29 septiembre 2009

Amigos nocturnos

Amigos nocturnos
The Tooth Fairy
Graham Joyce
La Factoría de Ideas
Col. Línea Maestra
320 páginas
20,95 €


Graham Joyce lo ha vuelto a hacer. Nos brinda uno de esos libros que no sabes bien cómo, pero que no puedes dejar de leer, pues te engancha desde la primera página. Con una prosa engañosamente sencilla, aunque mucho más elaborada de lo que parece a simple vista y una estructura de capítulos cortos que invitan a ir avanzando con celeridad, Joyce te envuelve en su particular universo de manera eficaz.

En esta ocasión, el protagonista es un chico -Sam Southall- y sus amigos de pandilla que viven en Coventry, escenario habitual del autor. Lo que inicialmente parece un simple relato de aventurillas juveniles, empieza a adquirir rápidamente tintes un tanto oscuros (el incidente del lucio, la masacre de los padres de uno de los protagonistas) y sobre todo, la aparición del primer y único elemento fantástico de la narración: una especie de duende perverso que sólo puede ser visto por el protagonista.

Es evidente que el libro admite varias lecturas. Una más superficial que nos presentaría las aventuras y desventuras de un joven acosado por un personaje sobrenatural que destruye todo lo que tiene cerca y que no deja de fastidiar terriblemente a la única persona que, en condiciones normales puede verlo.

Pero esa sería una lectura demasiado superficial. Es evidente que las intenciones del autor son otras. La narración es una alegoría del paso de la infancia a la madurez a través de una problemática adolescencia, con los clásicos miedos y temores que comporta, la explosión de sentimientos, la confusión, la necesidad de rebelarse contra lo establecido y el descubrimiento del sexo.

La novela, que en otras manos podría haberse convertido en una novela de terror, no produce miedo en ningún momento, como mucho una cierta inquietud ante lo desconocido. Especialmente ante los capítulos en que otras personas pueden percibir en cierta manera al duende, cuya naturaleza no queda clara en ningún momento, cosa que potencia el elemento mistérico de la narración.

En definitiva, otra excelente novela de Joyce que nos tiene malacostumbrados a estas pequeñas joyas que de tanto en cuanto los editores nos ofrecen traducidas. Espero que dicha tendencia se mantenga en el futuro y podamos disfrutar de más obras de este peculiar autor.

17 septiembre 2009

Distrito 9

Acabo de ver una de las últimas novedades de la cartelera cinematográfica de ciencia ficción: Distrito 9. Se trata de una película algo diferente de las típicas películas de marcianitos al uso y presenta un formato peculiar, híbrido entre falso reportaje periodístico y película de aventuras. Esta original combinación, junto con una considerable ensalada de tiros, te mantiene durante toda la película pendiente del desarrollo de los acontecimientos sin estar mirando continuamente el reloj, a pesar de las dos horas de metraje que tiene.

Distrito 9 se basa en una interesante premisa: una nave extraterrestre se presenta en los cielos de una ciudad de Sudáfrica -no Nueva York, no Washington, no Londres, no París- cosa que ya representa una novedad. Lo siguiente es que los alienígenas han perdido a sus líderes debido a una supuesta enfermedad. Esto es lo más oscuro de la trama. Al parecer, se trata de una mente colmenar -como los Borg de Star Trek- que ha perdido a su Reina.

Los aliens, en un lamentable estado de salud y de malnutrición son transportados en masa a tierra y confinados en un campo de concentración en que se mantienen teóricamente aislados de los humanos. Las cosas se complican cuando éstos deciden trasladar a los aliens a otro campo de concentración más alejado de la ciudad sin demasiados miramientos. Para ello, deciden emplear a una corporación privada de mercenarios que no se andarán con chiquitas a la hora de desahuciar a los "bichos", quienes tienen un aspecto similar a una gamba gigante con cara de pocos amigos.

Imposible no establecer un paralelismo entre los aliens maltratados por los humanos y los negros en el régimen de apartheid de Pretoria. El país es el mismo y el trato dado a ambos, similar. Pero la película es bastante más.

Por un lado, vemos como la gran corporación tecnológica regida por blancos ricos y teóricamente cultos no tiene el menor escrúpulo en aplicar técnicas idénticas a la de los nigerianos (negros) e incultos que trafican con armas y con comida de gatos, que trae locos a los aliens. Son los dos extremos de la balanza que, por aquello de ser extremos, se acaban tocando.

Lo demás es más tópico: unos aliens "buenos" e inteligentes que se asocian con el pobre diablo humano que le ha tocado la china, a quien persiguen sus propios excompañeros de corporación para diseccionarlo en vivo y vender sus tejidos al mejor postor, ensaladas de tiros, armas futuristas, un montón de efectos especiales y acción por un tubo.

