31 enero 2007

Lágrimas de metal

No deja de resultar sorprendente que algunos de los momentos más emotivos de la ciencia ficción tengan que ver con la “muerte” o extinción de inteligencias artificiales. Con la cantidad de humanos muertos que suele haber en algunas novelas, es paradójico que las lagrimitas tiendan a saltar con la muerte de nuestro ordenador o robot favorito.

Isaac Asimov contaba como anécdota que cuando tuvo que matar a uno de sus protagonistas favoritos, el detective Elijah Baley recibió un montón de cartas quejándose de ello. Pero nada comparable al enorme alud que recibió cuando decidió matar a Giskard Reventlov, un robot, en Robots e Imperio. Fascinante.

Algo parecido sucede en el final de El hombre del bicentenario (o El hombre bicentenario) también de Asimov, cuando Andrew decide poner fin a su existencia a fin de ser considerado plenamente humano.

O qué me decís del final de la última película de la saga de Star Trek, Némesis, con Data.

Aunque tal vez, para mí el más emotivo de todos sea la destrucción de HAL 9000, el ordenador de la Discovery en 2001. Una odisea en el espacio y 2010. Odisea dos. Una vez “curado” de la neurosis que produjo un comportamiento homicida en HAL, el doctor Chandra, su creador le comunica que debe sacrificarse para que los humanos puedan escapar con vida de la nova joviana.

HAL lo acepta y con un infantil, conmovedor y brevísimo diálogo hace trizas nuestro corazoncito:

- ¿Doctor Chandra?

- ¿Sí, HAL?

- ¿Soñaré?

Lo que deja al pobre doctor Chandra en un estado depresivo y lloroso que tendrá sus consecuencias en el viaje de vuelta.

Claro que, para finales conmovedores, el de Blade Runner, con la muerte del replicante pronunciando uno de los discursos más conocidos y conmovedores de toda la historia de la ciencia ficción:

“Yo he visto cosas que vosotros no creeríais.

Atacar naves en llamas más allá de Orión.

He visto Rayos-C brillar en la oscuridad

cerca de la Puerta de Tannhäuser.

Todos esos momentos se perderán

en el tiempo como lágrimas en la lluvia.

Es hora de morir.”

¿A qué viene este lirismo desaforado por la muerte de una inteligencia artificial en comparación con el poco caso que solemos hacer de las inteligencias naturales?

Es más, precisaría incluso más y hablaría de lirismo por la muerte de inteligencias no humanas. Conmovedora es también la muerte del alien en Enemigo mío de Barry B. Longyear o la del perro inteligente Sirio en la novela del mismo nombre, de Olaf Stapledon.

Supongo que se trata en parte de una cuestión de identificación. En muchos casos, nos hemos identificado con el protagonista, que no siempre es el humano. En otros casos, nos sorprende que la máquina, en una especie de acto de nobleza cibernética, decida sacrificarse por nosotros.

Esta teoría entroncaría con la hipótesis de que muchos de los robots de la ciencia ficción son, en cierta manera, metaforizaciones de los ángeles de la guarda de la mitología judeocristiana, que velan por nosotros y nos protegen de todo mal.

Un buen ejemplo de ello son las conocidas tres leyes de la robótica de Asimov, que convierten a los robots en poco menos que en avanzadísimos esclavos, aun así carentes de malicia o de rencor contra los humanos que los explotan, a veces, sin el menor recato.

Por ello, cuando el robot o la máquina demuestran tener esa inocencia, tiempo ha perdida en los seres humanos, como si de niños se tratase, tendemos a emocionarnos con ellos y a llorar su pérdida.

Y es que, a fin de cuentas, tal vez los robots cuando mueran vayan a su particular cielo, como comenta en un contexto de lo más sarcástico el androide Kryten de la serie El enano rojo. ¿De qué, si no existiese el cielo del silicio, las máquinas iban a soportar a los insufribles seres humanos? Da que pensar…

30 enero 2007

El meme LF25

He creado este simple meme del género fantástico para quien quiera jugar a ello. Le agradezco a Nacho las sugerencias aportadas, que he procurado incorporar en la medida de lo posible. Éstas son mis respuestas:

1) Cita tres buenos libros de ciencia ficción

“2001: Una odisea en el espacio”

“Trilogía de las Fundaciones”

“Tierra”

2) Cita tres buenos libros de fantasía

“El Señor de los Anillos”

“Juego de Tronos”

La serie de Harry Potter

3) Cita tres buenos libros de terror

“El misterio de Salem’s Lot”

“Nuestra señora de las tinieblas”

Los cuentos de Edgar Allan Poe

4) Cita tres escritores de literatura fantástica

Ray Bradbury

Robert Silverberg

George R. R. Martin

5) Cita tres escritoras de literatura fantástica

James Tiptree Jr.

