31 diciembre 2005

Propósitos del Año Nuevo

Se acerca la noche del Valpurgis y toca orgía (se entiende comilona, no seáis malpensados), así que estaré un par de días sin actualizar el Blog porque los preparativos de la noche de fin de año y sus previsibles secuelas me lo impedirán.

Es la noche en que todo el mundo se hace algún buen propósito, que rara vez cumple. Apuesto que este año el más invocado en nuestro país será el de "dejo de fumar" por razones obvias.

Como yo no fumo, más bien me voy a proponer leer un montón de ciencia ficción española y espero cumplirlo. Los libros ya están preparados y la verdad es que toca. Así que como veis, hasta en esto meto a mi literatura favorita.

En fin, feliz año nuevo 2006 a todo el mundo y no os atragantéis con las uvas.

30 diciembre 2005

Correlaciones: Turismo de catástrofes (!)

¿Se acuerdan de los alemanes que aprovechaban los bombardeos sobre la ex-Yugoslavia durante su desintegración para ir en autobuses en viajes turísticos hasta las cercanías de los lugares atacados para hacer turismo? Pues bien, ahora en los Estados Unidos se han sacado de la manga otra original manera de hacer dinero con la desgracia ajena: han montado rutas turísticas por New Orleans para que la gente pueda ver con sus propios ojos los lugares devastados por la catástrofe.

Realmente da asco. Entiendo que le gente busque el dinero fácil. A quienes no entiendo es a los tontos que pican y les siguen el juego. ¿Es que no tienen conciencia? Hoy veía las imágenes por televisión y en un árbol había colgado un cartel bien visible que ponía: "Soy víctima de una catástrofe, no un objeto turístico". La verdad es que he sentido vergüenza ajena.

Me he acordado del relato "Época dorada" (Vintage season, 1946) de Henry Kuttner y Catherine L. Moore, publicado en La Edad de Oro. 1946-1947, en que un grupo de turistas del futuro visitan zonas donde van a suceder grandes catástrofes para disfrutar de los grandes eventos de la historia.

Kuttner y Moore retrataron ya en su época la voracidad de la sociedad de los medios de comunicación masivos, que se recrean en las desgracias y hasta celebran los aniversarios de las catástrofes como si de un show mediático se tratase (que de hecho es en lo que los han convertido). Aún tengo frescas en la retina las imágenes de la sombría "celebración" del primer aniversario del tsunami que afectó al sudeste asiático.

Otra modalidad, menos virulenta pero igual de sensacionalista son esas famosos fotos, muchas veces en blanco y negro, sobre personas pobres y desgraciadas del tercer mundo que ganan prestigiosos concursos fotográficos y que se exponen en lujosas salas pobladas por gentes bien y canapés y champagne a su alrededor. Si eso no es un contrasentido...

Hay que distinguir las fotos de denuncia social. Pero convertir la miseria y la desgracia en un arte... no sé, siempre he creído que tenía mucho de pornográfico. Ray Bradbury lo expone magistralmente en el relato "Sol y sombra" (Sun and Shadow, 1953), contenido en Las doradas manzanas del sol y que ganó el premio Franklin al mejor relato norteamericano de 1954.

Es curioso que se persiga tanto la pornografía en ciertos ámbitos (como internet) pero en cambio este tipo de pornografía a mi entender igual de indigna, pues busca obtener lucro y fama de la desgracia ajena, goce de tanta aceptación social y otorgue laureles a quienes no se los merecen.

Asimetrías

Una curiosa asimetría que se da en el mundo de la literatura fantástica es la relativa escasez de relatos de fantasía que existen, sobre todo en comparación con la abundacia de relatos de ciencia ficción o incluso de terror.

El relato de ciencia ficción es bastante natural en el género. Durante muchos años, lo que escaseaban eran las narraciones largas en formato novela, mientras que los relatos, promocionados por las revistas, estaban por doquier. Algunos, fueron recopilados en fix-ups, antologías y recopilaciones y, posteriormente, surgieron de manera más frecuente las novelas, hasta llegar al día de hoy en que son omnipresentes: cuanto más largas mejor y si puede ser, con largas series de secuelas.

En cuanto al terror, la historia clásica de miedo rara vez es demasiado larga. Muchos cuentos clásicos son cercanos al terror sobrenatural si no es que invaden claramente ese campo, incluso sucede así con algunos cuentos infantiles. Baste mirar simplemente en nuestra geografía para ver la enorme cantidad de cuentos relacionados con asustaniños (el tío Camuñas, el coco, el hombre del saco, el sacamantecas...).

En cambio, la fantasía moderna se da en buena medida en formato novela, generalmente extensa. ¿Por qué esta asimetría?

Una posible explicación sería que la fantasía requiere crear todo un nuevo mundo y eso conlleva un cierto trabajo explicativo que se traduce en páginas y páginas. Es más, algunos subgéneros fantásticos como la fantasía épica llevan implícitas grandes historias que no pueden ser narradas en formato breve.

Pero decir esto sería una verdad a medias. Muy conocidos son los relatos de Fafhrd y el ratonero gris de Fritz Leiber, claramente fantásticos. Y sin embargo, no tardaron en recopilarse en libros y posteriormente llegaron las novelas. Algo parecido ha sucedido recientemente con la saga de Gerald de Rivia de Andrzej Sapkowski.

¿Por qué esta tendencia a novelizar? Yo creo que por varios motivos. En primer lugar, cuando un escritor crea un mundo realmente original, le lleva un importante esfuerzo, por lo que es natural que quiera amortizarlo y la mejor manera suele ser desarrollar novelas en un marco común, antes que ir inventando marcos para cada relato.

Por otro lado, los fans también tienen su relevancia. Cuando un mundo fantástico triunfa, los seguidores quieren más y no se van a conformar con breves relatos: quieren largas narraciones de su mundo favorito.

¿Por qué no sucede esto en la ciencia ficción? La verdad es que también pasa. La serie de las Fundaciones es un buen ejemplo, aunque no es el caso típico. De hecho, cuantos más libros suele tener una saga de ciencia ficción, más abundan los elementos fantásticos, ya que más difícil resulta mantener la coherencia científico-racional del mundo creado sin llegar a callejones sin salida. Así, Dune se vuelve cada vez más esotérico y los últimos libros están mucho más cerca de la fantasía que de la ciencia ficción.

A menos que el mundo ficticio sea de una extraordinaria riqueza inicialmente, es muy difícil que el autor de ciencia ficción pueda extenderlo mediante series de novelas. La excepción es la space opera, que ya no cumple el requisito básico: rara vez es creado sobre una premisa simple que se ha ido ampliando. Generalmente se concibe una enorme diversidad inicial que se va desarrollando a lo largo de las tramas de las diferentes novelas. Tal es el caso de la Serie de Chanur de C. J. Cherryh o la Serie de los Sofontes (Marea estelar, La rebelión de los pupilos, etc) de David Brin.

Otra posible explicación de la asimetría habría que buscarla en la historia: la fantasía moderna arranca sobre todo a raíz del enorme éxito de El Señor de los Anillos, que no era un relato o conjunto de relatos, sino una serie de novelas. Así pues, ya desde el inicio de la fantasía contemporánea está en formato novela.

Por supuesto, hablo de tendencias generales y hay excepciones más que significativas allí donde las fronteras de los diferentes géneros fantásticos se desdibujan, pero creo que ésta puede ser una aproximación al porqué de la poca abundacia de narrativa breve en fantasía.

29 diciembre 2005

El resurgir de la Atlántida / Thomas Greanias

No me suele gustar hablar mal de un libro y realmente me cuesta bastante. Pero cuando algo me gusta tan poco como El resurgir de la Atlántida me veo obligado a ello.

Para empezar, no seré yo quien le ponga la etiqueta de best-seller que en ciertos ámbitos tiene una connotación peyorativa, pero éste es el típico libro que aumenta su mala reputación.

Me cuesta entender cómo una obra así puede haber llegado a ser un superventas en Estados Unidos. No es que considere excepcionales las aptitudes intelectuales del norteamericano medio, pero el éxito de esta obra obliga a plantearse cosas.

El libro parte de una muy buena idea: el descubrimiento de la localización de la legendaria Atlántida y las consecuencias que podría tener. A partir de ahí, todo se tuerce. A pesar de que la trama es más o menos interesante hasta la mitad de la novela, todo hace aguas: los personajes no es que sean planos, es que son lineales, arquetípicos y completamente previsibles (que es lo peor, porque aburren). Los argumentos son disparatados y no se sostienen por ningún lado. Más que una suspensión de la credulidad nos obliga a desconectar el cerebro para poder creerse ni que sea mínimamente los sucesos.

Y lo peor, el final: un churro descomunal, en que se mezclan teorías raras sobre la deriva continental, expectativas defraudadas, ideas peregrinas y absurdas conexiones entre el judaísmo y el cristianismo con pirámides, alienígenas y ciclos de extinción. No me atrevo a decir más sin revelar aspectos centrales de la trama, pero sinceramente, tampoco se perdería gran cosa.

