30 noviembre 2005

Nuevas tendencias: el Pastafarismo

Lo que sigue a continuación no es ningún cachondeo irónico mío, ni fantasía, ni ciencia ficción: es real, aunque nos parezca increíble.

Últimamente los aires están bastante revueltos en Estados Unidos (huracanes aparte) por el tema del Creacionismo y la Teoría de la Evolución (sí, ya sé que es increíble que todavía estén con eso y que el propio presidente apoye a los creacionistas, pero en fin). En algunos estados es obligatorio poner en los libros de biología que se habla en ellos de la evolución y que ésta es una teoría sujeta a revisión. Incluso en algunos sitios están obligados a explicar la teoría creacionista también. A principios de noviembre se adoptó esta postura mediante una consulta en referéndum en el estado de Kansas, si la memoria no me falla.

Pues una panda de cachondos irredentos se han sacado de la manga una nueva "religión" en la que -según ellos- el mundo no lo creó el Dios de la Biblia, sino un FSM (Flying Spaghetti Monster) y piden que su teoría también se enseñe en los libros y las escuelas porque, según ellos, tanto derecho tiene su teoría (a la que llaman pastafarismo) como las demás.

Naturalmente se trata de un movimiento de protesta contra los creacionistas, porque la idea no puede ser más absurda, pero parece que hay bastante gente que se está apuntando al movimiento para chinchar.

Entre otras cosas afirman que: "Estamos dispuestos a pagar 250.000 dólares a cualquier individuo que pueda probar de forma empírica que Jesucristo no es el hijo del Monstruo Espagueti Volador". Ya sabéis...

Incluso hay una versión del FSM que está confeccionada con albóndigas en vez de con spaghetti.

He aquí algunas de sus creencias para abrir boca:

* El Universo fue creado por un invisible e indetectable Monstruo de Spaguetti Volador. Todas las evidencias que apoyan la evolución han sido puestas intencionadamente por este ser.

* El calentamiento global, los terremotos, los huracanes, y otros desastres naturales son consecuencia directa de la disminución de la piratería desde los años 1800 (la correlación es empíricamente demostrable).

* Las oraciones se acaban con la palabra "RAmen" en vez de "Amén".

* Sus seguidores visten completamente con atuendo de pirata.

Y si alguien está interesado en conocer más detalles sobre esta pintoresca creencia puede hacerlo a través de este link:

http://www.venganza.org/index.htm

¡Contra el avance de los Ejércitos de la Noche, Pastafarismo por un tubo!


Otros links:

http://www.bemonline.com/modules/news/article.php?storyid=927

29 noviembre 2005

Los clásicos de la literatura fantástica

En un post anterior, hablaba de los libros que habían dejado mella en mí tras su lectura. Lo cierto es que uno tiende a etiquetar de manera automática dichos libros como "clásicos". Y posiblemente sea un error. Yo prefiero hablar de libros grabados a fuego.

¿Qué es para mi un clásico? Pues un libro que, independientemente de su éxito popular en el día en que se publicó, haya influido notablemente en posteriores escritores de manera que sea posible diferenciar un antes y un después en el género en alguna característica propia de dicho libro.

Es evidente que un clásico fue La Trilogía de las Fundaciones, porque introdujo una nueva manera de enfocar los imperios galácticos desde la óptica de la psicohistoria.

Otro clásico fue El Señor de los Anillos que creó en la fantasía un mundo riquísimo de personajes y detalles obtenidos mediante el método de la subcreación e inspirado en fuentes mitológicas de las sagas nórdicas, británicas y célticas, entre otras.

Algo parecido en la ciencia ficción resultó ser Dune y su inacabable saga de secuelas y precuelas: la creación de un mundo basado en múltiples culturas terrestres, rico en detalles, con personajes carismáticos y una ambientación inigualable combinando la space opera, la ciencia ficción soft, la religión, la política, etc.

Revolucionario para el género fue Neuromante, una de las primeras novelas cyberpunk, que nos ofreció esa moderna temática con tratamientos literarios también innovadores.

Temáticamente también encontraríamos grandes clásicos: La máquina del tiempo de H. G. Wells sobre el viaje temporal; la ciencia ficción utópica (que no las utopías) tan característica de Arthur C. Clarke y muy particularmente de 2.001: Una odisea en el espacio o La ciudad y las estrellas; la moderna space opera con Las estrellas, mi destino de Alfred Bester o Pórtico de Frederik Pohl; en el campo de la sociogénesis, Cyteen de C. J. Cherryh; o la importantísima figura de Philip K. Dick en el cuestionamiento de la realidad; 1.984 de George Orwell o ¿Un mundo feliz? de Aldous Huxley en el campo de las distopías; y así sucesivamente: la lista sería muy extensa.

Creo, pues, que la condición de clásico va ligada a los conceptos de innovación representativa e impacto en el género (o incluso fuera de él).

Diferencio también las listas de clásicos de lo que podría ser un canon de la ciencia ficción, de la fantasía o del terror. Creo que la primera lista es más extensa y no deben entrar en valoración tanto las cuestiones meramente literarias, es decir, formales o estilísticas. En cambio, un canon debe tener más en cuenta la calidad literaria (sea eso lo que sea) y estará necesariamente influido por las tendencias de moda del presente, mientras que una lista de clásicos, se fundamentará más en cuestiones históricas.

Desde este punto de vista, una lista de clásicos es más objetiva que un canon, ya que en el primero intervienen factores moderadamente subjetivos, mientras que en el segundo, lo hacen caracteres mucho más subjetivos (calidad literaria, obra destacada, autor emblemático, concordancia con unos parámetros subjetivos determinados, etc).

28 noviembre 2005

Memento por la Asimov (Nº 10-12)

Proseguimos con la serie de entradas sobre los relatos y novelas cortas más destacadas de la revista Asimov Ciencia Ficción, números 10, 11 y 12.

#10, Julio, 2004

NOVELAS CORTAS
El largo viaje a casa, R. Garcia y Robertson
Guerra, hielo, huevo, universo, G. David Nordley

CUENTOS
El ave del paraíso, Daniel Abraham y Susan Fry
Por el rabillo del ojo, Alexander Glass
El nombre del infierno, Juan Carlos Planells
Exilio, Steven Utley

"El largo viaje a casa" de R. Garcia y Robertson es una pequeña novela de aventuras en el tono de la más clásica space opera. Es una narración amena, que concentra en poco espacio mucha acción. Sin ser memorable, está bastante bien, aunque explota algunos tópicos de otras novelas del género. En particular, uno de los personajes y su entorno parecen una peculiar hibridación entre un kzinti de Mundo Anillo y una hani de la serie de Chanur.

"Guerra, hielo, huevo, universo" de G. David Nordley es un relato maravilloso y original. Muchas veces se ha tratado en la ciencia ficción recrear una civilización extraterrestre completamente diferente de la nuestra, pero con algunos puntos de similitud, en un entorno distinto del de la Tierra. Un ejemplo de ello son los arácnidos de Un abismo en el cielo de Vernor Vinge. Pero "Guerra, hielo, huevo, universo" lo consigue realmente.

En "El ave del paraíso" de Daniel Abraham y Susan Fry se explora una combinación de ciencia ficción con la mitología amerindia, conexión muy poco explorada en la literatura fantástica. Es un relato interesante, bien narrado y con las dosis adecuadas de intriga.

"Por el rabillo del ojo" de Alexander Glass es un relato rompedor de lo más recomendable. En él vemos un interesante enfoque de la realidad virtual en un entorno cyberpunk ambientado en el Marruecos del futuro. Si bien no aporta grandes revoluciones al subgénero, sí que es cierto que los planteamientos son bastante originales.

#11, Agosto, 2004

NOVELAS CORTAS
La plaga del leopardo verde, Walter Jon Williams
Pájaro en mano, Eduardo Gallego y Guillem Sánchez

CUENTOS
Poemas de alforja, Eleanor Arnason
Infracción de patente, Nancy Kress
La gatita se echó a reír ante ese juego, Michael Swanwick

La novela corta "La plaga del leopardo verde" de Walter Jon Williams es una interesante narración de ciencia ficción especulativa sobre el problema del hambre en el mundo y una de sus posibles resoluciones. Lo curioso del caso es que el planteamiento es más una excusa para especular acerca de un mundo no muy lejano en el tiempo a nosotros bastante diferente del que conocemos e insertar en él una peculiar historia.

"Pájaro en mano" de Eduardo Gallego y Guillem Sánchez es una divertidísima composición sobre los límites de la no-intervención en la sociología y sobre un pintoresco planeta en que la moneda de cambio es algo más bien "curioso", ya que toda la cultura gira alrededor de ello. Para los que sufrimos un poco cuando el cambio de moneda de la peseta al euro, este relato contiene algunos momentos francamente reconocibles e hilarantes.

