28 febrero 2017

Hijo de sangre



He leído recientemente el relato “Hijo de sangre” (”Bloodchild”, 1984) de Octavia Butler, premio Hugo 1985, contenido en Lo mejor de Isaac Asimov Science Fiction Magazine, recopilado por Gardner Dozois.

Se trata de un buen relato de ciencia ficción. En él se describe una sociedad futura de humanos que han sido invadidos por extraterrestres que los utilizan como parásitos para incubar sus larvas y así poder reproducirse.

A pesar de la aparente temática de terror, el relato no inspira repugancia. Al contrario. Se trata de un relato que habla de la ternura, del amor, de la colaboración, a pesar de la extraña relación parasitaria entre humanos y aliens, cosa que lo convierte en un relato muy poco al uso.

Generalmente, el tratamiento que otro escritor le hubiera dado al tema hubiese sido mucho más parecido al de Alien, de Ridley Scott, con los consecuentes vertidos de jugos corrosivos y de parásitos que salen del cuerpo poniéndolo todo perdido. Y desde luego, con muy poco “amor” por el huésped. Pero lo cierto es que se parece más bien al magnífico relato de James Tiptree Jr., “Amor es el plan, el plan es la muerte” (“Love is the Plan the Plan is Death”, 1973, Premio Nebula 1974).

Supongo que “Hijo de sangre” fue la base de la conocida Trilogía de la Xenogénesis, compuesta por Amanecer (“Dawn”), Ritos de madurez (“Adulthood Rites”) y Imago (“Imago”), escrita muy poco después.

Por desgracia, Octavia Butler no ha sido muy bien tratada por el mercado editorial en castellano. La trilogía está publicada en Ultramar en una edición algo antigua y es difícil de encontrar. Y poco más. El relato está publicado en Martínez Roca en una edición también bastante antigua y no menos díficil de hallar.

Hace unos años, en época de vacas gordas, Roca Editorial anunció que publicaría alguna otra de las obras de Butler, pero lo cierto es que el proyecto –y la colección de ciencia ficción en que se iba a publicar- se quedó por el camino.

16 febrero 2017

Ni permitirás por inacción…



¿Se acuerdan de las 3 leyes de la robótica propuestas por Isaac Asimov en sus relatos y novelas sobre robots? Hagamos un breve recordatorio:

Primera Ley: un robot no puede causar daño a un ser humano ni permitir por inacción que un ser humano resulte dañado.

Segunda Ley: un robot debe obedecer las órdenes que le dé un ser humano, excepto cuando ello entre en contradicción con la Primera Ley.

Tercera Ley: un robot debe proteger su existencia, excepto cuando ello entre en contradicción con la Segunda o la Primera Ley.


Lo cierto es que estas leyes estaban pensadas especialmente para robots humaniformes, que interactuarían inteligentemente con seres humanos. Esos robots, tal y como fueron concebidos por Asimov aún no existen, aunque tal vez no estén tan lejos como pudiera parecer.

Ahora, la Unión Europea ha decidido poner un cierto orden legal respecto a los robots, a los que denomina como “personas electrónicas”. Una de las leyes que quiere implantar es que los robots paguen impuestos y que coticen en la seguridad social. Vaya, que no sean simplemente carne de cañón que les quiten alegremente los puestos de trabajo a las “personas de carne y hueso”.

La verdad es que en el mundo neoliberal en que vivimos, la propuesta me ha sorprendido. Por supuesto, me parece fantástico que quienes trabajan, aunque sean robots, paguen impuestos. La cuestión es que hay un antiguo precepto legal según el cual, pagar impuestos concede derechos legales y políticos. ¿Podrán votar los robots trabajadores en las elecciones municipales?

La propuesta puede parecer ridícula, aunque yo ya he visto cosas más sorprendentes, así que no lo descartaría. Ya me veo a los políticos visitando las fábricas robotizadas y dándoles la manita a sus moradores, implorándoles su voto…

Por otro lado, otra de las propuestas es que los robots tengan el equivalente de la Primera Ley, que se cumpliría mediante la existencia de un botón de autodestrucción del robot, por si se desmadra.

Es curioso que el Parlamento Europeo haya decidido legislar sobre un tema que aún está bastante verde, como es el de la inteligencia artificial, aunque en el caso de los impuestos, ya no me extraña nada. Si los humanos los pagamos casi por cualquier cosa, tampoco me sorprende excesivamente que los robots sean los siguientes en la lista.