Ursula K. LeGuin

C. J. Cherryh

6) Cuál crees tú que fue la mejor década del género

Yo diría que la New Wave (‘60-‘70)

7) Cuál es el último libro de género que has leído

Hyperion

8) Cuál es el próximo libro de género que leerás

La caída de Hyperion

9) El peor libro de género que has leído

El resurgir de la Atlántida (un petardo de los gordos)

10) Un autor del que no piensas leer nada más y el motivo

Isaac Asimov, porque ya me he leído todo lo que quería leer de él.

11) Qué libro del género regalarías a un adolescente

“El juego de Ender”

12) Qué libro del género regalarías a tu madre/padre

También, “El juego de Ender”

13) Quién fue tu primer amor en el género

Isaac Asimov

14) Cita tres relatos del género que te hayan gustado

“Los que se alejan de Omelas” (LeGuin), “La última pregunta” (Asimov) y “Vendrán lluvias suaves” (Bradbury)

15) Cita un buena recopilación de relatos

Lo mejor de los premios Nebula

16) Cita tres personajes fascinantes del género

Hary Seldon, Paul Atreides y HAL9000

17) Tres lugares del género que te gustaría visitar

Trántor, Rivendel y Gaia

18) Si pudieses elegir tu pareja, con qué personaje del género te quedarías

Lady Jessica Atreides

19) Cita tres series televisivas del fantástico

Star Trek, Star Gate y El enano rojo

20) Cita tres películas de cine fantástico

“Blade Runner”, “2001: Una odisea en el espacio” y “Metrópolis”

Y ahora cinco preguntas de escoger blanco o negro:

21) ¿Irulán o Arwen?

Irulán

22) ¿La Fundación o La Cultura?

La Fundación

23) ¿Wells o Verne?

Wells

24) ¿Lovecraft o Poe?

Poe

25) ¿Gandalf o Merlín?

Merlín

NOTA: Este meme puede ser utilizado y distribuido libremente, of course.

29 enero 2007

Correlaciones: Dispositivos de ocultación

Es típico en la literatura fantástica, tanto en la ciencia ficción como en la fantasía, la existencia de objetos o dispositivos que vuelven invisible, por ejemplo, a una persona. Es uno de los grandes temas recurrentes del fantástico. Y, como siempre, la realidad tiende a igualar a la ficción e incluso a superarla.

Vivimos tiempos interesantes en lo que a la óptica se refiere. Varios equipos de científicos han anunciado últimamente métodos por los cuales sería posible ocultar objetos. Uno de los más “simples” consiste en una lámina que proyecta sobre su superficie posterior lo que recibe en su superficie anterior. Así, el objeto situado entre las partes anterior y posterior de la capa desaparece virtualmente de la vista.

El sistema ha sido probado con éxito aunque queda mucho todavía por mejorar a la hora de conseguir una invisibilidad práctica.

También se han producido notables avances en otra rama de la óptica. Otros científicos han desarrollado las matemáticas que permitirían anular las ondas luminosas incidentes sobre un objeto mediante plasmones. Inicialmente, esta tecnología sólo podría aplicarse a objetos microscópicos, pero se están desarrollando nuevos métodos que permitirían desarrollar trajes basados en esta tecnología. Incluso, sería posible ocultar la radiación de objetos radiantes, como una linterna o un teléfono móvil.

En la ciencia ficción moderna, la invisibilidad tencológica se inicia con un clásico de H. G. Wells: El hombre invisible, publicada en 1897 y referente posterior de muchísimas otras novelas, relatos y películas.

Así pues, la capa mágica de Harry Potter que le permite desaparecer de la vista de los demás pero observarlos a través de ella no está tan lejos de nuestras capacidades tecnológicas. Eso por no hablar de macrodispositivos de ocultación como los que pueden verse en series de ciencia de ficción tan conocidas como Star Trek o Star Gate.

En Star Trek, las naves Klingon y Romulanas tienen dispositivos de ocultación que les permiten pasar desapercibidas a los demás. En Star Gate algunos seres, como los Nox, son capaces de autoocultarse o de ocultar ciudades enteras, aunque su tecnología parece ser tan avanzada que, como diría Arthur C. Clarke, es indistinguible del todo de la magia.

La óptica no para de darnos sorpresas últimamente. No sólo en cuestiones como la ocultación, sino en nuevas técnicas de transmisión masiva de datos mediante fibra óptica, en holografía o en el reciente desarrollo de materiales con índice de refracción negativa, cosa que permitiría lentes monocapa o poder fotografiar con luz visible objetos menores que la longitud de onda de ésta.

24 enero 2007

La autoestima y la ciencia ficción

Parece ser que según un estudio de la Universidad Estatal de Ohio, la gente con bajos niveles de autoestima prefiere que las historias detectivescas acaben de manera predecible, esperable. Por el contrario, la gente con un nivel de autoestima elevado prefiere finales más sorprendentes.

