31 enero 2006

Análisis literario de ciencia ficción

Una de las carencias que tenemos en el ámbito de la lengua castellana es la ausencia de una crítica más o menos extensa de la narrativa breve -y por qué no decirlo, también de las novela- desde un punto de vista literario de obras de ciencia ficción traducidas. De las autóctonas no hablo porque entiendo que hay muchas menos.

Uno de los obstáculos implicados es que se trata de textos traducidos. Es evidente que una traducción no es una simple transcripción literal de un texto de un idioma a otro, sino que implica a una reescritura de la narración, con lo que muchas figuras y recursos se pierden en el proceso. Ya bastante complicado es realizar una traducción en condiciones como para ponerse a jugar con las palabras para mantener todo el contenido, aunque ello sería lo ideal si se pudiese hacer.

Pero una traducción es una obra diferente del original, a veces bastante diferente y se suele notar bastante la pluma del traductor. Por desgracia, no siempre están a la altura, en especial cuando no se domina extraordinariamente bien la lengua a traducir, con lo que se producen pérdidas importantes de significados, juegos de palabras, sensaciones, connotaciones... Pero aun siendo un traductor experimentado, el propio proceso de traducción hace que no siempre sea factible respetar el texto original tanto como se querría.

Traducciones a parte, se echan en falta comentarios literarios más o menos rigurosos, como decía al principio. Hay dos maneras -escuelas a parte- bastante consolidadas de abordar el análisis literario de un texto: uno es poner el texto en su contexto y disertar sobre literatura general (o de género), mostrando el virtuosismo que cada cual pueda tener sobre el tema. La otra, analizar propiamente el texto, sus recursos, figuras y tropos no teniendo tanto en cuenta el contexto general.

Para mí lo ideal es una combinación de ambos métodos y tengo la intención de hacer algunos análisis más o menos serios de relatos de ciencia ficción a partir de ahora en el blog, aunque ello implique que algunas entradas puedan llegar a ser más largas de lo normal y resulten mucho más densas.

30 enero 2006

Hologramas y experimentos

Hay, a grandes rasgos, dos tipos de relatos breves. Yo los llamo hologramas y experimentos.

Los relatos-hologramas son narraciones en que los principales rasgos, preocupaciones y temáticas del autor se encuentran presentes en el texto. Son más abundantes de lo que parecen y los hay de diversos tipos. Así, pueden ser tempranos, como "Anochecer" de Isaac Asimov, que fue el relato que le lanzó a la fama dentro del mundo de la ciencia ficción y que ya contenía el germen de muchas de las cosas que posteriormente produciría; o pueden ser también de madurez, como "Siete vistas de la garganta de Olduvai" de Mike Resnick.

Los llamo hologramas precisamente por una de las características más peculiares que tienen estas entidades: que si los recortas y coges una parte más pequeña, a diferencia de una fotografía, no muestran un trozo de la imagen original, sino ésta al completo, sólo que un poco más borrosa, pues algo de información sí que se ha perdido. Así pues, los relatos-hologramas muestran al autor y sus fijaciones, e incluso su estilo, en un espacio reducido.

También están los relatos-experimento, que son desviaciones más o menos notorias de los temas principales. Suelen ser aventuras experimentales en que se embarca el autor a fin de demostrar su virtuosismo, desarrollar una nueva idea o tema o simplemente por capricho. Son bastante abundantes en según qué tipo de autores (como por ejemplo, en Robert Silverberg), hasta el punto que conforman buena parte de su prolífica producción. Ejemplos son: "Entra un soldado. Después entra otro" o "Buenas noticias del Vaticano", aunque este último contiene también algunos de los temas habituales en Silverberg, si bien están tratados de una manera francamente original.

Algunos autores suelen ser más monotemáticos o con un estilo muy definido. Así, la mayoría de los relatos de Isaac Asimov o de Robert Sheckley son similares entre ellos, lo cual no les resta mérito, pero sí que es posible identificar unos patrones argumentales o unos estilos narrativos muy definidos. Lo mismo sucede con J. G. Ballard, aunque a otro nivel.

También tenemos autores, como Philip K. Dick, que si bien tocan casi siempre un tema común: el cuestionamiento de la realidad o del yo, presentan un repertorio muy extenso de registros y de subtemáticas. Algo parecido sucede con Fritz Leiber, que oscila entre sus relatos sobre las guerras temporales, el teatro, la novela negra o el terror.

Otros autores son más heterogéneos en sus planteamientos, como Frederik Pohl o el propio Robert Silverberg. Incluso los hay que parece que se están reinventando tras cada obra, como es el caso de Ted Chiang, si bien podemos apreciar en él ya algunas pautas en su corta pero intensa producción, como son los elementos cosmogónicos o el interés por la lingüística.

Así pues, algunos relatos son representativos de toda la producción literaria de un determinado escritor, mientras que otros lo son de una filia/fobia concreta, pero en cualquier caso nos aportan información interesante sobre la obra del autor.

27 enero 2006

Correlaciones: Policía antropológica

Parece que esto de la policía es algo que viene de muy antiguo. Según un estudio de unos investigadores recientemente publicado en la prestigiosa revista científica Nature, las sociedades de primates que disponen del equivalente de los policías en nuestra sociedad, desarrollan relaciones más complejas y avanzadas y son más prósperas que las que no disponen de ellos.

La idea es que el uso imparcial de la fuerza para resolver conflictos entre individuos hace que la sociedad pueda crecer más libremente (aunque parezca una contradicción) y con mayor seguridad y autoconfianza.

De hecho, no hace falta ir muy lejos. Vivimos en occidente una crisis de seguridad que hace que la gente se vuelva más desconfiada. La instalación de dispositivos de alarma se ha disparado en nuestro país e incluso cada vez hay más gente que porta armas, cosa que parecía únicamente algo que pasada en América.

Así pues, la existencia de una fuerza de interposición, en este caso la policía, sirve en teoría para que las sociedades funcionen mejor. Es interesante el estudio porque parece anular algunas de las tesis de los anarquistas que creen que el uso de la autoridad sólo genera problemas e interfiere en el orden natural de las cosas.

Ciertamente, eso de el orden natural es bastante menos intuitivo de lo que parecería. Nuevamente estamos ante la clásica discusión filosófica entre el hombre es bueno por naturaleza (J. J. Rousseau) y el homo homini lupus (T. Hobbes).

Para quien esté interesado en el estudio, el día 23 de febrero, en el CosmoCaixa uno de los coautores del estudio, Frans de Waal, ofrecerá una conferencia al respecto.

¿Cómo ha tratado la ciencia ficción esta cuestión? Pues la verdad es que desde una gran variedad de ángulos: desde los posicionamientos más rabiosamente militaristas de Heinlein (por ejemplo en Tropas del espacio), hasta los claramente anarquistas de Ursula K. LeGuin en Los desposeídos o en "El día anterior a la revolución". Desde la terrible policía represiva de 1984 de George Orwell, hasta el bonachón Elijah Baley de Asimov (Bóvedas de acero, El sol desnudo, etc).

Es uno de esos temas en que los escritores de ciencia ficción difícilmente se pondrán de acuerdo antes de que la propia sociedad lo haga. Y ni aún entonces.

26 enero 2006

La paradoja de Fermi

"La paradoja de Fermi" (Fermi and Frost, 1985) contenido en Isaac Asimov Magazine 12 es uno de esos relatos que no sólo impactan, sino que dejan una cierta huella. Recuerdo haberlo leído hace muchos años y ya entonces me quedó una cierta inquietud por su doble final (uno esperanzador y otro pesimista) sobre el resultado de una contienda atómica entre las entonces dos superpotencias mundiales, seguida de un crudo invierno nuclear. El autor deja en manos del lector escoger cuál de los dos prefiere.

El título alude a una célebre cuestión planteada al parecer por el físico de origen italiano Enrico Fermi: si la galaxia está rebosante de vida y se han desarrollado numerosas civilizaciones inteligentes e incluso tecnológicamente avanzadas... ¿dónde están? Pohl trata de darle una respuesta un tanto funesta a esta cuestión, ya que el argumento es que esas hipotéticas civilizaciones, cuando alcanzan un cierto nivel de desarrollo, se autodestruyen.

"La paradoja de Fermi" está muy en la línea del histriónico capítulo de la teleserie divulgativa Cosmos: "¿Quién habla en nombre de la Tierra?", creada y presentada por el astrofísico Carl Sagan.

Es verdad que las cosas han cambiado bastante en el mundo desde mediados de los 80, cuando fue escrito este relato. Hoy no parece probable un armagedón nuclear entre las principales potencias mundiales. De haber un conflicto atómico, todo parece apuntar más bien a acciones terroristas o a conflictos regionales (que no mundiales) entre las incipientes potencias asiáticas.

Pero incluso ese escenario no parece obligatorio como durante los momentos álgidos de la guerra fría parecía que debía suceder. En cambio, otros problemas parecen más acuciantes: la superpoblación, la desforestación, la contaminación, el terrorismo internacional, el cambio climático, la aparente falta de rumbo de tantas y tantas cosas... Esos son -y no el invierno nuclear- los problemas que pueden acabar con nuestra civilización y, de paso, con muchas más cosas sobre la faz de la Tierra.

Aun así, la cuestión de Fermi sigue abierta: ¿estamos solos? Y, en ese caso, ¿por qué?

25 enero 2006

Correlaciones: Donde solían cantar los dulces pájaros

Ayer escuché en las noticias que en un pueblo del sur de Catalunya se habían manifestado en bloque en contra de incluir unos terrenos en las afueras dentro de un plan de protección especial para las aves, por imposición de la Unión Europea. El motivo de la queja era que dicha medida imposibilitaría el crecimiento del pueblo con las consecuentes repercusiones económicas que conllevaría.

Por supuesto, todo el mundo tiene derecho a tratar de proteger sus intereses y a manifestarse ordenadamente por lo que quiera. ¿Pero quién defiende a los que no votan aunque sus antepasados lleven ahí milenios? Me refiero, naturalmente, a las aves y otros animales.