Ante todo, lo peor que me ha sabido es que no cumple con la principal función que creo que tienen estos libros: entretener. Supongo que habrá gente que disfrutará mucho con ensaladas de tiros y con musulmanes malvados, pero eso está tan manido... Además, a lo largo de las páginas se van aportando pistas (como las del lenguaje aymará que recuerdan mucho a El origen perdido de Matilde Asensi) que parecen ser sólo de relleno y que no aportan absolutamente nada a la trama.

Las subtramas están mal ligadas, los personajes, a pesar de simples, no actúan con la más mínima coherencia interna y el maniqueísmo del tipo hombre-blanco-bueno, moro-musulmán-malo asquea bastante.

Otro de los elementos que no acaban de cuadrar demasiado bien es la velocidad frenética a que transcurren los acontecimientos (en apenas un par de días). Se han puesto de moda este tipo de desarrollos, baste ver las novelas de Dan Brown o Presa de Michael Crichton.

Supongo que las cosas relacionadas con la Atlántida venden. Por ejemplo, de la serie de televisión Star Gate: SG1 hace un cierto tiempo que apareció una secuela: Star Gate: Atlantis sobre una puerta estelar encontrada en unas excavaciones arqueológicas que revelan el paradero de la Atlántida. Este tema lleva a reflexionar: muchos americanos (y europeos) están convencidos de que la Atlántida existió realmente y no es sólo un mito.

En fin, que supongo que el libro cubre algún nicho de mercado. En todo caso, si alguien se lo quiere leer no seré yo quien lo critique por ello, pero como mínimo que sepa qué se va a encontrar.

28 diciembre 2005

Bombazo sobre Asimov

Me hago eco desde aquí de un insistente rumor que circula por el fandom desde hace unos días. Al parecer, entre la correspondencia inédita de Asimov ha sido descubierta una carta en la que el autor le reconoce a Robert Silverberg en un raro ataque de vanidad que él era el negro de muchos de los libros de otro conocido autor de ciencia ficción: Philip K. Dick.

Al parecer, PKD en un mal momento por el que atravesaba tras consumir una gran cantidad de farlopa adulterada, pidió auxilio a Isaac Asimov para continuar con su delirante producción.

Asimov vio la oportunidad como un reto para reírse de todos aquellos que le acusaban de producir literatura insulsa y anodina así que ni corto ni perezoso produjo algunas de las obras más alucinógenas firmadas como PKD.

Parece ser que Asimov cada año tomaba un avión a las Seychelles (de fobia a los aviones, nada de nada, era una excusa para evitar las continuas demandas de vacaciones de su primera mujer) en donde produjo algunas de estas polémica obras.

Se dice (aunque esto no está confirmado) que también escribió alguna de las escenas más picantes de "Los amantes" de Philip J. Farmer, ya que no se atrevía a tocar estas temáticas dada la fama de ñoño que tenía bajo la marca "Asimov".

La viuda de Asimov no ha confirmado ni desmentido estos rumores, pero ha anunciado que próximamente publicará un libro en que desvelará toda la verdad sobre el asunto, que será publicado por la conocida editorial estadounidense "Doublebubble".

Clones sobre patines

Supongo que a raíz de la clonación de la oveja Dolly, los temas de genética se han puesto nuevamente de moda, cosa que también puede detectarse en la ciencia ficción. Hace pocos días saltó a los titulares que uno de los pioneros coreanos en clonación ha tenido que dimitir al haber admitido un fraude en alguno de sus experimentos.

Muchos son los relatos recientes que abordan esta compleja temática. Generalmente, siempre suele haber algún tema ético implicado, ya sea sobre la conveniencia de la clonación humana, ya sea sobre algunas espinosas cuestiones como mejorar los genes de nuestra descendencia.

La temática de la ética biomédica no es nueva en la ciencia ficción ni de lejos. Un conocido relato de Robert Silverberg: "Trasplante obligatorio" (Caught in the Organ Draft) del año 1972 ya abordaba estas cuestiones desde un punto de vista estremecedor.

Mucho se ha debatido, tanto en la realidad como en la ficción, sobre los problemas que conllevaría a las sociedades y a la raza humana en sí misma la de poder realizar niños a la carta o clones de nosotros mismos. Este último caso podría ser un intento de perpetuación o una especie de manera imperfecta de lograr la inmortalidad (Cyteen de C. J. Cherryh, Regreso a Titán de Arthur C. Clarke).

No obstante, uno de los relatos sobre clonación que más me han impactado posiblemente sea "El hielo" (The Ice, 2003) de Steven Popkes. En él se narra la historia de una joven promesa del hockey sobre hielo que descubre con estupor que en realidad es el clon del jugador de hockey más famoso de todos los tiempos y de las consecuencias sociales, pero sobre todo personales que se desencadenan. También se especula acerca de algunos terribles efectos secundarios de la clonación con una clara intención moralizante.

Supongo que uno de los motivos por los que me gustó el relato es porque ambos temas (genética y hockey sobre hielo) me interesan. Pero también me atrajo el tratamiento, que es más bien indirecto y no acaba siendo el típico discurso panegírico o demonizador (según los gustos del autor) tan frecuentes en este tipo de casos. El relato más bien se centra sobre las tremendas consecuencias personales que tiene sobre la personalidad del joven jugador el enterarse de que es un clon, así como la inmensa presión social a través de los medios de comunicación que recae de golpe sobre él por un motivo completamente indeseado y sobre el que nada puede hacer.

La pérdida de la individualidad es otra de las problemáticas que puede conllevar la existencia de personas idénticas y que no sean gemelos, como trata muy bien José Saramago en El hombre duplicado.

Aun así, transmite un mensaje de esperanza, aunque con cautelas. Un toque de atención a las consecuencias inesperadas (y esperadas) que podría tener la clonación de seres humanos en nuestra sociedad, tanto desde un punto de vista médico, como ético. El autor, no obstante, no parece estar en contra del uso de las biotecnologías. A fin de cuentas, una de dichas técnicas es propuesta para aliviar una dolencia del padre del protagonista.

También es un alegato en contra del determinismo biológico, pues ciertos sucesos derivados de la enorme presión que recibe de los demás acaba llevando al protagonista muy lejos de las pistas de hielo, indicando así que somos algo más que nuestros genes.

Un relato interesante, completo, bien escrito y con importantes dosis de especulación ligeramente camufladas bajo la trama. De lo más recomendable.

27 diciembre 2005

Memento por la Asimov (Nº 16-17)

#16, Enero-Febrero, 2005

NOVELAS CORTAS
Néctar, Brian Stableford
El hielo, Steven Popkes
El motor del deseo, William Barton

CUENTOS
Cromofobia, José Carlos Canalda
Pulp cover, Gene Wolfe
Horizonte reflejo, Laura Núñez
Ángel de agua, Bruce McAllister
Sólo la fuerza, Paul Melko
La estrella llamada Ajenjo,E.Counihan

"Néctar" de Brian Stableford es una larga narración de un mundo futuro en que los jóvenes son un bien muy escaso y el arte ha adquirido extrañas formas expresivas. En cierta manera, si el relato no estuviese escrito en clave de ciencia ficción, parecería un cuento sobre una chica que quiere hacerse un piercing y sus padres no le dejan que entra en contacto con un producto de consumo defectuoso y con un diseñador muy auténtico. La verdad es que es mucho más que eso y es difícil de sintetizar todo lo que contiene este fascinante relato.

"El hielo" de Steven Popkes es un magnífico relato que tengo intención de comentar más extensamente en una entrada especial en este blog.

Tanto "El motor del deseo" de William Barton como "La estrella llamada Ajenjo" de E. Counihan son dos relatos de ciencia ficción que tratan de evocar el sentido de la maravilla. El primero podría catalogarse dentro del clásico space opera, mientras que el segundo es mucho más exótico. Ambos se desarrollan en ambientes bastante remotos y ambos son emotivos.

"Cromofobia" es un relato de José Carlos Canalda bastante ameno y con toques de humor.

"Pulp cover" de Gene Wolfe linda con el cuento de terror, aunque sin ser tan explícito. Es bastante entretenido y ameno de leer, cosa no muy habitual en este autor y tiene final sorpresa.

"Horizonte reflejo" de Laura Núñez es una narración intimista sobre una sociedad futura en la que una minoría de émpatas deben convivir con una mayoría "normal" que los mira hasta cierto punto de reojo. Particularmente, es de las historias que más me han gustado de este número, junto con "El hielo". Si bien no es extraordinariamente original, nos da un nuevo enfoque de la cuestión.

"Ángel de agua" de Bruce McAllister es un cuento sutil, cercano a la fantasía que trata de evocar un cierto sentido del asombro.

"Sólo la fuerza" de Paul Melko es un relato sorprendente e innovador que da una nueva vuelta de tuerca al tema clásico de los gestalts formados por varios individuos unidos por un fuerte vínculo y de lo que sucede cuando uno de ellos se ve sólo por primera vez. Original, un soplo de aire fresco, aunque con un final algo confuso, que le resta redondez.

