29 mayo 2020

La primera vez


No me molesta que se lleven a la pequeña o a la gran pantalla adaptaciones de obras literarias del género fantástico. De hecho, si están bien hechas, es de agradecer. Pero todo tiene su coste.

Por ejemplo, recuerdo cuando leí Parque Jurásico (Jurassic Park, 1990) de Michael Crichton. En aquella época, no se había hecho la película y aunque el título ya indicaba por dónde iban a ir las cosas, uno se sorprendía bastante de la recreación de los dinosaurios y de cómo se había conseguido. De hecho, por aquel entonces, estaba deseando que alguien llevase al cine aquella singular obra.

Hoy es imposible leerse el libro sin que te vengan a la cabeza las imágenes de los dinosaurios de Steven Spielberg y su precioso Parque Jurásico (1993), con una música maravillosa de John Williams y unos efectos especiales más que aceptables, que no han envejecido particularmente.

Tampoco es posible imaginarse de una manera muy diferente ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (Don Androids Dream Of Electric Sheep?, 1968), de Philip K. Dick después de haber visto Blade Runner (1982), de Ridley Scott.

Es el precio que hay que pagar por las adaptaciones. Y esto sucede con otras muchas, como con 2001. Una odisea en el espacio (Arthur C. Clarke / Stanley Kubrick), aunque en este caso, película y novela fueron casi de la mano.

Y no hablemos de la trilogía de El Señor de los Anillos. Aunque existe una versión en dibujos animados del año 1978, dirigida por Ralph Bakshi, todos tenemos en mente la trilogía de Peter Jackson (2001-2003). Tal vez, con la nueva serie que se está filmando en la actualidad, la cosa cambie, pero creo que las películas -con todos los fallos que queráis encontrarles- son realmente buenas.

De hecho, yo no me había decidido a leer El Señor de los Anillos (the Lord of the Rings, 1954) de J.R.R. Tolkien hasta que vi la primera película de Jackson. Manías que tenía, lo reconozco. Pero el libro me fascinó. Creo que lo leí a la edad adecuada, que en mi caso, fue bastante avanzada. Si me lo hubiese leído de más joven, creo que no me habría gustado en absoluto. En este caso, la película me ayudó bastante.

Esa sensación que tienes la primera vez que lees algo que te atrapa, generalmente cuando eres joven, es muy de la ciencia ficción. A veces, puedes revisitarlo una y otra vez, como he hecho con la Trilogía de las Fundaciones de Isaac Asimov. En otras, como En la ciudad y las estrellas de Arthur C. Clarke, la primera vez fue espectacular, pero la segunda me dejó bastante frío.

De hecho, uno de los libros que más me impactó leer en mi juventud, 2001. Una odisea en el espacio (2001. A Space Odissey, 1968) me da un cierto reparo volver a leérmelo por si me decepciona, cosa que no me sucede con la película.

La percepción es un conjunto de fenómenos muy complejo. No es fácil determinar qué va a impactar en tu mente y qué se va a quedar ahí de manera más o menos perpetua. Todo fluye y los gustos son una de las cosas más mutables que existen.



25 mayo 2020

La música de las estrellas


En la ciencia ficción, uno de los elementos artísticos futuristas que suelen aparecer con una cierta frecuencia es la música. ¿Cómo será la música del futuro? ¿Y la música alienígena? Evidentemente, no tenemos manera alguna de saberlo, pero siempre podemos especular.

Si de Star Wars se trata, la música se parecerá bastante a una especide jazz movidito. Baste ver el Episodio 4: Una nueva esperanza y su famosa escena de la cantina en Tatooine. Claro que en algún otro episodio, las músicas alienígenas son más raras, por no hablar del extravagante espectáculo musical que aparece en la primera trilogía, en presencia del Canciller Palpatine y su inefable Anakin Skywalker.

Isaac Asimov, en la Trilogía de las Fundaciones describe el visisonor, una especie de artilugio capaz de proyectar intrincadas combinaciones de luz y de sonido y que afecta directamente ciertas áreas del cerebro humano.

En Battle Star: Galactica se nos muestra una curiosa música, ligeramente atonal y bastante extraña de manos de Starbuck, que acaba teniendo una importancia vital en el desenlace de la trama de uno de los episodios.