Recuerdo todavía con una cierta mala leche las declaraciones de un dirigente socialista que ante las protestas por la tala de unos árboles centenarios para la construcción de una carretera manifestó (y se quedó tan ancho) que "primero eran las personas antes que los árboles". Supongo que después de incumplir flagrantemente el protocolo de Kyoto y tras los continuos desastres ambientales de la última década, no lo diría hoy con tanta chulería.

Pero volvamos a las aves. Ellas no votan y para la mayor parte de las personas, no dejan de ser algo más o menos folklórico. De hecho, incluso algunos las ven como una amenaza a raíz de las últimas paranoias informativas acerca de la gripe aviar. Así que podemos pisotearlas impunemente y quedarnos tan anchos.

¡Pues qué queréis que os diga! No voy a entrar en disgresiones ecológicas (que no ecologistas) acerca de la conservación del medio ambiente y de que todo está ligado, porque el que no quiere oír ni se va a inmutar.

Pero al menos dejadme que os diga que no me apetece un mundo sin pájaros, sin aves. No quiero vivir en un mundo como el de Donde solían cantar los dulces pájaros de Kate Wilhelm o el de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick, en que los animales se han convertido en algo exótico y rarísimo. Ni tampoco en el de "Siete vistas de la garganta de Olduvai", de Mike Resnick, en donde un safari fotográfico por tierras africanas se considera un éxito si es posible fotografiar a unos pocos ejemplares de vida animal. O el de "El huevo", de Howard Fast, la historia del último pájaro en la Tierra.

Tengo la enorme suerte de vivir en una zona con un entorno natural más que envidiable, en la comarca de la Cerdanya, en pleno Pirineo. Aún así, hasta aquí llegan los problemas ambientales y reconozco que a veces recuerdo con cierta nostalgia cuando en mi infancia era relativamente natural ver sobrevolar unos cuantos ejemplares de águilas por las alturas. Hace tiempo que no las veo: no sé qué habrá sido de ellas...

24 enero 2006

¿Escribió fantasía Tolkien?

La pregunta puede sonar rara, incluso a cachondeo, pero no es esa mi intención. La verdad es que encuentro substancialmente diferente la fantasía de Tolkien de la de la inmensa mayoría de autores posteriores. Así que, ¿realmente escribió Tolkien fantasía? O más acertadamente: si Tolkien escribió fantasía, ¿por qué sus imitadores no han conseguido nada que se le parezca? ¿Por qué sólo se parecen en los personajes pero no en el tratamiento ni en el verdadero fondo?

La primera cosa que podríamos argüir es que Tolkien era un personaje bastante singular. Era lingüista y además bastante culto. Dominaba muchos idiomas (algunos de ellos muertos), conocía excelentemente diversas mitologías, la historia y el folklore europeo y tenía un gran dominio de la lengua inglesa. Además, su círculo de amigos -los inklings- tenían gustos y aficiones similares. No se puede decir lo mismo de la mayor parte de imitadores que le han surgido a Tolkien desde la publicación de El Señor de los Anillos.

Otra cosa que salta bastante a la vista es que la historia de ESDLA, por ejemplo, sigue unas normas bastante rígidas, más cercanas a las de la ciencia ficción que no la liberalidad autoindulgente y repleta de deus ex machina propias de la fantasía posterior. Todo tiene su explicación y parece cuidadosamente planificado desde el principio. Las cosas no pasan porque sí o porque quede bien, sino de acuerdo a un plan preestablecido. Los personajes actúan consecuentemente con su carácter y posibilidades, no se tornan increíbles conforme avanza la trama.

Otro elemento diferenciador es la intencionalidad de la obra de Tolkien. Éste creía en el proceso de subcreación literaria. Es decir, que el autor no creaba realmente, pues la creación estaba solamente disponible para Dios, sino que subcreaba. Así, era capaz de componer obras que reflejaban o debían reflejar el eco divino. No en vano, hay mucho de la Biblia en el Silmarilion y en ESDLA, aunque aparezca más o menos camuflado, como nos han explicado bastantes analistas literarios que han desmenuzado la obra de Tolkien.

Así pues, existe una intencionalidad oculta: el autor trata de convencernos, muchas veces emocionalmente, de que su visión del mundo es más acertada que otra. Más que entretener, lo que quiere es adoctrinar, aunque su obra no puede considerarse un panegírico político-teológico ni mucho menos.

El mundo rural idílico que nos describe, la corrupción del mal y del poder, los valores tradicionales, la heroicidad del hombre y toda una serie de ideas más, están tras el texto esperando a salir a la menor oportunidad.

Tolkien incluyó también multitud de detalles autobiográficos en su obra. Tal vez uno de los más líricos sea la historia de Beren Erchamion y de Lúthien Tinuviel, con ecos de su propia historia de galanteo de la que finalmente sería su esposa. Nuevamente, parece querernos indicar que la fantasía pura no existe, que ésta debe tomar la realidad como base. No creo que quisiera construir un mundo poblado por elfos, enanos y dragones simplemente para entretener.

Existe también un cierto fatalismo grandioso en los personajes de Tolkien, que están condenados al fracaso y no son emperadores de todas las cosas, sino simples peones en un juego mayor. Sólo los designios divinos salvan la situación. El mal es demasiado fuerte como para ser vencido por la simple voluntad de los individuos. Las historias acaban siendo un simple reflejo de la competición entre Ilúvatar y Melkor en La música de los Ainur (Silmarilion).

Los personajes, lejos de ser héroes clásicos, tienen todos debilidades e imperfecciones, están cargados de dudas que los atormentan y no siempre actúan con decisión, cosa que la fantasía posterior no ha recogido demasiado. La cuestión es que si son imperfectos es porque siempre son contrapuestos a la perfección divina y ni los más poderosos son omnipotentes. Hasta los propios Valar pueden equivocarse.

Si bien inicialmente Tolkien quería construir una especie de corpus mitológico para las Islas Británicas, que lo habían perdido tras las distintas dominaciones a que estuvieron sometidas, posteriormente pareció mudar de idea y adoptar un enfoque más fantástico y teológico, aunque como corpus mitológico bebe de las más diversas fuentes histórico-mitológicas de Europa: la mitología nórdica, la centroeuropea, la griega, el ciclo artúrico e incluso se atisban elementos más difusos de otras culturas más meridionales y orientales, aunque el eco de fondo, sobre todo en El Silmarilion es claramente la Biblia.

El papel de las lenguas es central en la obra tolkeniana. El autor no sólo era lingüista, sino que llegó a inventar varias lenguas (lo que algunos han llamado el vicio secreto de Tolkien) y fueron éstas las que condujeron posteriormente a crear historias en que tuviesen cabida. Primero fue el verbo. Así, la palabra Earendil le inspira toda una historia dentro del ciclo de relatos de El Silmarilion.

En contraposición, El Hobbit, que es una especie de introducción a ESDLA existe menor profundidas y se acerca más a la fantasía que después se ha venido produciendo. Los ecos de la subcreación apenas resuenan y la historia parece simplemente un conjunto de aventuras destinadas a justificar el posterior protagonismo del Anillo.

Las posteriores sagas fantásticas han recogido el imaginario y el bestiario tolkenianos, pero no su esencia lingüística ni filosófica. Otro elemento diferencial de la fantasía post-tolkeniana es que parecen estar destinadas básicamente a un público adolescente o tardoadolescente, con personajes más o menos simplones que siguen caminos de crecimiento y descubrimiento o son pura evasión, carentes de un mensaje subyacente de una cierta potencia.

¿Hay excepciones? Supongo que las debe haber, aunque yo no las conozco. Existen obras que parecen contener también un cierto mensaje soterrado y una carga histórica detrás, como es el caso de La canción de hielo y fuego, aunque independientemente de lo entretenida y fascinante que pueda resultar, está muy lejos de la profundidad de Tolkien.

23 enero 2006

El fin de la ciencia

Estoy contento porque la tesis central de John Horgan, autor del libro El fin de la ciencia parece que hace aguas, al menos en el campo de la cosmología que, si nos lo miramos fríamente, es una ciencia relativamente reciente.

La tesis central de Horgan es que hemos llegado a un punto en que la ciencia prácticamente ha descubierto todo lo que era significativo en cuanto a fenómenos de la naturaleza y que posteriores avances serán meras entelequias teóricas imposibles de demostrar, como las teorías de supercuerdas y cosas por el estilo.

Pero la realidad es tozuda y parece que las cosas no son así. La cosmología nos ha sorprendido a todos con ciertas evidencias que parecen indicar que el universo está acelerando su expansión debido a la presencia de una especie de energía oscura cuando todavía no habíamos logrado dilucidar qué diantres era la materia oscura. Este fenómeno, de confirmarse implicaría un fin del Universo completamente diferente a lo que se había imaginado hasta ahora, en una especie de gran desgarrón: el Big Rip (valga el juego de palabras).

En mi opinión personal, creo que otros campos del saber, como la propia mecánica cuántica, la estructura interna de los planetas y muchos otros fenómenos todavía ocultan sorpresas y no todo está tan descubierto como Horgan pretende hacernos creer.

A fin de cuentas, el siglo pasado, antes de las grandes revoluciones que supusieron la teoría de la Relatividad y la Mecánica Cuántica, también muchos creían que habíamos llegado al fin de la ciencia. La realidad no les dio la razón y opino que tampoco se la dará a Horgan.

Estamos muy lejos todavía de la utópica Diaspar que otrora describiera Arthur C. Clarke en La ciudad y las estrellas.

20 enero 2006

Delicatessen

Otro de los motivos por los que me gusta la narrativa breve es porque nos ofrece una especie de menú-degustación de un determinado autor. Si queremos saber qué estilo tiene un escritor o qué temáticas suele tratar, en definitiva: qué tal es y si nos van a gustar, por ejemplo, sus novelas (caso de tenerlas).

