29 marzo 2012

Jim, está muerto

A veces me pregunto cuál es el conocimiento general entre las actuales generaciones sobre la literatura fantástica y, concretamente, sobre la ciencia ficción.

Esta claro que la televisión y el cine han hecho mucho. Como mínimo, la ciencia ficción no es algo tan lejano como lo podía ser hace treinta o cuarenta años. Pasa lo mismo con la fantasía, que ha perdido un poco la fama de “dragonadas” para pasar a ser algo un poco más serio. Sin duda a ello ha contribuido la realización fílmica de películas como Star Wars o El Señor de los Anillos y otras tantas series de televisión de una cierta calidad.

Pero si preguntamos al público general sobre Thomas Disch, James G. Ballard, Robert Heinlein, Philip K. Dick o Ursula K. LeGuin, aunque probablemente conozcan alguna de sus obras llevadas al cine, como autores restan en el anonimato.

Tal vez algunos conozcan a Isaac Asimov, pero es poco problable que conozcan a Robert Sheckley o a James Tiptree. Tal vez a alguno le suenen las Crónicas Marcianas de Ray Bradbury o Fahrenheit 451, pero es improbable que hayan oído hablar nunca de El vino del estío o de El hombre ilustrado.

Ni si quiera autores tan modernos y populares dentro del género, como David Brin, Neal Stephenson o Connie Willis son apenas conocidos fuera de éste.

Y es que el género es mucho género todavía. Es cierto que algunos autores de fuera de éste han escrito obras de ciencia ficción, algunas de las cuales son muy conocidas, como ¿Un mundo feliz? (Aldous Huxley) o 1984 (George Orwell) o más recientemente, La carretera (Cormac McCarthy) o Nunca me abandones (Kazuo Ishiguro) o incluso 11/22/63 o La cúpula de Stephen King.

Sea por el motivo que sea, a la gente de fuera del fandom le suenan los Klingon y los Vulcanos, pero difícilmente les suena la Segunda Fundación o los Titerotes. Quien más, quien menos ha oído alguna vez la frase: “Luke, yo soy tu padre” (Star Wars) pero menos conocida es ”Está lleno de estrellas” (2001. Una odisea en el espacio).

Pero hay ciencia ficción y ciencia ficción. Basta con que se lleve una obra al cine y ésta tenga un cierto éxito para que pase al imaginario popular. Pero los autores que no han triunfado en el séptimo arte lo tienen más crudo para ser conocidos en un mundo regido por imágenes mucho más que por letras.

28 marzo 2012

Correlaciones: el peligro de las auroras

Últimamente el Sol está bastante revuelto y no para de lanzarnos eyecciones de masa coronal (ECM), que son intensos chorros de partículas que provocan las auroras en los polos terrestres, magnífico espectáculo de la naturaleza donde los haya. ¿Pero son peligrosas estas tormentas solares?

Desde luego, todo depende de la magnitud. La mayor parte de ellas quedan retenidas por la magnetosfera terrestre y no producen más que molestias ocasionales en las comunicaciones por satélite y en la radio en determinadas latitudes. Pero si éstas llegasen a ser muy intensas, como ha sucedido alguna vez en la historia, podrían inducir corrientes eléctricas en las líneas conductoras y se produciría un cierto caos en nuestro tecnificado planeta.

Hace poco, el gobierno británico decidió estudiar estos fenómenos e incluirlos en la lista de potenciales amenazas para el país. En un mundo tan electrificado como el nuestro, en el que la interrupción del fluido eléctrico origina catástrofes de todo tipo, pues se presupone que éste no puede cortarse en ningún momento, una tormenta solar de una cierta magnitud podría ponernos en apuros.

Para empezar, tenemos los omnipresentes satélites de comunicaciones, meteorológicos, de geoposicionamiento, etc. Al estar en la parte exterior de la atmósfera, son mucho más sensibles a las anomalías solares que la electrónica que se encuentra sobre la superficie terrestre.

A todo ello, habría que incluir a la gente atrapada en ascensores, la interrupción de las comunicaciones, del suministro de agua corriente (y posiblemente de otros suministros básicos también), el colapso del sistema circulatorio, el apagado de los sistemas de condicionamiento de aire, la iluminación, etc.

