25 junio 2023

Cantando bajo las estrellas

En las series televisivas de la franquicia de Star Trek, es muy frecuente encontrar personajes que cantan o que bailan. Es uno de los signos distintivos de la serie. No suele ser parte importante de la trama, pero sí, algo anecdótico y curioso, a menudo divertido.

 

Empecemos por la serie original (TOS). Aquí, el personaje cantarín y danzarín es la teniente Uhura. De hecho, la actriz que la interpretaba, Nichelle Nichols, era cantante y bailarina profesional. En el capítulo, “Charlie”, sale cantándole a Spock, en una especie de rito de cortejo, al que el vulcano no parece hacerle mucho caso. Por cierto, Spock, toca la cítara vulcana.

 

Posteriormente, en las películas que interpretaron los actores de la serie original, Uhura vuelve a aparecer cantando y danzando, en un planeta lejano, con unas lunas gigantes en el cielo, de fondo, en una escena, ligerita de ropa, que no deja de ser un poco ridícula, pero que tiene su gracia (“Siempre he querido actuar para un público tan selecto”). Esto sucede en Star Trek 5: La última frontera.

 

En esa misma película, al principio de esta, el capitán Kirk, el comandante Spock y el médico de abordo, McCoy, se van de camping, al parque de Yosemite, a los pies del Gran Capitán, a pernoctar. Para pasar el rato, se ponen a cantar el canon infantil: “Rema, rema, rema el marino, con cuidado por el río. Feliz, feliz, feliz, la vida solo es un sueño”, que el vulcano se toma demasiado en serio, para desespero de sus compañeros.

 

Saltamos a La Nueva Generación (TNG), donde las escenas de canto y danza son más frecuentes. Entre otras cosas, porque mientras que la serie original tiene solo 3 temporadas, TNG tiene 7.

 

Aquí, nos encontramos con el capítulo “El día de Data”, en el que el comandante androide debe  hacer de padrino de una boda y decide aprender a bailar, para lo que acude a la doctora Crusher, especialista en el tema. Por desgracia, no le dice que quiere bailar para una boda y la doctora le enseña unos agotadores pasos de claqué, que el androide capta inmediatamente. Cuando se aclara todo y la doctora le enseña un baile agarrado, más tradicional, el pobre Data se las ve y se las desea, ya que tiene que improvisar, cosa que se le da muy mal. Por cierto, la cara que pone cuando baila con una pareja holográfica despampanante es memorable.

 

También el Jefe O’Brian aparece cantando en el episodio “La herida”, una antigua canción irlandesa de batalla. Y en el episodio “Allegiance”, una “fotocopia” del capitán Picard, que actúa de manera extraña, se presenta en el bar de la nave y se pone a cantar una canción de taberna, para asombro de todos los presentes.

 

Geordi La Forge también aparece en un capítulo (“Desastre”), ensayando para una opereta de Gilbert and Sullivan, concretamente, para Los piratas de Penzance. Por cierto, que en este capítulo también podemos ver al capitán Picard, rodeado de niños en un turboascensor averiado, cantando “Frère Jacques”, para tratar de asosegarlos.

 

Y en “Gámbito”, podemos disfrutar de un verdadero antro del espacio, más propio de Star Wars, en el que el teniente comandante Worf, canta una cacofónica aria de la ópera klingon Aktuh y Melota, acompañado al teclado por una alien de cuatro manos adicta a la sal.

 

También hay otras intervenciones cantando en Klingon, una en “Derecho de nacimiento” y otra no recuerdo dónde, en la que aparece el canciller Gowron y su tripulación, cantando en una nave en medio del espacio.

 

Por lo que respecta a las películas de la Nueva Generación, en “Generaciones”, tenemos a Data, con su recuperado chip emocional, canturreando y haciendo ruiditos con el teclado de navegación del Enterprise D.

 

Y en “Némesis”, en la boda del comandante Riker y la consejera Troy, ofrece como regalo una interpretación de la canción “Blue Skies”.

 

Como anécdota divertida, en un capítulo de las primeras temporadas de TNG, aparece Data intentando silbar, cosa que hace horriblemente. Al parecer, se necesita un chip emocional para silbar decentemente.

 

Pasamos a Espacio Profundo 9 (DS9). Las principales actuaciones musicales se dan en el simulador, en las últimas temporadas, a cargo de Vic Fontaine, un supuesto cantante de las Vegas, de los años sesenta, interpretado por James Darren, un cantante real, cuya carrera que iba de capa caída volvió a despegar a raíz de su paso por DS9.

 

En Voyager, uno de los personajes del elenco, el Doctor holográfico, interpretado por Robert Picardo, es un apasionado de la ópera y aparece cantando en algún capítulo, arias conocidas del género lírico. También lo podemos ver cantando “You are my sunshine”.

 

En otro capítulo (“The Killing Game”), la tripulación de la nave es abducida por la belicosa raza de los Hirogen y mediante una especie de control neural inducido les obligan a adoptar otra personalidad, en una especie de teatro de marionetas. Seven of Nine se nos muestra cantando en un escenario.

 

Finalmente, en la segunda temporada de Picard, la doctora Agnes Jurati, poseída por la reina Borg, aparece vestida despampanantemente en una fiesta, cantando “Lets It Go”.

 

Y hasta aquí, puedo leer.

 

 

 

18 junio 2023

TV alien

El otro día, vi un vídeo de YouTube en el que se preguntaban si las inteligencias extraterrestres (hipotéticas, claro), eran capaces de captar las señales de nuestros teléfonos móviles.