Es cierto que un autor no tiene porque escribir de la misma manera una historia corta o una novela, ya que los desarrollos son diferentes. Un ejemplo claro de esto es el tratamiento a dar a los personajes y a las historias: una novela permite desarrollarlos con mayor profundidad. Asimismo, un relato breve da pie sobre todo a la exposición de una idea brillante que no requiere de largas exposiciones ni profundizar en los caracteres de los personajes.

Salvadas las distancias, sigo creyendo que la narrativa breve nos permite ver qué tal es un autor y conocer también sus principales inquietudes, intereses y fobias, así como muchas veces su estilo narrativo.

Hay muchos ejemplos de ello. Ya en su día hablé del relato "Anochecer" de Isaac Asimov, que contenía buena parte de las claves para comprender a este escritor. Recientemente también hablé del relato de Mike Resnick "Siete vistas de la garganta de Olduvai" que nos dice mucho acerca de los intereses de su autor. Podríamos hallar piezas similares para casi todos los autores que tienen una importante producción de narrativa breve (Robert Silverberg, Harry Harrison, Philip K. Dick, Frederik Pohl, Poul Anderson, James Tiptree Jr., etc).

Así pues, mi tesis es que una buena antología de relatos de un autor determinado nos acerca mucho al conocimiento global de su obra y nos permite hacerlo de una manera relativamente rápida y en pequeñas dosis, lo que evita empachos.

Sugeriré a continuación algunas recopilaciones que considero interesantes para conocer a ciertos autores de ciencia ficción:

- Brian W. Aldiss: Los mejores relatos de ciencia ficción

- Isaac Asimov: Cuentos Completos, Los robots

- J. G. Ballard: Playa terminal

- Alfred Bester: Irrealidades virtuales

- Ray Bradbury: El hombre ilustrado

- Fredric Brown: Cuentos completos

- Ted Chiang: La historia de tu vida

- Arthur C. Clarke: Relatos de diez mundos

- John Crowley: Antigüedades

- Philip K. Dick: Cuentos completos

- William Gibson: Quemando cromo

- Harry Harrison: 50 en 50

- Robert A. Heinlein: Historia del futuro

- Úrsula K. LeGuin: Las doce moradas del viento

- Fritz Leiber: Crónicas del gran tiempo

- George R. R. Martin: Una canción para Lya

- Frederik Pohl: Corrientes alternas

- Christopher Priest: Un verano infinito

- Robert Sheckley: La séptima víctima

- Robert Silverberg: Lo mejor de Robert Silverberg, La otra sombra de la Tierra

- Theodore Sturgeon: Caviar

- James Tiptree Jr.: Cantos estelares de un viejo primate

- John Varley: Blue champagne

- Roger Zelazny: El amor es un número imaginario

Y como antología de relatos de diversos autores: Lo mejor de los premios Nebula.

19 enero 2006

Rectificación

Julián Díez me ha llamado la atención sobre algunos comentarios que hacía en el post de El viejo truco del abejaruco sobre las editoriales. Básicamente me recriminaba dos cosas:

1. Que no citase a las editoriales responsables de las políticas que criticaba.

2. Que algunas afirmaciones eran poco acertadas.

En primer lugar querría dejar claro que se trataba de un texto satírico más que de una crítica fundamentada y la intención es que fuese algo ligerita. Por supuesto, podría haber citado a Ediciones B y su reciente moda de partir los libros o de saldar a tramos sus colecciones. Por supuesto, sus motivos tendrán para ello, aunque los principales perjudicados de dichas políticas acabemos siendo los tontos de siempre: los que compramos libros.

También podría haber citado a Minotauro en lo relativo a la poca promoción que han hecho (al menos recientemente) de autores como Angela Carter, que al parecer (y toco de oído) tiene parte de su obra descatalogada, cosa poco habitual en una editorial que ha hecho siempre el esfuerzo de tener en catálogo toda su obra.

O podría haber citado la costumbre de Timún Más o La Factoría de fraccionar los libros de fantasía y así sucesivamente.

Pero se trataba simplemente de un divertimento, no de una carga de profundidad.

En cuanto a lo poco acertadas que eran ciertas afirmaciones, me centraré en el comentario que hice sobre la necesidad de enviar expositores a las librerías. Tal como me ha hecho notar acertadamente Julián, eso es algo caro que no todo el mundo puede permitirse y, además, no todas las librerías tienen espacio suficiente o ganas de utilizarlos.

También es verdad que el saldo de las colecciones es a veces más una necesidad fiscal y económica que no una política libremente decidida y tal vez sería bueno que el Gobierno tuviese más en cuenta que los libros no son sólo un negocio, sino un bien cultural, aunque algunos pretendan convertirlos en meros artículos de lujo.

El círculo vicioso

Desde hace tiempo que me hago la misma pregunta y ya lo he comentado en algún que otro post: ¿por qué los escritores de ciencia ficción española venden tan poco en nuestro país?

Admito que la pregunta es algo tramposa. Para empezar, no es verdad que vendan "tan poco", pero en comparación con lo que se vende en otros géneros, incluso en nuestro país, creo sinceramente que las tiradas son pequeñas.

Por otro lado, hablo explícitamente de "ciencia ficción" y no de fantasía. Esta última vende algo más, pues parece que el mercado responde bastante bien a los productos españoles de este género.

¿Pero qué le sucede a la ciencia ficción española? No sé cómo están las cosas en otros países de habla castellana y si a ellos les va mejor con este género (aunque tengo mis muy serias dudas), pero se me ocurren dos posibilidades: o los escritores no dan la talla o es una cuestión de mercado.

En un análisis muy superficial dejaríamos sentenciada la cosa diciendo que tenemos buenos escritores de literatura fantástica y que el mercado español tiene en muy mal concepto a la ciencia ficción. Y santas pascuas. Pero eso tal vez sería no entrar a fondo en un análisis serio y nos limitaríamos a alimentarnos sólo de tópicos.

Empecemos con los escritores. No soy un experto en ciencia ficción española, pues la descubrí hace pocos años y no lo he leído todo, aunque creo que sí que he podido disfrutar de una muestra significativa. Lo primero que me llama la atención es lo que antes comentaba: la poca presencia de ciencia ficción novelada.

Tradicionalmente, debido a la falta de oportunidades para que los escritores viesen publicadas novelas en nuestro país, se circunscribieron a la narrativa breve. Hasta hace muy poco tiempo, en que las editoriales parecen haber apostado por los escritores españoles, lo más parecido a publicaciones de larga extensión era el premio UPC de novela corta y alguna que otra edición ocasional de algún libro escrito por autores locales y poco más.

Si le añadimos a esto la problemática coyuntural del mercado español (la ciencia ficción está nefastamente considerada) podríamos tener una explicación válida.

Pero algo no cuadra. Muchos de los escritores que están publicando novelas de fantasía sólidas y de calidad también suelen ser escritores de ciencia ficción. ¿Por qué -salvando alguna honrosa excepción- no producen novelas de ciencia ficción de calidad?

No sé con qué criterio podríamos juzgar la calidad de una obra, pero voy a utilizar uno eminentemente práctico: cuando una obra es publicada fuera de su mercado (por ejemplo, traducida al inglés o al francés o a otras lenguas) es que suscita suficiente interés fuera de nuestro país como para ser considerada "buena". Desde luego no es un criterio literario, sino económico. Pero al menos es objetivo, ya que es perfectamente cuantificable.

Pues bien, tenemos escritores que cumplen este objetivo. Y sin embargo, salvo excepciones, publican fantasía. Supongo que la explicación obvia no es que los escritores patrios no sepan escribir buena ciencia ficción, es que simplemente no se va a vender y quizás supongan que el esfuerzo no merece la pena.

Claro que hay algunos muy buenos libros de ciencia ficción escritos en castellano, pero de momento no suelen despertar interés fuera del país, salvo tal vez alguna obra de Aguilera.

No estoy criticando el hecho de que predomine la narrativa corta sobre la larga. A mi particularmente me gusta mucho más la primera, pero creo que es un factor a considerar.

En fin, tal vez esté equivocado, pero creo que estamos ante un círculo vicioso. Mientras no haya grandes obras de ciencia ficción española, el mercado difícilmente se va a interesar por libros que, en muchos casos son excesivamente hard para el público general (como el ciclo de Akasa-Puspa), a lo que debemos añadir que muchas de estas obras están descatalogadas y son difíciles de encontrar. Por otro lado, mientras el escritor no crea que tiene un mercado suficientemente amplio como para justificar el esfuerzo, no se va a matar escribiendo algo que posiblemente tendrá poca repercusión.

¿Quiénes son los que rompen este círculo? Generalmente, escritores más o menos amateur, poco dados en las artes literarias pero forofos de la ciencia ficción, provenientes la mayoría de ellos del mundo de la narrativa breve. De acuerdo, es un posible puente, pero rara vez suelen producir alguna opera prima de gran calidad, por lo que lejos de contribuir a romper el círculo, más bien lo refuerzan.

¿Existe solución a este problema? A mi modo de ver, hay al menos dos posibilidades:

1) Que un escritor conocido de fuera del mundillo y con un cierto prestigio literario decida producir obras de ciencia ficción y venderlas bajo esta etiqueta (cosa poco probable).

2) Que un escritor del mundillo y con tablas decida realizar un gran esfuerzo personal produciendo y promocionando obras de ciencia ficción de calidad destinadas al gran público.

Esta última opción es más factible, aunque si somos realistas veremos que no es muy probable que alguien que vive (o malvive) de sus novelas o que, simplemente, escribe por hobby decida adoptar una estrategia tan arriesgada.

Al final tendré que darle la razón a un amigo que me decía que para que en este país se leyese más, tendrían que prohibir los libros. Entonces seguro que con tal de hacer la puñeta, todos se apuntarían a la moda subversiva.

