Acción mutante
Cuando estudiaba en la universidad, un
compañero nos explicó con pelos y señales la película Acción mutante, de
Álex de la Iglesia. La verdad es que el chico tenía una gracia impresionante
explicando películas, porque me reí mucho más con su narrativa que después
cuando la vi en el cine.
Recuerdo haber ido al cine con un amigo
bastante joven que en una de las escenas de tiroteos se quedó dormido. Supongo
que no la entendió. Yo me reí mucho, no porque sea tremendamente divertida,
sino por la mala baba que rezuma por todos los poros del film, más allá incluso
del humor negro.
La película narra las vicisitudes de un
grupo terrorista llamado como la película, que se dedica a martirizar a los
ricos y guapos habitantes de la España del futuro, que son tan sosos, anodinos,
vacuos y repelentes que no puedes sino ponerte del lado de los terroristas de
pacotilla.
Algunas escenas, como la conocida escena
de la boda, con la música de Aires de Fiesta de Karina de fondo
es de lo más divertido, surrealista y gore que he visto en el cine español de
ficción (con el permiso de Airbag).
Además, habría que añadir las escenas de
tiroteos indiscriminados de la policía o que la moneda de por aquel entonces sería
el Ecu (el predecesor del Euro: no iban desencaminados) y los muchísimos cameos
de actores y actrices conocidos.
Creo sinceramente que Acción mutante
es una de esas muchas películas que hoy sería imposible producir, debido a la
sociedad hipercorrecta y políticamente ñoña en la que vivimos, en que tenemos
que cuidar hasta la más mínima expresión para no ofender a nadie.
Por eso me gusta todavía más que
entonces el humor gamberro, desacomplejado, transgresor y macabro de esta
película que todo el mundo debería ver alguna vez en su vida. Eso sí, hay que
mirarla con los ojos de cuando fue filmada, porque si la contemplamos con una
mirada actual, quizá nos demos cuenta que nosotros somos esa sociedad futurista,
fatua y aburrida que querían destruir los terroristas de Acción mutante.
Canis lupus
Leía hace poco en prensa que los perros
han evolucionado junto a los hombres desde la última edad del hielo, hace cosa
de 11.000 años. Nuestra historia en común, es bastante extensa, por lo que se
ve y es posible que aún lo sea más. La ciencia lo dirá.
Ello me recuerda a un divertido meme
que corre por las redes sociales en el que se ven dos viñetas: en la primera,
un lobo que se pregunta qué malo le podría suceder si se acerca al campamento
de los humanos a mendigar unos restos de comida. En la segunda viñeta, con el
subtítulo de “10.000 años después” se ve un chihuahua de lo más ridículo.
Es cierto que los hombres hemos
manipulado el linaje de los perros y que estos tienen una variabilidad morfológica
de lo más sorprendente, cosa que los científicos han estudiado pero que aún no
se comprendre muy bien. De hecho es posible cruzar un perro salchicha o
un fox terrier con un mastín de los Pirineos y obtener un cruce
viable, pero a priori, es muy difícil saber qué va a salir de dicho
cruce hasta que este se produce.
En la ciencia ficción, los perros
mejorados artificialmente, especialmente en lo que a su inteligencia se
refiere, no abundan, pero están presentes. Quizá el caso más conocido sea Sirio
(Sirius, 1944), de Olaf Stapledon, uno de los clásicos de la ciencia
ficción.
También aparecen perros evolucionados,
herederos de nuestro mundo, en el fix-up de Clifford D. Simak, Ciudad
(City, 1952), en el que los humanos han desaparecido y han dejado la
Tierra para los perros y los robots y de hecho, son considerados poco menos que
como seres míticos.
Para finalizar, no podemos olvidarnos de
“Un muchacho y su perro” (“A Boy and His Dog”, 1969, Premio Nebula
1970), de Harlan Ellison, que es un ciclo de relatos que trata sobre un perro
telepático (Sangre) y un muchacho (Vic) que trabajan juntos en un mundo
postapocalíptico consecuencia de una guerra nuclear. Curiosamente, aquí el
perro es más inteligente que el amo, quien es bastante primario. Fue llevada al
cine por L. Q. Jones en 1975 con el título de Un muchacho y su perro.
El superhombre
Estoy viendo la última temporada de Star
Trek: Enterprise, que me quedé sin ver porque es la única temporada de
todas las franquicias de la serie que no salió a la venta traducida o
subtitulada al castellano. Ahora, por suerte, la he encontrado disponible en
una de las plataformas a las que estoy suscrito.
En ella se retoma el tema del superhombre,
de los intensificados, unos seres humanos concebidos genéticamente para
ser más fuertes, ser inmunes a las enfermedades, vivir más y ser más
inteligentes que los seres humanos normales.
En la Serie Original aparece el
mítico personaje de Khan, el líder terrestre que provocó las guerras
eugenésicas, en las que murió un montón de gente hasta que los humanos
“normales” consiguieron deshacerse de Khan y de sus secuaces
superhombres.
El tema se retoma en la segunda película
de Star Trek: La ira de Khan, en la que Ricardo Montalbán vuelve a
interpretar al mítico Khan y posteriormente, en el reboot Star
Trek: En la oscuridad, donde Khan es interpretado por Benedict
Cumberbatch.
La idea es siempre la misma: cuando
tratan de convivir los normales y los intensificados, estalla el conflicto.
Siempre por culpa de los “superiores” que ven a los humanos normales como poco
menos que escarabajos que no merecen su consideración y que en todo caso, les
pueden servir como esclavos. Nada más.
En Enterprise, uno de los
protagonistas intensificados cita al Superhombre de Nietzsche y el
capitán Archer le contesta irónicamente: “¿Usted cree que Nietzsche se
refería a ustedes?”.
El complejo de superioridad es peligroso,
pero también lo es el complejo de inferioridad. Frecuentemente, son dos caras
de la misma moneda. Mientras unos creen que los otros no les llegan a la altura
del tobillo, los otros temen una supuesta superioridad que los deje malparados.
De todas maneras, el planteamiento que
hace uno de los protagonistas, Arik Soong, también es interesante: “Si
usted pudiese utilizar la manipulación genética para acabar con el sufrimiento
que producen muchas enfermedades, ¿no lo haría?”. Por supuesto, se elude la
respuesta a tan interesante pregunta.
Desde la aparición del CRISPR,
vivimos en unos tiempos en que esta temática ha vuelto a la palestra. La
manipulación genética se convertirá muy pronto en caballo de batalla de muchas
esperanzas y también de muchos temores. La ciencia ficción lo único que ha
hecho ha sido adelantarnos el tema. La decisión es nuestra.