30 noviembre 2006

Hijos de hombres / P. D. James

Se trata de una novela de P. D. James que tiene ya unos cuantos años (1992) y que ha sido reeditada recientemente a raíz de haber sido llevada a la gran pantalla por Alfonso Cuarón.

Hijos de hombres nos describe un futuro no muy lejano en el que la mayor parte de las enfermedades han sido vencidas, pero afectado por una plaga terrible de origen desconocido: hace mucho tiempo que no se producen nacimientos y la población envejece a pasos agigantados sin esperanza posible en el futuro.

Inglaterra se ha convertido en una especie de dictadura más o menos benevolente, en la que cualquier delito serio es castigado con el destierro al penal de la Isla de Man, en donde reina la anarquía y las posbilidades de supervivencia son escasas. Además, el estado propicia y organiza unos festivales eutanásicos en los que los ancianos son lanzados al mar en barcas que luego son hundidas.

En un mundo gris, sin esperanza, en que la última generación de jóvenes nacidos –los Omegas- se creen los dueños del mundo y han sido mimados hasta el punto de convertirlos en seres sin escrúpulos, algunos de ellos agrupados en corpúsculos violentos, el primo del Guardián de Inglaterra, el dictador, se verá involucrado en una extraña conspiración de cinco personas que quieren cambiar el statu quo de las cosas.

La novela no crea un ambiente tan lúgubre y pesaroso como otras distopías, como 1984 o ¿Un mundo feliz?, pero no obstante, el ambiente es oscuro y demoledor. Los personajes principales están muy bien descritos. De hecho, buena parte de la obra parece, en cierta manera, un diálogo entre el Guardián y su primo.

La ambientación de la Inglaterra decadente es sinceramente maravillosa. Uno es capaz de sentir la humedad, el cielo gris plomizo, la desesperanza, el silencio creciente, el abandono de los edificios, el moho…

Creo que, sin ser una obra maestra, es un muy buen libro para leer y para reflexionar sobre cosas que tenemos muy asumidas y sobre cómo se comporta la gente cuando, de repente, pierden el sentido de la vida y de cómo siempre hay agazapados oportunistas dispuestos a “salvarnos” de nosotros mismos y a vendernos un futuro que no es sino una farsa.

29 noviembre 2006

Todo a su tiempo

Es curioso leer algunos relatos y novelas de la época clásica de la ciencia ficción (los años 40) y no ver en ellos ni ordenadores, ni teoría del caos, ni fractales, ni apenas inteligencia artificial.

Y es que toda época tiene sus tótems y en la ciencia ficción no iba a ser diferente. Asimov comentaba que en su Trilogía de la Fundación no aparecían ordenadores y que parecía que nadie se había percatado de ello. En cambio, en una obra muy posterior, Los límites de la Fundación los ordenadores estaban presentes.

Hoy en día hablar de la teoría del caos, de los fractales, de la realidad virtual, de los virus de ordenador (sí, esos que se cargan a toda una nave alienígena en ID4), el efecto mariposa, la vida artificial, los comportamientos emergentes o la nanotecnología, no sólo es normal sino que en determinadas obras parece obligatorio.

Hasta autores claramente tecnófobos como Michael Crichton utilizan estos temas en sus novelas. Así, se nos habla de la teoría del caos en Parque Jurásico y del comportamiento emergente y de la nanotecnología en Presa (aunque sea para machacar).

Tampoco los temas relacionados strictu sensu con la mecánica cuántica son muy frecuentes y eso que esta disciplina del saber es ya bastante antigua. Sí, desde luego, se utiliza la cantinela de la cuántica para todo tipo de dispositivos y gadgets, pero a la hora de la verdad, pocos se atreven con ella. Un buen ejemplo de lo contrario es Greg Egan. Baste leer la recopilación de relatos Axiomático para ver el jugo que puede sacársele a la mecánica cuántica.

También tiene sus años la teoría de los universos alternativos. Egan le da sus usos, aunque aquí parece que los autores se han atrevido más. Stephen Utley, por ejemplo, con su serie de relatos del silúrico, lo ha utilizado y quien más partido le ha sacado probablemente sea Frederik Pohl, con su delicioso y delirante La llegada de los gatos cuánticos.