#17, Marzo-Abril, 2005

NOVELAS CORTAS
Oxígeno ascendente, R.G. y Robertson
Las piezas del puzzle,M. Fernández
Bienvenido al Olimpo, Mr. Hearst, Kage Baker

CUENTOS
La quinta ley, Elia Barceló
El canto de las sirenas, Larry Niven
El bosque por los árboles, K. K. Rusch
El lago de los diez lobos, W. Sanders

"Oxígeno ascendente" de R.G. y Robertson es otro relato ambientado en el mismo universo que "El largo viaje a casa", publicado en el número 10 de la Asimov, en clave de space opera sobre unos humanos atrincherados en un planeta asignado a otra especie derivada pero diferente de la humana y de los esfuerzos de un negociador para que abandonen el planeta, evitando así una masacre. El relato es ameno, diverso y con algunos toques de humor (véase la secta de los seguidores de Elvis Presley).

"Las piezas del puzzle" de M. Fernández es un divertido, corrosivo y cáustico relato de ciencia ficción centrada en el mundo actual con conspiraciones gubernamentales, sociedades secretas y armas diabólicas. Me gustaría saber si un relato así habría sido publicado en los Estados Unidos...

"Bienvenido al Olimpo, Mr. Hearst" es una narración de Kage Baker ambientada en el universo de "Doctor Zeus" y su saga de libros sobre los inmortales que viajan por el tiempo para saquear el pasado, centrada ésta en el conocido magnate americano que inspiró la película Ciudadano Kane. No puedo ser muy objetivo con este relato, porque reconozco que lo que he leído de esta serie me ha gustado bastante, aunque hay opiniones para todos los gustos.

"La quinta ley" de Elia Barceló es un emotivo relato sobre un futuro no demasiado distante en que una persona mayor susbsiste en medio de una sociedad deshumanizada y con la que ya no tiene nada en común. Le asiste un curioso robot, reliquia del pasado al que pertenece el protagonista y con quien mantiene un vínculo especial. Bello y sutil merece una atenta lectura.

"El canto de las sirenas" de Larry Niven es una revisitación del clásico canto de las sirenas y de los efectos que ejercen sobre los humanos. Reconozco que no me ha gustado demasiado, a pesar de que los relatos de Niven suelen parecerme muy atractivos generalmente.

"El bosque por los árboles" de K. K. Rusch es un relato claramente fantástico, bien narrado y desarrollado que parece que va de una cosa pero que va de otra. Podríamos catalogarlo dentro de las temáticas new age, con algunos toques ligeramente esotéricos y ecologistas. Muy interesante y con algunas imágenes realmente perdurables.

"El lago de los diez lobos" de W. Sanders es un magnífico relato sobre el trato dispensado a las minorías, combinado con intriga, fantasía y elementos de ciencia ficción. Es un mestizaje asombroso con muy buenos resultados de lo más sugerente. Muy recomendable.

En mi opinión, éste es uno de los mejores números de la Asimov hasta el momento.

26 diciembre 2005

Visto y no visto

Vivimos tiempos interesantes de cambio lo que, según la sabiduría china, es una maldición. Ello se debe al continuo cambio tecnológico a que nos vemos sometidos y, muy especialmente, al cambio de formatos de información, como la inminente TDT (Televisión Digital Terrestre).

Uno de los temas de actualidad son los futuros formatos de los discos DVD para la televisión de alta definición y la guerra comercial en ciernes sobre los dos formatos más bien posicionados. Sorpresas chinas a parte, me temo que nos encaminamos a otra confrontación en la que saldremos perjudicados todos los consumidores. Me explico:

Hace muchos años ya se produjo una situación similar entre los sistemas de vídeo 2000, Beta y VHS, en que acabó imponiéndose este último. Por suerte, la mayor parte de los usuarios no tenían muchas películas en los formatos perdedores, con lo que las molestias, si bien existieron, no fueron catastróficas.

Con la aparición del Compact Disc, todos aquellos poseedores de discos de vinilo, debieron desterrar sus preciadas posesiones al olvido y pasarse al CD. Otro tanto con las cintas de cassette.

Ahora, lo mismo nos está sucediendo a los que tenemos cintas de vídeo VHS: tenemos que plantearnos el pasarlas a DVD, con el coste económico y en horas que ello representa.

Para ayudarnos en la labor, las productoras cinematográficas han decidido sacarse de la manga algo fantástico que son las ediciones especiales de las películas. Así, no sólo nos ofrecen el producto que ya teníamos en VHS en el formato DVD, sino que le añaden unas cuantas escenas más y unas pocas entrevistas y reportajes y nos lo venden el doble de caro. No es mal negocio, desde luego.

Lo que ya empieza a mosquearme es si esta estrategia parará algún día. ¿Serán totalmente compatibles los nuevos formatos DVD de alta definición con los antiguos o nos obligarán dentro de unos cuantos años a volver a comprarlo todo por tercera vez?

Supongo que la vaca hay que exprimirla pero sin llegar a secarla. Por si las moscas, a mí que no me vengan en el futuro con los libros digitales de papel electrónico. Menda seguirá conservando como oro en paño sus ejemplares sobre papel, que no necesitan de ninguna tecnología especial para leerlos y que están a salvo de los periódicos cambios de formato a que la industria cultural nos somete tan a menudo...

23 diciembre 2005

Feliz Navidad

He estado barajando durante un cierto tiempo escribir algo que relacionase la literatura fantástica con las Navidades. Si bien hay bastantes relatos sobre esta temática, en especial de la incombustible Connie Willis, tampoco hace falta ser tan geek. Haremos una excepción y hablaremos sólo de las Navidades.

En Cyberdark se publicó el año pasado un magnífico artículo sobre las Navidades. En él se reflexionaba sobre estas fechas tan entrañables y a la vez tan comercializadas.

No obstante, casi siempre ha sido así. Pensar que el siglo XX ha prostituido la fiesta de la Navidad es un poco ingenuo. Las festividades romanas que se celebraban por estas fechas y que en parte sirvieron de inspiración a muchas de las tradiciones asimiladas por el cristianismo, ya contenían muchos elementos comerciales directa o indirectamente: sorteos, regalos del tipo cestas de navidad, comilonas, etc. La celebraciones de fin de año no son sino el Valpurgis trasladado a esta fecha y la íntima cena de Navidad puede estar inspirada en las comidas de hadas de origen céltico.

La verdad es que esto de las Navidades, aunque suene a contrasentido, es muy anterior al cristianismo. Las antiguas tradiciones solsticiales se superpusieron a las celebraciones romanas, mitraicas y célticas conformando un totum revolutum que son el origen del actual ciclo festivo.

Hay un par de libros que me gustaría destacar y que hablan sobre estos temas. Uno es el interesante Fiestas, ritos y mitos de la Edad Media de Philippe Walter (Paidós) que nos revela sobre todo las influencias célticas en las fiestas de nuestro calendario. El otro, es el magnífico Mitos y ritos de la Navidad (Origen y significado de las celebraciones navideñas) de Pepe Rodríguez (Ediciones B), en el que se analiza profusa y detalladamente toda la simbología navideña.

El ciclo navideño se inicia por santa Lucía el 13 de diciembre, momento en que debe instalarse el pesebre y la decoración navideña y concluye el 2 de febrero por la Candelera, que es cuando debería retirarse, aunque la mayor parte de la gente elimina los adornos el día después de reyes, en parte influidos por la dinámica comercial que quiere que enero sea un mes diáfano y dedicado a las imparables rebajas de enero.

Las Navidades son las fiestas más celebradas e ilusionantes, al menos en occidente, aunque ya sea por contaminación cultural, ya sea por eso del negocio, se han convertido en un icono transcultural y se suelen celebrar más o menos en todo el mundo.

Hay un largo camino entre las celebraciones por el sol invicto del solsticio de invierno, momento en que la duración del día dejaba de declinar e iniciaba la remontada hacia el verano, hasta las festividades comercializadas y plagadas de lucecitas, papás noeles, villancicos digitales y regalos con lacito de hoy. Seguro que aún no se ha escrito la última palabra sobre las Navidades y que el futuro nos depara sorpresas.

Y lo dejamos aquí. ¡Felices Navidades a todo el mundo!

22 diciembre 2005

Ganando dinero con la ciencia ficción

A veces no me sorprende que escritores de ciencia ficción como L. Ronald Hubbard se montaran el chollo de la cienciología: era mucho más rentable que escribir ciencia ficción. Este tipo de ideas me asaltan cada vez que -por casualidad- descubro en la televisión programas como Cuarto milenio, por no hablar de cosas mucho peores.

¿Para qué hablar de historia o ciencia cuando se puede meter todo en el mismo saco, añadirle una buena dosis de fantasía (o de morro) y obtener misterios milenarios y fenómenos inexplicables que maravillan por doquier?

Eso por no hablar de todo tipo de sectas que pululan por estos mundos de Dios, como los raelianos, cuyas creencias son más propias de una colección de género que no del mundo de las religiones.

¿Por qué nuestros escritores de ciencia ficción siguen empeñados en escribir sobre mundos de fantasía o sobre universos poblados de maravillas tecnológicas o de relatarnos historias en clave cyberpunk?

