

 

De hecho, lo primero que leí de Asimov no fue algo de ciencia ficción, sino un ensayo titulado “’X’ representa lo desconocido”, que cambió totalmente mi vida y mi forma de pensar, muy magufa en aquella época, aunque dicho término dudo que existiese, todavía (se acuñó en 1997).

 

Finalmente, quiero decir que a pesar de todo ello, sí que descubrí un autor que escribía cuentos de ciencia ficción y de fantasía muy poco conocido fuera del ámbito catalán, que es Pere Calders y que se convirtió en uno de mis escritores favoritos. Algo positivo sacamos de todo aquello.