Por otro lado, nuestro mundo depende cada vez más de los sistemas electrónicos, muy sensibles a este tipo de fenómenos: bancos, comercio electrónico, correo electrónico, internet…

En el libro Tormenta solar, de Arthur C. Clarke y Stephen Baxter, se describe una situación de este tipo y las consecuencias que podría tener para la civilización una tormenta de una gran magnitud.

En lo que a mí respecta, me gustan mucho los libros electrónicos, pero no me hace ninguna gracia que una tormenta solar enviase al carajo toda mi colección bibliográfica, así que de momento seguiré comprando libros sobre papel, especialmente para aquellas obras que quiera mantener a salvo de posibles anomalías solares.

27 marzo 2012

Rito de paso / Alexei Panshin

Rito de paso
Rite of Passage (1968)
Alexei Panshin
Ed. Bibliópolis
Págs.: 240
2011


Rito de paso es una novela que trata sobre el paso de la adolescencia a la madurez en una sociedad espacial. La Tierra ha sido destruida y la Humanidad se encuentra desperdigada por una hélade de planetas de baja tecnología que subsisten gracias a la alta tecnología de una enorme nave-asteroide en la que la sociedad que la habita tiene un estricto control de la población y mantiene los rescoldos de la alta tecnología que hubo en la Tierra antes de su perdición.

Los habitantes de la nave, cuando llegan los catorce años, deben superar un rito de paso: son dejados a su suerte durante un mes en la superficie de uno de los atrasados planetas que habita la Humanidad. Los que sobreviven, vuelven a la nave con la categoría ganada de adultos.

Panshin escribió esta novela imitando el estilo de las novelas juveniles de Heinlein, pero como contrapunto a éstas. Tanto la sociedad pseudocomunista que se da en la Nave, como las conclusiones a que llega la protagonista femenina le habrían producido alguna que otra arcada a Heinlein.

Otro de los elementos a destacar es que la sociedad de la Nave tiene cierto parecido a una especie de sociedad platónica, aunque los roles de cada uno no están predeterminados sino que los eligen los propios individuos, eso sí, asesorados por gente sabia que les sirve de guía.

La novela se lee bien y no se hace nada pesada y combina la reflexión con las aventuras. A lo largo de las páginas asistimos a los cambios físicos y mentales de los personajes, especialmente de la niña protagonista, -Mia Havero- desde su infancia hasta poco después su rito de paso.

Eso sí, hoy día sería políticamente muy incorrecto según qué pasajes, como la cacería del tigre, por ejemplo.

Es agradable poder leer este tipo de novelas que no se eternizan ni pretenden iniciar una megasaga. Por desgracia, cada vez abundan menos y son un bien escaso en estos tiempos que corren.

26 marzo 2012

Los primeros cuentos / Richard Matheson

Los primeros cuentos
Richard Matheson
Ed. Gigamesh
Págs.: 85
2008



Esta selección de los primeros relatos de Richard Matheson realizada por Gigamesh, sobre materiales de los años 1950 y 1951 es harto interesante y nos muestran los primeros pasos del autor en el campo de la ciencia ficción y el terror sobrenatural.

Matheson presenta un estilo propio. Por un lado es bastante directo en su escritura, al estilo de Asimov; por otro, suele empezar los relatos desde el meollo de la cuestión, sin grandes introducciones, como Heinlein; y, finalmente, sus narraciones son bastante cortas, como Fredric Brown, aunque tal vez no tanto.

Otro rasgo característico es que algunas de sus narraciones tienen un final algo ambiguo, más sugerido que explicado, como es el caso de “A través de los canales” o “Nacido de hombre y mujer”.

Asimismo, Matheson combina varios estilos en sus narraciones, que van desde el terror sobrenatural de “Hijo de sangre”, hasta el surrealismo irónico de “La ropa hace al hombre”, pasando por la clásica ciencia ficción de “El tercero desde el sol”.

En “Nacido de hombre y mujer” (“Born of Man and Woman”, 1950), estamos ante una narración cercana al terror pero algo ambigua en sus planteamientos.