La cosa tiene su miga. Vivimos en una sociedad en la que la originalidad y la sorpresa son exaltadas, pero sólo en teoría. A la gente, en el fondo, le gustan poco las sorpresas, ya que la mayoría tiende hacia un cierto conservadurismo de formas que se van repitiendo.

Creo sinceramente que es algo connatural a nuestra estructura cerebral. Cuando se es joven y las estructuras neuronales aún no están grabadas a fuego, se suele ser mucho más abierto, más experimentalista, gustan más las sopresas. En cambio, cuando uno envejece, a base de entrar en una rutina que nos hace repetir casi cada día lo mismo, pasamos a engordar esas estructuras mentales de tal manera que, al final, los árboles no nos dejan ver el bosque.

Es curioso que cierto tipo de literatura de masas que muchas veces se tiene por culta o simplemente por elitista, suele ser aburrida, por no decir soporífera. ¿Estamos ante una sociedad eminentemente aburrida a quien no gustan las sorpresas ni las originalidades? ¿Estamos, en definitiva, ante una falta de autoestima descomunal?

Ya se sabe que los jóvenes, salvo casos especiales, suelen tener muy buen concepto de sí mismos, por aquello de salir a comerse el mundo. Naturalmente, pocos lo consiguen, con lo que es natural que muchos vuelvan a la dura realidad lamiéndose sus heridas y volviéndose más razonables. Pero aún así, la literatura de ideas, las aventuras, el misterio y la intriga son muy populares entre este grupo de población.

Dicho de otra manera: encantado de leer ciencia ficción. También la hay aburrida y predecible, pero ésa nunca me gustó. Dejo para otros esas novelas taaaan cultas y aburridas que muchos devoran con fruición.

23 enero 2007

¡Eureka!

A parte de la supuesta expresión que soltó Arquímedes cuando resolvió un conocido problema de fluidos y densidades (¡lo encontré!), éste es el título de una serie de ciencia ficción que emite Cuatro los sábados por la noche. Aunque tal vez, más que de ciencia ficción, debiéramos catalogarla como de fantasía por las licencias “poéticas” que se toma.

La premisa argumental de la que parte es muy interesante. En Estados Unidos (¿dónde si no?) se creó durante la II Guerra Mundial una ciudad secreta en la que se concentraron los mejores cerebros del país a fin de hacer avanzar la ciencia y la tecnología fuera de los ojos del común de los mortales.

El protagonista, a parte de la propia comunidad de científicos que pueblan Eukera es un exagente del gobierno, convertido en sheriff de la población, con una hija adolescente problemática, auxiliado por una atractiva agente del ministerio de defensa y una especie de McGiver genial, que lo mismo te resuelve unas ecuaciones de campo que te hace repara un coche.

Además, en las entrañas de Eureka, en una zona bajo custodia militar ultrasecreta se encuentra “algo” que nadie sabe lo que es pero que tiene pinta de ser la repanocha.

La verdad es que a pesar de sus muchos y notables fallos de todo tipo, reconozco que la serie engancha y me gusta bastante. Procuro no perderme ningún capítulo. Algunas escenas son verdaderamente delirantes, como la de la casa domotizada que se cabrea con el dueño porque ha llegado tarde a cenar. Otras, en cambio, son más olvidables.

El principal pero que le pongo a la serie es su exceso de fantasía. Es evidente que muchas de las cosas que aparecen allí no tienen cabida en nuestro universo regido por las leyes que conocemos. Por mucho que hayan avanzado en cincuenta años, me cuesta creer que dispongan de la tecnología que se nos enseña.

Por otro lado, los científicos son todos unos bichos raros. Al parecer, no hay mucha diferencia entre la biología molecular y la mecánica cuántica y un científico igual clona a su mujer, que construye una máquina que altera el espacio-tiempo. No es muy creíble que digamos.

Para darle un mayor toque de extrañeza a los capítulos, todos los científicos parecen haber sido cortados por el mismo patrón y están paranoicos, tarados, hipocondríacos o directamente, locos de atar.

No obstante, creo que transmite bien la idea de lo que podría ser una ciudad de supercerebros… vista por un guionista de Hollywood. Yo es que no me imagino a los científicos que conozco comportándose de una manera tan rara. Los científicos tienen sus excentricidades (como todo el mundo), pero en el fondo son tan normales como cualquiera de nosotros.

En fin, que la serie superpone un tópico al siguiente y no se molesta mucho en hablar de ciencia, cosa que suple perfectamente con efectos especiales y finales a lo deus ex machina.

Aún así, reconozco que me gusta. La recomiendo, aunque mejor poner el cerebro en modo de bajo procesamiento mientras se visiona.