Nada, nada, a dejarse de tonterías del espacio y a ponerse todos a trabajar para hacerse ricos. ¿Que tu universo está poblado por seres oscuros y lugares mágicos? ¡Pues di que son ciertos, que tuviste una aparición o que un señor de negro te introdujo en los misterios aptos sólo para revelados y escribe un libro! Si no te convence, siempre puedes decir que fueron los extraterrestres que te iluminaron o que tienes una línea directa telepática con ellos y que por un módico precio ellos también podrán conseguirlo. Seguro que entonces sales por televisión en todo tipo de entrevistas y los columnistas opinan sobre ti, hinchándote a vender ejemplares como rosquillas. A lo mejor, hasta te invitan a uno de esos programas de moda en que un montón de gente mediocre se encierran juntos en una casa y les tiran cacahuetes como a los monos del zoo.

Si es que falta imaginación... Con la demanda que hay de literatura esotérica y aún tenemos escritores que prefieren escribir literatura fantástica. ¿Para qué, si eso vende poquito en el país del realismo? Sí, sí, el mismo país que se traga toda las tonterías que emiten los domingos por la noche con una musiquita misteriosa como verdades reveladas porque les son explicadas como si fuesen tontitos y suenan a misterioso. Sí, éste es el país del realismo, el que deplora la ciencia ficción y la fantasía porque son tonterías, pero que después cree en el mal de ojo, en el vidente de turno o en las luces misteriosas de la Santa compaña. Sinceramente, creo que hay algo de este país que no acabo de comprender...

21 diciembre 2005

Tampoco en el cine

Uno de los elementos que me hacen pensar que en este país no se valora en absoluto la ciencia ficción es el trato que dan las televisiones a este género. Porque todos sabemos que en España se lee poco y que tradicionalmente los críticos literarios consideran que el género es poco menos que basura. Pero ¿y ese gran fenómeno de masas que es la televisión? ¿Pasa lo mismo?

Curiosamente, si nos preguntásemos lo mismo en el cine, tendríamos que responder que no. Desde hace bastantes años, las películas de fantasía y, sobre todo, las de ciencia ficción, están muy de moda y los estudios cinematográficos se gastan verdaderas fortunas en la producción de algunos films repletos de efectos especiales y de decorados sofisticadísimos.

Desde luego, el cine español es harina de otro costal. Aquí no se invierte en cine de género mas que en rarísimas excepciones. Pero las televisiones no se quedan a la zaga. Las producciones propias brillan por su ausencia y se tiene que recurrir habitualmente a las importaciones anglosajonas (Estados Unidos, Gran Bretaña, etc.) para disponer de este tipo de material.

Aun así, casi siempre estas series suelen emitirse en horarios más bien excéntricos y alejados de las franjas de prime time. Por ejemplo, ahora TV3 está emitiendo la serie Star Trek: Voyager el domingo de madrugada y los capítulos de dos en dos. Parece como si tuviesen que cubrir algún tipo de cupo pero quisiesen sacarse la serie de encima lo más rápidamente posible.

Estas series, ¿se emiten en horarios extraños porque no funcionan o no funcionan porque se emiten en horarios extraños? Creo que más lo primero que lo segundo, aunque de todo debe haber.

Supongo que el público no suele catalogar muchas producciones cinematográficas como de ciencia ficción, sino más bien como de aventuras, pues si así lo hiciesen, posiblemente se quedarían en sus casas en vez de ir al cine. El estigma ciencia ficción es muy poderoso en nuestro país.

La pregunta que me hago es: si queremos que el cine español triúnfe, ¿no sería lógico abordar esta temática? Funciona en casi todo el mundo, ¿por qué no iba a funcionar aquí también? Aunque sea triste reconocerlo, bastaría con no venderlo con la etiqueta de ciencia ficción.

No obstante, me temo que nos pasaría como lo que sucedió durante décadas con los escritores del fantástico español: que debían firmar con un seudónimo extranjero, porque en la mentalidad del público, no podía ser que en España se produjesen productos de calidad.

Por suerte, eso ha empezado a cambiar en tiempos recientes en el campo literario, aunque en el cinematográfico hay mucho terreno que recorrer todavía.

20 diciembre 2005

Vermilion Sands / J. G. Ballard

Vermilion Sands
J. G. Ballard
Vermilion Sands
Minotauro

Relatos que lo componen:

- Prima Belladona (Prima Belladona), 1956
- Venus sonríe (Mobile or Venus Smile), 1957
- Estudio 5, las estrellas (Studio5, the Stars), 1961
- Los mil sueños de Stellavista (The Thousand Dreams of Stellavista), 1962
- Las estatuas cantantes (The Singing Statues), 1962
- El juego de los biombos (The Screen Game), 1963
- Los escultores de nubes de Coral D (The Cloud-Sculptors of Coral B), 1967
- Grito de esperanza, grito de furia (Cry Hope, Cry Fury), 1967
- Dile adiós al viento (Say Goodbye to the Wind: Fantastic), 1970

Vermilion Sands es un libro sugerente, bello y ligeramente surrealista. Por supuesto, habrá quien lo catalogue como más de fantasía que no como ciencia ficción, aunque creo que es cuestión de criterios.

Como casi todas las obras de Ballard, en ella se cultivan las sensaciones, más que las ideas o las emociones en sí mismas, pintando maravillosos frescos de personajes y de paisajes con palabras.

Se trata de una colección de relatos escritos a lo largo de más de diez años, todos ellos centrados en el mundo hipotético y onírico de Vermilion Sands, una especie de playa infinita en un mundo futuro similar al nuestro, aunque ligeramente diferente, con todo tipo de criaturas y de tecnologías cercanas a las que disfrutamos, pero con sutiles diferenciaciones.

Así, pueblan las páginas de este libro insectos violentos que obeden a su propietario, ojos enjoyados, esculturas sónicas que crecen como plantas y a las que es posible dar forma, criaturas fantásticas como las rayas de arena, yates que navegan por entre las dunas de arena sobre ruedas, casas vivas que se adaptan a las emociones de sus moradores, escultores de nubes en avionetas o ropas vivas que se adaptan a sus portadores según su correspondiente estado de ánimo.

Estos elementos diferenciales se presentan como algo natural y mágico al mismo tiempo, pero el lector no tiene la sensación de que le están impartiendo un curso acelerado de gadgets.

Los relatos pueden leerse independientemente, aunque todos ellos están sutilmente interrelacionados por el fondo, del que se van dando pistas a modo de pinceladas a lo largo de las narraciones.

Vermilion Sands es un libro fascinante sobre los sentimientos humanos. La mayor parte de sus personajes son parejas, algunas más o menos estables, otras formadas transitoriamente sobre un evento, con peculiares relaciones de amor-odio o de dependencia. En estas parejas, la mujer casi siempre suele ser el elemento inestable o como mínimo, más complejo, aunque no siempre.

El libro es sorprendente porque nos muestra un rincón del mundo que bien pudiera ser cualquier playa de las que conocemos, con sus turistas de alto standing, relajados y ociosos en un verano inacabable, pero en el que irrumpen elementos fantásticos del todo increíbles, pero que resultan muy normales en su contexto. Esta dicotomía entre lo familiar y lo onírico es una de las cosas que más acentúan el carácter extraño de las narraciones.

Un Ballard relativamente joven nos muestra aquí que por aquel entonces (entre mediados de los cincuenta y sesenta) entre sus protagonistas ya figuraban las parejas con relaciones complicadas o los ricos ociosos y caprichosos que viven en una realidad completamente ajena a la nuestra.

Es, pues, un libro interesante de leer y padalear, sin prisas, para dejar que los elementos irreales nos envuelvan con su canto.

19 diciembre 2005

Robert Sheckley

Ha muerto Robert Sheckley. Por desgracia este destacado autor de ciencia ficción no era de los más conocidos en nuestro país. Su especialidad eran los relatos mucho más que las novelas y a pesar de un cierto renacimiento de este formato literario, España no es de los sitios que más narrativa breve consume.

Sheckley se hizo famoso allá por los años cincuenta con multitud de piezas cortas que en muchos casos parecían fábulas sobre aspectos diversos pero que casi siempre contenían cargas de profundidad respecto de temáticas como la violencia, el orden social, la imaginación, el consumismo, las relaciones interculturales, etc.

Así han quedado en la memoria colectiva relatos como "Ciudadano de la galaxia", "La séptima víctima", "Problemas con los nativos", "El pájaro vigía", "El costo de la vida" o "Los monstruos".

Por desgracia, su producción a partir de los cincuenta fue irregular y según algunos críticos, de menor calidad. Se dedicó a la novela (que no era lo suyo) y su fama fue declinando.

Yo prefiero recordarlo como el autor de relatos breves magistrales, sencillos aunque no simples, ligeros aunque no intrascendentes, como una manera interesante de hacer ciencia ficción que se ha perdido entre los megatochos interminables o los excesos pretenciosos de muchos otros autores.

Espero que en breve algún editor nos ofrezca una antología de sus mejores relatos o, en el mejor de los casos, la obra completa de narrativa breve, dado que hace mucho tiempo que sus libros son inencontrables al estar descatalogados. Creo que es el mejor homenaje que se le podría rendir.