18 enero 2006

Correlaciones: Estación Guantánamo

Últimamente se ha hecho infelizmente famoso el nombre de "Guantánamo", que es un reducto de la isla de Cuba en que los estadounidenses tienen una base militar que parece estar en tierra de nadie y en la que se pueden violar sistemáticamente los derechos humanos.

Poco se puede decir de esto porque creo que ya se ha dicho casi todo en los medios de comunicación y a través de internet. Es una de esas vergüenzas que supongo pasarán a la historia, aunque como la historia la escriben los vencedores tengo mis dudas.

La situación de Guantánamo, como me hizo notar hace tiempo Nacho, se parece mucho a la descrita en la novela corta de Robert Silverberg: Estación Hawksbill (Hawksbill Station, 1968) publicada por Plaza & Janés.

En ella, unos Estados Unidos regidos por una dictadura envían a los presos políticos al pasado remoto, a un lugar desolado del que toda esperanza de regreso es vana y lo único que pueden hacer es pasar el tiempo de la mejor manera que se les ocurra. El relato es verdaderamente descarnado y está contado de una forma original, alternando los tiempos entre un pasado que avanza hacia el futuro que nos cuenta cómo el personaje se convierte en un proscrito del sistema y un "presente" (por llamarlo de alguna manera) de sus vivencias en la Estación Hawksbill.

Las similitudes con Guantánamo son bien claras. Si bien en la novela los presos no son sometidos a tortura en Hawksbill para que confiesen, no hay mayor tortura que la del día a día en una tierra desolada rodeados de desesperanza y tedio.

Es curioso que con tan pocas páginas pueda narrarse tan bien esa situación, en contraposición con los enormes tochos de hoy día para explicarnos cualquier idea peregrina.

Silverberg es un maestro de la narración, sobre todo de la novela corta y del relato, como demuestra sobradamente aquí. Es una pena que este libro haya sido recientemente descatalogado, aunque aún puede encontrarse en algunas librerías. Aprovechad la ocasión.

Links:

Estación Hawksbill

17 enero 2006

Las 43 dinastías de Mike Resnick

Mike Resnick es un autor que he descubierto recientemente. La verdad es que hasta hace poco no había tenido ocasión de leer ninguno de sus relatos y la única referencia que tenía de él era su novela Santiago, que arrastra una cierta fama de infame.

Así pues, ha sido todo un descubrimiento. Lo primero que leí de él fueron los relatos publicados en la Asimov. Me gustaron especialmente "Los robots no lloran" y, sobre todo "Viajes con mis gatos". El primero es un emotivo relato sobre robots, mientras que el segundo es una narración más propia de la fantasía que de la ciencia ficción, bellamente construido y con un aura especial. Aún así, exceptuando el de "Viajes con mis gatos", tampoco había dejado en mí un recuerdo indeleble.

La cosa cambió cuando pude leer otros relatos de su producción, muy especialmente "Las 43 dinastías de Antares", un extraordinario y premiado relato sobre un guía turístico de una raza no humana en su planeta natal que enseña las ruinas de su antaño esplendorosa civilización a groseros turistas humanos.

Por ambientación, el relato es ciencia ficción, aunque bien pudiera haber pasado por un guía ante las pirámides de Gizeh, un indio ante el Taj Mahal o un mexicano en Chichén Itzá.

Se trata de un relato escrito con una enorme sensibilidad en que contrasta el triste sino del guía, que debe subsistir con un trabajo humillante para él en comparación con la vida despreocupada y vacua de los turistas, incapaces de entender lo que están viendo y, mucho menos, de valorarlo.

A mí, que vivo en una zona altamente turística, me ha llegado al alma. Me ha recordado inmediatamente a una frase que le oí este verano a un par de turistas, en que una proponía ir a ver iglesias románicas y la otra le contestaba que, por favor, que eso era un rollo y que se dejase de tonterías. Pero, anécdotas y circunstancias personales a parte, tiene un poco del mismo aire nostálgico y triste de alguna de las crónicas marcianas de Bradbury.

"Las 43 dinastías de Antares" es un gran relato por muchos motivos, no sólo por la temática o por los sentimientos que pueda inspirar. También formalmente está bien construido, con la deliciosa alternancia entre pasado (las diferentes dinastías de Antares) y presente (las groseras estampas de los turistas).

Otro relato sorprendente es "He tocado el cielo", una especie de utopía ubicada en un mundo en que han ido a vivir los miembros de una tribu africana y que han tratado de retomar sus raíces culturales. La utopía no es perfecta, ya que aunque se sirve de tecnología para mantener ciertos aspectos sensibles de su existencia, implica la toma de decisiones a veces realmente difíciles por parte de sus dirigentes, cuando se trata de escoger entre mantener las tradiciones o romperlas.

"He tocado el cielo" es la historia de una niña sorprendentemente lista que pide al brujo de la tribu que le enseñe a leer. Éste se niega, con lo que se desencadenará toda una serie de sucesos, a cual más sorprendente, con un triste final. Es la historia de un pájaro que una vez que ha catado el cielo, ya no puede vivir sin él. Es una bella historia, sensible aunque no sensiblona, que plantea un dilema ético con cuya solución posiblemente no estaríamos de acuerdo, pero que parece ser la consecuencia lógica si se quiere vivir en una utopía.

Otro de los temas que ha tocado Resnick es el de la vejez. Una de las vertiente tratadas en "Flores de invernadero" es la de una vejez exageradamente larga, de personas que son poco menos que vegetales y que no tienen derecho a una muerte digna (llegando al punto en que son resucitados cuando mueren hasta que el cuerpo ya no permite lo más). El relato es una triste alegoría entre los vegetales y los ancianos. La otra, la encontramos en "El sumidero de la memoria", sobre el mal de Alzheimer, con ciertas resonancias a lo "Flores para Algernon".

Finalmente, "Siete vistas de la garganta de Olduvai", multipremiado relato (Hugo, Nebula y UPC), es una historia realmente digna de ser leída. La Humanidad, que en su tiempo llegó a ocupar toda la galaxia, esclavizando o destruyendo a todo aquel que se le ponía en medio, se ha extinguido y unos alienígenas están en la Tierra con el propósito de investigar el yacimiento arqueológico de Olduvai a fin de conocer mejor a la Humanidad, llegando a estremecedoras conclusiones.

"Siete vistas de la garganta de Olduvai" no sólo es interesante por lo que dice, sino por cómo lo dice, por cómo es capaz de transmitir la idea de que la Humanidad es una raza agresiva y dominante, que no se detiene ante las dificultades y que puede dar guerra incluso cuando lleva las de perder.

Otro rasgo importante de este relato es que contiene casi todos los elementos característicos de Resnick: su interés por los pueblos africanos, en especial lo de la región del Ngorongoro (kikuyus, massais), la contraposición entre la civilización occidental y otras culturas y el desprecio que la primera suele tener respecto de las segundas, así como su interés por el papel del futuro de la Humanidad.

Para acabar con los relatos más importantes de Resnick que han sido publicados en castellano, me gustaría destacar el curioso relato "La granja del viejo MacDonald", con toques de reflexión especuladora y humor negro, que nos plantea un dilema ético entre una posible solución al hambre de un mundo superpoblado y el sacrificio de una especie de la que se sospecha que podría ser inteligente.

La única pega sobre Mike Resnick es que se lo ha traducido y publicado muy poco en nuestro país. Tal vez sería interesante una recopilación de sus mejores relatos o alguna de sus obras características, como la serie de relatos sobre Koriba (Kirinyaga).

16 enero 2006

Paradojas II / Miquel Barceló

Paradojas II
Miquel Barceló
Equipo Sirius, Transversal

Aunque se diga aquello de que segundas partes nunca fueron buenas, la verdad es que este libro está bastante bien. Está compuesto por los artículos aparecidos en una columna mensual de la revista Tribuna de Astronomía, al igual que la primera parte y es un conjunto de reflexiones sobre el mundo de la ciencia y la ciencia ficción.

Menos repetitivo tal vez que la primera parte, Barceló sigue exponiéndonos sus opiniones sobre la ciencia ficción, aunque rara vez sobre el mundillo, haciendo gala de sus temáticas y autores favoritos y obviando aquellos que no le interesan.

Muy centrado en temas relacionados con los ordenadores, robótica, la investigación espacial, aunque no quedan atrás las reflexiones sobre ingeniería genética o sociología, haciendo un repaso bastante amplio de la actualidad y de las tendencias futuras tanto en la ciencia y la tecnología como en el género.

Especialmente interesantes me han resultado sus comentarios sobre el uso de la ciencia ficción en la experimentación en el campo de las ciencias sociales, en donde al igual que H. G. Wells recomienda a sociólogos, políticos, etc, que intenten utilizar la creación de utopías como un método imperfecto, pero útil antes de poner en práctica determinadas leyes y políticas que tendrán serias repercusiones a corto, medio y largo plazo.

También es muy interesante su exposición sobre la variación de las constantes físicas del Universo, cosa aparentemente contradictoria, que me recuerda a aquel manual de informática (no sé si leyenda urbana o qué) que recomendaba definir Pi como variable y no como constante por si su valor variase en el futuro...

El libro también nos habla sobre el tratamiento de las divinidades en la ciencia ficción o sobre las réplicas a las teorías de Horgan sobre "el fin de la ciencia", que encuentro especialmente interesantes.

En fin, un libro que se lee rápido, pero que incita a la reflexión y a la (re)lectura de algunas obras destacadas del género. Muy recomendable.

14 enero 2006

Me quedo con tu cara o... sé dónde vives

Hace ya tiempo que vengo leyendo en la prensa que en el Reino Unido pretenden dentro de poco controlar los movimientos de todos los coches que circulan por las carreteras del país o, lo que es lo mismo, controlar los movimientos de buena parte de los ciudadanos. Naturalmente lo hacen por el bien común y para poder detener a los malos de la película, que son los terroristas y todo eso.