Tampoco la ciencia ficción previó la revolución de las comunicaciones. Baste ver la forma y tamaño que tienen los intercomunicadores en las series de ciencia ficción y compararlos con los móviles de última generación, en color, con vídeo, agenda, juegos: verdaderos ordenadores de bolsillo.

Tengo curiosidad por saber cuáles serán las temáticas del futuro que hoy se nos escapan y que el día del mañana serán tan naturales como el respirar.

El ángel más tonto del mundo / Christopher Moore

Éste es el primer libro que leo de Christopher Moore, aunque tengo entendido que tiene otros publicados (en inglés) del mismo estilo. La verdad es que es un libro bastante original, con muy mala leche y con un sentido del humor rayano en el gore. Vaya, de los que a mí me gustan.

La historia narrada en El ángel más tonto del mundo no puede parecer más simple y a la vez más macabra: un niño ve cómo asesinan a Papá Noel con sus propios ojos y se entristece de pensar que ya no habrá más Navidades. Por desgracia, un ángel no muy inteligente será enviado a la Tierra para tratar de remediar la situación, provocando una catástrofe tras otra, a cual más divertida y más surrealista.

Se trata de un libro completamente intrascendente sin mayores consecuencias, emparentado con la fábula pero sin la moralina que suele contener ésta.

Lo mejor del libro, desde luego, no es la historia en sí, que es fácilmente resumible, sino los extraños y surrealistas personajes que aparecen, así como los burbujeantes diálogos entre ellos, dignos algunos de ser subrayados y comentados.

Así, una antigua reina del porno con un desequilibrio mental, un biólogo friqui a quien la mujer ha dejado, un sheriff adicto a la marihuana, un repelente personaje que hace las veces de Henry Potter o de Mr. Scrooge, un par de niños que parecen salidos de South Park, un extraño acompañado por un murciélago de la fruta que habla, etc.

Como libro es verdaderamente entretenido y de lo más divertido. Destacaría la escena de los zombies en la Iglesia (gore, gore) o la entrada del ángel en un bar preguntando por un niño. Delirante y se devora en un santiamén. Recomendable si queréis pasar un buen rato.

28 noviembre 2006

Gold

Quisiera antes que nada, darle las gracias a Julián Díez por haberme permitido leer la versión traducida al castellano de “Gold”, uno de los últimos relatos escritos por Isaac Asimov y que fue merecedor del premio Hugo al mejor relato de 1992. Es de los pocos relatos del Buen Doctor que no me había leído.

Es difícil hablar de “Gold”. Para empezar, es un relato prácticamente póstumo. Asimov lo debió escribir poco antes de morir. Por otro lado, es una narración bastante atípica: no se parece en absoluto a un relato de Asimov. Es mucho más sereno a la vez que marca una vocación de posteridad.

Por otro lado, tampoco es un relato excepcional, así que supongo que le dieron el Hugo más como homenaje póstumo que por ser el mejor relato publicado, aunque tampoco es un mal relato. Como decía, resulta complicado hablar de “Gold”.

La trama es muy simple: un escritor de ciencia ficción le pide a un productor de dramas de una nueva tecnología muy sofisticada que lleve su novela a los escenarios y promete pagarle a cambio con oro (de ahí el título del relato).

No obstante, en el relato aparecen algunos temas que merece la pena destacar. Por un lado, empieza hablando del Rey Lear (King Lear) de William Shakespeare, en parte supongo que por analogía a Asimov, quien se sentía viejo y en las últimas. Por otro lado, Shakespeare siempre fue uno de los referentes favoritos de Asimov, hasta el punto que llegó a escribir una guía a las obras teatrales de Shakespeare.

A continuación, el personaje, Laborian, posiblemente una referencia latina a labor (trabajo), pues Asimov era un escritor infatigable y su hobby y su trabajo eran la misma cosa. Para él disfrutar era realmente escribir y era muy difícil separarlo de su máquina de escribir y, posteriormente, de su ordenador.

La obra de ciencia ficción de la que se habla en “Gold” es a todas luces un remedo de Los propios dioses la obra más emblemática del autor y la que le supuso el primer Premio Hugo de novela. Se trata de una novela diferente al resto de su producción.

En “Gold” Asimov se despacha a gusto en boca de Laborian contra los críticos que le tachan de no saber retratar personajes o de no incluir apenas sexo en sus obras.