“El tercero desde el Sol” (“Third from the Sun”, 1950) me recuerda irremediablemente al fin de la serie Battle Star: Galactica y se encuentra más en el ámbito de la ciencia ficción, como “Cuando duerme el que vela” (“When the Waker Sleeps”, 1950), una utopía/distopía terminal con un cierto aire a Matrix.

“La ropa hace al hombre” (“Clothes Make the Man”, 1951) es un relato extraño, irónico y casi surrealista, mientras que “Hijo de sangre” (“Blood Son”, 1951) parece un cuento sobre un niño friqui que quiere ser vampiro.

En “A través de los canales” (“Through Channels”, 1951) se nos cuenta una historia de terror manera más o menos fragmentaria que no acaba de dejarnos ver lo que ha sucedido exactamente. Bien pudiera ser una metáfora contra los anuncios de televisión, aunque tampoco queda la cosa demasiado clara.

Finalmente, “La cosa” (“The Thing”, 1951) es un alegato a favor de la existencia de un poco de irracionalidad en un mundo excesivamente racional, regido por una dictadura científica.

23 marzo 2012

La última mujer de Australia / Francisco Villarubia

La última mujer de Australia
Francisco Villarubia
Ed. Almuzara
Págs.: 512
2011



Estamos ante una novela de ciencia ficción de aventuras a medio camino entre una distopía postapocalíptica y una historia de zombies.

El argumento es una Australia de mediados del siglo XXI en que un virus modificado genéticamente escapa de unos laboratorios –el virus misógino- que vuelve a los hombres extremadamente violentos y misóginos, hasta el punto de que prácticamente toda la población femenina del contienente austral resulta exterminada.

La novela trata de la hégira de una mujer, acompañada de tres hombres inmunes –por diferentes motivos- que va recorriendo la isla en busca de un remanso de paz, de los cuales acaba huyendo siempre por el mismo motivo: los hombres acaban descubriéndola e intentan darle caza.

La novela es una gigantesca metáfora de los problemas de violencia de género de acucian nuestra sociedad, aunque también pretende ser una novela de aventuras de persecución y una cierta distopía crítica con la ingeniería genética, aunque tampoco sea un tema que se trate demasiado en la novela.

En mi opinión, la novela es interesante, pero se hace un poco larga. Máxime cuando uno se da cuenta que acaba con un final abierto y que estamos ante lo que pretende ser la primera de una serie de novelas centradas en el mismo universo.

Creo que la novela debiera haber sido autoconclusiva, porque, sinceramente, no pienso que el tema dé para mucho más. A menos, claro, que se quiere alargar como un chicle unas aventuras que ya han descrito bastante bien la psicología e historia de los personajes y la época que retratan.

En el aspecto formal, lo único que me ha molestado es la presencia de varios laísmos recalcritrantes que llaman bastante la atención. Por lo demás, es una novela correcta, que aunque no se lee deprisa, tampoco se eterniza, cosa de agradecer en una obra de más de quinientas páginas.

16 marzo 2012

El misterio de Stonehenge / Jack Williamson

El misterio de Stonehenge
The Stonehenge Gate (2005)
Jack Williamson
Ed. La Factoría de Ideas
Págs.: 320
2008



Estamos ante un libro interesante, pero un tanto extraño. El argumento es bastante simple: un grupo de amigos descubre un círculo de piedras similar al Stonehenge británico en pleno desierto del Sáhara. Cuando llegan allí, descubren que el círculo es una puerta que conecta con otros mundos. A partir de ahí, se despliega todo un seguido de aventuras en las que los personajes van pasando de mundo en mundo.

No es un argumento nuevo. De hecho, la serie de televisión Star Gate se basa exactamente en el mismo principio. Pero la narración tiene sus elementos diferenciales. Para empezar, Williamson es tremendamente directo: no hay nada de paja en la narración. Los hechos son presentados de manera inmediata y cruda, sin circumloquios ni coros de ¡ohs! y ¡ahs! Todo es tremendamente directo.

Tanto, que en algún punto de la narración, no sé si por error del autor o de la traducción, parece como si nos hubiésemos saltado una página y nos hayamos perdido algo. Como no he leído la versión original no puedo saberlo.

