We are young
En la película “Contact” (1997),
de Robert Zemeckis, basada en la novela homónima de Carl Sagan, uno de los
protagonistas, hablando de la Humanidad, dice que esta es una especie joven,
capaz de las cosas más maravillosas y de las pesadillas más atroces (más o
menos).
Así, el siglo XX ha visto cosas tan
insignes como al ascenso de la Ciencia y la Tecnología y al mismo tiempo que su
uso para exterminar a millones de personas en la guerra y en las cámaras de
gas. El mismo siglo que nos dio a los Beatles, nos dio a Adolf Hitler. El mismo
que nos mostró a Gandhi, el mahatma, nos dio a Pol Pot o a Stalin. Hemos podido
disfrutar de los cuadros de Picasso y horrorizarnos con los delirios de la
“revolución cultural” de Mao Ze Dong.
Somos una raza joven y no tenemos las
cosas claras. La misma ciencia que nos brinda la energía nuclear, nos permite
construir armas termonucleares. La misma tecnología que nos permite medir con
suma precisión las partes por millón del anhídrido carbónico de nuestra
atmósfera, genera el cambio climático.
Si existiesen civilizaciones
extraterrestres y nos estuviesen observando, ¿qué pensarían de nosotros? ¿Que
somos demasiado jóvenes o algo mucho peor? Porque a los jóvenes se les perdona
su falta de experiencia y sus errores de principiantes, pero no sé si nosotros
merecemos ese perdón.
Ya no tanto por lo que nos hemos hecho a
nosotros mismos, que no deja de ser horrible, sino por lo que le hemos hecho a
nuestros compañeros de evolución, a animales, plantas y ecosistemas, al planeta
en general, a la vida e incluso a especies que muestran un cierto grado de
inteligencia, como delfines, ballenas o primates.
No sé si sobreviviremos a esta infancia
difícil que estamos viviendo. Tal vez, el principal problema es que somos
demasiado conscientes de que pertenecemos a una tribu (país, patria, lengua,
cultura, familia, amigos, empresa, religión, equipo deportivo), pero no somos
tan conscientes de que todos pertenecemos a una tribu superior que es la
Humanidad y que el destino de todos y cada uno de nosotros depende del de todos
y cada uno de nosotros.
No podemos esconder la cabeza bajo el ala
y echarle la culpa a los demás. Cada uno es responsable de sus acciones.
Somos jóvenes, pero no somos idiotas. O
al menos, eso me gustaría creer.
Están vivos y son muy feos
Hay una curiosa película de ciencia
ficción llamada “Están vivos” (They Live, 1988), dirigida por
John Carpenter (quien también dirigió “El pueblo de los malditos”,
basada en una novela de John Wyndham [“Los cuclillos de Midwich”] o la
terrorífica “Christine”).
El argumento de la película no por ser
simple deja de ser efectista: todas las personas que tienen acceso al poder
son, en realidad, extraterrestres camuflados (por cierto, bastante feos) cuya
intención es someter y esclavizar a la Humanidad. Por casualidad, el
protagonista encuentra unas extrañas gafas que le permiten ver realmente cómo
es la gente y aquí es cuando se lía parda.
La metáfora de que los políticos, o
mejor dicho, los gobernantes son extraterrestres siempre me pareció intrigante.
Están entre nosotros, son aparentemente de los nuestros, pero en el fondo no lo
son y tienen una agenda propia.
¿Estamos de acuerdo? Bueno… en parte sí
y en parte no. Es evidente que muchos de nuestros líderes solo procuran por su
interés y que no tienen manías en mentirnos y en utilizarnos. Esto es así tanto
en las dictaduras como en las democracias, con la ventaja para las segundas,
que cuando nos cansamos de sus estupideces, los podemos poner de patitas en la
calle.
Bueno, es un decir, porque para eso se
inventaron los sueldos vitalicios y las puertas giratorias, pero almenos dejan
de mangonear y de dar la patita a todo bicho viviente que se les pone delante.
Pero tampoco es justo pensar que los
políticos son bichos raros. A fin de cuentas y especialmente en las
democracias, no dejan de ser un reflejo del pueblo. ¿Que España tiene o ha
tenido gobernantes corruptos? Bueno, seguro que solo eran corruptos los
políticos, ¿no? El que no aseguraba a la señora de la limpieza de su casa, el
que no pagaba el IVA del trabajo del lampista o el que enchufaba a su cuñado en
la empresa a dedo no era corrupto, claro.
Los políticos, delirios y paranoias
aparte, que también los hay, no dejan de ser un reflejo de la sociedad a la que
gobiernan. Por eso me parece un poco injusta la metáfora de “políticos
extraterrestres”.
Tal vez sería más adecuado decir que el
poder corrompe. Y que el poder absoluto, corrompe absolutamente, como dijo lord
Acton. Eso tal vez sería más adecuado. He podido ver a gente honrada que cuando
ha asumido ciertas responsabilidades, ha perdido el mundo de vista. La política
práctica, por desgracia, suele sacar lo peor de cada uno de nosotros.
La cuestión no es si los políticos son
extraterrestres, sino si nosotros tenemos la gafas para verlos como son
realmente y no nos las queremos poner. Creo que los tiros van más bien por ahí.