Los libros-golosina

Para mí, existen un cierto tipo de libros a los que denomino libros-golosina que se caracterizan por tener los siguientes atributos:

- Se leen rápido (a veces en una noche)

- La trama es muy adictiva y no puedes dejarla hasta acabarte el libro

- Tienen una cierta extensión, a caballo entre el tocho y la novela corta

- Si su autor escribe más cosas, posiblemente serán del mismo estilo

- Es lo que comúnmente se llaman best-sellers, aunque hay excepciones

- Rara vez incitan a una relectura, ya que buena parte de su encanto se basa en la sorpresa y la originalidad, que quedan agotadas tras la lectura

- Suelen estar escritos en un leguaje sencillo, con bastante diálogo

- Los personajes son fáciles de identificar o con nosotros mismos o con alguno de nuestros héroes particulares

En efecto, son libros muy característicos, difíciles de confundir. Suelen tener bastante mala fama y hay autores verdaderamente especializados en su manufactura. Algunos, incluso, los producen como churros y en muchas ocasiones, así salen.

No obstante son un fenómeno que dura ya más de dos décadas y cada vez son más comunes en el campo que linda la fantasía con la ciencia ficción, con pinceladas más o menos creíbles de novela histórica o de esoterismo.

Su éxito radica precisamente en que son fáciles de leer, suelen ser divulgativos (y por tanto asequibles a casi todo el mundo), tienen una trama ágil (a veces demasiado) y suelen lanzar a sus autores a la fama, con lo que gozan de mucha publicidad gratuita en los medios de comunicación: desde el boca a boca, hasta la televisión, la prensa o internet.

En el campo de la literatura fantástica, estamos hablando de libros como El ocho, Parque jurásico, El último Catón o El código da Vinci y de autores como Katherine Neville, Michael Crichton, Matilde Asensi o Dan Brown. Algunos, como los dos últimos, son el fenómeno del momento; otros, como los anteriores, son caballos ganadores, más consolidados.

No se diferencian excesivamente de otros autores de best-sellers tipo thriller como Tom Clancy o Frederik Forsythe, ni de escritores que cultivan más bien el género del terror como Robin Cook o Stephen King. Algunos, como éste último, incluso gozan de un cierto reconocimiento en el mundo literario como algo más que simples bestselleros.

¿Son estos autores y sus libros una plaga moderna o, simplemente, un signo de los tiempos? ¿Están condenando al ostracismo a la "buena literatura" o simplemente ocupan un nicho de mercado?

Es difícil responder a estas polémicas cuestiones. Es evidente que hay gente que no lee sino best-sellers. Por lo tanto, aunque éstos no existiesen, no se abalanzarían sobre otro tipo de libros "más literarios" para devorarlos con fruición. Pero también es verdad que los best-sellers generan una política editorial que dificulta muchísimo el surgimiento de autores fuera de esa categoría. Además, las librerías tienden a dedicarles mucho espacio, simplemente porque venden, arrinconando al resto a estanterías polvorientas menos accesibles.

¿Son literatura? En mi opinión, sí. Un tipo de literatura más simplona, para masas, pero no creo que eso sea algo nuevo. Simplemente, se ha bajado el listón sobre lo que se considera publicable o de calidad. Pero de todo tiene que haber. El problema es muy simple: la gente cada vez lee menos, por lo que el mercado se reduce; las editoriales rotan stocks cada vez con mayor rapidez y no tienen reparos en descatalogar colecciones y autores enteros, por lo que cuesta mucho consolidar nuevos valores; el metro cuadrado es cada vez más caro en todas partes, por lo que la superficie de las librerías debe optimizarse ofertando aquellos libros que venden más (y que posiblemente menos lo necesitan).

También el cine tiene repercusiones importantes en el mundo editorial. Así, el fenómeno Harry Potter de J. K. Rowling, que ya era importante hace tiempo, ha visto un boom de ventas a partir del lanzamiento de la primera película de la saga. Eso por no hablar de un libro que ya era un clásico antes de su llegada a la gran pantalla: El Señor de los Anillos de J. R. R. Tolkien.

No podemos descuidar la influencia de internet. Este medio ha conseguido que algunos libros que no tienen muchas de las características de los best-sellers acaben siendo fenómenos editoriales. Las webs personales, los blogs, los foros, las listas de correo y otros elementos del cybermundo lo han hecho posible.

Mi valoración personal es menos grandilocuente. Para mi estos libros me vienen muy bien después de leer una obra densa y más sutil. No es que trate de desintoxicarme, pero me gusta alternar lecturas trascendentes con lecturas más superficiales, para no saturarme de ninguna de ambas. Creo que mi ecología mental lo agradece.

Otra cuestión es si podemos igualar el concepto de libro-golosina al de best-seller. Creo que no es exactamente lo mismo. Por ejemplo, acabo de leerme El resurgir de la Atlántida. En teoría es un best-seller, sobre todo en Estados Unidos, pero para mi ha sido una experiencia decepcionante: una calidad muy baja, expectativas defraudadas (una idea muy buena mal desarrollada) y en la segunda mitad, aburrido y previsible a pesar de la acción. Es la diferencia, por ejemplo, entre este libro y El código da Vinci, que a pesar de que tiene muchos fallos y no es ninguna maravilla literaria, entretiene.

17 diciembre 2005

Leonardo diseccionado

Leo con un enigmático rictus en los labios y profunda sorpresa que gracias a un software de reconocimiento de rostros desarrollado conjuntamente por las universidades de Amsterdam e Illinois, tras aplicarlo a la Gioconda han conseguido desentrañar el misterio de su universalmente conocida sonrisa.

Al parecer, ese maravilloso software digno de una película de ciencia ficción afirma que la sonrisa en cuestión contiene un 83 % de felicidad, un 9 % de desdén, un 6 % de miedo y un 2 % de ira. Afortunadamente, esta vez la suma de los porcentajes da 100...

Por desgracia para los completistas, el software no está preparado para reconocer emociones más sutiles o el deseo sexual, así que el futuro nos puede deparar alguna sorpresa adicional. Ahora sabemos que, Leonardo además de saber mezclar pigmentos en su paleta para pintar cuadros, sabía combinar emociones en unos porcentajes bien precisos. Sin comentarios.

Lo primero que me pregunté tras leer la noticia es si dichas universidades no tendrán mejores proyectos en que gastarse el dinero de los impuestos de sus respectivos ciudadanos. Por lo visto, parece que no.

Es fascinante que hayan diseccionado a Leonardo da Vinci con tanta frialdad. Seguro que Dan Brown tendría algo que decir, aunque posiblemente incluiría conspiraciones mundiales de los fabricantes de software y algún oculto misterio numerológico en las proporciones emocionales de la sonrisa de la Gioconda.

Puesto que parece ser que las universidades andan boyantes y sus arcas están repletas, sugiero que dediquen parte de sus euros/dólares en el fascinante proyecto de reconocer las intenciones ocultas de los escritores de literatura fantástica en sus más reconocidas obras.

He aquí un avance de lo que dicho software podría reconocer:

- En Ubik (Philip K. Dick): problemas de insomnio, un deseo irrefrenable de flipar y un desorden cognitivo de tomo y lomo.


- En Dune (Frank Herbert): más deseo de flipar, un ecofundamentalismo desaforado y una fobia soterrada a las lombrices y a los homosexuales obesos con nombre sajónico.

- En Fundación (Isaac Asimov): el deseo de aparecer cada tropecientos años a decirles a la gente del futuro lo que tienen que hacer, unas tremendas ganas de vivir en una ciudad-colmena y una vanidad fuera de todo límite.

- En El árbol familiar (Sheri S. Tepper): un trauma con los hombres, recuerdos infantiles de hablar con los peluches y algún tipo de problema muy serio con las malas hierbas del jardín.

- En Marciano, go home (Fredric Brown): algún tipo de adicción a las bebidas alcohólicas, un cinismo atroz y una fascinación por el sepuku de los samurais y por los accidentes de circulación (¿instintos autodestructivos?).

- En Marea estelar (David Brin): un complejo de superioridad brutal, un deseo infantil reprimido de hablar con Flipper y algún tipo de afán de retorno a la época del mago de Oz.

- En El libro de los cráneos (Robert Silverberg): pánico al plagio, deseos sexuales de todo tipo reprimidos terriblemente, voluntad de retirarse a un monasterio apartado del mundanal ruido para gozar de la represión, temor a practicar la escalada y un miedo atroz a palmarla. Afortunadamente, todo se arregla practicando tai-chi ante un precioso y soleado atardecer.

- En El Señor de los Anillos (J. R. R. Tolkien): algún tipo de pasión oculta por las chicas con orejas puntiagudas, temor a las picaduras de araña y un trauma infantil del tipo 'John, si no te comes la sopa, vendrán los orcos y te llevarán'.

- En cualquier libro de H. P. Lovecraft: pasión por las lenguas guturales e ininteligibles, una extraña atracción por los lugares oscuros, mohosos y fríos y algún tipo de desorden lingüístico consistente en soltar largas parrafadas de frases cargadas de adjetivos.

En fin, la lista podría ser mucho más extensa, pero creo que es cosa de las universidades, que tienen más dinero y tiempo que yo.