"Poemas de alforja" es otro de esos maravillosos relatos de Eleanor Arnason desbordantes de sensibilidad e imaginación, con una prosa excelente y muy sugerente.

"Infracción de patente" de Nancy Kress es una pequeña pieza breve bastante divertida que da mucho que pensar acerca de las patentes sobre determinados descubrimientos, como los relativos al ADN humano.

"La gatita se echó a reír ante ese juego" de Michael Swanwick es un cuento en la misma línea que "El perro dijo guau-guau", bien construido, aunque a mi particularmente no me acaban de convencer.

#12, Septiembre, 2004

NOVELAS CORTAS
Reciclador, Víctor M. Ánchel
Anochecer, Charles Stross

CUENTOS
El hombre de alguna parte, Jack Williamson
Los hibernadores, Brian W. Aldiss
Abraza-lo-nuevo, Benjamín Rosenbaum

"Reciclador" de Víctor M. Ánchel es una impresionante novela corta sobre un futuro más o menos lejano brillantemente especulativa, con toques de distopía y de cyberpunk. En mi opinión, es lo mejor de este número y merece la pena conseguirlo aunque sólo sea para leérsela.

"El hombre de alguna parte" de Jack Williamson es un relato que se deja leer, aunque según mi particular gusto no es ninguna maravilla y suena un poco a ya visto.

El cuento "Los hibernadores" de Brian W. Aldiss es bastante original dentro de la producción de este autor. Mezcla la ciencia ficción con una especie de fantasía peculiar y parece ser una especie de revisitación del Nightfall de Asimov, aunque con mucha más textura que éste y en clave puramente imaginativa.

Finalmente, "Abraza-lo-nuevo" de Benjamín Rosenbaum es una pieza muy interesante y poética de ciencia ficción, que describe una original sociedad alienígena y que nos muestra el difícil compromiso entre el arte y el stablishment .

El resurgir del dragón

Pues no, no va de La canción de Hielo y Fuego, aunque algún elemento comparte en común: me refiero a China.

Leí hace poco que dentro de una generación (25-30 años), China será la primera potencia económica mundial por delante de Estados Unidos. Lo cierto es que ya es la primera potencia demográfica, una de las principales en extensión territorial y un fenómeno económico único.

Por supuesto que la cosa puede quedarse en un simple bluff y no prosperar tanto como se nos dice, por ejemplo, debido a un envejecimiento de la población. Tampoco creo que Estados Unidos esté dispuesto a dejarse arrebatar la corona de laurel tan fácilmente. Pero todo es posible.

Es curioso que en la ciencia ficción -salvo alguna loable excepción- se haya tenido en cuenta tan poco el despertar del dragón, cuando ya desde Napoléon está anunciándose el fenómeno. Vaya, que no nos pilla de sorpresa. En cierto tipo de cyberpunk encontramos elementos orientales incorporados, pero muchas veces son de origen japonés o del sudeste asiático, más que chino y siempre suelen ser tratados con un toque marginal o underground. Pero parece que los derroteros van por otro lado.

¿No podría suceder que los capitanes de la nave estelar Enterprise se llamasen Chang o Yin y que, por cierto, de Enterprise y de Federación, nada de nada? El anglocentrismo, tan omnipresente en el género podría llevarse un buen portazo en los morros y detrás suyo, toda la cultura occidental, por extensión.

Si uno de los elementos que caracterizan la ciencia ficción o cierto tipo de ella es la especulación, tal vez vaya siendo hora de que los escritores tomen nota de una vez de este hecho consumado y lo trasladen a sus creaciones literarias o, si no, dentro de unos años, el mundo dibujado por ellos sonará tan ridículo como suena hoy día hablar de la extinta Unión Soviética o peor aún.

Parece que los chinos no van a tener muchas manías en el desarrollo de la industria biotecnológica ni se van a andar con chiquitas a la hora de experimentar con todo tipo de tecnologías. El medio ambiente no parece preocuparles mucho y eso de los derechos políticos y de las libertades civiles les suena a arameo. Hay, pues, un enorme filón de temas potenciales a explotar.

Así lo debieron ver los organizadores del Premio Espiral de Ciencia Ficción cuando en el 2004 escogieron como tema para el concurso precisamente "¡China ha despertado!".

En fin, que dentro de poco, nuestros teclados de ordenador podrían sufrir una terrible transformación, al igual que los protocolos de navegación por internet para dar cabida a la emergencia de China, Corea, Japón y del sudeste asiático y de sus respectivos alfabetos. Nada, nada, que pronto saldrán fascículos semanales para aprender mandarín de forma interactiva y programada. Yo, por si acaso, empiezo a practicar con el pincel y la tinta china...

26 noviembre 2005

Correlaciones: La Iglesia catódica

Estaba hace unos días hojeando libros en una librería de mi pueblo cuando escuché la siguiente conversación entre la dependienta y un amigo suyo:

- Bueno - dijo el chico - pues quedamos después, a eso de las ocho.

- ¡Ah no! - respondiole ella - que tengo que ver EL culebrón.

Encima, para mayor inri, pronunció la frase con el mismo tono de obligación y devoción con que antiguamente decían las señoras mayores "tengo que ir a misa".

La verdad es que me sorprendió. Ya conozco la profunda influencia que ejerce la televisión sobre nuestra sociedad. De hecho es imposible no saberlo cuando todos tus compañeros de oficina comentan la última graciosura de Gran Hermano o cuando hablan del enésimo escándalo ofrecido gentilmente por Crónicas marcianas o el programa de moda de turno. Aún así, me dejó patidifuso. ¿Rechazaba al chico por ese motivo? Pues sí, porque lo dijo convencidísima, no era una vulgar excusa del tipo: "es que tengo que descongelar la nevera".

Ello me llevó a pensar a alguno de los relatos de Bradbury que tocan el tema. En "Casi el fin del mundo" (Almost the End of the World, 1957) contenido en Las maquinarias de la alegría, de Minotauro, se nos presenta un mundo en que la gente queda colapsada al cesar las emisiones de televisión en todo el mundo debido a una tormenta solar y de cómo se ven obligados a salir del amodorramiento y hacer cosas más creativas. No obstante, ya sólo el título del relato es muy significativo. ¿Qué haría nuestra sociedad sin ese medio de entretenimiento de masas? ¿Volver al circo romano? (nótese la ironía).

También de Bradbury es el "El peatón" (The Pedestrian, 1951) en Las doradas manzanas del sol, Minotauro, donde se nos pinta un panorama desolador: la televisión lo gobierna todo. Nadie pasea por las calles, ni escribe nada: todos somos presos catódicos. Para el año en que fue escrito, es una buena descripción de nuestra situación actual, la verdad. Soy animal de costumbres y me gusta pasear por las noches y salvo algún ocasional despistado que saca a pasear al perro, casi nunca me cruzo a nadie a pie. Todo el mundo está atontado delante del tubo de rayos catódicos, atiborrándose de frecuencias herzianas como si de palomitas se tratase.

Uno de los mayores aciertos de George Orwell en su magna obra 1984 fueron las telepantallas, presentes en cada hogar y desde las cuales se adoctrinaba y se controlaba a los ciudadanos para que fuesen buenitos e hiciesen lo que el Gran Hermano (esta vez el de verdad) les mandaba.

Bueno, de momento, nuestras telepantallas modernas son unidireccionales. Aún no nos obligan a estar delante de ellas una determinada cantidad de horas al día y no controlan lo que decimos, pero al paso que vamos...

También fue Bradbury quien en su gran distopía Fahrenheit 451 nos describía cómo los hogares de todos los ciudadanos mínimamente pudientes convertían una o varias paredes de su casa en enormes pantallas de entretenimiento mientras una feroz dictadura política y cultural los dominaba a todos sin escrúpulos.

¿Va el mundo hacia ese terrible destino o es el mundo en que ya vivimos sin darnos apenas cuenta? ¿No dictan las series de moda, las películas, los programas de televisión y los anuncios publicitarios nuestros hábitos diarios? ¿No nos dicen lo que tenemos que comer, cómo debemos vestir y hasta qué dentrífico utilizar? ¡Incluso nos dicen por qué enfermedad que (aún) no tenemos debemos estar preocupados!

Es curioso, no soportamos que nadie nos controle y nos diga cómo tenemos que regir nuestras vidas, pero cada día aceptamos encantados que un aparato doméstico llamado televisor nos fiscalice hasta el último detalle. ¿Para qué van a ser bidireccionales esas telepantallas si no hace ninguna falta?

Pero es que la televisión no es un electrodoméstico más: es LA televisión, en mayúsculas, como lo era EL culebrón para la dependienta de la librería...

25 noviembre 2005

¿Es Ray Bradbury un reaccionario?