Por desgracia ni si quiera es un tema nuevo. En los aeropuertos norteamericanos están montando toda una batería de dispositivos que permitirán incluso detectar los latidos del corazón para localizar gente nerviosa (¡pues que no les pase nada, porque esto de volar pone nerviosos a muchos!), identificar huellas dactilares, rostros, etc.

El uso de las nuevas tecnologías de reconocimiento biométrico, la inteligencia artificial y el procesado y almacenado masivo de información, combinado con una red creciente de cámaras y otros sensores ubicadas en multitud de lugares públicos va a acabar convirtiendo Occidente en el paraíso del Gran Hermano.

Tampoco quiero hacer crítica fácil. A fin de cuentas todos queremos seguridad y cuando hay un atentado de las características del de Madrid, Nueva York o Londres, todos clamamos medidas más eficaces y justicia.

La tragedia de este nuevo siglo que ahora justo empieza es que parece que entre todos hemos convertido en poco menos que incompatible unas mayores cotas de libertad con la seguridad común. Es una verdadera pena y muy posiblemente será una de las características que marcarán el siglo XXI.

Por otro lado, al haberse desarrollado nuevas tecnologías de reconocimiento de rostros, huellas, voz, matrículas de coches, etc, se ha posibilitado su uso y es que, no nos engañemos, cuando tenemos a nuestra disposición un nuevo juguetito, rara vez nos resistimos a jugar con él. Como decía Miquel Barceló, es fácil inventar, pero muy difícil o del todo imposible desinventar.

Hay un relato que me impactó mucho en este sentido: se trata de "La plaga del leopardo verde". En él, se describe una tecnología informática capaz de buscar a través de internet de entre todas las fotografías disponibles un rostro en concreto a fin de irle siguiendo la pista a una persona. La eficacia del método proviene del hecho de que cada vez más personas disponen de un blog, un álbum o una web personal en donde cuelgan sus fotos y como la gente cada vez viaja más y utiliza más sus cámaras digitales, llegará un momento en que será posible localizar a un individuo de esta manera.

Como contrapartida, tal vez un día no muy lejano tengamos disponible a un precio asequible un traje de invisibilidad que nos mantenga a salvo de miradas indiscretas, tal como el que se describe en Luz de otros días, de Stephen Baxter y Arthur C. Clarke.

En cualquier caso, parece que la batalla legal por la preservación de nuestro derecho a la intimidad está perdida. Puedo entender que los ciudadanos tengamos que ayudar a colaborar en la seguridad común aunque sea renunciando parcialmente a nuestra intimidad, pero la cuestión siempre acaba siendo la misma: Quos custodiet custodios? Es decir: ¿quién vigila a los vigilantes? ¿Cómo podemos estar seguros que esa información no se utilizará en nuestra contra con otras finalidades o, simplemente, se venderá al mejor postor como parece suceder hoy día con todo tipo de bases de datos?

Por otro lado, el poder detectar todos los movimientos de la gente, ni que sea empleando supercomputadores, ¿no pondrá en los gobiernos u otras entidades aún más opacas el enorme poder de conocer todo tipo de hábitos y conductas con que podernos manipular más fácilmente? ¿No podría acabar habiendo un expediente monumental sobre cada uno de nosotros del que pudiera deducirse prácticamente toda nuestra vida? Me refiero a saber qué ropa llevamos, a qué hora nos levantamos, dónde vamos a cenar, con qué frecuencia cogemos un taxi, vamos al médico o salimos a cenar fuera, con quién vamos en todo momento. Sólo falta que nos implanten un chip como en Demolition man...

La lista es inagotable y conforme vayan saliendo al mercado dispositivos de almacenamiento de datos cada vez más masivos, nuevos sistemas de compresión y análisis de imágenes y sonido, más cerca estaremos de 1984.

Sé que suena a tremendista o a ciencia ficción. Desde luego que lo segundo no es, porque estamos a un paso de llegar a ese tipo de mundo, si es que no estamos ya en él. Al fin y al cabo todo está interrelacionado: las centrales nucleares, por ejemplo, deben tener en cuenta si una determinada noche va a ser particularmente fría o si hay un evento deportivo retransmitido por televisión para aumentar la producción de electricidad. No son temas frívolos o baladíes.

La tecnología no sólo puede utilizarse para privarnos de nuestra intimidad, sino que puede emplearse con fines más positivos. Nosotros decidimos. ¿Nosotros decidimos?

13 enero 2006

El viejo truco del abejaruco

He aquí unos cuantos trucos que se han sacado de la manga muchas editoriales para cobrarnos a precio de oro los libros y jugar con nosotros (¡qué considerados!):

- Si tiene un libro de 1000 páginas, no lo venda más caro bajo la capciosa excusa de que no lo comprarán. Fracciónelo en dos o tres partes y así podrá exprimir mejor la vaca.

- Publique preferentemente tochos de libros. Así, además de fidelizar al lector (porque se pasa más horas leyendo ese producto) puede venderlos más caros.

- Venda los libros a peso y añádales un plus si el autor es conocido.

- Si el libro es de fantasía y forma parte de una saga codiciada, no sea tonto, fraccione el libro aunque no sea muy extenso.

- Si decide fraccionar el libro en tres volúmenes, asegúrese de que de la segunda parte se editan muchos menos ejemplares que de la primera y la tercera, así volverá locos a los lectores y generará expectativa.

- Si el libro no es muy extenso, publíquelo con papel grueso. Así parecerá que tiene mayor contenido y podrá venderlo más caro. Además, ocupa más en las estanterías y deja menos espacio a libros de la competencia.

- Si el punto anterior es insuficiente, utilice una letra grande y gordota.

- Publique valores consagrados: el nombre vende. Si encima ha ganado algún premio (aunque no lo conozca ni el tato) destáquelo en portada.

- Las portadas deben ser o muy bonitas o muy chillonas. El libro se vende muchas veces por la tapa sin importar demasiado su contenido. En caso de duda, incluya algún desnudo femenino o masculino: eso siempre llama la atención.

- Salde periódicamente sus colecciones. Así obligará al lector a comprarse sus libros antes de que desaparezcan y se conviertan en incunables. Es posible que el cliente se le rebote cuando encuentre un saldo por 3 euros de un libro que costaba 20, pero qué se le va a hacer.

- No anuncie nunca la salida de la edición de bolsillo (caso de haberla) no sea que algún incauto decida comprar la de bolsillo (más barata) en vez de la de tapa dura.

- No anuncie con demasiada antelación una novedad muy esperada en el mercado, no vaya a ser que algún desalmado saque la versión pirata antes que la oficial.

- Si es posible, publique sagas. El lector se engancha y acaba comprando cualquier cosa que se publique bajo cierto título-franquicia, independientemente del autor o de la calidad.

- Venda caro. Total, todos lo hacen y los libros son artículos de lujo. Si quiere darle un toque excéntrico, no redondee el precio y que parezca que vende a peso.

- No envíe expositores propios para su colección a las librerías. Así podrán colocar sus libros en la sección de "Esoterismo" y seguro que se atrae a algún cliente despistadillo.

- No invierta dinero en promociones publicitarias. Total, los que compran sus libros son todos una pandilla de frikis que se acaban enterando igual.

- No pierda el tiempo publicando todos los títulos de sus colecciones bajo un formato físico parecido. Total, los lectores ordenan los libros siguiendo criterios caprichosos.

- No es necesario emplear papel de calidad o tintas resistentes ni buenas encuadernaciones. Al friki le encantan los libros amarillentos, semidesencuadernados y con las palabras borrosas. Eso les da un toque más auténtico.

- No se olvide de incluir en la contraportada todo tipo de citas laudatorias sobre la obra, aunque estén sacadas de contexto o sus autores sean completos desconocidos.

- Piense que la mayor parte de los lectores no comprarán la versión original (porque no saben inglés) y/o que no pueden recurrir a otras ediciones, porque bastante suerte tienen con disponer de una: están completamente indefensos.

- ¿Correctores de estilo? ¡Para qué! ¿Correctores ortográficos? ¡El del procesador de textos, por supuesto! No invierta en lifeware, sale muy caro.

- Si quiere ahorrarse una pasta, traduzca usted mismo el libro (en el caso de que no sea originalmente en castellano).

- Si cree que el libro es un bombazo y se va a vender bien fuera del ghetto no incluya en la portada, so pena de muerte, las palabras "ciencia ficción". Sustitúyalas por thriller o libro de aventuras o, a mucho estirar, brillante especulación. Preferentemente, véndalo fuera de la colección de género.

- No descarte editar libros antiguos cuyos derechos de autor ya hayan caducado. Se ahorrará todavía más pasta. Eso sí, véndalos al mismo precio que los demás.

- Si un libro está agotado o descatalogado y existe una cierta demanda, no lo reedite inmediatamente. Espere a que los precios del mercado de segunda mano se desorbiten y se haya generado suficiente expectación. Si es preciso, deje pasar 25 años, que los lectores frikis tienen mucha paciencia y con el paso del tiempo dispondrán de un mayor poder adquisitivo.

- Tener agotado un cierto tiempo el primer título de una saga da un toque de distinción por mucho que chinche.

- Si el autor no vende mucho pero es bueno, no dude en descatalogarlo. Bajo ningún concepto lo promocione.

- Si algo funciona, exprímalo pidiendo secuelas, precuelas, manuales introductorios, los borradores del autor o lo que haga falta. Si aún sigue dando de sí, publique libros con fotografías o pásese directamente a los juegos. Si aún les queda dinero, edite calendarios o juegos de cartas.

- Si van a filmar alguna película basada en un libro o relato de ciencia ficción, corra como un poseso a fin de obtener los derechos de la versión literaria. Seguro que aumentan las ventas.

- No renuncie nunca a escribir una introducción dándose autobombo sin decir apenas nada nuevo del libro (vaya, como hacía Asimov con los premios Hugo).

- Por supuesto, los anteriores puntos no son excluyentes, por lo que pueden combinarse y acumularse libremente.