Además, el final queda abierto a una posible continuación que podría ser bastante interesante por aquello de que tal vez seamos juzgados por cómo hemos tratado nosotros a otras especies relativamente indefensas. El futuro lo dirá.

02 septiembre 2009

Complejidad creciente (y II)

Siguiendo con la temática del anterior post, hay otro elemento que ha aumentado substancialmente la complejidad de los diferentes medios de difusión de la ciencia ficción y de la fantasía. Si hasta ahora había analizado la creciente complejidad interna de los relatos, series y películas, también habrá que tener en cuenta el aumento de la complejidad externa.

El mundo externo o entorno de los relatos, series y películas, que podemos llamar umwelt estaría formado por una serie de soportes y extensiones del mundo interno, que podríamos llamar núcleo o ker. La mayor complejidad del ker habría comportado que fuese atractiva la presencia de un umwelt significativo.

La ciencia ficción fue pionera en esto del umwelt. Básicamente, se llama fandom, que desarrolló revistas, reuniones periódicas (cones o convenciones) en las que los aficionados a una determinada temática se reunían para hablar de sus personajes y series favoritas, se disfrazaban, se interrelacionaban y se lo pasaban bien. Y si el presupuesto lo permitía, hasta invitaban a sus ídolos a dichos eventos.

Con el advenimiento de internet el umwelt crece exponencialmente: aparecen webs temáticas, foros temáticos, mundos virtuales, en los que se discute hasta la saciedad sobre la maldad del profesor Snape (Harry Potter), las posibles conclusiones de la Canción de Hielo y Fuego o sobre cuándo saldrá la próxima película de Star Trek y quién será el actor que interpretará a Spock.

Este umwelt no es privativo de la ciencia ficción. Buena parte de las series, películas y novelas más exitosas lo tienen, si bien fue en la ciencia ficción y en la fantasía en donde primero aparecieron.

Así pues, existe un universo exterior que retroalimenta al universo creativo, que lo sostiene y que, en algunos casos, lo hace crecer. Sin el apoyo de los fans, hace décadas que habría desaparecido Star Trek. Sin la influencia de los juegos de rol, tal vez Tolkien sería poco conocido y no se habrían filmado las tres películas que lo catapultaron al nivel de mito de masas.

Cada vez más, el ker depende más de cómo se desarrolle su correspondiente umwelt y de la potencia que éste tenga. Un signo más de los tiempos que nos muestra que la complejidad del mundo fantástico es cada vez mayor.

01 septiembre 2009

Complejidad creciente

En alguna ocasión se ha querido ver una cierta relación entre el mundo de los videojuegos y la literatura fantástica. La verdad es que, a poco que lo analicemos, tienen muchas cosas en común.

Tal vez una de ellas sea que en ambos dominios se ha producido un incremento notable de la complejidad. Este fenómeno también puede extenderse a otras formas de expresión, como las series de televisión.

Centrémonos en estos tres campos. Es evidente que un videojuego de los años 80, como un Pacman o un simple Matamarcianos tenía una simplicidad rayana en lo infantil. De la misma manera, los primeros relatos de ciencia ficción, por ejemplo, tenían unas tramas bastante simplonas, con personajes de cartón piedra.

En lo que concierne a la televisión, si nos centramos en las series de ciencia ficción, es evidente que las de los años 60 y 70 eran bastante sencillas. Baste comparar la trama de la serie original de Galáctica com el actual remake: están a años-luz y nunca mejor dicho.

Juegos, relatos, novelas y series han aumentado su complejidad. Los personajes han adquirido profundidad, así como las relaciones entre ellos son mucho más profundas. Enemigos irreconciliables acaban aliándose y peléandose nuevamente. Un ejemplo magnífico de esto es Star Trek: Espacio Profundo 9, que no tiene nada que ver con las otras series de la franquicia.

En él, los personajes aparecen y desaparecen, evolucionan, se interrelacionan, cambian varias veces, muestran facetas nunca antes vistas. Los imperios, las alianzas y los enemigos cambian y vuelven a cambiar. Todo ello con varias tramas desarrollándose al mismo tiempo.

En las novelas de ciencia ficción, desde Heinlein, el lector es colocado en el centro de la acción sin grandes explicaciones iniciales. El lector debe deducir qué sucede a partir de los indicios aportados por el autor.

Además, en las obras de autores como David Brin o Vernor Vinge, pueden aparecer muchísimos personajes, cada cual con su trama y todas ellas danzando las unas con las otras, entrelazándose. La complejidad es enorme.

Si nos releemos un clásico como Fundación, podemos disfrutarla mucho, pero no dejaremos de notar que es una novela simple en comparación con las tramas a que nos tienen acostumbrados los escritores contemporáneos.

Es esta complejidad creciente una de las características más notables del género fantástico en sus diversas modalidades. Y es que lejos de degenerar, la gente también se puede acostumbrar a lo bueno y pedir más.