Tras repasar la mayor parte de la obra literaria de Ray Bradbury he empezado a preguntarme seriamente si el autor no será un reaccionario. Como el diablo suele estar en los detalles, tal vez, antes de discutirlo, lo mejor sería empezar definiendo reaccionario.

Según el diccionario, reaccionario es:

1. Que pretende a restablecer lo abolido. 2. Opuesto a las innovaciones.

Si tomamos únicamente la denotación del término e ignoramos las connotaciones, generalmente peyorativas, podríamos afirmar que, en efecto, Bradbury es bastante reaccionario.

La mayor parte de sus relatos tratan sobre temas muy clásicos como la confrontación entre las distintas etapas de la vida, el matrimonio, la fidelidad, los sentimientos, la honestidad y los viejos valores de una sociedad más sencilla, de corte agrario o como mínimo rural.

No son sólo las temáticas, sino incluso los paisajes en que se desarrolla la mayor parte de su obra: las llanuras, los pueblos pequeños, los rincones polvorientos dejados de la mano de Dios... y cuando se introducen elementos modernos como la carretera y la ciudad, casi siempre suele haber un tono crítico o de añoranza por tiempos pasados. Incluso el Marte que tan famoso le hizo por sus Crónicas marcianas no es exactamente un entorno extraplanetario, sino más bien un espacio alegórico del medio oeste norteamericano.

Los choques de culturas también están muy presentes en sus obras, generalmente desde una óptica fatalista en que el conquistador acaba eliminando al aborigen.

La visión de Bradbury del futuro suele ser oscura. Abundan los futuros apocalípticos y post-apocalípticos, las sociedades descompuestas y decadentes, plagas... El autor parece estar gritándonos muchas veces que deberíamos valorar mucho más lo que tenemos y sobre todo, lo que ya hemos perdido.

La ciudad y la carretera casi siempre son trampas mortales para Bradbury. Los viajeros del futuro, escapan a un pasado idílico en el que pueden huir de fanáticas dictaduras o mundos corruptos. Otro tanto puede decirse de Marte.

También podemos detectar un cierto reaccionarismo en el papel que suele tener la mujer en sus narraciones, que no podría catalogar de machista, sino más bien de amarga-hombres. Pero no sería justo hacer pasar aquí a Bradbury por un machista añejo, porque creo que no lo es. Algunos cuentos muestran justo lo contrario, aunque me queda la sospecha de si no será una fachada de lo que le gustaría a él que fuesen las mujeres.

Dicho de otra manera, parece como si el escritor quisiese mujeres liberadas y en armonía consigo mismas para que no amarguen ni ahoguen a sus respectivos maridos, pues parece que la finalidad inmediata de cualquier mujer es la de ser compañera del hombre.

Podemos apreciar multitud de recuerdos de viajes (por el tiempo y el espacio) de la trayectoria vital del autor. Recortes de las antiguas películas de Hollywood, de viejas canciones que ya casi nadie canta, de sencillos entretenimientos, como contar historias de miedo o pasear... También retrata con precisión a sociedades mucho más ancladas en el pasado que la norteamericana, como son los irlandeses, que siempre trata con respeto y sutil ironía.

Su posición respecto de la homosexualidad en varios relatos, por ejemplo, también nos muestran a un Bradbury bastante reaccionario, aunque no es un tema especialmente tocado por el autor.

También la televisión es diana de sus afilados dardos narrativos, así como muchas otras tecnologías, que él ve como alienantes y deshumanizadoras, muchas veces no sin falta de razón.

Incluso en algún relato, la ciudad es dibujada como una especie de vampiro que sacia todos nuestros deseos a cambio de nuestra alma, que nos vacía y nos vuelve siervos suyos.

Es natural, pues, que la infancia por su inocencia y la vejez por aquello de que poca cosa se espera ya de la vida y es en cierto modo una segunda infancia, sean los tiempos favoritos para llevar el agua a su molino.

Los personajes de Bradbury suelen ser dibujados con pocas pinceladas y rara vez son multidimensionales, lo que no significa tampoco que sean de cartón-piedra. Pero se da la circunstancia de que en muchas ocasiones, los personajes no son sólo de carne y hueso, sino que pueden formar parte del reparto viejas mansiones abandonadas, llanuras polvorientas o carreteras abandonadas.

En cierta manera, comparte rasgos con Clifford D. Simak, que siempre nos mostraba ámbitos rurales en los que transcurría la acción. Pero Simak es mucho más intencional y menos alegórico que Bradbury y era, básicamente, un escritor de ciencia ficción, mientras Bradbury abarca un campo mucho más amplio que llega también a la fantasía y al realismo mágico, hasta el punto que muchas de sus narraciones que se nos venden como ciencia ficción, no tienen ni un sólo elemento fantástico, aunque sí ese aura tan particular que es capaz de transmitir.

En fin, que multitud de detalles formales y de contenido dibujan un perfil bastante claro de la ideología de este talentoso escritor norteamericano, admirador de los grandes clásicos modernos de la literatura inglesa (Dickens, Hemmingway, Poe, Melville, Wilde, etc). Y creo que reaccionario es un término que lo define bastante bien, siempre que eliminemos los matices negativos de la palabra.

24 noviembre 2005

Memento por la Asimov (Nº 7-9)

Voy a proseguir con la serie de entradas sobre los relatos y novelas cortas más destacadas de la revista Asimov Ciencia Ficción. Continúo por los números 7, 8 y 9.

#7, Abril, 2004

NOVELA CORTA
Historias para hombres, John Kessel

CUENTOS
Gran Mamá Fea y el ZK, Eleanor Arnason
Turismo de guerra, Gabriel Bermúdez Castillo
Arte dulce, James Patrick Kelly
La jaula, José Antonio Suárez
Principios primarios, Edd Vick

"Historias para hombres" de John Kessel es una fascinante narración sobre un tema que parece que últimamente no está muy de moda y que parece ser políticamente incorrecto y es la cuestión de acerca de si algunas posturas feministas no han ido demasiado lejos. Me explico: de la misma manera que se ha especulado en la ciencia ficción acerca de un mundo en el que dominan los hombres de manera despiadada (bien, no hace falta especular demasiado, basta mirar cerca de nosotros), creo conveniente que se especule también sobre un mundo dominado por las mujeres. Ya ha habido intentos, algunos memorables como Puerta al país de las mujeres de Sheri S. Tepper. Pero faltaba la perspectiva masculina no machista ni retrógrada y creo que Kessel nos la ofrece excelentemente en este relato. Por supuesto que también puede leerse en clave de una alegoría del presente, pero invirtiendo los roles.

"Gran Mamá Fea y el ZK" es otro de esos maravillosos relatos que publica Eleanor Arnason, quien próximamente nos ofrecerá nueva novela en Ediciones B. Se trata de una narración más o menos intrascendente, puro divertimento, pero escrita con la notable capacidad de Arnason de maravillar entreteniendo.

"La jaula", de José Antonio Suárez es un interesante relato sobre la conciencia, la vida y la muerte y qué hay más allá, con toques de thriller y bien ambientado en un decorado de ciencia ficción.

"Principios primarios" es un excéntrico relato breve de Edd Vick un tanto peculiar cuyo protagonista es Heisenberg y un indeterminado observador.

#8, Mayo, 2004

NOVELA CORTA

La Emperatriz de Marte, Kage Baker

CUENTOS

Tycho y el ayudante del astrónomo, Liz Williams
Un mundo de reflejos, Ángel Torres Quesada
La locura de las multitudes, Paul McAuley
La boca del infierno, Tim Sullivan

"La Emperatriz de Marte" de Kage Baker es una novela corta ambientada en un Marte colonial británico, puro relato de aventuras. En la actual moda del mestizaje de géneros, Baker nos ofrece un interesante y sugerente cruce entre la literatura colonial, el clásico western, la space opera, aderezado con unos toquecillos de espíritu de autosuperación (que metafóricamente quedan muy gráficamente expresados en el relato) de esos que tanto les gustan a los estadounidenses.

"Tycho y el ayudante del astrónomo" de Liz Williams es un extraño relato que en mi opinión admite varias lecturas, no sé si todas buscadas por la autora. Para empezar, se trata de un relato que mezcla la fantasía con la historia, combinación que últimamente se está poniendo de moda. Pero es que para los conocedores de la historia de Tycho Brahe y de Johannes Kepler, también puede interpretarse como una metáfora del conocimiento (los datos precisos sobre las observaciones de la órbita de Marte) que atesoraba Tycho y que Kepler consiguió liberar, finalmente.

"Un mundo de reflejos" es un divertido relato de Ángel Torres Quesada, con moralina incluida, ameno de leer y con un planteamiento de lo más original. Es el típico ejemplo de cómo la ciencia ficción permite hablar de temas de actualidad, en clave fantástica.