12 enero 2006

Prendas inteligentes

El otro día escuché con interés por la televisión la noticia de que en una universidad española se han diseñado una serie de tejidos especiales que permitirán la confección de prendas inteligentes. De momento, la cosa no pasa de la posibilidad de poder escuchar música con ellas, ya que los mandos están integrados en el propio tejido al ser éste conductor. Pero en el futuro hay previstas otras aplicaciones más espectaculares, como aportar calor de determinadas partes del cuerpo a través de los tejidos o incluso que éstos puedan cambiar de color.

La idea no es nueva. Algo muy parecido (e incluso más sofisticado) ya lo propuso Esther Dyson (hija del célebre astrofísico Freeman Dyson, el de las esferas Dyson) en su interesantísimo libro Release 1.0.

Sin embargo, la ciencia ficción ya se adelantó a todos ellos con bastante antelación. Baste recordar las prendas inteligentes de Vermilion Sands de J. G. Ballard o las casas que se adaptan al estado de humor de sus inquilinos del mismo libro. La verdad es que los relatos en sí resultan a veces estremecedores, ya que cuando las emociones se desbordan, los tejidos y las paredes también lo hacen.

En Vermilion Sands todo el mundo parece adaptarse a los sentimientos humanos (las estatuas, las plantas, las prendas de vestir, las casas...) y esto no es una posibilidad tan remota. Ya sea mediante detectores químicos que identifiquen nuestras feromonas, ya sea mediante sensores que permitan "auscultar" nuestras pautas encefalográmicas, la tecnología acabará haciendo posible, tarde o temprano, todas estas ideas.

Pronto veremos una nueva generación de prendas con materiales diseñados que cambiarán de color en función de la temperatura o la humedad de nuestra piel, según las condiciones ambientales o a placer. Tampoco me extrañaría que los futuros modistos de los nuevos materiales jugasen con provocadoras transparencias de mayor o menor grado en función de determinados parámetros y que la moda entrase también dentro del reino de la alta tecnología.

Uno de esos muchos casos en que la ciencia ficción se adelantó a la realidad...

11 enero 2006

Playa terminal / J. G. Ballard

Playa terminal
J. G. Ballard
The Terminal Beach
Minotauro

"El gigante ahogado" es una magnífica narración de esas que dejan huella. Aparentemente, el argumento no puede ser más surrealista: un gigante aparece ahogado en una playa. A partir de esta premisa tan extraña, Ballard nos retrata una sociedad ociosa que se dedica a ir "desmantelando" (descuartizando, sería más correcto) el gigante y va reutilizando sus fragmentos en las cosas más cotidianas imaginables. Se trata de una magnífica alegoría de cómo una sociedad excesivemente lastrada en lo cotidiano y carente de imaginación puede ir expoliando los elementos mágicos y fantásticos del mundo.

"Problema de reingreso" es un curioso relato de corte antropológica que nos muestra las diferencias culturales entre una "atrasada" tribu de indios amazónicas y la modernidad tecnológica. En él se contraponen los valores de la sociedad tecnificada tramposa con los de unos indios en armonía con la naturaleza y de cómo la sociedad moderna puede corromper lo natural.

"Final de partida" es un estremecedor relato con ciertas resonancias a 1984 de George Orwell. El relato se basa en el hecho de que un prisionero encerrado en una casa espera junto a su verdugo la ejecución, de cómo se relaciona con su némesis y de cuándo y por qué se cumple la sentencia de muerte. En unos momentos en que la polémica persigue a los condenados a muerte en muchos países (Filipinas, Estados Unidos, China, etc) este relato no podría ser de más rabiosa actualidad.

"El hombre iluminado" es un bellísimo relato cargado de imágenes dotadas de una estética fantástica y de una textura como sólo el autor sabe conseguir. En un mundo aparece súbitamente un fenómeno de cristalización debido a un extraño fenómeno cósmico. La cristalización se extiende lenta pero inexorablemente por todo el mundo. En la narración se contrapone el mundo corruptible normal con el mundo incorruptible mágico y congelado en el tiempo. La prolongación de este relato dio lugar a la conocida novela El mundo de cristal.

"La jaula de los reptiles" nos habla de los ancestrales atavismos que se desbocan en una playa repleta de gente cuando la sobrevuela un satélite. Desde un punto de vista de la ciencia ficción, el relato no deja de ser un sinsentido, pero interpretado desde una óptica alegórica, es de lo más sugerente. Muchos de los actos -tanto individuales como sociales- del ser humano están regidos por partes muy antiguas de nuestro cerebro, como el sistema reptiliano y no siempre es fácil detectar y contener estos impulsos.

"El delta en el crepúsculo" es un onírico cuento en que las condiciones insalubres del paisaje que habitan unos arqueólogos tienen correspondencia con el paisaje interior atormentado de los protagonistas. Algo parecido sucede en "La Gioconda del mediodía crepuscular" en que se establece un extraño vínculo entre la realidad visible del protagonista y la invisible.

"Playa terminal" es un extraño y enfermizo relato sobre las obsesiones personales de una persona en un atolón abandonado en donde se realizaron pruebas nucleares. Es uno de esos relatos que sólo Ballard es capaz de escribir.

"Ocaso" nos muestra una Tierra agonizante en la que los oceános han desaparecido casi totalmente y que está siendo abandonada por la Humanidad, causante de su estado. Es la historia de uno de los últimos terrestres, viejo pero con todavía un hilo de esperanza en el futuro que encuentra en una charca el último ser vivo de la Tierra. En contraposición, unos jóvenes irreverentes y despreocupados se encargan de poner fin a la esperanza.

"Las danzas del volcán" es otra narración a medio camino entre la magia y la antropología. En ella se mezcla la fascinación suicida de un occidental con la aparente inutilidad de los ritos mágicos de un aborigen ante una inminente erupción volcánica.

"Bilenio" es un magnífico relato sobre la superpoblación al más puro estilo de Harry Harrison, aunque desde un punto de vista más irónico. Aun así, resulta algo sombrío en algunas de sus imágenes (como la del mar de gente). Para más detalles, consultar la entrada del blog específica para este relato.

Finalmente, el que más me ha gustado: "El Leonardo perdido". Es la historia de un robo imposible de un cuadro de Leonardo. Pero es mucho más que eso, aunque no se puede contar mucho sin desvelar la trama, cosa que no haré, porque es del todo sorprendente y fascinante. Merece la pena comprarse el libro casi sólo por este relato.

Un elemento común en la mayoría de los relatos de este libro es la relación de contraposición dual de los personajes: el viejo contra el joven, el hombre contra la mujer y viceversa, con la inclusión -en algunos casos- de terceros en discordia. Es uno de los sellos estilísticos de Ballard.

En conclusión, un muy buen libro de relatos de Ballard en el que desarrolla una ciencia ficción lindante con la fantasía muy diferente a la de otros autores, tal vez más técnicos o más sociales. Con un paisajismo desbordante, cargado de bellas imágenes y estremecedoras alegorías, supone un hito en la producción de relatos breves del autor.

10 enero 2006

Reivindicando todo lo que se pone a tiro

¿Os imagináis una historia de ciencia ficción de una persona que es apartada de la sociedad y crece en reclusión y que después es devuelto a ésta en un papel estelar de líder y caudillo? Bueno, sería una historia más o menos del tipo "pobre diablo se convierte en el Emperador de todas las cosas" como diría Norman Spinrad. Algo muy común en la ciencia ficción.

Pero es que yo estaba pensando en La vida es sueño de Calderón de la Barca. Que yo sepa, a día de hoy nadie ha reivindicado esta obra de teatro como perteneciente al género de ciencia ficción. Y ya es raro, porque últimamente he detectado una curiosa fiebre reivindicativa acerca de la literatura fantástica, consistente en decir que tal o cual obra clásica (como La Ilíada, por ejemplo) es fantasía o ciencia ficción.

Creo que es excesivo y que estamos siendo más papistas que el Papa. Me parece evidente que La vida es sueño no es una obra de teatro de género. Es lo que es y fue escrita en un contexto literario y cultural en que estas cosas o no existían o no eran, al menos, intención del autor.

Dudo que Homero (o quien fuera que escribiese La Ilíada y La Odisea así como otras historias de retornos) tuviese in mente nada parecido a una obra de literatura fantástica. Para ellos era religión (que no mitología) o incluso realismo y veían el mundo en términos de dioses y héroes, algo un poco alejado de nuestra mentalidad contemporánea. Incluso si lo consideraban mitos es algo diferente de una historia de fantasía.

¿Podemos decir que, en términos actuales, es fantasía o ciencia ficción? Cada cual puede responder lo que quiera, por supuesto, pero creo que en este fenómeno reivindicativo hay mucho de complejo de inferioridad que necesita de grandes clásicos para poder decirle a los otros: "¿Lo veis? ¡si hasta Homero escribía fantasía! No nos digáis que leemos dragonadas o tonterías del espacio".

No es un fenómeno exclusivo de la literatura fantástica. Los homosexuales, por ejemplo, han atribuido su condición a multitud de personajes históricos famosos supongo que con la misma intencionalidad. O las mujeres, en su lucha por la igualdad, también tienen sus propias listas de heroínas a lo largo de la historia. Todo el mundo que forma parte de algún grupo discriminado, tiende a buscar prestigio por esta vía.

Soy más bien partidario de seguir el clásico de que "ciencia ficción es todo aquello que se publica como ciencia ficción" (y lo mismo para la fantasía), con tal vez alguna excepción, pero siempre teniendo presente que la ciencia ficción es algo relativamente contemporáneo.

Creo que no deberíamos confundir los relatos mitológicos, religiosos o épicos con la literatura fantástica, porque si no tendríamos que incluir en la lista El Kalevala, La Biblia, El Ramayana y El anillo del Nibelungo entre ellos. Es más, ¿qué tal decir que las historias de un ingenioso hidalgo de la Mancha que se trastoca debido a la lectura excesiva de novelas de caballerías y que ve gigantes donde sólo hay molinos y doncellas donde sólo hay posaderas son literatura fantástica? Mmm...