Por otro lado, las aventuras son una muy extraña combinación entre una novela colonial y Cita con Rama. El sentido de la maravilla está presente, aunque tal vez se trate de una novela que hubiese tenido mucho más impacto si hubiese sido escrita en los años cincuenta, ya que tiene también un cierto eco a La ciudad y las estrellas.

Por lo tanto, la novela deja una sensación ambigua. Por un lado, las aventuras –que inicialmente son algo insulsas y lastran la narración- pronto se aceleran y se vuelven más interesantes. Por otro lado, el exceso de coincidencias y la falta de sorpresa por parte de los personajes ante hechos poco usuales, le resta realismo.

Es una novela escrita por un narrador experimentado, pero creo que se trata de una obra que debiera haber sido pulida un poco más antes de haber sido publicada.

14 marzo 2012

La muerte de las ardillas compulsivas

En el argot del fandom literario se conoce como “ardillas compulsivas” a aquellas personas que se dedican a acaparar de manera compulsiva libros en espera que lleguen tiempos de escasez en que no se publiquen apenas novedades. Así, aunque vengan épocas de penurias, habrá una buena provisión de libros pendientes de leer y se podrán superar los “tiempos oscuros” de la escasez.

Siempre ha sido así, porque, sobre todo en el mundo de la ciencia ficción, ha habido períodos de vacas gordas y épocas de vacas flacas. El famoso péndulo que no paraba de oscilar. Aunque al igual que el péndulo parece haberse detenido (u oxidado) últimamente, debido a la pertinaz sequía, también podríamos haber llegado a la época en que las ardillas compulsivas estarían en peligro de extinción.

El motivo es simple: el libro electrónico. ¿Qué sentido tiene acaparar libros y más libros hasta hacer crujir las estanerías de sobrepeso si en cualquier momento podemos acceder a descargar un libro en formato electrónico? Doy por supuesto que pagando, pero en cualquier caso, descargarlo.

Así, se han acabado los saldos a precio de ganga, que nos dejaban con cara de tontos por haber pagado en su día cinco veces más que su precio se saldo; se han acabado los incunables inencontrables, porque siempre estarán disponibles, ya que el stock será ilimitado y no habrá problemas para almacenar miles y miles de libros de manera sencilla y barata.

Por lo tanto, las ardillas compulsivas, dejaremos de sentir la frenética necesidad de enterrar nueces bajo tierra para cuando lleguen los fríos y podremos dedicarnos a leer lo que queramos, cuando queramos, esperemos a un precio razonable.

Eso sí, el placer de acudir a la librería a la caza de novedades, el gusto de ver las portadas con diseños relucientes y poder disfrutar de la experiencia táctil de tener el libro en las manos y de poder hojearlo, habrá pasado a la historia. O tal vez no. El tiempo lo dirá…

13 marzo 2012

Cadete del espacio / Robert A. Heinlein

Cadete del espacio (1948)
Space Cadet
Robert A. Heinlein
Ed. La Factoría de Ideas
Págs.: 288
2012


Cadete del espacio es una de las clásicas novelas juveniles de Heinlein que combinan la aventura, la ideología militarista, el espacio y una visión optimista del futuro.

La novela no tiene nada de especial, salvo que es de Heinlein y, por lo tanto, aunque sea juvenil, está muy bien escrita y es apta y recomendable para todos los públicos. No es el Heinlein maduro que podemos ver en posteriores obras, pero tiene su interés, especialmente para los admiradores del autor.

La novela fue escrita en 1948, cuando Venus todavía era un planeta cálido y acuático y la posibilidad de que existiese vida en Marte era elevada. Aparte de estos detalles, la novela sigue teniendo su interés. Más que el Heinlein libertario, tenemos aquí al Heinlein más militarista, aunque con unas ciertas reservas.

La novela trata de un joven del medio oeste estadounidense y unos compañeros similares que se enrolan en la Patrulla Espacial, un cuerpo que se dedica a poner orden y evitar las guerras intestinas de la Humanidad y de la aventuras que suceden durante su formación, un tanto idílica en la correspondiente academia espacial.

