Extrañas convenciones
Durante los pasados 9 y 10
de noviembre tuvo lugar en la ciudad de Raleigh (Carolina del Norte, USA) la
primera edición de la Flat Earth International Conferency
(FEIC), o sea, una reunión de personas que están convencidísimos de que la
Tierra es plana, en contra de toda evidencia científica.
¡Poca broma! No son cuatro
pirados: son un montón de gente y están organizados. No deja de tener gracia,
cuando todo el mundo sabe que la Tierra descansa sobre unos elefantes que a su
vez reposan sobre una tortuga.
Sarcasmos a parte, es algo
preocupante. Este tipo de cosas se están poniendo de moda, especialmente en
Estados Unidos, desde donde son exportadas sin contemplaciones al resto del
orbe.
Hace muchos años que los
fundamentalistas cristianos nos quieren convencer de que Darwin estaba
equivocado y que la verdad se encuentra en la Biblia: ya sabéis, Diluvio Uuniversal,
el Arca de Noé, etcétera. Ah, sí, aunque no sé de dónde lo han sacado, los
dinosaurios se los llevó por delante el Diluvio Universal y antes coexistían
con los humanos.
De teorías excéntricas como
estas, las hay a montones, pero algunas acaban triunfando. Por ejemplo, hubo una
que tuvo un cierto predicamento hace tiempo, fue la de la gente que creía que
en realidad la Tierra estaba invertida y que nosotros realmente vivíamos en su
interior.
No entiendo a quién se le
ocurrió esa extrafalaria idea ni el grado de delirio que debía sufrir, pero hubo
bastante gente que se lo creyó. Incluso se expendían certificados para la gente
que estudiaba esas cosas y aportaba “pruebas” a favor, claro.
La ciencia ficción nos ha
ofrecido, dentro de la ficción, eso sí, algunas novelas de mundos alternativos
de geometrías diferentes a la de la esfera. Por ejemplo,
Planilandia (Flatland) de Edwin A. Abott,
que nos describía un delicioso mundo de dos dimensiones, estrictamente plano. O
El mundo invertido (Inverted World), de
Christopher Priest, con una ciudad móvil sobre una geometría mundial peculiar.
Y también tenemos una
curiosa novela: Materia celeste (Celestial
Matters), de Richard Garfinkle, en la que se describe un mundo en que
la ciencia clásica griega era estrictamente correcta: cinco elementos, esferas
celestes, etcétera.
Pero una cosa es la
ficción y otra la realidad. Es cierto que si ignoramos ciertas evidencias, la
Tierra parece plana a nivel local. Pero hace ya mucho tiempo que la Humanidad
descubrió que no es así. ¿Qué se piensan que son todas esas imágenes que nos
envían los satélites cada día? ¿Sofisticadas manipulaciones de unos
conspiradores que quieren mantenernos en la inopia?
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