17 enero 2014

Correlaciones: Se busca viajero del tiempo



Unos investigadores de la Universidad de Michigan (USA) han decidido ponerse a buscar hipotéticos viajeros del tiempo utilizando San Google. La idea era localizar posibles búsquedas en Google sobre acontecimientos famosos antes de que sucediesen.

Por ejemplo, averiguar si alguien había buscado referencias del tipo “Papa Francisco” antes de que éste fuese elegido o bien “Cometa ISON” antes de que éste fuese conocido o si quiera bautizado con este nombre.

Ya os adelanto que loa búsqueda ha sido infructuosa. De todas maneras, dudo que un hipotético viajero del tiempo se dedicase a “googlear” según qué cosas sabiendo que aún no habían sucedido. Pero todo es ponerse.

Esto me recuerda a cierto elemento de la trama de la novela de ciencia ficción, El fin de la Eternidad (“The End of Eternity”, 1956) de Isaac Asimov, en que un viajero del tiempo inserta un anuncio en un diario de la época con una referencia a la energía nuclear antes de que ésta existiese para llamar la atención.

En fin, yo creo que hay cosas más interesantes a que dedicar el tiempo de los investigadores, pero si alguien quiere entretenerse a buscar viajeros del tiempo camuflados, a mí ya me está bien. Eso sí, ¿qué hacemos con ellos en caso de encontrarlos? ¿Realmente nos interesa conocer nuestro futuro? ¿No lo cambiaríamos irremediablemente en caso de conocerlo con antelación, si tal cosa fuese posible?

14 enero 2014

Correlaciones: Exoesqueletos



Leo en prensa el siguiente titular: “Comienzan a producirse en serie las armaduras robóticas de ciencia ficción”. Y a continuación: “Panasonic fabricará mil unidades al año de un exoesqueleto que multiplica la fuerza y que venderá por 3.500 euros”.

Estamos ante otro de esos titulares que nos recuerdan que vivimos en un mundo de ciencia ficción y que el futuro ya ha llegado hace días y ha echado raíces en nuestro presente.

La noticia nos puede recordar irremediablemente a películas como Robocop (que no es estrictamente un exoesqueleto) y otras similares, aunque a mí me recuerda inevitablemente a dos relatos: “El hombre de la casa de la carne” (“Meathouse Man”, 1976), contenido en Híbridos y engendros, de George R. R. Martin y a “Blue champagne” (“Blue Champagne”, 1981), de John Varley.

Aunque estoy convencido de que si rascamos un poco, encontraríamos unos cuantos relatos más sobre armaduras multiplicadoras de fuerza en el mundo de la ciencia ficción.

En el primer relato, el uso de los exoesqueletos es de carácter industrial, mientras que en el segundo, es de carácter terapéutico.

La cosa tampoco es estrictamente nueva. Recordemos las famosas manipuladoras de productos altamente radiactivos o de alta peligrosidad que hemos podido ver en muchas películas futuristas (y no tan futuristas).

La novedad es que estos exoesqueletos por primera vez son de cuerpo entero y preveo que tendrán multitud de aplicaciones, desde aumentar la productividad y seguridad de ciertos trabajos mecánicos, hasta usos terapéuticos para personas impedidas físicamente.

13 enero 2014

Las predicciones de Asimov



En las últimas semanas, he podido leer en diferentes medios de comunicación comentarios acerca de un artículo de divulgación que escribió Isaac Asimov hace cincuenta años, tratando de predecir cómo sería el futuro.

Supongo que como escritor de ciencia ficción y mente privilegiada del siglo XX, lo debía tener más fácil que otros coetáneos, pero a pesar de que la ciencia ficción no suele acertar siempre, Asimov sí que lo hizo notablemente.

Dejando a parte que tal vez previó un mayor desarrollo de la exploración del espacio y los coches voladores (¡ay! ¡Esos coches del futuro que nunca llegan!) sí que es cierto que acertó en muchas otras predicciones.

Previó, por ejemplo, una sociedad altamente tecnificada e hipercomunicada, como la nuestra, con móviles, internet y redes sociales, aunque tal vez no con tanto detalle. Supongo que a toro pasado era facil de prever, pero el mérito lo tuvo hacerlo cincuenta años antes.

Como decía anteriormente, la ciencia ficción y los escritores que la cultivan, no siempre han tenido una visión del futuro particularmente desarrollada. Famoso es el caso de escritores que meses antes de la caída del muro de Berlín, todavía preveían escenarios futuros con la URSS como superpotencia y una Europa dividida por el telón de acero. O aquéllos, como el propio Asimov en la Trilogía de las Fundaciones, que no previeron la importancia de las computadoras.

En todo caso, nos quedamos con una cierta sensación amarga: los coches no vuelan (lo cual, tal vez no sea tan malo), los robots no son especialmente inteligentes, Susan Calvin aún no parece haber nacido y los viajes al espacio aún no son habituales. Y de colonias en la Luna o en Marte, nada de nada.