16 diciembre 2005

Correlaciones: Las abuelas

Hace unos meses, estaba leyendo un artículo publicado en prensa sobre un tema realmente curioso: el papel de las abuelas en la evolución del género humano. Al parecer, esto de dejarle los niños al cuidado de las abuelas viene ya de antiguo. La especie humana es bastante longeva en comparación con otras especies de primates. Una posible explicación es que dicha longevidad provendría del hecho de que las abuelas (que suelen tener una cierta edad) se quedaban al cuidado de las crías mientras los padres iban a buscar alimento. Naturalmente, los niños que tenían abuelas a su cuidado, tenían menos posibilidades de ser devorados por algún depredador.

La explicación puede parecer algo rebuscada, pero tiene todo el sentido del mundo. ¿Por qué la evolución debería premiar la longevidad si a partir de una cierta edad la reproducción ya no es viable, mientras que los ancianos continúan consumiendo recursos? La evolución no premia el derroche de energía, así que alguna ventaja evolutiva deben haber tenido las abuelas y parece ser que ha sido ésta.

La ciencia ficción ha abordado en varias ocasiones el tema de las "abuelas". Citaré dos casos destacables que creo que son muy interesantes.

En el relato "Canto el cuerpo eléctrico" (I Sing the Body Electric!, 1969) de Ray Bradbury contenido en el libro Fantasmas de lo nuevo publicado en Minotauro, se nos cuenta el importante papel que juega la abuela en la educación y en la vida afectiva de una familia que ha perdido a la madre. El personaje en cuestión no es una abuela de carne y hueso, sino un androide. No obstante nadie lo diría dada la enorme sensibilidad que demuestra.

La otra obra que trata notablemente el tema de las abuelas es Restos de población ( Remant Population, 1996) de Elizabeth Moon en que el personaje de la novela es una mujer ya mayor, cosa no muy habitual en el mundo de la ciencia ficción. El papel de la abuela aquí es capital en el establecimiento del primer contacto con una muy curiosa raza alienígena, demostrando un gran valor e independencia en las decisiones que toma. Una narración muy bella, contada con una gran sensibilidad y un alegato a favor de las abuelas muy logrado.

Por supuesto, en la ciencia ficción existen tratamientos mucho más heterodoxos del tema de las abuelas, tal como sucede en Las cien vidas de Lazarus Long (Methuselah's Children, 1941) y en Tiempo para amar (Time Enough For Love, 1973) de Robert A. Heinlein, pero ése ya es otro tema.

15 diciembre 2005

Mucho después de la medianoche

Mucho después de medianoche
Long After Midnight
Ray Bradbury
Minotauro

"La botella azul" es un relato claramente alegórico acerca de los deseos profundos que duermen en el alma humana. La narración es de una gran belleza y una de las más interesantes del libro. También en "El Mesías", una narración ambientada en el Marte de Crónicas marcianas y que tiene unas ciertas similitudes con otro relato de dicho libro, se tratan los anhelos humanos. En éste, un marciano que es visto por los humanos como aquello que más desean, entra en una iglesia cristiana donde es percibido por su obispo como el Mesías.

"Una primavera intemporal" es un clásico relato de Bradbury en que aborda el paso de la infancia a la adolescencia, desde un curioso punto de vista: crecer es como enfermar, es perder la inocencia, cosa que sucede sobre todo en el momento en que se descubre el amor. En "Los milagros de Jamie" tenemos una historia triste también sobre la inocencia de la infancia y sobre cómo los niños se creen el centro del universo y del duro choque con la realidad cuando descubren que no es así.

"El loro que conoció a papá" es otro relato homenaje hacia un escritor admirado por el autor. Nuevamente es Hemingway el tema central, desde el punto de vista de un viejo loro que lo conoció. En cambio, en "G.B.S.: Modelo V" el homenajeado es George Bernard Shaw. Aún un tercer relato de esta recopilación trata sobre un escritor desaparecido de principios del siglo XX, en este caso, Thomas Clayton Wolfe. El relato es "Para siempre y la Tierra" y el artificio utilizado para trabar contacto con él, la típica máquina del tiempo, recurso habitual del autor como deus ex machina.

"El hombre ardiente" es un cuento de terror, aunque con una ambientación muy sui generis y poco habitual en un relato de estas características: a plena luz del día, en medio de una carretera polvorienta y con un sol de justicia. Justo la ambientación contraria es la que se da en el "El juego de octubre", relato clásico de miedo de esos que tanto gustan a Bradbury.

¿Qué sucedería si alguien descubriese cómo acabar con todas las armas? ¿qué reacción tendrían los militares? A estas dos preguntas trata de contestar "Un pedazo de madera", curioso y sombrío relato.

"El crimen totalmente perfecto" no es un thriller, a pesar del título, sino un encuentro entre pasado y presente y de cómo el paso del tiempo ha transformado a dos personas unidas en la infancia por una extraña relación de dependencia.

"Castigo sin crimen" es una narración especulativa en el campo de la ética sobre lo que es correcto o no a la hora de liberar los más bajos instintos humanos.

"Pasando el domingo de alguna manera" es una clásica narración irlandesa de Bradbury. Aquí, la metáfora trata sobre cómo el éxito y el reconocimiento pueden hacer huir el verdadero talento.

"Bebida total: contra la locura de las multitudes" es un interesante relato fantástico sobre una bruja que puede conceder riquezas a cambio de casarse con ella. Pero la narración va mucho más allá: habla de la pusalinimidad, acerca de la indecisión y sobre el aprovechar las ocasiones cuando aparecen.

"Intervalo a la luz del sol" es un angustiante cuento de una mujer atrapada en una relación con su marido del que no puede librarse aunque lo odie. Es un relato de plena actualidad y puede servir para entender algunas relaciones de dependencia enfermizas que se dan en algunas parejas y que pueden acabar muy mal.

"Historia de amor" es un tierno relato de un amor imposible entre un alumno y su maestra. Nuevamente, los relatos de infancia del autor parecen aflorar en una narración sensible y deliciosa.

"El deseo" es un relato oscuro sobre un deseo pedido y concedido en una noche de navidad, en medio de una tormenta de nieve. Nos habla sobre la relación entre padre e hijo, pero también trata de la relación entre juventud y vejez.

"La mejor parte de la sabiduría" es uno de los pocos tratamientos sobre la homosexualidad en el autor que demuestran una cierta tolerancia. También es la clásica contraposición entre la visión de la vida desde la vejez o desde la juventud.

"Querido Adolf" es una extraña revisitación del personaje de Adolf Hitler y sus acólitos del Tercer Reich de la mano de un actor que está rodando una película sobre este siniestro personaje.

"El pan de centeno" es otra narración sobre la remembranza de la juventud y de cómo los amigos inseparables se van distanciando conforme crecen, muy al estilo de la película Stand by me.

"Mucho después de medianoche" es el relato que da nombre a la recopilación y es perfectamente olvidable. Finalmente, "Una tableta de chocolate" es una divertida historia sobre una curiosa adicción y del peculiar psicólogo que la trata, con final sarcástico.

14 diciembre 2005

Merchandasing

Muchas veces se tilda la actual literatura fantástica de excesivamente comercial. Pero, reconozcámoslo: la ciencia ficción casi siempre lo ha sido. Al menos la ciencia ficción contemporánea, la que arranca de los pulp de los años 30. Es decir: casi toda ella.

¿Por qué hago esta afirmación? Desde los orígenes, la ciencia ficción ha estado íntimamente ligada a otros fenómenos culturales: el cómic, los dibujos animados, las series de televisión, el cine... Todos tenemos in mente casos concretos. De hecho, muchos iconos de la ciencia ficción han surgido directamente del cómic o del mundo del cine y después han pasado a otros campos.

Existen estrechas conexiones entre todos estos formatos culturales. Así, personajes e historias como los superhéroes (Flash Gordon, Superman, Spiderman) han estado presentes en cómic, en series de televisión, en series de dibujos animados y, por supuesto, en películas.

Pero es que la ciencia ficción va mucho más allá. ¿Se imagina alguien que el fenómeno Star Wars o el de Star Trek se repitiese con obras como Guerra y paz? ¿Alguien se imagina a los niños con pósters en las paredes de los personajes de La regenta o jugando con figuritas de los personajes de Los Miserables? ¿Existe un culto parecido entre los lectores de las obras de Dickens al que existe entre las de los lectores de Tolkien o los de Asimov? Es evidente que cuesta de imaginar.

Dicho de otra manera: si bien el frikismo no es exclusivo de la ciencia ficción, sí que es típico y característico de ella. Parte del fenómeno consiste en trascender el entorno en que fue creado (la novela, el cómic) para saltar a otros campos (las video consolas, el cine, la televisión, la música).

Tal vez el ejemplo más paradigmático sea Star Trek, de la que se realizó una serie de televisión que se hizo mundialmente famosa y que popularizó y masificó el fenómeno de las Convenciones de ciencia ficción. Asimismo, sus secuelas de otras series, tanto de dibujos animados como de televisión (The Next Generation, Deep Space 9, Voyager y Enterprise) así como la decena de películas que llevamos hasta hoy confirman el fenómeno, que ha llegado también a otros formatos culturales: revistas especializadas, juegos de rol, libros-franquicia, etc.