"La locura de las multitudes" es un impactante aunque algo aleccionador relato Paul McAuley y de una tesis más moderna de la sociobiología. Podríamos incluirlo dentro del género de la ciencia ficción hard especulativa, en este caso, en el campo de las ciencias bioquímica, fisiológica y etológica.

#9, Junio, 2004

NOVELA CORTA

Las niñas salvajes, Ursula K. Le Guin
El problema son los hombres, James Patrick Kelly

CUENTOS
¡Maldito ADN!, Luis Vigil
Las últimas palabras de Graylord Man, Gene Wolfe
Lo que cantan las sirenas, M. Rosenblum
Hamelin, Jesús Cañadas
Los robots no lloran, Mike Resnick
Máquinas mortales, Michael Bateman

La novela corta "Las niñas salvajes" de Ursula K. Le Guin es una pieza narrativa excelente, que demuestra que la autora sigue al pie del cañón en plenitud de facultades. Se trata de una narración en clave de antropología ficción, campo que ha cultivado ya anteriormente. El relato es de una sensibilidad elevada y vuelve a enfocar ciertas cuestiones sociales desde la óptica femenina.

"El problema son los hombres" es otra novela corta, esta vez de James Patrick Kelly, construida en clave de ciencia ficción en un mundo futuro que ha sido invadido por una especie de demonios alienígenas que han eliminado toda la población masculina del planeta y que impiden el nacimiento de ningún varón. Es pues, un mundo poblado exclusivamente por mujeres, con unos ciertos toques de cyberpunk y de thriller.

"¡Maldito ADN!" de Luis Vigil es una narración breve e intensa, muy divertida, a pesar de que nos advierte sobre un hipotético fin del mundo por el mal uso de la biotecnología. Creo que es un relato que mucha gente debería leerse con calma porque permite apreciar muchos aspectos sobre conflictos de actualidad en los que vivimos más o menos inmersos.

"Lo que cantan las sirenas" de M. Rosenblum es una modernización del mito del canto de las sirenas en clave de ciencia ficción.

"Los robots no lloran" es un bello y emotivo relato de robots y de sentimientos escrito por Mike Resnick.

Finalmente, "Máquinas mortales" de Michael Bateman es un curioso relato sobre el difícil primer contacto entre un alienígena y la humanidad, narrado desde un tono intimista y personalista, más que desde una especulación acerca de posibles repercusiones sobre la humanidad. Realmente, da qué pensar acerca de si sería muy buena idea (para ellos) que los alienígenas nos visitasen.

El coche del futuro

Tenía un amigo que me comentaba que cuando inauguraban algún salón del automóvil, las televisiones siempre nos hablaban de aquel prototipo maravilloso que sería el coche del futuro, pero que después no llegábamos nunca a ver ni en la carretera ni en los concesionarios. Y tenía razón hasta hace poco.

Supongo que muchos se cansaron de esperar y de ahí nació el tunning. Lejos de ser una horterada espantosa y una manera de hacer ricos a los mecánicos, el tunning tiene toda una filosofía de la vida detrás. Para empezar es la libre expresión artística del propietario del vehículo. Una forma más de arte moderno podríamos decir, como esos peculiares lienzos que de lejos parecen vomitadas de gato pero que en el fondo (¿de dónde?) son obras maestras del arte contemporáneo.

Por otro lado, los coches de tunning son eminentemente prácticos. Vaya, basta mirar esos que llevan una luz azulada en la parte inferior tal útil cuando se te caen las llaves al suelo después de una noche de orgía etílica. O esos alerones tan aerodinámicos que sirven para hacer más ricos a los países productores de petróleo.

Además, el coche modificado suele llevar en su interior aparatos de alta tecnología, a saber, reproductores de música (¿dije música? ¿sí? bueno quería decir tantras post-modernos), pequeñas televisiones y, en el colmo de la sofisticación, navegadores por satélite.

¡La ciencia avanza que es una barbaridad! ¿Alguien se ha planteado la cantidad de dispositivos de inteligencia artificial que lleva incorporados un coche moderno? Pronto parecerán el coche fantástico (aunque el dispositivo para perder aceite todavía no lo venden, pero agujereando el depósito tenemos un remedo aceptable).

Lo mejor es que -como dice una amiga mía- muchos coches son más inteligentes que sus amos. Te avisan cuando te dejas las luces encendidas, si está mal cerrada la puerta, no te hacen caso si das un volantazo brusco o una frenada a toda pastilla y te guían por la selva urbana hasta tu destino. Basta con que sepas leer lo suficiente como para distinguir una señal de salida de la autopista de un orinal. Y eso no es mucho pedir en la mayoría de los casos.

En fin, que pronto tendremos en nuestras carreteras coches del futuro como la maravillosa "Sally" del relato de Isaac Asimov (que cuando se cabreaba se parecía a Cristinne) o como el coche de "El que da forma" (He Who Shapes, 1965) de Roger Zelazny.

Eso sí, esperemos que a ningún coche le pongan un procesador marca HAL, no vaya a ser que active el eyector de pasajero cuando pasamos justo por ese acantilado tan escarpado mientras nos desea los buenos días.

23 noviembre 2005

Compre enanitos de jardín

Decía alguien que los intelectuales estaban bastante decepcionados con la clase media porque ésta, lejos de invertir el dinero en cultura, prefería gastárselo en enanitos de jardín, símil éste que se refería a la costumbre de invertir en la casita de campo o de gastarse fortunas decorando el pisito o cosas por el estilo.

La verdad es que eso de la clase media en nuestro país es algo discutible. Todo el mundo se considera clase media, porque casi todos conocemos gente que están mejor y peor que nosotros económicamente. Pero en el sentido tradicional de clase media -el de la burguesía, ya fuera grande, pequeña o mediana- tendríamos que concluir que no hay tantos. Es más: los que hay ya no suelen gastarse el dinero en cultura, porque eso no viste.

Ciertamente, los libros se han convertido en un producto de lujo, pero sólo ciertos libros otorgan prestigio social. Todos tenemos in mente unos cuantos autores de lo más in, o cool, o chachi, lo que gustéis. Posiblemente su lectura no aporte absolutamente nada a nuestras vidas, pero están de moda y farda mucho eso de tenerlos en la estantería al lado de la televisión (el ara moderna de nuestros hogares) y cerca de la falsa chimenea para ese fuego que ya nunca encendemos no vaya a ser que se prenda fuego a la chimenea.

La ciencia ficción y la literatura fantástica en general no son ajenos a este fenómeno. Para empezar, se trata de una literatura desprestigiada en nuestro país, por múltiples y variados motivos socio-históricos, empezando porque ésta es la cuna del realismo y acabando porque para la casta dirigente de intelectuales, la sacrosanta inteligentsia pel país, la novela de género es poco menos que una abominación cultural. "¡Por favor! ¡Lean cosas serias y no tonterías del espacio o memeces de dragones y magos!"

Pero me temo que ésta es una batalla perdida, al menos a corto plazo.

La ciencia ficción soporta otro handicap adicional: en nuestro país, el interés por la ciencia y la tecnología es sólo moderado según recientes estudios, cuyas fuentes y metodología me gustaría poder contrastar, ya que en mi opinión el interés por la ciencia es casi nulo. Otra cosa es la tecnología (coches, ordenadores, móviles, etc) que envueltos en el delirio tecnoconsumista que nos atenaza sí que suscita pasiones.

Pero la ciencia no. Aunque, claro, teniendo en cuenta como está el panorama, no me extrañaría mucho que buena parte de los encuestados tomasen por ciencia lo que dicen desde sus púlpitos mediáticos fenómenos tales como J. J. Benítez o Iker Jiménez, que han hecho de la ignorancia general, caldo de cultivo de su prosperidad.

Incluso algunos todavía confunden astrología con astronomía, creen que la Atlántida fue una realidad histórica de la que se tienen pruebas o creen que el SIDA nació en un laboratorio de guerra bacteriológica norteamericano, por no citar que dudan seriamente de si el hombre llegó realmente a la Luna, pero creen en cambio a pies juntillas en la acupuntura, la homeopatía, la cromoterapia o en le mal de ojo. Eso, por supuesto, no es ciencia seria, pero no perdamos la ocasión de pasar por cultos.

Este es el país del "que inventen ellos" o de "la ciencia adelanta que es una barbaridad". Por eso, cuando llegue ese maravilloso período de delirio comprador que son las Navidades (nótese el plural: así alargamos más tiempo la sangría), estaría bien regalar libros, o música o cualquier elemento cultural antes que comprar un enanito de jardín. Créanme, sus neuronas se lo agradecerán. Los enanitos, también.