22 enero 2007

La malvada Susan Calvin

Para todos los lectores de los relatos robóticos de Asimov, la robopsicóloga jefe, nos caiga bien o mal, es todo un personaje. Pero ahora resulta que tenía una vena malvada oculta y que lo que pretendía era sumir a la Humanidad en una depresión de caballo. Me explicaré.

Según estudios del MIT, las mascotas robóticas pueden ser mal remedio para la melancolía. ¿Se acuerdan de los tamagochis? ¡Quién sabe la de depresiones y ataques de ansiedad que habrán provocado en las mentes predispuestas a la melancolía!

E imagínense un mundo poblado por robots-mascota-ama de casa, que nos controlan a todas horas para evitar que nos hagamos daño y que siempre están dispuestos a obedecer nuestras órdenes, salvo que alguna ley superior lo impida o defecto positrónico.

En fin, que con o sin estudios del MIT, no me cuesta en absoluto imaginar un mundo lleno de robots serviciales y me parece bastante deprimente. De hecho, Asimov describió a la perfección este pernicioso efecto en algunas de sus novelas y relatos sobre robots, en los que trataba de cómo la tecnología podría afectar al hombre.

Llevando las cosas hasta el mayor de los extremos, tenemos la novela de Jack Williamson, Los humanoides, en la que estas ansias de servir y de hacer felices al hombre alcanzan un paroxismo angustiante, aunque algunos han visto una especie de parodia en la obra. A mí, me da escalofríos, no puedo evitarlo.

Ahora que se han puesto de moda esos robots-mascota en forma de perro o de lo que sea, me entristece un poco ver que los seres humanos están sustituyendo lo auténtico por lo preprogramado, otra vez. Ya lo han hecho muchas veces y con muchas cosas, así que no debiera sorprenderme que lo hicieran con esto.

Pero claro, una mascota robótica no deja excrementos por la calle, se puede desconectar y, lo más importante, no es un problema si hay que ausentarse de casa para irse de vacaciones una temporadita. Muchos firmarían para que algunos familiares tuviesen también interruptor, me temo.

Volviendo al tema central, ahora que lo pienso, Susan Calvin parecía vivir en una especie de angustia existencial permanente, que derivaba en una personalidad adusta y con algunos arranques de mala leche. Tal vez era víctima de sus mascotas y estamos ante un caso de enfermedad laboral descrita por la ciencia ficción. Quién sabe…

18 enero 2007

Bajo el signo de la oveja y del conejo

El otro día, Iván Fernández (aka Cebra) publicaba en su blog una entrada sobre los libros que se publicaron en el año en que nació y he decidido copiarle la idea.

Mi año de nacimiento fue el 1972. En este año se inventó la calculadora de bolsillo y Henry Kissinger y Richard Nixon fueron personajes del año en la revista Time. Un par de pinceladas para ubicarse.

En 1972 se publicaron libros tan significativos en el género como:

La colina de Watership (Watership Down) / Richard Adams

Los propios dioses (The Gods Themselves) / Isaac Asimov

El rebaño ciego (The Sheep Loop Up) / John Brunner

El doctor Hoffman y las infernales máquinas del deseo (The Infernal Desire Machines of Doctor Hoffman) / Angela Carter

El viento del Sol (The Wind from the Sun) / Arthur C. Clarke

Muero por dentro (Dying Inside) / Robert Silverberg

El libro de los cráneos (The Book of Skulls) / Robert Silverberg

El sueño de hierro (The Iron Dream) / Normal Spinrad

La colina de Watership está considerada como una de las mejores novelas fantásticas de todos los tiempos. Su aparente simplicidad, así como el estar dirigida aparentemente a un público joven, no le restan ni un ápice de interés.

Con Los propios dioses, Isaac Asimov rompió uno de los tabúes de sus novelas. Por vez primera, trató el tema de los alienígenas de manera detallada y con gran originalidad. Para muchos, está considerada como la mejor de sus novelas.

El rebaño ciego es la segunda novela de la trilogía de John Brunner sobre el mundo del futuro.

De El doctor Hoffman y las infernales máquinas del deseo poco puedo decir, pues no lo he leído y, actualmente, desde que Minotauro decidió descatalogar la obra de Angela Carte, es difícil de encontrar.

El viento del Sol es una buena y entretenida colección de relatos de Arthur C. Clarke, que lleva por subtítulo Relatos de la era espacial. Entre ellos figuran algunos verdaderamente destacables, como “Un encuentro con Medusa” (“A Meeting with Medusa”) o el que da nombre a la antología: “El viento del Sol” (”Sunjammer”, aka “The Wind from the Sun”).

Muero por dentro y El libro de los cráneos son dos magníficas novelas de Robert Silverberg. La primera, trata sobre un telépata que pierde gradualmente sus poderes y que no ha sido capaz de encontrar nunca su lugar en la sociedad debido a sus especiales capacidades que, lejos de hacerle feliz, le han reportado todo tipo de problemas.