El merchandasing que mueve esta serie es impresionante y sólo es comparable al fenómeno más mediático y masivo de toda la historia: Star Wars: 6 películas (ediciones especiales a parte), todo tipo de libros-franquicia, juegos de rol, figuritas, pósters, juegos de ordenador, de consola, de móvil...

Es evidente que las películas de ciencia ficción que triunfan acaban generando mucho más volumen de negocio en el merchandasing que no por la película o por el libro original. Esto explica parte del creciente interés de Hollywood en la ciencia ficción.

En fin, comercialización, desde luego, pero no es un fenómeno nuevo precisamente. Recuerdo que cuando era pequeño, los cromos de Star Wars estaban buscadísimos, por no hablar de los muñequitos de los principales personajes.

Es algo parecido al movimiento generado recientemente con la llegada a la gran pantalla de la saga de El Señor de los Anillos, que ha generado todo tipo de productos: ediciones ilustradas, ensayos, versiones originales, libros relacionados con la película, etc.

El negocio del merchandasing es connatural a la literatura fantástica moderna. Acusar a ciertos productos de "mercantilistas" es muy lógico, pero es lo que hay. A menos, claro, que queramos diferenciar entre fantástico mercantilizable y fantástico no mercantilizable. Pero que alguien me diga dónde ponemos la barrera. ¿Es mercantil una novela-franquicia por el mero hecho de ser? ¿Y si la escribe Robert Sheckley o Ian Watson? ¿Es mercantil un best-seller? Y, si es así, si un libro triunfa sin ser a priori un best-seller, ¿debe considerarse mercantil también?

Supongo que es otra de esas viejas discusiones que trascienden incluso el campo de debate de la ciencia ficción y que seguirán sin resolverse por los siglos de los siglos.

13 diciembre 2005

Anochecer: un clásico asimoviano

Introducción

Durante años, muchos aficionados al género lo consideraron y votaron como el mejor relato de ciencia ficción de todos los tiempos. Me estoy refiriendo, naturalmente, a "Anochecer" (Nightfall, 1941) de Isaac Asimov.

También estoy convencido de que si hoy se repitiesen las votaciones, las preferencias del público se habrían desplazado, muy probablemente, hacia otro autor y una manera de escribir bastante diferente. A fin de cuentas, los tiempos cambian. Pero esa es otra historia, me centraré en esta entrada en comentar "Anochecer".

Se trata de un relato enmarcado en una tendencia generalizada de la época, en plena II Guerra Mundial, con los nazis en su apogeo militar, de carácter catastrofista o, incluso, de fin del mundo.

A lo largo del relato, muchos son los elementos que confirman esta afirmación y los "Ejércitos de la Noche" que en él aparecen podrían muy bien ser los enemigos del saber y de la paz, fácilmente indentificables con el III Reich de la época.

Es interesante observar que para Asimov, estos "Ejércitos de la Noche" se mantuvieron con el tiempo y, a diferencia de muchos otros contemporáneos suyos, nunca fueron los comunistas, sino la ignorancia, a la que el autor combatió en múltiples y variados ensayos a lo largo de su vida oponiéndose a los creacionistas, la astrología, la superchería, la escalada armamentística, la superpoblación o la marginación de la mujer, por ejemplo.

El relato

"Anochecer" se basa en una cita de Emerson por encargo del editor de Asimov, J.W. Campbell:

"Si las estrellas despuntaran una noche cada mil años, ¿cómo creerían y adorarían los hombres, cómo conservarían durante muchas generaciones la remembranza de la ciudad de Dios?"

Sobre una premisa tan simple, Asimov construye su relato. En él, un mundo con una civilización con un nivel tecnológico similar al nuestro en que siempre permanece en el cielo algún sol, no conoce la oscuridad. Pero cada muchísimos años se produce una conjunción astral en que la luz solar desaparece y se hace la oscuridad, con la consecuente aparición de las estrellas.

Asimov especula sobre cuáles serían los efectos psicológicos de la oscuridad sobre una civilización que la desconoce por completo y lo hace creando una sociedad extraterrestre creíble, aunque con alguna discordancia. Por ejemplo, en ella, se desconocen los sistemas de iluminación, cosa factible, pero no lo es tanto que la civilización haya prosperado en un día eterno, en el que el fuego no haya sido un elemento básico para dar luz y calor y, al mismo tiempo, se haya podido desarrollar una civilización tecnológica.

En la historia, un suceso muy improbable (la oscuridad total) acaba teniendo una gran trascendencia. Posteriormente, Asimov acabaría analizando este tipo de posibles catástrofes en un conocido libro titulado Las amenazas de nuestro mundo, también desde una óptica probabilista.

En el planeta de "Anochecer", al desconocer la oscuridad por tener un día perpetuo, no hay necesidad de sistemas de iluminación artificiales, cosa que propiciará el desastre con la llegada de la noche. Asimov tiene bastante cuidado en desarrollar todas las consecuencias lógicas a la hora de construir un entorno creíble, aunque alienígena.

La historia es contada a través de los ojos de un psicólogo y de un periodista, a pesar de que los teóricos protagonistas son los científicos y los fanáticos religiosos. En cierta manera, es como si utilizase una profesión a medio camino entre la ciencia pura y las humanidades para lograr una perspectiva más amplia de todo el panorama que desarrolla.

Literariamente, el relato es algo aburrido. Es cierto que expone una gran idea, pero la transmite de manera algo confusa. Algunos pasajes cercanos al clímax no acaban de entenderse del todo y el tempo, llegado a ese punto, es algo irregular.

Hay que diferenciar entre primera y segunda lectura. En la primera, posiblemente predominará el sentido de la maravilla que nos hará pasar bastante por alto algunos de los fallos de la narración. Pero una atenta segunda lectura, los desvelará.

Esto no resta valor al relato. Sencillamente, en aquella época no se estilaba escribir ciencia ficción de otra manera y Asimov siempre ha sido muy directo y simple a la hora de narrar.

Rasgos del autor

En la narración podemos apreciar ya algunos de los rasgos propios del autor como persona que con el paso de los años se irían acrecentando y transmitiéndose igualmente a sus personajes.

Por un lado, algunos personajes destilan ingenuidad. Tal es el caso de la palabra de honor dada por el fanático. ¿Alguien mínimamente suspicaz creería en ella?

Por otro lado, la fobia a la oscuridad es retratada con profusión de detalles. Asimov debía ser ya bastante aprensivo a sus 21 años y supongo que debía tener ya bastante desarrollada su acrofobia (miedo a las alturas) y su temor a viajar. Es por lo tanto normal que transmitiese su experiencia personal a la narración.

También la batalla entre ciencia y religión, o más bien, entre ciencia y superstición fanática ya estaba presente en él en aquella época y será el argumento central entorno al que girará todo "Anochecer".

La ciencia contra la oscuridad: una metáfora Conocimiento versus Ignorancia

Se ha dicho muchas veces que Asimov no era capaz de hacer una metáfora. Yo creo que se trata de una afirmación exagerada. Que su estilo simple y directo triunfase tanto en la ciencia ficción que escribía, como en sus ensayos divulgativos, creo que le llevó a seguir por ese camino. No obstante, opiniones personales a parte, aquí tenemos una importante metáfora: la del anochecer y el posterior caos como una amenaza que la ignorancia y la superstición tienden sobre nuestro mundo y que pueden destruirlo.

Es también una metáfora de la lucha entre el saber científico y el dogma religioso. Los "Ejércitos de la Noche" ("The Army of the Night") son aquí la superstición religiosa sacada fuera de su contexto. Es cierto que las fuerzas de la oscuridad podrían representar a los nazis, pero Asimov va más allá y engloba en ese ejército a todos quienes difunden saberes no científicos.

De hecho, en cierta manera, no podemos decir que Asimov fuese exactamente en contra de la religión. De la misma manera que ataca los fraudes pseudocientíficos a lo largo de toda su vida y a todas las cosas que no son ciencia pero que quieren cubrirse con el prestigio que otorga la ciencia, robándole sus atributos superficiales, también critica el uso exacerbado que se hace de las religiones, sobre todo cuando están inspiradas en libros muy simbólicos que no hablan con claridad. En este caso cita "El libro de las revelaciones", que no es sino la traducción literal de "Apocalipsis", uno de los más conocidos libros del Nuevo Testamento, escrito en algo que parece una especie de clave. En el libro de las revelaciones del texto, Asimov atribuye la escritura de dicho libro a los restos de civilizaciones desmoronadas, formadas por viejos, niños y locos.

En definitiva, es una condena al fanatismo religioso y a la intolerancia de todo tipo. Si los Ejércitos de la Noche triunfasen, sobrevendría el miedo, la destrucción de la civilización y, finalmente, la locura, tal como sucede en el relato.

En la narración se confrontan los dos tipos de fe: por un lado, la fe ciega del creyente, por el otro, la fe del científico en las leyes del universo, siempre basada en una evidencia empírica y sujeta a constante revisión.

Asimov atribuye a los científicos del relato el atributo del pragmatismo ("no intentéis fotos artísticas con más de una estrella", pues creían que las estrellas eran pocas).