Fantasmas de lo nuevo / Ray Bradbury

Fantasmas de lo nuevo
Ray Bradbury
I Sing the Body Electric!
Minotauro

Fantasmas de lo nuevo es otra buena recopilación de cuentos de Ray Bradbury, con los temas habituales en él y alguna pequeña joya.

En el "El invento Kilimanjaro", se utiliza una máquina del tiempo par conseguir que Hemingway no sobreviva al accidente de aviación que tuvo en África y que lo dejó tocado. Es uno de esos relatos homenaje a sus escritores favoritos, que periódicamente nos brinda el autor. En este mismo libro, tenemos doble ración, pues "Los amigos de Nicholas Nickleby" es un homenaje de Charles Dickens.

"Terrible conflagración en la casa" es un relato divertido e irónico sobre el comportamiento de los irlandeses tras liberarse de la ocupación británica. El argumento no puede ser más surrealista: unos irlandeses quieren quemar una casa señorial inglesa, pero deciden indultar las obras de arte que contiene. Finalmente, ven que algo está fuera de lugar y cambian de decisión. Es un curioso relato sobre el servilismo y sobre cómo los irlandeses enfocan ciertas situaciones que en otros parajes se ven de manera muy diferente.

"El niño de mañana" es un sentimental cuento alegórico sobre un niño que ha nacido diferente debido a un fallo en el parto. Tanto el trauma que ello origina a los padres como la decisión que deciden adoptar son de gran calado ético y moral.

"Las mujeres" es un relato sobre la clásica femme fatale, sobre la relación entre hombres y mujeres y sobre un muy sui generis triángulo amoroso. También es una advertencia hacia los cantos de sirena.

Reconozco que no sé qué contar acerca de la narración "El motel de la gallina inspirada", pues no he logrado entenderla. Tampoco "El pesado" es un relato especialmente memorable, que versa sobre un surfista musculoso que vive con su madre, carente de toda vida social y que, posiblemente, sea una metáfora sobre la vacuidad de la vida de ciertos estilos de vida.

"Viento de Gettysburg" es una especie de asesinato de Lincoln revisitado. Pero es mucho más que eso. En él, propone el castigo perfecto para aquellos que cometen acciones fatales esperando obtener notoriedad pública. Y, aun a riesgo de ser polémico, creo que hoy día podría interpretarse a la luz de los frecuentes atentados terroristas que sacuden el mundo y que los medios de comunicación no dudan en explotar para aumentar su audiencia.

"Sí, nos reuniremos en el río" es un cuento nostálgico de carreteras. En esta ocasión, el autor se sitúa en el día antes de que se inaugure una autopista que pasará muy cerca de un pequeño pueblo tradicional y lo secará. Se trata de una fábula acerca de cómo la modernidad y la urbanización puede destruir la vida sencilla y tradicional del campo.

"El viento frío y el viento caliente" es un bello y extraño relato que tiene mucho de actual. El argumento es una simple excusa (unos italianos del sur llegan a Irlanda buscando no sé sabe muy bien qué) para plantear muchas cosas. Por un lado, un choque de culturas. Por otro, una llamada de atención a aquello tan típico de que todos echan a faltar lo que no tienen. Pero también expone las diferencias entre un modo de vida rápido y uno más lento. Finalmente, es un cuento clásico sobre irlandeses de esos que tanto le gustan a Bradbury.

"Llamada nocturna" es un extraño y algo surrealista relato que explota la clásica idea de: "Era el último hombre sobre la Tierra (en este caso, Marte) y alguien llamó a la puerta...". Pero es más que eso: es un choque entre la juventud despiadada y la senectud desesperada.

"Fantasmas de lo nuevo" es uno de los relatos por los que merece la pena leer este libro. En él se nos presenta a una antigua casa señorial que, tras ser destruida por un incendio, es reconstruída hasta el último detalle con inesperadas consecuencias. La narración, nuevamente, contrapone lo viejo y lo nuevo, pero esta vez desde una óptica diametralmente opuesta a la del anterior relato: la juventud inocente de la novedad versus la corrupción y los pecados de la vejez. El personaje principal, no obstante, es la casa, no sus ocupantes.

"Canto al cuerpo eléctrico" es sin duda el mejor relato del libro (y el más extenso). Podríamos resumirlo como "vida y milagros de la superabuela", pero como siempre en Bradbury, hay mucho más: nos habla de la vida y de la muerte, de la juventud y de la madurez, incluso de la vejez; nos habla del alma; de cómo la tecnología también puede tener usos positivos (pongo el también porque en Bradbury no es habitual tal concepción); es un relato, sobre todo, que trata sobre la pérdida, sobre el crecimiento vital y sobre muchas más cosas.

Es una narración muy completa y francamente redonda, suave, sin grandes ideas ni estridencias, que deja un buen gusto de boca, es emotivo y hace reflexionar. Poco más se le puede pedir a un cuento.

"El día de las tumbas" nos sitúa en el traslado forzoso que tienen que efectuar los habitantes de un pueblo de su cementerio debido a la construcción de una carretera (nuevamente, dos elementos clásicos en el autor: la carretera destructora y el cementerio como icono de la vida y de la muerte). El relato trata en clave metafórica sobre la juventud y la vejez y, en concreto, sobre cómo el recuerdo y la realidad envejecen de manera diferente.

"El hombre de la camisa Rorschach" es un irónico relato en que nos habla de los errores de la percepción, excusa que utiliza el escritor, para emterse nuevamente con los psiquiatras, por quienes no parece sentir mucho aprecio.

"Enrique noveno" nos habla del abandono de Inglaterra por parte de sus habitantes en búsqueda de parajes más soleados y bien podría ser una metáfora sobre la migración de ancianos norte-europeos hacia destinos más cálidos (Mallorca, las Islas Canarias, etc) donde pasar la vejez.

Finalmente, "La ciudad perdida de Marte" es un cuento tremendo sobre una ciudad perdida de Marte capaz de saciar los deseos más íntimos de sus habitantes. Es un relato intenso del que parece desprenderse el mensaje: "vigila con lo que deseas, porque se te podría conceder".

22 noviembre 2005

José Antonio Cotrina

El escritor José Antonio Cotrina ha ganado recientemente tres importantes premios en el mundo de la literatura fantástica española. Primero fueron dos Ignotus, uno a la mejor novela corta por "Amanecer", publicado en Artifex 11 y otro al mejor cuento por "La niña muerta", publicado en Asimov ciencia ficción 5. Y hace unos días ganó el Alberto Magno por su relato "Argos", que espero con expectación ver publicado próximamente.

Cotrina es un monstruo (ejem, en el buen sentido del término, claro) del panorama fantástico español. Todo lo que he leído de él me ha encantado. Básicamente, por dos motivos: porque sus textos tienen una deliciosa cadencia oral y porque su imaginación desbordante nos traslada a mundos oníricos de una gran belleza y textura.

Otro elemento característico es la capacidad de mostrar las dos caras de la realidad, en este caso de la irrealidad: una faz clara y diáfana, como un día soleado en un atolón coralino y una cara oscura y tenebrosa digna de la peor de las pesadillas. Pero en ambos casos, el mundo descrito contiene elementos muy detallados, a veces ligeramente barrocos, que le otorgan una gran credibilidad.

Cotrina construye castillos en el aire con sus narraciones. A veces, en ellos habitan princesas encantadas y a veces horrores ancestrales. Y, esto es lo curioso, muchas veces nos queda la sensación de que en ambos casos se trata del mismo castillo, pero con iluminaciones radicalmente diferentes.

El autor recurre en algunas ocasiones a fuentes históricas de las que extrae su propia inspiración, como es el caso del antiguo Egipto, cuna de una antigua y legendaria magia, con un encanto irresistible.

Pero es que Cotrina no sólo cultiva la fantasía, sino también la ciencia ficción, como prueban sus narraciones "Mala racha", "Salir de fase" y "Tiempo muerto", las dos últimas, ganadoras del Premio UPC de novela corta 2000 y 2001 respectivamente.

Tanto "Mala racha" como "Salir de fase" recrean un universo en clave cyberpunk de una sociedad en que las mentes están almacenadas en un disco y cambiar de cuerpo (y por tanto de sexo) es tan sencillo como cambiar de traje.

"Tiempo muerto" es completamente diferente de su restante producción literaria. Narra una curiosa institución encargada de investigar el flujo del tiempo con peculiares sorpresas en su trama.

Actualmente Cotrina está a la espera de la publicación de su novela juvenil La casa de la colina negra, título con que ha bautizado a su recién estrenado blog, donde todos sus admiradores podremos irlo siguiendo.

Espero y deseo que continúe deleitándonos con su maravillosa imaginación durante mucho, mucho tiempo.