También podemos ver unos curiosos alienígenas, bastante inteligentes, dotados de un orden social estricto –como no podía ser de otra manera, habiendo salido de la pluma de Heinlein-, que no son tratados como los clásicos aliens malos tan típicos de la época, cosa que es de agradecer.

Eso sí, si alguien se lee la contraportada de la edición de La Factoría, puede tener la desagradable sensación que habla de una novela completamente diferente. Vaya, que lo que dice la contraportada y la novela se parecen con un colibrí a una galera romana.

12 marzo 2012

La postura filosófica

Hace tiempo, hubo en el fandom español una discusión, por otro lado bastante recurrente y periódica, acerca de qué era mejor: si una novela de ciencia ficción clásica, más cercana al subgénero hard, en que lo que primaba era la ciencia y el “sentido de la maravilla” (postura C) o bien si era preferible la calidad literaria a secas: buenas tramas, desarrollo de los personajes, léxico rico, etc. (postura L).

En esta dialéctica, que generó un profuso intercambio de mensajes y argumentaciones, no siempre incruentas, ya que las heridas abundaron en ambos bandos y se llegaron a romper incluso amistades, a mí siempre me quedó la duda sobre si alguien tenía más razón que otros o estábamos todos perdiendo el tiempo en una estéril discusión acerca de cuántos ángeles pueden bailar en la cabeza de un alfiler.

Uno de los argumentos que dio la postura L fue que resultaba bastante extraño tener en cuenta el contenido, o sea, lo que se decía en los relatos de ciencia ficción a la hora de hacer un análisis literario. Desde luego que estoy de acuerdo que para hacer un análisis literario no es preciso descender en detalle a lo que se dice, pero el argumento no me dejaba satisfecho.

Después de pensar otra vez sobre el tema he llegado a la conclusión que tal vez la literatura de ciencia ficción sea, en muchos casos, más cercana a un texto filosófico con personajes que no una novela de literatura al uso. Y es evidente que para analizar un texto filosófico sí que es del todo necesario discutir acerca del contenido y de las ideas que contiene dicho texto.

Tampoco es que quiera reducirlo todo a la discusión de la idea. Es evidente que si un texto tiene forma de novela o de cuento y tiene la intención de venderse como tal, debe someterse también al dictamen literario. Pero no sólo. Esta es la precisión que quería hacer.

Tal vez por algunos de los escritores clásicos de ciencia ficción más antiguos hoy día no daríamos un real por su calidad literaria, pero sus ideas siguen siendo interesantes y sus novelas siguen teniendo su gracia. Eso diferencia a los clásicos de aquellas novelas que envejecieron mal, que las hay y muchas, tanto en el campo C como en el campo L.

Por otro lado, algunos escritores con ínfulas de literatura culta, podrán ser leídos por el placer del uso que hacen del lenguaje, pero pueden llegar a ser más insulsos que el agua. Supongo que de todo tiene que haber.

En fin, no pretendo reabrir el debate, pero igual que si en su día ya defendía que no todo se reducía a un combate entre fondo y forma, ya que el tempo y la trama también tenían mucho que decir, ahora me atrevo a añadir la componente filosófica para defender el análisis de las ideas, al igual que la componente literaria se utiliza para defender el elemento literario per se.

09 marzo 2012

La tierra silenciada / Graham Joyce

La tierra silenciada
The Silent Land
Graham Joyce
Ed. Plaza & Janés
Págs.: 272
2011



Hasta la fecha, ninguna de las novelas de Graham Joyce me ha decepcionado lo más mínimo. Este autor inglés, claro exponente de lo que algunos denominan el “realismo mágico inglés” deja siempre el pabellón bien alto en cuanto a interés de la trama, curiosidad de los personajes e interés por los detalles “mágicos” o sobrenaturales que acontecen.

En general, el elemento sobrenatural suele estar bastante acotado y en muchas ocasiones la obra podría pasar por simple narrativa, aunque siempre aparece en el momento adecuado el elemento fantástico, muchas veces sin estridencias.

En esta novela, Joyce, aun respetando sus propias reglas, va un poco más allá. En primer lugar, la acción no se desarrolla en Inglaterra, sino en los Pirineos, en una estación de esquí entre España y Francia, en un lugar indeterminado de la región oriental del istmo.