El libro de los cráneos es una curiosa historia de iniciación, de cuatro jóvenes en busca de la inmortalidad, aunque para conseguirla, dos de ellos deberán pagar un alto precio.

Finalmente, El sueño de hierro es una interesante historia ucrónica en la que Hitler ha escrito un libro de ciencia ficción.

No quisiera dejar fuera las novelas cortas y relatos de 1972. Algunos de ellos, verdaderos hitos del género. Así, por ejemplo, entre algunos de los nominados a los Premios Hugos de dicho año tenemos:

“El nombre del mundo es bosque” (”the Word for World is Forest”), de Ursula K. LeGuin (que fue el ganador en novela corta)

“La quinta cabeza de Cerbero” (”The Fifth Head of Cerberus”), de Gene Wolfe

“El canto del chivo” (”Goat Song”), de Poul Anderson (ganador en relato)

“La maldición de Eurema” (”Eurema’s Dam”), de R. A. Lafferty

“Las formas del dolor” (”Painwise”), de James Tiptree Jr.

“El encuentro” (”The Meeting”), de Frederik Pohl y C. M. Kornbluth

“Cuando las cosas cambiaron” (”When It Changed”), de Joanna Russ

“Cuando fuimos a ver el Fin del Mundo” (”When We Went to See the End of the World”), de Robert Silverberg

“Y desperté y me hallé aquí en el lado frío de la colina” (”And I Awoke and Found Me Here on the Cold Hill’s Side”), de James Tiptree Jr.

Algunos de los cuales se cuentan entre mis favoritos. Fue un buen año para la ciencia ficción.

17 enero 2007

El fin de mi vida / Graham Joyce

Éste es un libro de lo más peculiar. Para empezar, apenas si tiene ningún elemento fantástico y, caso de tenerlo, se insinúa muy sutilmente. No obstante, toda la narración parece envuelta de un aura fantástica que le da una textura muy particular, casi etérea.

La novela trata de la historia de una joven –Fern- allá por los años 60 del siglo XX en la Inglaterra rural. Fern es aprendiz de una mujer mayor que la ha adoptado como hija y que ejerce de comadrona, cocinera y algo muy parecido a la brujería tradicional.

Los personajes que aparecen son de lo más variopinto, desde una maestra progre o unos hippies que viven en una comuna, hasta el clásico cartero o el señor latifundista de rigor.

La narración alterna la vida cotidiana con los sucesos “mágicos”, por llamarlos de alguna manera, con una prosa maravillosa, suave, etérea que engancha desde la primera página y no permite abandonar la narración hasta que ésta concluye.

Los contrastes entre los personajes clásicos y los más “progres”, entre la Inglaterra rural y la Inglaterra urbana, entre los saberes naturalistas tradicionales y los saberes científicos, entre las escenas cotidianas y los cuadros oníricos, aportan una gran riqueza al texto, que se paladea frase a frase.

El personaje central, Fern, es de lo más interesante. Es suficientemente joven como para tener todavía inocencia, pero debe enfrentarse de golpe ante la dura realidad de la vida. Y la verdad es que lo hace con gran entereza y fuerza, lo que dota al personaje de un mayor interés.

Es mi primera experiencia con Graham Joyce. Este autor tiene traducida y publicada también en La factoría otra novela: Los hechos de la vida, que pienso leer próximamente y que espero que se parezca un poco a esta magnífica novela.

Os recomiendo encarecidamente esta novela. Se lee rápidamente y deja un buen gusto. Tal vez no sea una obra maestra ni contenga grandes reflexiones trascendentales, pero tiene un algo especial que a buen seguro disfrutaréis.

16 enero 2007

El universo mestizo

Reconozco que soy un forofo de la serie de ciencia ficción norteamericana Star Trek. Se le pueden poner muchos peros a la serie: que si es muy yanky, que si últimamente es poco comprometida en la lucha por ciertos valores, etc. Pero si analizamos su larga trayectoria, tiene puntos muy interesantes.

Ya en la serie original, en plena época de conflictos raciales, cuando comenzaba a estar en boga la liberación de la mujer y los negros y otros colectivos no WASP luchaban por sus derechos civiles, los chicos de Roddenberry pusieron en el puente del Enterprise a una mujer negra en un puesto mando. Desde luego que había otras mujeres en la nave, pero ésta ocupaba un puesto importante.

La actriz que protagonizaba a la teniente Uhura comentaba en una entrevista que estaba planteándose el abandonar la serie y que se encontró con Martin Luther King. Éste se horrorizó ante la idea de que dejase la serie y le dijo que era importantísimo que una mujer negra estuviese en el puente del Enterprise, porque era un ejemplo de por lo que él estaba luchando.