21 noviembre 2005

Correlaciones: Mi coche es más chulo que el tuyo

¿Qué es lo que sucede cuando las ventas de coches se estancan? ¡Clarísimo: nos inundan con anuncios! Y es que todos queremos ese coche maravilloso que guiña el ojo, baila robot dance, te permite ligar o te deja con cara de besugo delante de una cucharilla que no se dobla ni queriendo mientras una voz de fondo proclama: "Conséntrrate, ¿qué quierres conseguirr?".

Claro, no es para menos. Las marcas de automóviles se gastan verdaderas fortunas en campañas publicitarias, en especial en la televisión. Pero no les critiquemos demasiado, que parece ser que lo hacen porque funciona. ¿De quién es la culpa sino del consumidor que babea ante esas pequeñas joyas del arte cinematográfico y sale disparado hacia su concesionario para comprarse un fantástico coche que atraerá a todas las rubias despampanantes de la zona por feo que se sea? Quien más, quien menos ha sufrido de acné alguna vez (menos los modelos que anuncian coches, claro).

Pero parece que el mejor y más sofisticado reclamo publicitario es algo del nivel intelectual del "mi coche es más largo que el tuyo". Y si no, basta con salir a la calle y ver esos maravillosos automóviles largos cual coche mortuorio que popularmente han sido bautizados como los "diez años" (porque se piden créditos de diez años para sufragarlos) o los "bifamiliares" (porque se los compran entre dos familias). Ante tanta sofisticación y tanto argumento filosófico, poco se puede hacer, salvo quitarse el sombrero y procurar que el viento no nos arranque la cabeza.

Ya nos previno de esta fiebre Harry Harrison en su relato "Velocidad de guepardo, rugido de león" (Speed of the Cheetah, Roar of the Lion) (1975) publicado recientemente en la antología 50 en 50. Medio siglo de relatos I, editada por Minotauro.

En el relato podemos ver el clásico comportamiento infantiloide del "elis, elis, yo tengo una piruleta y tú no la tienes" o el algo más sofisticado "la mía es más larga que la tuya" que tanto impera hoy día.

El divertido y sarcástico cuento de Harrison es perfectamente aplicable a los tiempos que corren, a pesar de que han pasado 30 años desde que fue escrito. Algunas cosas, nunca cambian.

Otro relato, contenido en la misma antología de Harrison, que viene a cuento es "El coche más fantástico del mundo" (The Greatest Car in the World) del 1966. En él, se nos habla de un coche de carreras maravilloso, construido artesanalmente, una verdadera joya de la automoción y de cómo algo tan auténtico puede vulgarizarse y desnaturalizarse con unos toquecillos por aquí y unos arreglillos por allá.

Es un relato que nos previene acerca de la supuesta autenticidad que tratan de vendernos. Todos hemos visto anunciado por la tele algún producto cuya compra nos volverá únicos y diferentes (en plural, para mayor recochineo) del resto del género humano y nos permitirá destacar por encima de todos cual faro en una costa. El problema se plantea cuando hay tantos faros que el pobre barco no sabe a qué atenerse y acaba embarrancando, pues si algo carece de sentido, es un producto de venta masiva que ofrece originalidad y distinción.

La publicidad es un mundo fascinante. Algunos autores de ciencia ficción lo han retratado con notable crudeza. Tal es el caso de Frederik Pohl en uno de sus más conocidos relatos: "El túnel por debajo del mundo" (The Tunnel Under the World, 1955) contenido en Corrientes alternas, Ed. Magisterio.

Está escrito en clave alegórica y nos muestra hasta qué punto podemos llegar a ser considerados como conejillos de indias (o target-market, o sea, mercado-objetivo por utilizar el término exacto) por los técnicos de marketing publicitario. ¿Por qué tantos términos del mundo publicitario sonarán a argot militar? Véase estrategia, campaña, objetivos, segmentación (divide y vencerás)... Ni si quiera somos usuarios o consumidores: somos una masa amorfa denominada "mercado" que nos caracterizamos por poseer o carecer de unos determinados atributos (nivel adquisitivo, edad, raza, radicación geográfica, ideología política, etc).

Otra obra de Pohl, escrita conjuntamente con Cyril Kornbluth: Mercaderes del espacio (The Space Merchants, 1952) editada por Minotauro es una de las sátiras más demoledoras de la sociedad consumista que se haya escrito jamás. Aunque no por ser terriblemente divertida, deja de ser tremenda. De hecho, creo que la crítica entra igual de bien por la risa que mediante el llanto o la angustia de las distopías usuales.

En Mercaderes del espacio vivimos en un mundo en que los coches van a pedales porque se ha acabado el petróleo, la publicidad lo impregna todo hasta extremos surrealistas y el "tanto tienes, tanto vales" es la única ley que gobierna el mundo. También merece la pena su continuación: La guerra de los mercaderes escrita en solitario por Frederik Pohl, en donde se nos ofrecen algunos delirantes detalles (véase la campbellización límbica, remedo moderno de los experimentos de Pavlov con los perros).

En fin, que la publicidad es tremenda...mente efectiva, pues nos envuelve como el aire que respiramos. Y si no lo creéis, mirad a vuestro alrededor y escuchad horrorizados cómo tararean vuestros compañeros la enésima melodía comercial del anuncio de moda. Lo dicho: campbellización límbica...

Memento por la Asimov (Nº 4-6)

Seguimos con la serie de entradas sobre los relatos y novelas cortas más destacadas de la revista Asimov Ciencia Ficción. Continuamos por los números 4, 5 y 6.

#4, Enero, 2004

NOVELAS CORTAS
En los arcos de Galatea, Alex Irvine
Legiones en el tiempo, Michael Swanwick

CUENTOS
Voces del pasado distante, Víctor Conde
Pájaro dorado, Mary Rosemblum
Te están mirando muchacha, Mike Resnick
En el refugio, Tom Purdom
Nimby y los saltadimensiones, Cory Doctorow
El hombre que se burlaba del tiempo, José Carlos Canalda
En el dorado, Geoffrey A. Landis

"En los arcos de Galatea" es una interesante narración Hard con toques de thriller y de novela de aventuras. Está bien escrito y es ameno de leer. El protagonista es un minero looser que busca diamantes en un gigante gaseoso del sistema solar exterior que está en números rojos y que busca desesperadamente su ballena blanca.

"Voces del pasado distante" es un breve pero intenso relato de Víctor Conde, algo confuso, pero interesante sobre las andanzas de un mensaje afectado por un peculiar fenómeno.

"Nimby y los saltadimensiones" es un relato en el puro estilo clásico de aventuras, con dimensiones paralelas. Gana mucho en una segunda lectura, pues la primera vez que se lee, parece bastante intrascendente. Cabe resaltar la gran imaginación desplegada en los detalles de la trama.

"El hombre que se burlaba del tiempo" de José Carlos Canalda es a mi entender, uno de los mejores relatos del número. Trata sobre el paso del tiempo, sobre la indecisión, sobre el rumbo que debemos imprimirle a nuestra vida y de lo que sucede cuando no nos atrevemos a ello y nos dejamos llevar por la corriente.

Finalmente, "En el dorado" es un relato intimista sobre el viaje en el tiempo y alguna de las paradojas que pueden comportar, así como sobre el autosacrificio.

#5, Febrero, 2004

NOVELAS CORTAS
El pregonero, John Varley
Tierra de residuos, Charles Sheffield

CUENTOS
Territorio de cría, Stephen Baxter
La niña muerta, José Antonio Cotrina
Dieciséis de junio en Anna´s, Kristine Kathryn Rush
Apto para el oriente, Karen Traviss

"El pregonero" es una novela corta de John Varley ambientada en la Luna, en el mismo universo que alguno de sus otros relatos. Sin ser de los mejores del autor, es entretenido y está escrito sin grandes pretensiones en clase de thriller.

"Tierra de residuos", sin llegar a ser un gran relato, es otro thriller, en este caso ambientado en la Tierra en un futuro no muy lejano en el que se ha conseguido encontrar un sistema para reaprovechar los deshechos radiactivos y convertirlos en energía. El argumento, al parecer, está basado en una idea de Carlo Rubbia, el premio Nobel de Física. Es, pues, una mezcla entre hard y suspense, ya que cuenta una investigación criminal producida en ese contexto.

"Territorio de cría" es un imaginativo relato en clave de ciencia ficción hard que pertenece a un ciclo de relatos del autor.

"La niña muerta" de José Antonio Cotrina fue el ganador en la categoría de relato del premio Ignotus 2.005. Es un bellísimo y sensible relato, muy bien escrito y con una cadencia perfecta sobre una niña muerta desconsolada. Cotrina demuestra aquí sus grandes dotes como narrador dentro del género fantástico.

"Dieciséis de junio en Anna´s" es un interesante e íntimo relato sobre la posibilidad de observar el pasado, sobre el voyeurismo, sobre la comercialización de los sentimientos y sobre muchas cosas más. Es una pieza excelente que merece la pena leer.