“Gold” es más una especie de justificación autobiográfica en clave de relato de ciencia ficción que no otra cosa. No aporta nada nuevo en el univerdo asimoviano, aunque es interesante para los completistas que quieran conocer los últimos vericuetos del Buen Doctor en el mundo de las letras.

27 noviembre 2006

El hacker y las hormigas / Rudy Rucker

El hacker y las hormigas es un libro excelente y delicioso… almenos desde el punto de vista de un friqui informático como quien suscribe este comentario. Con ello no quiero decir que sea un mal libro: tiene una trama entretenida, unos personajes más o menos creíbles (aunque tal vez, con demasiadas coincidencias “casuales” en los acontecimientos) y describe bastante bien un mundo que, más que a la vuelta de la esquina, lo tenemos ya entre nosotros.

Pero, como me comentó un amigo que se empezó a leer el libro, tiene mucha cháchara. Pero mucha. Y eso debilita un tanto la calidad final del producto. Otro de los inconvenientes es que está magníficamente documentado. Tanto, que a veces se pasa. Por ejemplo: ¿es necesario especificar que la antena del vehículo al que tiene conectado el ordenador es una lente de Fresnel? Multitud de detalles como éste, harán las delicias de los técnicos, a saber, informáticos e ingenieros, pero lastrarán un tanto la narración para los no “iniciados”.

Claro que no todas las chácharas son rechazables. Ahí tenemos el Criptonomicón de Neal Stephenson, que cháchara en estado puro y con un buen resultado. Y ya que hablo del Criptonomicón, El hacker y las hormigas se parece muchísimo a lo que yo me pensaba que sería el Criptonomicón antes de leérmelo.

La historia trata de un consagrado hacker que trabaja en una empresa de robótica quien se ve inmerso en poco tiempo en una conspiración de alcance insospechado y que es acusado injustamente de liberar por la red una especie de programa-virus, las “hormigas” del título que causan estragos en la red de televisiones digital y de cómo consigue desenredar la trama hasta descubrir qué hay detrás de todo.

Es un libro en el que se habla de inteligencia artificial, comportamiento caótico (la función logística), telecomunicaciones de todo tipo, realidad virtual, virus, lenguajes de programación (se nota que el autor le tiene ojeriza al Lisp), comportamientos emergentes, vida artificial, matemáticas y toda una panoplia propia de los informáticos más recalcitrantes que hará las delicias… de los informáticos más recalcitrantes.

Aun así, intuyo que el libro es perfectamente comprensible aunque no se tengan grandes conocimientos técnicos. A fin de cuentas, vivimos inmersos en la tecnología y es muy difícil estar plenamente al margen de ésta. Es decir, que aunque desconozcamos las notas concretas, nos suenan las melodías generales.

Según Rudy Rucker, él no escribe ciencia ficción sino transrealismo. Sinceramente, no sé qué quiere decir. A mí no me parece muy diferente de lo que hace Stephenson u otros escritores de cyberpunk, con la diferencia de que Rucker sabe muy bien lo que dice.

El hacker y las hormigas tiene el subtítulo de “Versión 2.0”, ya que parece ser que se basa en una versión previa (la 1.0) que ha adaptado y modernizado sobre todo en terminología para que suene todo a siglo XXI y nada a siglo XX. Esto de versionar un libro, me recuerda un poco al Release 1.0 de Esther Dyson.

En fin, un libro entretenido, sin grandes pretensiones ni moralinas, que se limita a plantearnos en qué estado se encuentran algunas ramas de la informática hoy día y cómo pueden afectarnos las nuevas tecnologías que se están desarrollando. Se lee bastante rapidito, sobre todo si se conoce un poco la jerga y como principal “pero” diré que tal vez ofrece una imagen demasiado esterotipada de los hackers un tanto alejada de la realidad actual, aunque hay que reconocer que, en la mayoría de las cosas, hace una perfecta diana.

24 noviembre 2006

Axiomático / Greg Egan

Axiomático es una estupenda colección de relatos de ciencia ficción, magníficos ya de por sí. Se trata de un soplo de aire fresco en el muchas veces viciado panorama de la ciencia ficción actual. Con un amplio abanico de ideas sorprendentes y muchas veces originales en temática y tratamiento, Axiomático nos deja con la boca abierta.