09 enero 2006

Correlaciones: Desenseñar a desaprender cómo se deshacen las cosas

Últimamente ha estado en boca de todos la educación en nuestro país a raíz de la tramitación parlamentaria de la tan denostada LOE (Ley Orgánica de la Enseñanza) la enésima reforma educativa de las últimas décadas.

Uno tiene la sensación que esto de la educación de los niños y de los jóvenes en el fondo interesa a muy pocos. Baste ver en dónde han estado las discusiones: en la asignatura de religión y en hasta qué punto se respetaban las competencias en educación que tienen transferidas todas las Comunidades Autónomas.

La educación es de esas cosas que siempre están mal pero que a nadie parece importarles demasiado. Los niños no son llevados a la escuela en muchos casos, sino que son directamente aparcados allí. El concepto de parking de niños es tristemente conocido. Ahora nos deshacemos de ellos ya a la edad de 6 meses gracias a las guarderías. Entiendo que si se quiere compatibilizar trabajo y maternidad/paternidad, muchas veces no queda otro remedio, pero debemos ser conscientes de los problemas que van a sobrevenirse y tratar de compensarlos de alguna manera.

La ciencia ficción ha tratado de manera muy diversa a lo largo del tiempo algunos aspectos sobre la educación de los niños. Podríamos decir que hay dos grandes posturas no necesariamente excluyentes: los que creen que el desentenidimiento de los padres respecto de sus hijos es un verdadero problema y los que, desde la postura contraria, creen que tampoco es bueno ahogarlos con demasiada atención. Supongo que ambas partes tienen su razón.

Sobre la posición del desentendimiento de los padres me gustaría citar un par de relatos de Ray Bradbury:

"La pradera" (The World the Children / a.k.a. The Veldt, 1950) contenido en El hombre ilustrado trata sobre los perturbadores efectos que causa una tecnología similar a la televisión en realidad virtual en los niños. Los padres no parecen darse cuenta de que hay un problema hasta que es demasiado tarde. Y Bradbury, con una cierta saña nos hace ver desde la óptica de los niños que el problema son los padres.

Es un relato verdaderamente premonitorio de lo que ha llegado a ser la televisión, las videoconsolas, el ordenador, el móvil y otras tecnologías. Los niños viven inmersos en un mundo virtual donde lo real y lo falso conviven y en los que ambos ámbitos se hallan inextricablemente ligados.

Todos hemos sabido de alguna estadística que nos alerta acerca de la cantidad de horas que se pasan los niños solos, viendo la tele o realizando otras actividades similares en vez de estar jugando con sus amigos o relacionándose con los padres.

El mundo moderno ha hecho que ambos cónyuges (cuando los hay) trabajen simultáneamente y los niños se pasen mucho tiempo sin la compañía de sus padres. A veces parece como si los hubiesen abandonado. No es de extrañar que busquen algún tipo de sustituto. Después, no nos podemos quejar si no ejercemos la menor influencia sobre ellos...

Otro interesante relato es "¡Muchachos! ¡Cultiven hongos gigantes en el sótano!" (Come Into My Cellar / a.k.a. Boys! Raise Giant Mushrooms in Your Cellar!, (1962) en Las maquinarias de la alegría . Es un extraño y perturbador relato en clave alegórica sobre lo fácil que es manipular a los niños. Esta narración me hace pensar en todos esas chicas y chicos que se pasan horas y horas en los canales de chat y en el messenger relacionándose muchas veces con desconocidos o con conocidos poco de fiar, a quienes muchas veces les explican detalles de su vida que jamás contarían a sus padres o a sus amigos en persona. También nos alerta sobre el dejar que los niños hagan lo que quieran sin la menor supervisión por parte de sus progenitores.

Esto me lleva a pasar a lo contrario: el exceso de celo en controlar lo que hacen. Como todos los extremos, no es bueno tampoco. Algunos padres, creen que deben controlar hasta la última kilocaloría que consumen sus hijos y, si pudiesen, hasta el menor pensamiento. Esta actitud no es incompatible con el desentendimiento. Por ejemplo, a veces se envía a los niños a todo tipo de actividades extraescolares que, no sólo sirven para cultivar el amor propio de los padres (natación competitiva, tenis, fútbol, clases de piano, gimnasia...) sino que permite tener entretenidos a los niños sin que molesten.

En la novela corta de J. G. Ballard, Furia feroz (Running Wild, 1988) se emite una llamada de atención ante un interés excesivo en reglamentar la vida de los jóvenes sin dejar que tengan su propio espacio y su propio tiempo. En clave parecida tenemos "En fila" de Bradbury (By the Numbers!, 1984) en El convector Toynbee, en este caso sobre una educación demasiado rígida, espartana y manu militari.

Aunque tal vez uno de los relatos más estremecedores sobre la manipulación de la educación para obtener determinados tipos de futuros ciudadanos se nos muestre en el crudo relato de Harry Harrison "Siempre hago lo que dice Teddy" ( I Always Do What Teddy Says , 1950) en 50 en 50. Medio siglo de relatos I , donde mediante un simple pero efectivo sistema de manipulación (no me atrevo a llamarlo educación) se pretende erradicar la violencia de la sociedad.

El sistema educativo occidental está en verdadera crisis. Es muy difícil determinar cuáles son las causas de ello, aunque el fin de la familia tradicional, la sustitución de determinados valores (solidaridad, esfuerzo, sacrificio) por otros (beneficio inmediato, impaciencia, autocomplacencia, competitividad, individualismo), el poco tiempo que pasan los padres con los niños, la influencia de los medios de comunicación de masas y de las nuevas tecnologías y la pérdida del respeto hacia los adultos o hacia determinadas profesiones de autoridad (como el maestro), seguro que algo tienen que ver.

El resultado, a parte de una mayor inestabilidad social y problemas de todo tipo, es una masa de personas con poco criterio, carentes muchas veces de una mínima cultura general y completamente ombliguistas.

La dificultad más o menos notable en comprensión lectora que tienen muchos adolescentes o incluso adultos es uno de los muchos motivos por los que cada vez se lee menos. Recuerdo una conversación que mantuve hace unos años con un editor que me comentaba que se estaban planteando dejar de editar libros para niños, porque éstos no se leían lo que les regalaban los padres y que cuando se diesen cuenta, el negocio entraría en crisis. Claro que si los niños jamás ven coger a los padres un libro y leer, ¿por qué tendrían que hacerlo ellos?

Esto podría resumirse en lo que un famoso escrito humorístico sobre la evolución del sistema educativo describía como "subraya la palabra patata y discute de ella con tu compañero". Tal vez, las estadísticas nos digan que nunca como hoy había habido en este país tantos licenciados o graduados, pero la verdad es que estamos produciendo cantidades enormes de analfabetos funcionales.

Como hizo notar John Allen Paulos en su célebre libro El hombre anumérico, la mayor parte de personas es incapaz de decir si el 50% de 1 es mayor o menor que 1, o cuestiones de la más elemental aritmética o lógica. Los mismos que, según las estadísticas, tienen aprobadas las matemáticas.

Para finalizar y, entroncando con este tema, me gustaría recordar un clásico relato de Isaac Asimov: "Sensación de poder" (The Feeling of Power) contenido en Cuentos completos I que, ya en 1958, nos alertaba de la pérdida de capacidades de cálculo mental entre la gente debido a las calculadoras... antes de que se inventasen las calculadoras. El Buen Doctor se quedó corto.

08 enero 2006

Implantes

Escucho con estupor una noticia emitida por televisión sobre la iniciativa de cierta empresa estadounidense que ha propuesto a sus empleados que se implamten un chip bajo la piel de la mano que les permitirá identificarse ante el ordenador sin necesidad de engorrosos y olvidadizos passwords. Ello me ha recordado inmediatamente a multitud de relatos, libros y películas de ciencia ficción, tantas que sería difícil dar una lista detallada.

¿De verdad hay todavía gente que se tenga por culta que crea que la literatura de ciencia ficción son tonterías futuristas? El futuro ha llegado y es frío.

Ejemplos como éste sirven para reivindicar una vez más un cierto tipo de ciencia ficción, en especial la de carácter especulativo o prospectista, que nos alerta acerca de tendencias presentes que podrían tener inesparadas (o no tan inesperadas) consecuencias en un futuro más o menos cercano y que deberíamos considerar menos alegremente de lo que hacemos.

Implantarse un chip desde luego es una decisión estrictamente personal y allá cada cual, pero eso nos pone demasiado cerca de que los implantes se conviertan en algo habitual o, mucho peor, obligatorio.

Hace tiempo en Estados Unidos se planteó la posibilidad de implantar un chip sanitario en ciertos pacientes. De acuerdo, la idea puede ser buena si tienes alguna patología o alergía que los médicos deban tener en cuenta en caso de accidente y tú no estés consciente para informarles de ello. Pero también se plantea la cuestión de la privacidad. ¿Cómo de seguros son esos chips? Si las bandas criminales se las ingenian para falsificar todo tipo de dispositivos, ¿seguro que son tan inaccesibles como nos quieren hacer creer? ¿No corremos el riesgo de que cualquier desaprensivo pueda acceder a nuestros datos médicos simplemente pasando a nuestro lado con un lector adecuado?

A mí, particularmente, me tendrían que obligar unos señores muy forzudos a dejarme implantar un chip por pequeño que fuese en mi cuerpo y menos si fuese para un uso tan ridículo. ¿Tan tonta es la gente que no es capaz de recordar un password? ¿A esos extremos hemos llegado? ¿Es que no se lo pueden apuntar en una notita y llevarlo en la cartera? Ya puestos, les podrían instalar un megachip en el cerebro con una enciclopedia incorporada que les susurrase todo tipo de informaciones. Así podrían pasar por auténticos prodigios en un concurso televisivo, cuando realmente serían unos simples aprendices de Borg.