 

Planteada la cuestión, debo reconocer que me viene inmediatamente a la cabeza una viñeta de Mafalda en la que se pregunta. “Si hay  vida inteligente en el universo, ¿por qué no nos visitan?”, emulando la paradoja de Fermi. Y tras una pausa dramática, concluía: “Si son inteligentes, no vendrán”.

 

En la película “Contact”, basada en el libro homónimo de Carl Sagan, recibimos una señal procedente del espacio que se trata, en realidad, de la primera emisión de televisión humana, rebotada y ampliada. Dicha emisión muestra la inauguración de los Juegos Olímpicos de Berlín, de 1936, que Adolf Hitler y su régimen nazi aprovecharon para hacer propaganda sobre las supuestas virtudes de la supuesta raza aria.

 

En la película, aparece una esvástica en primer plano y uno de los radioastrónomos dice algo así como: “No os preocupéis, seguro que no entienden su significado”. Pues más nos vale, porque como entiendan mínimamente algo de la basura hertziana que hemos estado arrojando al espacio en forma de ondas electromagnéticas, de programas de radio y televisión y ahora de móviles, nos va a declarar la guerra media galaxia. La otra media, posiblemente, se harán los muertos o huirán despavoridos de nosotros.

 

En la misma línea, hay gente que está en contra de programas como el SETI o de enviar señales potentes al espacio, porque podrían atraer a potenciales civilizaciones agresivas. Los más bonachones teorizan que una raza agresiva se autodestruiría antes de alcanzar el espacio. Y obvian que nosotros ya lo hemos hecho, aunque sea poquito y de momento estamos tan panchos. Con calentamiento global, sí, pero vivitos y coleando.

 

Además, una raza podría ser agresiva con sus vecinos, pero en cambio ser tremendamente solidaria con sus propios individuos. Creo que lo que hacemos nosotros, de matarnos los unos a los otros, sí que ofrece pocas esperanzas de un futuro prometedor.

 

Pero volvamos a los móviles y a lo que vertemos al espacio. También esto es el argumento de otra obra de ciencia ficción, en este caso, humorística: “Héroes fuera de órbita”, en la que unos alienígenas bonachones interpretan las series de TV tipo Star Trek, como realidad. Los “documentos históricos”, los llaman y vienen a pedirnos ayuda contra unos alienígenas agresivos que se los quieren cepillar.

 

¿Os imagináis a los extraterrestres viendo nuestra telebasura o los culebrones turcos? Supongo que disfrutarían con los reportajes de animales, pero no sé qué pensarían del porno o, peor, de las carreras de automóviles o “El juego del calamar”.

 

En fin, esperemos que no haya nadie muy cerca o que no estén interesados en nuestra primitiva civilización y si no, espero que sean compasivos o que tengan un gran sentido del humor.

 

Hacer tiempo que tengo la sospecha que alguien ha puesto una baliza en la “entrada” de nuestro sistema estelar advirtiendo de la tremenda raza del tercer planeta a partir del Sol…

 

 

 

12 junio 2023

Correlaciones: El tamaño importa

El paleontólogo Michael D’Emic, principal autor de un estudio que acaba de publicarse en la revista Current Biology, ha postulado que los saurópodos del Cenozoico alcanzaron en hasta 36 ramas evolutivas diferentes, tamaños gigantescos. Parece que el tamaño SÍ que importa.

 

Realmente, no se sabe qué ventajas tiene ser tan gigantesco. Los grandes animales terrestres, en nuestros tiempos, se han extinguido. Quedan las ballenas y los cachalotes en los mares. Pero en tierra, lo más grande que podemos ver es un elefante.

 

En cambio, multitud de dinosaurios gigantes, realmente enormes, poblaban la Tierra primitiva, antes de que un meteorito (o lo que fuese) los hiciese trizas y se extinguiesen.

 

Está claro que el hecho de que la evolución crease estos monstruos en tamaño no una, sino hasta 36 veces diferentes, nos está diciendo algo. También es verdad que las condiciones biológicas y ambientales de aquel momento eran diferentes de las actuales, ¿pero tanto?

 

Mantener un cuerpo gigantesco es una tarea complicada. Deben ingerir una gran cantidad de alimento cada día y son un problema para mantener poblaciones grandes, cosa que también es un problema genético, pues disminuye la diversidad de especie.

 

Pero parece que los creadores de monstruos gigantes, como King Kong o Godzilla, no iban tan desencaminados.

 

La alometría, la parte de la ciencia que estudia los diversos tamaños en los seres vivos y sus consecuencias, nos advertía, por ejemplo, que una hormiga gigante, con su actual “diseño” biológico no era viable en tamaño gigante.

 

Uno de los principales problemas del tamaño es la relación entre el volumen del cuerpo del animal, que es proporcional al calor que puede generar y la superficie de su cuerpo, por la que se disipa ese calor. El volumen crece o decrece con la potencia cúbica, mientras que la superficie, lo hace con el cuadrado.

 

Un desajuste de tamaños hace que un animal pequeño no puede alcanzar el gigantismo sin cambiar radicalmente su estructura interna y viceversa.

 

Curiosamente, es en los oceános donde los monstruos gigantes parecen seguir existiendo. No solo ciertos cetáceos, sino pulpos o calamares gigantes u otros miembros de su familia biológica, pesadilla de navegantes de todas las épocas. Tal vez el hecho de vivir en un medio líquido y sin límites permita estos desarrollos de tamaño que, en tierra, parecen prohibidos ahora mismo.