"Apto para el oriente" de Karen Traviss es una narración interesante, aunque no excesivamente original, con un cierto regusto a literatura colonial. Particularmente, me ha gustado bastante, aunque reconozco que el argumento del "conflicto con los nativos" está muy manido.

En fin, un número francamente redondo.

# 6, Marzo, 2004

NOVELA CORTA
La piel del camaleón, Domingo Santos

CUENTOS
El perro dijo guau-guau, Michael Swanwick
Atraviesa el desierto, Rodolfo Martínez
Oráculos, Robert Reed
Giza, Joe Haldeman
Sangre caliente, Brian Stableford

"La piel del camaleón" de Domingo Santos es una magnifica novela corta, brillante e imaginativa sobre el primer contacto entre humanos y una peculiar y misteriosa civilización extraterrestre. Despliega un abanico de sorpresas que incitan el tan famoso sentido de la maravilla.

"El perro dijo, guau-guau" de Michael Swanwick obtuvo el Premio Hugo 2002. Es un relato interesante, a medio camino entre la ciencia ficción, la picaresca y la fábula. Destaca por la originalidad de los personajes y por el curioso futuro que se describe en el relato.

"Oráculos" de Robert Reed es una inteligente exploración acerca de cómo reaccionaría la sociedad humana si se produjese un primer contacto con civilizaciones extraterrestres que aportasen ingentes cantidades de conocimientos al acervo común.

"Giza" es un sorprendente cuento especulativo de Joe Haldeman sobre la manipulación genética y el espacio. También es un relato sobre el fin del mundo. E incluso habla de los vascos, como pueblo. Es una curiosa y explosiva combinación que no deja fácilmente indiferente.

Por último, "Sangre caliente" es una curiosa revisitación al mundo de los vampiros, no desde una óptica del terror, sino desde la de la ciencia ficción.

20 noviembre 2005

Usos prácticos de la ciencia ficción

¿Quién dijo que la ciencia ficción no servía para nada? A mi una vez me fue tremendamente útil. Recuerdo que fue en mi época de estudiante en la UPC de Barcelona, cuando estudiaba Ingeniería de Telecomunicaciones, que quedamos un día con unos amigos para ir a comer juntos a los comedores de la escuela. Pues bueno, la verdad es que ese día la mesa en que nos sentábamos estaba realmente atiborrada y todos andábamos apretujados que dábamos pena.

Como todos éramos amantes de la ciencia ficción y ya íbamos por los postres, se nos ocurrió relacionar la textura de las natillas con canela que nos estábamos zampando con la novela de Frank Herbert: Dune. Los que no hayan leído la novela y tengan intención de leerla, mejor que no sigan leyendo. Tampoco prosigan si son de sensibilidad elevada, porque lo que viene a continuación es ligeramente escatológico.

Pues nada, que nos pusimos a charlar amigablemente acerca del sospechoso parecido en olor y sabor que tenía la canela con la especie, que como todos los herbertianos sabemos, son los excrementos de los gusanos de Arrakis. Llegados a esta parte, empezamos a ver como el resto de compañeros de la mesa nos miraban mal y mudaban el semblante.

A continuación empezamos a discutir a ver quién se acababa antes las natillas: si nosotros o los gusanos. Y a una mente iluminada se le ocurrió dar la puntilla:

- Bueno, no pasa nada, si acaba antes el gusano te lo comes como si fuese un chucho de crema (caña de crema para el resto de España).

Inmediatamente, sentimos un estrépito de chocar de cubiertos con los platos y las dos personas que teníamos al lado en la mesa salieron pitando. No sabemos hacia dónde, pero nos podemos hacer una idea. Supongo que si no hubiese habido tantos testigos, nos hubiesen estrangulado directamente. Así pudimos acabar los postres y hacer los cafés tranquilamente a nuestras anchas.

Ya sé lo que me diréis: que podríamos haber hecho los comentarios antes de los postres, pero es que los augurios no eran propicios.

Para que luego digan que la ciencia ficción no sirve de nada...

18 noviembre 2005

Correlaciones: Better than Life

Ayer leía en prensa que un canal televisivo iba a contratar los derechos de emisión en España de la polémica serie histórica de la BBC 'Roma'. La serie recrea los últimos años de la República romana, antes del advenimiento del Imperio desde el punto de vista de dos legionarios. La polémica ha venido -como no pódía ser de otra manera- por la presencia de abundantes imágenes de sexo explícito, desnudos frontales y de hasta alguna violación. La BBC se ha defendido diciendo que la gente vivía así y que si se quiere verosimilitud histórica hay que mostrar las cosas como eran. Tiene gracia, porque los mismos que suelen denunciar este tipo de cosas no encuentran ningún problema en que sus hijos se traguen, una detrás de otra, películas o videojuegos con violencia explícita de lo más espectacular.

Pero no es de esto de lo que quería hablar, sino de la verosimilitud histórica. Y es que después pasa como en Troya o en Alejandro que se disimulan ciertas cosillas y los amantes se convierten en primos (Patroclo) o en amigotes del alma (Hefestión).

Esto me hizo pensar inmediatamente en uno de los relatos más divertidos de J. G. Ballard: "El espectáculo de televisión más grande de la Tierra" (The Greatest Television Show on Earth, 1972) contenido en el libro Aparato de vuelo rasante de Minotauro.

El relato parte de un original planteamiento: la máquina del tiempo se utiliza para ir a las grandes batallas y eventos históricos y filmarlas. Pero como la realidad no es tan espectacular como se la habían imaginado, llevan extras para que parezca que hay mucha más gente y tener así un espectáculo más auténtico. El cuento está escrito con una notable dosis de mala leche que hace que se disfrute enormemente.

Las recreaciones históricas siempre son polémicas. ¿Quién sabe cómo fueron realmente las cosas? Ni si quiera podemos estar seguros de cómo han sido realmente eventos cercanos como la II Guerra Mundial. Las recreaciones siempre tienden a resaltar lo épico, pero la realidad es tozuda. Todo el mundo pinta a sus héroes y a sus villanos a su conveniencia, con frases grandilocuentes, gestas heroicas o rastreras y poses dignas de un cuadro de Jacques-Louis David. Nada más lejos de la verdad.

En relatos como "E de esfuerzo" (E for effort, 1947), de T. L. Sherred, contenido en La Edad de Oro. 1946-1947 (Martínez Roca) y "El pasado ha muerto" (The Dead Past, 1956) de Isaac Asimov, en Cuentos completos I (Byblos) se explora también esta utilidad de espiar el pasado con finalidades históricas o lúdicas. En el primero, el invento permite constituir una compañía especializada en la filmación de eventos históricos, mientras que en el segundo, la máquina se utiliza para intentar desentrañar misterios de civilizaciones que han dejado pocos rastros documentales, como la cartaginesa.

Pero tanto el relato de Asimov como la reciente novela Luz de otros Días (The Light of Other Days, 2000) de Stephen Baxter y Arthur C. Clarke (La Factoría de Ideas) exploran también otro enfoque: el uso de la tecnología cronoscópica para explorar el pasado muerto y fisgonear, ya sea en el pasado más inmediato (que es prácticamente el presente), ya sea el pasado más remoto (¿existió de verdad Moisés? ¿qué pasó con Jesucristo?), como algo más mundano y con mayor carga emocional (un accidente que nos privó de un ser querido, pillar a los criminales in fraganti, etc).

En la novela de Baxter y Clarke, la tecnología de observación revoluciona radicalmente la sociedad hasta extremos verdaderamente espectaculares. En particular, la intimidad desaparece completamente. De hecho, a poco que pensemos, no estamos tan lejos de este mundo: casi todo el mundo tiene teléfono móvil y cada vez más de estos aparatos tienen cámara fotográfica. Aumenta también el número de puntos de la vía pública, del metro, de establecimientos comerciales, de bancos controlados por cámaras de seguridad y así sucesivamente. Llegará un momento en que resultará prácticamente imposible salir de casa sin ser filmado o fotografiado en multitud de momentos del día.

Éste no es un mundo que esté a la vuelta de la esquina: es un mundo del presente. Estas ideas han sido exploradas en novelas como Tierra de David Brin (Ediciones B), la reciente El viajero de John Twelve Hawks (Círculo de Lectores) o en relatos como "La plaga del leopardo verde" de Walter Jon Williams (Asimov Ciencia Ficción #11), en donde mediante el uso de la informática y de la ingente cantidad de material fotográfico almacenado en internet y con el uso de sofisticados algoritmos de reconocimiento inteligente de rostros, es posible seguirle la trayectoria a una persona cualquiera en cualquier punto del mundo. ¿Ficción?

