28 diciembre 2020

Correlaciones: Terra Prime

En la serie de televisión Star Trek: Enterprise, cerca del final de la cuarta y última temporada, aparece un movimiento político y social revolucionario entre los humanos terrestres que se opone radicalmente a la creación de lo que después será la Federación, es decir, una alianza estable entre la humanidad y diversas especies inteligentes de la galaxia, como los vulcanos, los andorianos y los telaritas.

 

Puede parecer solo ciencia ficción, pero me ha llevado a pensar directamente en el “America, First” de Donald Trump. Y eso que Enterprise es unos cuantos años anterior al mandato de Trump. En la serie se habla de un movimiento supremacista y abiertamente racista (¿especista?) llamado Terra Prime.

 

¿Casualidad? Bueno, tal vez sea una de las historias más viejas del mundo. Los seres humanos siempre hemos sido tribales, seguidores de bandos. La unidad natural comunitaria, después de la familia, era la tribu y posteriormente, la aldea. Por eso se habla de la “patria chica”, refiriéndose al lugar de nuestro nacimiento y adscripción.

 

Y claro, “nosotros, primero”, lo debemos llevar prácticamente programado en los genes. De hecho, hay estudios que sugieren que esto es así. Incluso nuestra capacidad de reconocer rostros es especialmente afilada en aquellos que comparten rasgos genéticos parecidos a los nuestros. Por eso, a los occidentales “todos los chinos nos parecen iguales”, mientras que a ellos les sucede justo lo contrario.

 

Por desgracia, a lo largo de la historia, hemos pasado con demasiada frecuencia del “nosotros, primero” al “el que no es como nosotros es nuestro enemigo”. No en vano, “America, first” era un lema empleado por ciertos grupos nazis a finales de la década de los 30 del siglo XX en Estados Unidos.

 

En la serie Babylon 5, esto sucede primero con algunos alienígenas (el odio de los humanos respecto de los antiguos enemigos minbari) y después a los telépatas humanos por parte de los humanos “normales” y viceversa.

 

También, en Star Trek, esta vez, en la Serie Original hay un capítulo delicioso (“Que ese sea su último campo de batalla”, 1969) en que aparecen dos razas enfrentadas: ambos tienen la mitad de la cara blanca y la mitad negra. Pero mientras que unos tienen la parte blanca a la izquierda, los otros la tienen a la derecha. Motivo suficiente para considerarse enemigos a muerte.

 

En Enterprise se reproducen los clásicos esquemas xenófobos, de miedo al otro, al desconocido. Y ya sabéis por el maestro Yoda, que “el miedo conduce al odio”. Esto lo han sabido explotar muy bien muchos demagogos a lo largo de la historia, hasta el último ejemplo reciente: el de Donald Trump, quien, por desgracia, es el último en llegar pero no será el último en hacerlo.

 

 

25 diciembre 2020

¿Transportes futuristas?

En la conocida película de ciencia ficción Regreso al futuro (Robert Zemeckis, 1985) aparecían patinetes voladores y en El quinto elemento (Luc Besson, 1997) había todo un submundo de coches, taxis y camionetas voladoras en las ciudades del futuro. También aparecían coches voladores en Hombres de negro (Barry Sonnenfeld, 1997), aunque como una tecnología “reservada”.

 

Pero parece que las cosas son bastante más mundanas y no tan coloridas. Eso sí, ¿quién nos iba a decir que tendríamos bicicletas eléctricas, patinetes eléctricos, segways o drones? A veces, la realidad no supera a la ficción, pero es capaz de sorprenderla y confundirla.

 

Los maglevs y los overcrafts no son de uso general ni son el transporte del presente, pero existen y tienen su mercado, aunque reducido, ya que los costes de mantenerlos en funcionamiento suelen ser prohibitivos.

 

En lo relativo a los maglevs, es posible que si algún día descubrimos superconductores a temperatura ambiente, se conviertan en algo habitual, pero hoy día, todavía gastan bastante energía.

 

Y por supuesto, lo que más se echa en falta, vistas las películas futuristas, son los coches voladores. No os penséis que yo particularmente esté esperándolos. Ya bastante saturados tenemos los altos cielos, solo nos faltaría contaminar y superpoblar los bajos cielos: más ruido, polución, accidentes y sería el fin de los pájaros.

 

Un sucedáneo de ellos, presentado recientemente, es una especie de coche volador a base drones. Aunque ni tiene la potencia, autonomía ni maniobrabilidad que esperaríamos de un cachivache futurista.

 

Lo que sí que parece que tiene un cierto futuro es el coche eléctrico. Hay varias tecnologías compitiendo: baterías eléctricas, hidrógeno, etc. Pero parece que los tiros van por ahí. Y una vez que la tecnología eléctrica se haya adueñado de las carreteras, veremos también cómo proliferan cada vez más los coches inteligentes que se conducen solos. La revolución está al llegar y si no nos extinguimos antes y hacemos colapsar la civilización, ahí nos estará esperando.