07 enero 2006

Cambio de rumbo

Durante bastantes días he estado reflexionando acerca de algunas cuestiones más o menos centrales de la literatura fantástica moderna, en especial en España, aunque buena parte de lo dicho es extrapolable a otros países. Entre estos temas he tratado de analizar con mayor o menor tino asuntos tales como las franquicias, el estado actual de ciencia ficción, las sagas, los best-sellers, la aparente falta de éxito en el público mainstream de lo que publican nuestros escritores, las editoriales, las cones, etc.

Sin renunciar a ir tocando puntualmente este tipo de asuntos, me centraré a partir de ahora más en temáticas estrictas de literatura fantástica y menos en cuestiones de opinión, procurando poner el énfasis en tres grandes temáticas:

- La narrativa breve de ciencia ficción

- Los autores españoles o hispanoamericanos

- Las relaciones de las temáticas tocadas por la literatura fantástica con otros ámbitos


Espero que esto me mantenga ocupado una larga temporada y sirva para insuflar un poco de aire nuevo a mi blog. También tengo intención de equilibrar un poco más los temas científicos con los de carácter literario.


Fantasía vs. Ciencia ficción

Sólo un breve apunte en referencia a la lista de superventas del 2005 en la tienda de Cyberdark.net: la fantasía gana por goleada.

De los 20 títulos más vendidos, los 11 primeros son fantasía claramente. En la posición 12, un clásico que ha trascendido al género: "El juego de Ender", que es el primer título de ciencia ficción. De los 10 restantes (descontando la camiseta, que obviamente no es un libro), tan sólo 2 más son ciencia ficción, mientras que el resto son títulos de fantasía.

La conclusión rápida es que la fantasía parece vender más que la ciencia ficción y con diferencia.

No creo que los clientes de Cyberdark sean esencialmente tan diferentes de los de otros lugares, así que consideraré a partir de ahora este dato en mis reflexiones sobre la materia.

06 enero 2006

El fenómeno Star Trek

¿Qué tiene de especial Star Trek que levanta esas pasiones, sobre todo en Estados Unidos? Desde luego, no es una serie más de ciencia ficción. Las convenciones trekkies hace mucho que dejaron atrás a las convenciones normales de ciencia ficción por lo masivas que suelen resultar y las pasiones que desatan. No es raro (aunque sí extravagante) que haya parejas que se casen disfrazados de oficiales de la Flota Estelar o de klingons en el parque temático de Star Trek. Palabras y expresiones como warp, klingon o beam me up, Scotty se han hecho conocidas entre el gran público y casi todo el mundo sabe quiénes son el capitán Kirk o Mr. Spock.

Star Trek forma parte de la cultura occidental del último tercio del siglo XX y de principios del XXI. ¿Por qué?

La verdad es que no resulta fácil explicar el éxito del fenómeno. Series de ciencia ficción las habido antes y después de Star Trek pero ésta no sólo triunfó, sino que se ha propagado en el tiempo y el espacio, a nuevas generaciones de fans y a todos los países del mundo.

En primer lugar, Star Trek aún siendo un fenómeno genuinamente americano que promociona los valores de la jerarquía, la autosuperación y la camaradería, contiene también otros valores poco frecuentes. Para empezar, aunque en la serie hay muchas batallas, los valores de los buenos (la Federación) se parecen mucho a los de unos Estados Unidos idealizados, pacifistas y pactistas, que aceptan la diversidad racial y que promueven valores como la solidaridad, la falta de codicia o la amistad.

En segundo lugar, transmiten un mensaje positivo y optimista del futuro. Se supone que tras una etapa problemática, los seres humanos se han unido para explorar pacíficamente la galaxia, la pobreza y la guerra han sido desterradas de la Tierra y nadie es juzgado por sus posesiones sino por sus logros personales. Una especie de utopía meritocrática.

Desde luego, no es un mal futuro para la Humanidad y para la Tierra. Esto hace que quienes ven la serie puedan desconectar un rato de la realidad, pero sin escapar de ella, pues los problemas que se exponen en la serie son muy cercanos a nosotros (problemas personales, conflictos raciales, personajes poco éticos, corrupciones políticas, mercaderes sin escrúpulos...) pero enfocados desde la óptica de la ciencia ficción y con una moraleja casi siempre positiva.

Uno de los grandes logros de la serie ha sido crear mediante cinco series (Star Trek (ST), Star Trek: The Next Generation (ST: TNG), Star Trek: Deep Space 9 (ST: DS9), Star Trek: Voyager (ST: VOY) y Star Trek: Enterprise) (ST: ENT) y diez películas un universo fascinante y extraño, poblado de las más sorprendentes criaturas y dotado de una coherencia interna admirable.

Para ello, se han inspirado mucho en la historia humana, exagerando atributos de diferentes civilizaciones o épocas. Así, los ferengis son una especie de ultracapitalistas despiadados, los romulanos son desconfiados e imperialistas, como los romanos, los klingon son guerreros obsesionados con el honor, bastante inspirados en el Imperio japonés y otros, los vulcanos seres fríos carentes de sentimientos guiados por una lógica implacable, que comparten bastantes rasgos con los budistas, los cardasianos, similares a los klingons pero mucho más sutiles y traicioneros, los bajoranos, un pueblo oprimido profundamente religioso recién liberados de la opresión cardasiana, a medio camino de los palestinos y de los tibetanos... La lista es realmente inacabable.

A veces se ha tachado la serie de excesivamente militarista. En parte es cierto que lo es. Pero el mensaje subyacente continúa siendo positivo a pesar de ello, porque siempre es un militarismo defensivo, nunca ofensivo. La federación no se dedica a ir conquistando planetas y culturas.

Uno de los principios más notables del universo trekkie es lo que constituye la famosa Primera Directriz bajo la que se funda la Federación: el sagrado principio de no ingerencia en otras culturas, especialmente en las más atrasadas. El concepto como tal es revolucionario y ojalá se siguiese hoy día: nos habríamos ahorrado muchos quebraderos de cabeza.

La Primera Directriz aunque parezca broma el afirmarlo, es claramente estadounidense. El fundador de la nación, George Washington era consciente de la debilidad de su país ante potencias extranjeras. Por eso, en su testamento político, recomendó a sus sucesores que no inmiscuyeran al país en conflictos internacionales, pues temía que el posicionamiento lo dañase gravemente. Esta política de neutralidad o de aislacionismo, se mantuvo hasta la I Guerra Mundial, en que los Estados Unidos se vieron obligados a regañadientes a intervenir militarmente en Europa, convirtiéndose por ello en una potencia económica y militar. También en la II Guerra Mundial, este país se mantuvo bastante al margen de la guerra hasta el ataque japonés sobre Pearl Harbour. Su entrada en la guerra lo catapultó al grado de superpotencia y, tras la guerra fría, de única hiperpotencia.

Actualmente, la política de no intervención ha sido abandonada claramente (baste ver la cantidad de conflictos armados en que ha intervenido o ha protagonizado Estados Unidos en las últimas décadas). Es normal que el creador de la serie, Gene Roddenberry, promotor de estos valores pusiese la Primera Directriz como piedra sillar del fenómeno.

Pero Star Trek es no sólo un gran negocio (que lo es y muy lucrativo además), sino una filosofía más o menos simple y positiva de ver la vida.

Hay varios motivos más por los que ha tenido tanto éxito. Uno de los más importantes es porque rinde culto a los héroes. Nuestra sociedad moderna está necesitada de héroes, ya que la realidad no suele proporcionárselos. Es difícil que un político, militar, científico o actor se conviertan en figuras demasiado destacadas, pues los medios de comunicación no tardan en resaltar sus peores rasgos y hundirlos en el lodo. A fin de cuentas, vende. Y el culto a los héroes pasados, casi siempre suele tener peligrosas connotaciones de nacionalismo exacerbado, con los problemas que ello implica. Además, los historiadores ya se encargan de poner a todo el mundo en su lugar.

Así pues, los héroes deben fabricarse de manera sintética y Star Trek ofrece un verdadero panteón de figuras diversas con las que cualquiera puede y quiere identificarse, con defectos, pero aceptables.

Otro motivo ha sido hasta tiempos recientes la vena transgresora de los personajes. En plena guerra fría, en época de confrontaciones raciales y con la II Guerra Mundial no tan y tan lejana todavía, la tripulación de la serie original (ST) incluía una mujer negra en un puesto de responsabilidad, un ruso y una persona de apariencia japonesa. Pero eso no es nada comparado a poner en ST: TNG a un ¡francés! y para colmo del Hollywood más fashion, calvo. En cambio, poner un negro al mando en ST: TNG o una mujer en ST: VOY tiene ya muy poco de transgresor (salvo tal vez en una parte de la sociedad americana), pues hoy día tanto las minorías raciales (allí donde son minoría, claro) como las mujeres, tienen mucho más camino recorrido que hace décadas y no supone ninguna revolución colocarlos en puestos de mando, no después de ver en puestos de responsabilidad a personas como Collin Powell, Condolezza Rice, Benazir Bhutto, Tansu Ciller, Golda Meir, Indira Gandhi o Margaret Thatcher. Hubiese sido mucho más transgresor poner al mando a un gay ateo o a un musulmán. Pero supongo que no se atreven a tanto...

También el valor de la cooperación por encima de la competición le ha reportado un gran atractivo a la serie. Una sociedad hipercompetitiva en la que sólo parecen tener cabida los ganadores individualistas, Star Trek nos vende la idea de que es mejor cooperar y ello lo hace a diferentes niveles: la esencia misma de la Federación, las tripulaciones de las naves, etc.

A pesar de los defectos, Star Trek sigue viva y coleando. Se habla de una próxima serie (que sería la sexta) y de una nueva película. El merchandasing mueve cantidades millonarias y los actores que intervienen en ella, se ven catapultados a la fama. Larga y próspera vida.