Y ciertamente, Nichelle Nichols (Uhura) sirvió de inspiración a muchas chicas negras que querían abrirse paso en un mundo predominantemente blanco. Tal fue el caso de la actriz Whooppi Goldberg, que también tuvo un papel interesante a bordo de la nave estelar Enterprise de la Nueva Generación.

El caso de Nichols fue paradigmático. En uno de los capítulos, el capitán Kirk (William Shatner) y Uhura se besan. Al parecer fue el primer beso interracial de la televisión americana. Y no pasó nada. Tal era la fuerza de esta serie entre sus seguidores que un señor comentaba: “En aquella época que un blanco besase a un negro no estaba bien visto. Pero si un chico del medio oeste como el capitán Kirk besaba a una preciosa chica negra, no podía estar mal”. Lo que hace la televisión.

En el puente de la serie original convivían armoniosamente blancos, negros, orientales y ¡hasta rusos! lo cual debió ser un shock tremendo para la mentalidad de muchos que recién acababan de salir de la caza de brujas de McCarthy.

Pero razas aparte, otro de los elementos interesantes de Star Trek ha sido la interracialidad, el mestizaje. Así, algunos de los personajes más emotivos y fuertes de La Nueva Generación, Espacio Profundo 9 o Voyager han sido personajes mestizos.

Así tenemos a la consejera Troi, medio humana, medio betazoide; al hijo de Worf, en parte humano, en parte klingon, al igual que la teniente maqui B’Elanna Torres. En la propia serie original, el archiconocido Spock era mitad vulcano, mitad humano.

En uno de los episodios más emotivos de La Nueva Generación, Worf se enamora de una chica mitad klingon, mitad romulana, lo que para alguien tan intransigente con los romulanos como Work es todo un hito.

O el caso de la hija de Gul Dukat, en Espacio Profundo 9, mitad cardasiana, mitad bajorana. O la comandante Sela, mitad humana, mitad romulana. La lista sería inacabable.

Star Trek ha explotado el mestizaje hasta límites insospechados y ha hecho de ello bandera, destacando los elementos comunes y diferenciales por igual.

Por desgracia, Star Trek no ha ido mucho más allá en otros temás más polémicos. En Espacio Profundo 9 pone a un negro al mando y en Voyager a una mujer. Pero todos son muy formalitos. En Enterprise, por ejemplo, una precuela que se desarrolla en el universo pre-Federación, el jefe vuelve a ser un americano blanco.

Tal vez la revolución más destacada fuese poner al mando del Enterprise a un francés calvo –Jean-Luc Picard- para mí, el mejor actor de todas las sagas.

Pero siguen sin atreverse a poner personajes homosexuales que en situaciones de normalidad, o a musulmanes, por poner un par de ejemplos. Algunos temas, me temo, son demasiado peliagudos todavía para Hollywood.

12 enero 2007

Sitios frecuentados

Me gusta navegar por internet, aunque desde luego no siempre tengo el tiempo necesario para pasar por todos los lugares que me interesan. Algunos los visito muy de vez en cuando; en cambio, otros los visito a diario o casi. Entre ellos, hay algunos de ciencia ficción.

Mi primer lugar de cabecera es Reflexiones de un aburreovejas, de mi buen amigo Nacho. Siempre encuentro reflexiones y análisis interesantes en él. Para mí es toda una referencia en el mundo de la ciencia ficción española. Además de debates interesantísimos, debo agradecerle que me animase a abrir mi propio blog.

Otro de los sitios que visito muy frecuentemente, especialmente el fin de semana, que es cuando suele ser actualizado es El sitio de ciencia ficción, que acaba de cumplir diez años en la red, lo cual es un verdadero hito en estos tiempos volátiles que corren. Inicialmente lo consultaba por algunos comentarios sobre libros del género y, sobre todo, por su magnífico glosario de términos especializados. Actualmente, tiene el aliciente adicional de la estupenda tira de La legión del espacio y los interesantes artículos de reflexión semanales.

Otro sitio en el que moro con frecuencia es otro de los proyectos de Nacho y de un conjunto de amigos del mundillo. Se trata de la magnífica iniciativa C, el hijo de Cyberdark, en el que se publican periódicamente muy buenas reseñas sobre libros del género. En mi opinión, de lo mejorcito que tenemos hoy por la red, sobre todo gracias a la maestría de las plumas que participan en el proyecto.

Y hablando de Cyberdark, como no podía ser menos para una ardilla compulsiva como yo, está La Tienda de Cyberdark, por la que me paso a diario (más de una vez incluso) y en la que encuentro todas las novedades del género. A veces incluso ofertas o libros de segunda mano. Es mi tienda de referencia. No viviendo en una gran ciudad, la Tienda es para mí un servicio indispensable. Mi bolsillo, por otro lado, es menos optimista, pero ¡qué le vamos a hacer!