Así pues, los científicos intentan preservar el saber de la destrucción. Esta idea la encontramos también en su ciclo de las Fundaciones en que unas entidades creadas por el psicohistoriador Hari Seldon tratan de salvar el conocimiento del decadente Imperio Galáctico para evitar un caos interminable. En "Anochecer" algo parecido tratan de hacer los universitarios, pues saben que cuando caiga la noche, las turbas convertirán en fuego todo el papel y con él arderán montañas de conocimientos.

Esos libros que arderán, podrían transmitir el saber entre dos ciclos, pero al ser quemados se pierde la posibilidad. Asimov podría estarse inspirando aquí en la quema de la Biblioteca de Alejandría y la posterior llegada de las edades oscuras (la Edad Media).

Otro punto a resaltar es el del fin del centrocentrismo. Cuando un astrónomo sugiere que hay más estrellas y mundos, afirma que eso hará perder importancia y que el hombre ya no será el centro del Universo. Es, en cierta manera, un anuncio del Renacimiento, suponiendo que todo el saber no se pierda.

Los astrónomos son valientes: quieren fotografiar el mismísimo fin del mundo y legárselo a sus posibles sucesores, mientras que los fanáticos sólo buscan la destrucción y un fugaz reinado del terror, del que sólo surgirán cenizas.

El mundo científico

Asimov retrata el mundo científico que conoce y lo plasma sobre "Anochecer". El relato habla de astrónomos, psicólogos y otros científicos. El científico joven (con el que supongo que se identificaría el autor en aquella época) es más experimentador y corre riesgos; en cambio, el científico mayor es más teórico y conservador e incluso alguno es retratado como poco menos que senil.

También explica cómo el mundo científico ha llegado a la deducción de la ley de la gravitación universal. Incluso en un mundo sin estrellas, las leyes naturales pueden ser deducidas en un lapso de tiempo razonable.

Asimov afirma en otro libro, en este caso de ensayo científico, (La tragedia de la Luna) que un universo muy simple habría sido comprendido antes. El universo de "Anochecer" tiene unos cuerpos celestes nítidos y con movimientos definidos y estudiados. De esa manera son capaces de predecir el anochecer.

Otra cuestión interesante es la colaboración entre diferentes disciplinas, en una época en que el saber científico no estaba tan superespecializado como ahora. Así, se deducen los resultados de la oscuridad, primero reproduciéndola artificialmente y por otro lado, estudiando restos arqueológicos de anteriores civilizaciones, todas las cuales sucumbieron al fuego. Es la combinación de arqueología, historia, psicología y astronomía la que resuelve el puzzle antes de que el gran evento se produzca. Es un triunfo de la ciencia, pero también lo es del mundo científico cuando colabora. Esto nos indica que Asimov ya opinaba en aquella época que el generalismo es mejor que la superespecialización en la ciencia, cosa que predicó con el ejemplo escribiendo sobre multitud de temas a lo largo de su carrera.

Algunas influencias

Sin lugar a dudas, una de las influencias más notables en Asimov en lo que a este relato se refiere, es la teoría cíclica de las civilizaciones de Arnold J. Toynbee. Éste creía que las civilizaciones se desarrollan en función de los retos que se les plantean y que cuando no pueden superarlos, decaen. Asimismo, incluía los factores religiosos en dicha evolución, que era cíclica.

La descripción que hace Asimov en el relato de los restos de antiguas civilizaciones que ardieron hasta sus cimientos, recuerda mucho al planteamiento de Toynbee. Pero también recuerda al hecho arqueológico de las distintas Troyas halladas, las más antiguas en los sustratos más inferiores.

Esta temática del auge y caída de las civilizaciones le influiría tanto que buena parte de sus obra de ciencia ficción está basada en este planteamiento: las novelas que componen el ciclo de Trántor y el ciclo de las Fundaciones.

Otras influencias, menores éstas, en el texto son la pasión que Asimov sentía por la historia, en especial por la relativa a Egipto, Mesopotamia y el Cercano oriente (de las cuales escribió unos magníficos libros divulgativos). Así, algunos de los nombres del texto tienen este origen: Aton (el disco solar egipcio), Lagash (una ciudad mesopotámica), Saro, Faro y Yimot (aparentemente nombres orientales y hebreos).

Posteriormente, Robert Silverberg novelizará el relato, cambiando el papel de los Ejércitos de la noche, utilizando aquí la religión como factor salvador y no como factor destructor. Es difícil saber si fue idea de Asimov o de Silverberg, pues el primero se encontraba moribundo.

¿Ciencia ficción?

¿Es "Anochecer" simplemente un relato de ciencia ficción? ¿Podría suceder algo parecido en nuestro mundo hoy día? Pues por sorprendente que parezca, sí. Desde luego no necesariamente al nivel de destrucción de la civilización, claro, pero el temor reverencial y la temática de fondo están más presentes de lo que creemos en nuestra sociedad.

Recuerdo perfectamente que en el año 2.000, debía producirse un eclipse total de sol visible en buena parte de Europa y se respiraba un ambiente de intranquilidad. Incluso algún iluminado (Paco Rabanne, para más señas) declaró que la MIR caería sobre París y la destruiría (¡ni que una estación espacial desvencijada fuese un obús termonuclear!). Incluso se pusieron de moda otra vez las profecías de Nostradamus y se editaron multitud de libros y las revistas pseudocientíficas nos inundaron de tonterías que, por supuesto, no se cumplieron (lo cual no ha disminuído un ápice su credibilidad entre sus lectores).

Cuando todo esto pasaba, vino a mi mente el "Anochecer" de Asimov y recuerdo que más que preocuparme, me hizo gracia. Hasta el punto que con unos amigos de un grupo de teatro local salimos disfrazados de penitentes con pancartas por las calles anunciando el fin del mundo, cantando e invocando a Nostradamus. Fue realmente divertido (en especial ver la cara que ponían algunos, que parece que se lo tomaron en serio) ¡Qué le vamos a hacer si somos tan irreverentes!

Conclusión

"Anochecer" es un relato sintético: todo o casi todo el Asimov que conoceríamos a partir de entonces estaba ya ahí a los 21 años de una u otra manera. Luego vendrían los robots, las Fundaciones y los Imperios, pero los grandes temas de su música, ya formaban parte de la obertura.

12 diciembre 2005

J. G. Ballard

Hace poco que empecé a leer libros de Ballard. Mi primer contacto con el autor británico fue Aparato de vuelo rasante, una recopilación de relatos que me gustó muchísimo. Comencé entonces a entender a qué se refería la gente cuando hablaba del paisajismo de Ballard.

Para el autor, el paisaje es un protagonista de sus historias, de manera que es del todo determinante en el desarrollo de la trama y, muchas veces, el protagonista principal. Este paisaje puede ser tanto externo (un atardecer, un desierto, una playa...) como interior (psicológico), como estar en relación ambos tipos.

Hay quien dice que los relatos de Ballard son aburridos porque en ellos no pasa nada. Bien, es cierto que en muchos de ellos no hay conspiraciones mundiales, guerras de guerrillas o héroes salvando el Universo (aunque algo de eso también tiene), pero ello no quiere decir que sus narraciones sean sosas o insustanciales.

Para empezar, el lenguaje que utiliza, sin ser retorcido o pretendidamente culto, es preciosista y utiliza muy bien las palabras, empleando en todo momento el término exacto para evocar las sensaciones que desea.

Por otro lado, si bien es cierto que lo suyo son los personajes retorcidos, con mentalidades poco lineales y a veces sorprendentes, hasta torturadas, casi siempre existe una tensión que concluye en un clímax que no deja indiferente.

Ballard suele ser bastante alegórico, aunque no en el mismo sentido en que lo es Bradbury. Este último suele ser más bien metafórico, mientras que en el primero, la metáfora, cuando está presente, se presenta como una sucesión ininterrumpida de éstas. Un buen ejemplo es el relato "El gigante ahogado" (The Drowned Giant) contenido en Playa terminal (Minotauro), en el que el desmantelamiento del gigante muerto puede interpretarse como una alegoría del mundo de los humanos que destruyen y asimilan los elementos fantásticos o extraños para hacerlos encajar con la realidad de su mundo.

Otra capacidad de Ballard es la de crear paisajes hipnóticos, de gran colorido y textura, como sucede en la novela corta "La ciudad última" (The Ultimate City), en Aparato de vuelo rasante (Minotauro) y la increíble ciudad abandonada que describe, así como la contraposición fascinante entre la naturaleza desbordada de uno de los protagonistas y la tecnología oxidada y dejada.

Tampoco es raro en Ballard el cultivo del humor, que casi siempre suele ser ácido, como en "Vida y muerte de Dios" (The Life and Death of God), "El espectáculo de televisión más grande de la Tierra" (The Greatest Television Show on Earth) o incluso corrosivo, como en "Bilenio" (Billenium).

Por supuesto, Ballard casi siempre es sombrío y pesimista. Eso es un destilado habitual en sus libros, aunque aún he leído pocas novelas suyas como para poder apreciar el Ballard más reciente, el que está obsesionado por los ghettos de la gente rica o por la educación de los niños en palacios de cristal. Todo llegará.