En segundo lugar, el elemento fantástico aparece desde el principio e impregna toda la obra. De hecho, se intuye bastante bien desde el primer capítulo por dónde van a ir los tiros, pero el autor consigue despistarnos en más de una ocasión, hasta el punto de llevarnos al final con una cierta idea equivocada de por dónde se van a resolver las cosas.

En tercer lugar, la componente de terror sobrenatural aflora mucho más que en otras novelas. Algunos pasajes de este libro son francamente inquietantes y los paisajes, a veces idílicos, se pueden convertir en una auténtica pesadilla.

Una vez resuelto el enigma, suspiramos tranquilizados, pero sigue aflorando en una serie de detalles ese realismo mágico tan propio de Joyce. Entre ello y que la trama está muy bien dosificada, hace que el libro se lea de un tirón, cosa bastante de agradecer en esta época en que las novelas se han convertido en peligrosos proyectiles dado su elevado volumen y peso. Afortunadamente, de vez en cuando, aparecen pequeñas joyas que nos recuerdan que otro formato de novela es posible (y deseable).

Por lo que respecta a los personajes, tal vez aquí su psicología y profundidad es menor que en otras novelas de Joyce, en parte debido a que la extensión de la narración también es menor. Aun así, el autor se las apaña para introducir unos cuantos detalles biográficos de los dos personajes.

Finalmente, el género es una mezcla de fantasía, realismo mágico, novela de terror sobrenatural y thriller de aventuras. El resultado es bastante bueno y aunque tal vez no esté a la altura de otras obras de Joyce, su lectura es totalmente absorbente desde la primera página hasta la última. Disfruten de él.

08 marzo 2012

El último teorema / Arthur C. Clarke & Frederik Pohl

El último teorema
The Last Theorem
Arthur C. Clarke & Frederik Pohl
Ed. Edhasa, Col. Nebulae
Págs.: 576
2008


El último teorema es un libro póstumo del escritor inglés Arthur C. Clarke, desarrollado en su mayor parte por el escritor norteamericano Frederik Pohl, ambos conocidos autores de ciencia ficción. Al parecer, Clarke escribió una parte del libro y dio el argumento de la obra, mientras que Pohl fue el que escribió la mayor parte de la novela.

El argumento inicial de la obra es simple: un joven tamil, genio de las matemáticas, encuentra la demostración “corta” del teorema de Fermat. Eso sí, en medio pasa un poco de todo: revoluciones políticas a nivel mundial, unos extraterrestres algo insidiosos, grandes desarrollos tecnológicos, etc.

En ella, aparecen muchos de los temas habituales de Clarke: el ascensor orbital, las carreras de veleros solares, las matemáticas, niños superdotados, el templo hindú, Sri Lanka y sus maravillosas costas, especialmente, la zona de Trincomalee, un escenario mundial de tres superpotencias (Estados Unidos, Rusia y China), la imposición de la paz mundial por imperativo tecnológico y unos extraterrestres mucho más avanzados que nosotros tecnológicamente, que vigilan nuestro desarrollo.

Por otro lado, también aparecen temas menos frecuentes, algunos casi tabú, como los “paraísos” de la tortura al estilo de Guantánamo o la homosexualidad (aunque bastante colateralmente), así como los choques políticos y religiosos entre diferentes naciones y etnias, que dejan bastante malparados a los Estados Unidos. De hecho, parece un libro que haya sido asesorado por la mano invisible del ultracrítico Chomsky.

Curiosamente, la obra no sólo destaca por lo que cuenta, sino también por lo que silencia. Así, Europa prácticamente ha desaparecido del mapa político mundial y sólo hay una breve referencia a los alemanes como potencia política y militar. Del resto de Europa, ni mu. Tal vez Clarke y Pohl se adelantaron a su tiempo.

Aunque Clarke ya había tratado en otras ocasiones un mundo bipolar, la clásica confrontación entre Estados Unidos y la Unión Soviética, con China siendo el tercero en discordia, ahora este mundo se ha vuelto claramente tripolar, con la sustitución de la Unión Soviética por Rusia y se ha incluido la influencia desestabilizadora del terrorismo islámico mundial. Y por supuesto, el país maligno por excelencia en el imaginario occidental: Corea del Norte.