Mi principal fuente de noticias del género es el sitio de Stardust, en el que me aprovisiono a diario de la información necesaria para estar al día en el variopinto y complejo mundo de la literatura fantástica. Ocasionalmente, también por las noticias, visito BEM Online.

Dos proyectos herederos de Cyberdark que suelo visitar de vez en cuando, aunque no con frecuencia diaria, son los foros por excelencia: SeDice y la gran biblioteca de La Tercera Fundación.

En un terreno más personal, también visito algunos blogs. Tras la lamentable desaparición de Soria de las palabras, de Julián Díez, el que más suelo visitar es el blog de César Mallorquí, a saber, La Fraternidad de Babel, espacio de reflexión interesantísimo en que se habla tanto del género, como de política o de cine.

Otro de los blogs que visito con la esperanza de que lo actualice con más frecuencia es el del escritor José Antonio Cotrina, La casa de la colina negra.

Y para estar al día de las novedades de los muchísimos blogs que los ex-cyberdarkianos han abierto en la red, consulto a diario la página índice de curioso nombre: Onanismo naranja.

Hay muchos más. La lista sería muy larga, pero hay un par más que visito con asiduidad y que no quiero dejar de citar. Uno es el de Iván Fernádez (aka Cebra), Memorias de un friki. El otro, es el blog de Pau aka Blackonion, The Daily Black Cebolleta.

Y por último aunque no por ello menos importantes, el blog de Instantón, El trasgu probabilista, en que además de sobre el género, suele hablar sobre interesantes temas de física avanzada.

11 enero 2007

La calculadora de Antikitera: el Pre-Steampunk

Últimamente se han publicado en nuestro país algunas obras del que podríamos llamar subgénero steampunk, es decir, una especie de cyberpunk primitivo basado en la máquina de vapor y en ordenadores anteriores a la era electrónica.

Algunos ejemplos son: La máquina diferencial de William Gibson y Bruce Sterling, en la línea del steampunk o, más propiamente sobre usos alternativos de los ordenadores, En el país de los ciegos de Michael Flynn.

Generalmente, estas obras describen universos alternativos en los que la historia ha sido diferente de tal y como la conocemos debido al uso de estas nuevas tecnologías. Pero la realidad tiene la tozuda manía de ser más fantástica que buena parte de las invenciones del fantástico.

Sabemos, por ejemplo, que el desarrollo de la ciencia empírica no es demasiado viable sin la existencia de mecanismos precisos de medición, sobre todo del tiempo.

Nuestra historia comienza hace casi cien años, cuando unos buzos exploraban un naufragio frente a la isla de Antikitera. Éstos encontraron una caja rota de madera y bronce que albergaba más de 30 engranajes de un total de 80 piezas. Los científicos han estado estudiando desde entonces dichas piezas y han llegado a una sorprendente conclusión: se trata de los restos de una primitiva calculadora-computadora de más de 2.000 años de antigüedad.

El mecanismo original era capaz de seguir los movimientos de algunos cuerpos celestes como la Luna y el Sol con notable precisión, podía predecir eclipses e incluso tenía en cuenta la órbita irregular de la Luna. Es posible que también hubiese sido utilizado para seguir el movimiento de los planetas conocidos por aquel entonces.

Esta tecnología, de origen griego, parece sugerir que nuestros antepasados culturales estaban mucho más avanzados de lo que podría suponerse en un principio y que la creencia general de que los griegos no estaban en absoluto interesados en la tecnología, no es tan absoluta como pudiese parecer en un principio.

La calculadora en cuestión no pudo ser igualada en precisión hasta más de mil años después, lo que da cuenta de lo notable del dispositivo.

Tal vez algún escritor se atreva a especular sobre la calculadora de Antikitera, sobre lo que hubiese sucedido si estos dispositivos se hubiesen desarrollado siglos antes de nuestra época tecnológica. Recordemos, no obstante, que la máquina de vapor ya fue inventada por los griegos también, aunque nunca se les ocurrió que podía ser utilizada como algo diferente a un juguete. A fin de cuentas, los esclavos que realizaban el trabajo bruto eran lo suficientemente baratos y abundantes en su época.

Quizás alguien pueda ver en la calculadora de Antikitera un eco de la tencología perdida de los imaginarios atlantes o váyase a saber de quién, pero en todo caso nos demuestra por enésima vez que la realidad supera casi siempre a la ficción.

05 enero 2007

Carta a SS. MM. los Reyes Magos

Queridos Reyes Magos, este año he sido un niño bueno (bueno, de aquella manera, ya sabéis) y os quiero realizar unas cuantas peticiones que a buen seguro atenderéis.