En Star Trek: La Serie Original podemos disfrutar del canto de la teniente Uhura a veces acompañado de la cítara vulcana por parte del Sr. Spock. Y en La Nueva Generación, la nave Enterprise dispone de una pequeña orquesta de cámara que interpreta piezas clásicas.

También en La Nueva Generación aparece un antro alienígena en que una teclista dotada de cuatro manos interpreta tanto melodías ferengis ligeramente cacofónicas, como arias de ópera klingon (totalmente cacofónicas).

En mi opinión, los escritores y guionistas de ciencia ficción no han sido capaces de imaginar nada esencialmente diferente de las experiencias musicales de la actualidad, sino añadiendo algunos exotismos más o menos previsibles. Pero claro, la Música es algo en continua evolución y quién sabe por dónde discurrirá en un futuro. Espero verlo, o mejor dicho, escucharlo.



22 mayo 2020

Crimen y castigo


En la ciencia ficción futurista es bastante común que aparezcan sistemas judiciales más o menos similares al nuestro, aunque algunos presentan interesantes (o espeluznantes) curiosidades.

No es intención de esta entrada repasar todos los sistemas más o menos sádicos de ajusticiar a los condenados en la ciencia ficción (que hay muchos), sino más bien comentar algunos hechos fundamentales sobre la relación entre la justicia y la condena.

Así, por ejemplo, en el capítulo 8 de la serie Star Trek: La Nueva Generación: “Justicia”, en una sociedad alienígena aparentemente utópica, apenas existen delitos. Eso sí: todos ellos, por leves que sean, se castigan igual: con la muerte.

En Babylon 5, en el capítulo 21 de la primera temporada, “La virtud de la misericordia”, una persona condenada por crímenes diversos es sentenciado a que su personalidad le sea borrada quirúrgicamente. Algo parecido, aunque más extensamente, se nos muestra en el capítulo 4 de la tercera temporada “Cruzando Getsemaní”.

Ello plantea la siguiente cuestión filosófica: ¿es justo juzgar a un criminal que sufre amnesia y no recuerda nada del crimen que ha cometido en el pasado?

Algo parecido sucede en El hombre demolido (The Demolished Man, 1952, Premio Hugo 1953), de Alfred Bester, con un telépata que ha cometido un crimen aparentemente imposible, en un mundo con telépatas.

En la serie El enano rojo (The Red Dwarf), en el capítulo de la cuarta temporada, “Justicia” (”Justice”), uno de los protagonistas, Arnold J. Rimmer, es sentenciado por un sistema de justicia que juzga telepáticamente en función del sentido de culpa del encausado. Para mí, es uno de los capítulos más divertidos de la serie, porque aunque el acusado es inocente en sí mismo, su egolatría y exacerbado ego le hacen creer responsable de la muerte de toda la antigua tripulación de su nave.

Juez Dredd (Judge Dredd) es una serie de historietas británica creada por el guionista John Wagner y el dibujante Carlos Ezquerra. Su protagonista es el Juez Joseph Dredd, un agente de la ley estadounidense en un futuro distópico donde los jueces acumulan en sí mismos los roles de policía, juez, jurado y verdugo. Ha sido llevado también al cine.

Un relato clásico sobre estos temas es: “Ver al hombre invisible” (“To See the Invisible Man”, 1963), Robert Silverberg, en el que un sistema judicial del futuro condena a los culpables al ostracismo social: es decir, cuando alguien es hallado culpable, se convierte en invisible a todos los efectos: nadie puede hablarle, ni comunicarse con él de ninguna manera, ni si quiera dar a entender que saben que está ahí. Es verdaderamente angustiante.

Por supuesto, hay sistemas también bastante crueles en la ciencia ficción. Desde enviar a los convictos a un pasado remoto del cual ya no pueden volver, como en Estación Hawksbill (Hawksbill Station, 1967), de Robert Silverberg, a los clásicos reos condenados a trabajos forzados en algún remoto planeta o asteroide, obligados a trabajar en peligrosas minas de las que suelen salir con los pies por delante.

Me gustaría comentar un par de relatos más de esta temática, de los que por desgracia, no recuerdo el título. En uno de ellos, el criminal era obligado a revivir telepáticamente sus crímenes una y otra vez desde el punto de vista de sus víctimas. En otro, el condenado a muerte es perseguido continuamente por un robot que ejecutará la sentencia, pero el condenado no sabe cuándo será, por lo que vive en una continua tortura.

Ya veis. La gente es bastante imaginativa con estos temas.