La novela peca de un cierto optimismo exagerado, según el cual el futuro es esperanzador porque la Humanidad logra superar sus clásicas guerras intestinas gracias al uso de una nueva arma disuasoria muy potente (el Trueno Callado).

Mientrastanto, se nos van presentando unos extraterrestres bastante peculiares que, en mi opinión, no vienen mucho a cuento y que lastran innecesariamente la narración.

Estamos ante la clásica ufología liberadora. Los extraterrestres, extraordinariamente avanzados en todos los sentidos, imponen su solución a los problemas humanos, aunque al final de la novela, se intuye un cierto cambio en el statu quo de la Humanidad respecto de las sociedades galácticas más avanzadas.

Por lo que a la trama se refiere, el inicio es algo lento y aburrido, aunque cuando ha transcurrido aproximadamente la tercera parte de la novela, comienzan a suceder cosas interesantes. Paciencia, pues.

Es evidente que no es la obra cumbre ni de Clarke ni de Pohl, pero se deja leer bien, con ciertos guiños nostálgicos a la ciencia ficción clásica, pero con la intención clara de mostrar un futuro a medio plazo bastante esperanzador.

05 marzo 2012

Cordero / Christopher Lamb

Cordero
Lamb
Christopher Moore
La Factoría de Ideas
Págs.: 416
2002



Este libro, aunque editado recientemente por La Factoría de Ideas, fue publicado originalmente en el 2002. Suponemos que se publica ahora a rebufo del éxito de otros libros del mismo autor.

Cordero es un libro bastante al uso de Christopher Moore. Una combinación irreverente de temas sacros con otros de completamente profanos, trufado de sarcasmo y de una cierta ironía rayana en ocasiones con la mala leche, directamente. En este caso, estamos ante la explicación de los primeros treinta años de la vida de Jesucristo, vistos desde la óptica de su mejor amigo, Levi, alias Colleja.

El planteamiento del libro es simple: el Señor envía al ángel Raziel para que resucite a Colleja en tiempos modernos y escriba un nuevo evangelio que explique “los años perdidos de Jesús”. Y de eso trata el libro.

A parte de cachondearse de la candidez de los ángeles, el autor introduce una serie de elementos filosóficos y vitales un tanto surrealistas (por poner un ejemplo: ¿qué demonios tiene que ver el Yeti con Jesucristo? ¿y el kung-fu?) que hinchan el libro con un montón de aventuras, bastante entretenidas, aunque desde luego podrían haber sido mucho menos centrales argumentalmente hablando.

Porque está claro que Jesús no es tan interesante fuera de Judea como lo es en ella y en su entorno inmediato y no acaba de funcionar bien en un acantilado perdido de Afganistán, en el templo de Khali o en un monasterio budista. Sencillamente, no da el pego, aunque es cierto que introduce algunos elementos coloristas interesantes.

Pero el mejor Jesús es el que está en su salsa, junto a su familia y rodeado de unos muy peculiares discípulos que lo siguen a todas partes y ante los cuales se desarrollan los hechos más conocidos de los Evangelios oficiales.

Por otro lado, en un alarde de realismo, el autor deja clara su postura acerca de que María, la madre de Jesús, tuvo otros hijos –éstos de José- tras tener a Jesús y que éste tiene hermanos y hermanas. Naturalmente, esta versión de los “hechos” no está aceptada por la Iglesia Católica.

La única crítica realmente seria a la novela es su final, que es más abrupto que un acantilado. Parece como si al autor se le hubiese acabado la tinta de la impresora y hubiese tenido que hacer un apaño de última hora y cortar la narración de prisa y corriendo.

No es que el final esté abierto o no sea conclusivo, sino que después de tantas páginas de aventuras y desventuras, todo acaba de una manera precipitada y poco lógica.

Final aparte, la novela se lee bien y deja ganas de conocer más historias de Joshua (Jesús), su amigo inseparable Colleja (Leví) y la tentación constante que representa Magda (María Magdalena).