Lo primero que os pido es que conminéis a los editores a que saquen de una vez la cuarta entrega de la Canción de Hielo y Fuego de George R. R. Martin, a saber, Festín de cuervos. Ya sé que es un poco raro que os pida un festín de cuervos, pero no es para mí, sino para mis ansiosos amigos que se suben por las paredes (¿mono?) por saber cómo continúan las aventuras de sus protagonistas favoritos.

A mí me gustaría poder acabarme la serie de relatos de Harry Harrison, 50 en 50 que Minotauro tuvo a bien dejarnos a medias. Espero que este año editen el tercer volumen, aunque mis esperanzas son escasas.

También me hace una especial ilusión la anunciada reedición de los primeros volúmenes del universo de La Cultura, de Iain M. Banks, concretamente: Pensad en Flebas.

Tengo entendido que también se van a editar los volúmenes 3 y 4 de Los libros de sangre, de Clive Barker, tan entrañables y típicos de esta época tan familiar.

Me gustaría que se siguiesen publicando colecciones de relatos, tanto de autores españoles como foráneos, ya que la cosa parece estar bastante chunga y el mercado no acaba de tirar. A ver si podéis darle un empujoncito, por favor. Eso sí, en la dirección correcta.

Finalmente, quisiera pediros ánimos para todos los compañeros de internet, tanto para los que mantienen y colaboran en sitios de ciencia ficción y fantasía, como para los bloggers, que nos deleitan con sus tribulaciones y maquinaciones entorno a nuestro género favorito.

No obstante, si decidieseis que no me merezco nada de esto, sino que me he ganado un buen saco de carbón, que al menos sea carbón de azúcar, que el otro contamina un montón y contribuye al calentamiento global y así no hay manera que nieve ni a tiros.

04 enero 2007

Cuento de Navidad

Pues aunque nunca lo hubiera jurado, este año he echado en falta el relato navideño de Connie Willis. Con la desaparición de la Asimov, que era quien los publicaba últimamente en nuestro país y no habiendo tomado el relevo nadie, supongo que irán quedando inéditos. Tal vez, en el futuro, alguna editorial –tal vez La Factoría- se decidan a editar una segunda parte de las historias navideñas que ya publicaron hace tiempo.

Si os he de ser franco, no es que las historias navideñas del libro me volviesen loco. Algunas estaban bien e incluso algunas eran francamente originales, como “Epifanía”, pero la mayoría se reducían a criticar ¡Qué bello es vivir! o bien a presentar la típica historia de amor edulcorada. No obstante, reconozco que la capacidad de Connie Willis que crear un ambiente navideño y de contarnos una historia interesante es bastante notable.

Sólo quería hacer un breve apunte aprovechando la coyuntura de estas fechas para reivindicar este tipo de relatos. Al igual que me gusta leer relatos oscuros por Halloween, no me desagrada nada un toquecito navideño en mis lecturas de esta época.

02 enero 2007

La pila de Sísifo

Durante cerca de seis meses he intentado leer básicamente novedades de literatura fantástica, incluso postergando otro tipo de lecturas que también son de mi agrado. El motivo de ello era iniciar un experimento que doy por concluido medio año después.

Quería saber si era posible leer solamente novedades. La verdad es que, a menos que uno se pase leyendo todo el santo día, la respuesta es afirmativa. Tanto que me temo que es del todo imposible mantenerse al día razonablemente de las novedades.

Se puede realizar una selección por temas, por autores, por editoriales o por el criterio que se desee, pero creo que es del todo imposible leerse todas las novedades que aparecen en el mercado. Y ya no hablo de reediciones, que entonces la cosa se complica más.

Para sorpresa mía he visto aumentar día a día mi pila de libros, que sólo contenía novedades recién salidas del horno y, desanimado he tenido que dejarlo por imposible. Es como el mito de Sísifo, cuando éste conseguía subir la piedra a lo alto de la montaña, ésta volvía a descender y así vuelta a empezar.

Pues algo similar le iba pasando a mi pila de libros: descendía un poco, de vez en cuando, entre pedido y pedido de compra, pero después volvía a crecer. El resultado es una cierta sensación de angustia de que es imposible abarcarlo todo incluso en un ámbito tan especializado como es la literatura fantástica. Y eso que yo básicamente compro y leo ciencia ficción.

Pero aún así, incluso renunciando a novelas-franquicias y otras posibilidades que brinda el género, me ha sido imposible estar al día. ¿Hay un exceso de títulos en el mercado? Bueno, tampoco quiero sacar conclusiones precipitadas. Que yo no sea capaz de leérmelo todo no significa que el mercado no pueda aguantar esta dilatada época de vacas gordas.

Me retiro, pues, a mis cuarteles de invierno y volveré a insertar otro tipo de lecturas entre las novedades, tales como series pendientes, clásicos, alguna relectura ocasional (casi es pecado teniendo en cuenta todo lo nuevo que se produce) y antiguas novedades.