No tanta. Ahora que está tan de moda tener una webcam delante del ordenador para poder chatear "mirándose a los ojos", sus usuarios tendrían que tener en cuenta que cualquier hacker un poco avispado puede activar esa webcam. Creo que ya no hace falta ningún gobierno totalitarista como en 1984 de George Orwell (Destino) que nos implante las telepantallas en casa: ya nos las instalamos nosotros solitos.

Memento por la Asimov (Nº 1-3)

Tal como anuncié en un post anterior, voy a dedicar una serie de entradas de mi blog a comentar los relatos y novelas cortas más destacadas, según mi parecer, de la revista Asimov Ciencia Ficción. Empezaré por los números 1, 2 y 3.

#1, Octubre, 2003

NOVELAS CORTAS
Vuela de noche, Larry Niven

CUENTOS
Nitrógeno Plus, Jack Williamson
El visitante, Ángel Torres Quesada
La multiplicación de los papeles, Leslie What
Antropología cuántica, Liz Williams
La caja de Ghandi, Daniel Abraham
El sumidero frío, Stephen Baxter

El relato que más me gusto fue, sin duda alguna, "El visitante" de Ángel Torres Quesada, con un planteamiento bastante interesante de uso turístico del viaje en el tiempo, combinado con una crítica ácida a los críticos de ciencia ficción de lo más divertida.

También "Antropología cuántica" es interesante, en este caso, por ser una mezcla de historia de primer contacto típica de la ciencia ficción, pero desde una óptica fantástica del cuento de fantasmas. La originalidad del planteamiento es lo más remarcable del relato.

"La caja de Ghandi" plantea un dilema similar al que ya en su día hiciera La naranja mecánica, acerca de la reinserción social de los delincuentes y del libre albedrío. Realmente interesante.

Tan Breve, irónico y divertido como intrascendente es "La multiplicación de los papeles". No deslumbra, pero entretiene.

Véase también la reseña correspondiente en El Rincón de Nacho

#2, Noviembre, 2003

NOVELAS CORTAS
La alfarera de huesos, Eleanor Arnason

CUENTOS
La casa de Bernardo, James Patrick Kelly
Dragones en el centro, Joaquín Revuelta
Caminando en círculos, Steven Utley
El dios de los niños, Richard Parks
Saldo deudor, M. Shayne Bell
El fin del futuro, Juan Carlos Planells

"La alfarera de huesos" es según mi opinión uno de los mejores relatos que ha publicado la Asimov en esta etapa. Sin duda alguna. Aunque no es que haya sonado la flauta por casualidad: las otras dos apariciones de Eleanor Arnason en la revista también son memorables. Se trata de una curiosa mezcla, a medio camino entre la novela histórica y la ciencia ficción, con algunos toques líricos más propios de las grandes historias. Estamos ante una novela corta deliciosa que se disfruta de principio a fin, con unas imágenes vívidas e imborrables.

"La casa de Bernardo" es uno de esos relatos que podrían pasar por "técnicos" si no fuese por la gran sensibilidad con que ha sido escrito. Narra las vicisitudes de una casa completamente domotizada que hace tiempo no sabe nada de su propietario.

"Dragones en el centro" es un interesante y enrevesado relato de viajes en el tiempo, al igual que "Caminando en círculos", de Steven Utley, que forma parte de un ciclo más amplio de relatos (Cuentos silúricos) sobre la exploración del pasado por la humanidad.

"El dios de los niños" es otro relato mestizo, en este caso y desde una perspectiva sensible e íntima, una combinación de historia de fantasmas con ciencia ficción. Es un relato muy bello sobre el pasado y el presente, bellamente construido y narrado.

"Saldo deudor" de M. Shayne Bell es una narración interesante sobre cómo son las cosas en el futuro. Pero también es un libro sobre los fantasmas de la sociedad de una determinada época, sobre un capitalismo que obliga a desprenderse de los pocos vínculos que unen al protagonista con el pasado para poder subsistir y sobre un maravilloso robot digno de Asimov.

En definitiva, un número redondo en donde ningún relato deja indiferente.

#3, Diciembre, 2003

NOVELAS CORTAS
deck.halls@boughs/holly, Connie Willis
Los claros mares azules de la Luna , Gregory Benford

CUENTOS
Palabras de amor , Rafael Marín
Un largo día en la galería , Dellamonica
Rechazo , Robert Reed
Dos mil y pico, ¡qué odisea!, J. Redal
Aotearoa , Cherry Wilder
La última de las formas-O , J. Van Pelt

Para empezar, tenemos el clásico relato navideño de Connie Willis que, a diferencia de otros anteriores, es menos previsible y más interesante. No es que no me gusten las historias navideñas de Willis, pero algunas son realmente aburridas. Pero ésta no. Contiene algunos toques románticos (natural) e incluso algunos humorísticos. Es un buen relato para leer cuando se acercan estas celebraciones.

"Los claros mares azules de la Luna" es un buen relato de Benford, sobre todo una vez se asume la curiosa manera en que está narrado desde un peculiar punto de vista. Tal vez, lo que más me impactó de este relato típicamente hard fueron las descripciones de terraformación de la Luna, muy especialmente de cómo dotarla de una atmósfera más o menos estable.

"Palabras de amor" es un breve y bello relato, en tono íntimo que nos ofrece Rafa Marín.

"Un largo día en la galería" es uno de mis favoritos en este número. Narra una historia de sentimientos y de xenoantropología de lo más sugerente.

En "Rechazo" se nos plantea la posibilidad del primer contacto con extraterrestres desde una perspectiva poco común, casi como si de una relación de pareja se tratase.

"Dos mil y pico, ¡qué odisea!" es una short short story de Javier Redal, irónica y divertida sobre cómo tenía que ser el principio del siglo XXI...

Finalmente, "La última de las formas-O" es un relato singular y maravilloso de un mundo en que los elementos mutágenos han escapado de control y muy pocos nacimientos de seres vivos en el planeta son como solían ser. Un mundo en que los niños apenas existen y acaban siendo poco menos que animales de circo. Realmente excepcional.

17 noviembre 2005

El prestigio del género

Leo con interés la entrada de Iván Fernández Balbuena en su blog Memorias de un friki titulada Michael Cunningham: ¿El Futuro de la ciencia Ficción? acerca del interés de ciertos autores ajenos al género por éste.

Es cierto que en España tal cosa no sucede muy habitualmente. Dejando a parte alguna notable excepción, los escritores que se tienen por "serios" a quienes las tonterías del espacio, platillos volantes y hombrecitos verdes les parecen bobadas jamás que rebajarán a hablar bien del género y, por supuesto, no leen esas cosas y es impensable que las escriban.

Por suerte no todo el mundo es tan cerrado ni tan corto de miras. Hace poco, Círculo de Lectores publicó en Catalunya una magnífica colección de narraciones, algunas bastante antiguas, sobre temática fantástica: Els altres mons de la literatura catalana (Los otros mundos de la literatura catalana) de la mano de autores tan conocidos como Joaquim Ruyra, Pere Calders, Manuel de Pedrolo, Albert Sánchez Piñol, Josep Carner, Víctor Català, Apel.les Mestres, Miquel de Palol, Terenci Moix, Santiago Rusiñol, Josep Maria de Sagarra, Mercè Rodoreda, Jacint Verdaguer o Joan Perucho, algunos de ellos conocidos también por otras obras de la literatura fantástica (sobre todo Calders, Perucho, Pedrolo y Sánchez Piñol).

Estoy seguro de que si se hiciese algo parecido en la literatura española en castellano (y en otras lenguas) nos encontraríamos también con ilustres conocidos.

No obstante, las vacas sagradas prefieren ignorar en general el género fantástico y desterrarlo a las cloacas de la cultura. Allá ellos. Creo que la segunda mitad del siglo XX y parte del XXI va a venir marcada por el resurgir de este tipo de literatura. Si no quieren apuntarse al carro, son muy libres para ello, pero sus tesis de que hacen "literatura seria" cada vez están más desacreditadas.

Es cierto que la calidad "literaria" de muchas obras de ciencia ficción o de fantasía clásica dejan mucho que desear, pero cada vez son más los autores que cuidan sus narraciones y también son más los mainstreamers que se apuntan al fantástico. No obstante, muchos, la mayoría posiblemente, prefieren esconder la cabeza como los avestruces. Ya no es que en Estados Unidos esta literatura triunfe, es que lo hace en Europa también. Baste pasear un rato por cualquier librería francesa, inglesa o alemana para darse cuenta de ello.

Lo más gracioso del caso es que cuando discutes con alguno de estos ilustres próceres acerca del asunto, te admiten que les encanta -por ejemplo- Borges. Pero claro, él escribía realismo mágico, que es una manera eufemística de decir un cierto tipo de fantasía. Nunca admitirán otra cosa. Y es que noblesse obligue...