 

 

01 diciembre 2020

Cuánto espacio desaprovechado

Un equipo internacional de astrónomos ha calculado que en nuestra galaxia podría haber hasta 300 millones de mundos potencialmente habitables, a partir de inferencias de los exoplanetas encontrados hasta la fecha.

 

En la novela Contacto (Contact, 1985), de Carl Sagan, llevada al cine por Robert Zemeckis en 1997 y protagonizada por Jodie Foster y Matthew McConaughey, aparece una frase que resume perfectamente el párrafo anterior: “Si solo estamos nosotros, cuánto espacio desaprovechado”.

 

Naturalmente, ello no deja de ser un deseo. Podría haber cien veces esa cantidad y ni un solo mundo habitado como el nuestro o haber cien veces menos mundos y estar la galaxia rebosante de civilizaciones inteligentes.

 

Los mundos habitables similares a la Tierra no son los únicos que podrían albergar vida (inteligente o no). Asimismo, que sean similares a la Tierra no implica automáticamente que contengan vida (inteligente o no). Son condición necesaria, pero no suficiente. Y de hecho, tal vez no sean ni condición necesaria.

 

Por otro lado, en la Tierra, durante cientos de millones de años, la vida no pasó del estadio de los microbios. La vida multicelular es relativamente reciente. Las plantas lo son aún más y de los animales, no hablemos. Las especies antropoides inteligentes son unas recién llegadas y desde la invención del fuego, han pasado solo centenares de milenios.

 

Las primeras civilizaciones humanas tienen menos de 10.000 años y la revolución industrial solo sucedió hace apenas dos o tres siglos. El hombre llegó al espacio hace poco más de medio siglo y desde luego no tenemos naves warp, colonias lunares o marcianas ni mucho menos, federaciones de planetas de otros sistemas estelares. Jamás hemos puesto el pie fuera de nuestro sistema solar y lo máximo que hemos llegado nosotros físicamente es a la Luna. Tal vez pronto, a Marte.

 

Con todo esto quiero decir que quizás las civilizaciones extraterrestres, caso de existir, sean realmente raras o efímeras. Tal vez evolucionen exponencialmente hacia una singularidad tecnológica y desaparezcan del mapa en poco tiempo.

 

Es posible que la vida compleja sea muy rara en la galaxia. A fin de cuentas, la Tierra no es un planeta muy atípico, viendo los exoplanetas encontrados, pero sistemas como el Tierra-Luna, sí que parecen ser excepcionales.

 

Y la Luna podría haber influido notablemente en la aparición de vida compleja en la Tierra. Primero, estabilizando el eje de rotación terrestre, facilitando la existencia de estaciones moderadas climáticamente hablando y después están las mareas, que sin la Luna, serían mucho menores y que pueden haber tenido una importancia capital en la colonización de la tierra firme por parte de las especies marinas originiarias.

 

Es evidente que una civilización únicamente marina es mucho más compleja de desarrollarse tecnológicamente que una en tierra firme, con la posibilidad de usar el fuego y otros artefactos.

 

Las manos han sido capitales en el desarrollo de nuestra inteligencia y de las civilizaciones. De habla de Homo faber, el hombre que fabrica cosas, que construye herramientas. En los océanos, prima la hidrodinámica y las manos serían un estorbo. A parte que encender fuego es bastante complicado.

 

Por ello, la existencia de civilizaciones avanzadas tal vez sea una rareza. Y no nos olvidemos del hecho que las especies dominantes en el planeta, hace tan solo 65 millones de años eran reptilianas: los dinosaurios. Tuvo que caer un señor meteorito para cargárselos a casi todos (sus escasos descendientes son las actuales aves) y dejar paso libre a los mamíferos y entre ellos a los primates antropoides.

 

Después, tuvo que venir una gran sequía en el centro de África para que los humanos decidiesen emigrar y ocupar el globo y con ello, se enfrentasen a nuevos retos y oportunidades que condujeron a la civilización. Si no, tal vez, aún estaríamos tan ricamente comiendo fruta e insectos en la sabana africana.

 

Todo ello nos muestra que la evolución desde los microbios, que parece que surgieron muy deprisa geológicamente hablando, hasta la vida evolucionada inteligente, ha sido casi siempre producto del más puro azar. Solo en tiempos recientes hemos podido empezar a controlar el medio ambiente, gracias a la tecnología e incluso nuestra propia evolución como especie, gracias a la educación y a la ingeniería genética.

 

Tal vez, realmente haya mucho espacio desaprovechado o, simplemente, es lo que debe ser. Puede que poblar el universo de vida inteligente sea nuestra misión cósmica. O tal vez no. Dejo la cuestión para los filósofos del futuro que seguro que si no nos autodestruímos antes, tendrán que tratar esta cuestión tarde o temprano.