No obstante, llegar a calificar este libro como el mejor libro de relatos de los últimos tiempos o tratar a su autor, Greg Egan, poco menos que como un semidiós viviente, es a todas luces exagerado. El libro es muy bueno, pero tampoco estamos ante ninguna revolución.

Una de las principales carencias es que los personajes son muy fríos, casi mecánicos. Ya sea por ello, ya sea por la dificultad de las temáticas tratadas y en cómo les afectan, resulta muchas veces casi imposible el identificarse con ellos, por lo que vemos la narración como algo externo a nosotros, sin posibilidad de inmersión total en ella.

Por otro lado, muchas de las temáticas tocan temas esencialmente complejos. Entiendo que a quienes no les interesen los detalles, toda la parafernalia sobre los efectos de la mecánica cuántica les traerá al pairo y les parecerá una magnífica ambientación fantástica, pero es que no es el caso.

El autor no pretende jugar solamente con la extrañeza que provocan dichos fenómenos, sino que trata de llevar hasta sus últimas consecuencias una serie de postulados físicos y tal vez metafísicos ligados a temáticas tales como la naturaleza cuántica del universo.

“El asesino infinito” es una narración dinámica, sorprendente sobre todo por el uso que se hace las realidades paralelas y de los efectos cuánticos en el mundo macroscópico. Es uno de los primeros relatos que tocarán este tema. En él, un asesino a sueldo debe eliminar a una persona que está consumiendo una peculiar droga que altera la realidad. Pero es que el asesino en cuestión es una persona muy especial, prácticamente idéntico en todas las realidades…

“El diario de cien años luz” es un relato que nos advierte de las consecuencias de conocer con anticipación el futuro y cómo puede ser que dicho conocimiento sea completamente inútil para guiar nuestras acciones.

“Eugene” es un brillante relato de unos padres que deciden tener un niño a medida, absolutamente genial y maravilloso, determinando con antelación hasta el aspecto más nimio de su vida, con una sorprendente resolución.

“La caricia” es una narración que podríamos clasificar como medio postmodernista, medio gore, en que la búsqueda de la resolución de un extraño caso por parte de un policía, puede poner en peligro su vida… y algo más.

“Hermanas de sangre” es un demoledor alegato en contra de la frialdad de ciertos estudios científicos que reducen a parámetros y números el sufrimiento humano. Es también uno de los primeros relatos que nos advierten de los riesgos de las biotecnologías descontroladas.

“Axiomático” es el último juguete en la moda de los gadgets que se conectan al cerebro y permiten cambiar por un tiempo o definitivamente nuestra personalidad. Es un debate también acerca de la pena de muerte y de muchas más cosas. Se trata de un buen relato que da nombre a toda la antología.

“La caja de seguridad” parte de una idea verdaderamente sorprendente: ¿qué pasaría si desde la más tierna infancia despertase cada mañana en el interior de una mente completamente diferente? ¿Cómo podría mantener una cierta unidad de personalidad o tener si quiera algún interés en la vida?

“Ver” nos narra las extravagantes consecuencias del atentado sufrido por un potentado, que sobrevive pero no sin un peculiarísimo efecto secundario.

“Un secuestro” nos habla de un mundo en el que es posible realizar un escáner perfecto de nuestra mente por lo que la muerte deja de ser algo preocupante. En la misma línea, “Aprendiendo a ser yo”, que nos habla de una tecnología (la joya) que permite espiar todas las reacciones neuroquímicas del cerebro de manera que, a una cierta edad, sea posible sustituir el cerebro orgánico por uno de artificial, aparentemente sin pérdida.

“El foso” toca dos temas en principio bien diferentes. Por un lado la inmigración y por otro, una increíble conspiración a escala mundial que pretende crear una subraza humana inmune a las enfermedades.

“El paseo” es un escalofriante relato que nos muestra un estremecedor diálogo entre víctima y verdugo y sobre qué puede desear un verdugo a cambio de perdonar la vida de su víctima.

“La ricura” es otro relato sobre inteligencias artificiales o, en este caso, sobre seres humanos sin apenas funciones intelectuales, cultivados para solaz de parejas que no pueden tener hijos o para individuos que no encuentran una pareja adecuada y de cómo lo que parecía ser una buena idea puede convertirse en una verdadera pesadilla.

“Hacia la oscuridad” es otro relato en la misma órbita que “El asesino infinito”. Aquí nos habla de un extraño fenómeno aleatorio que parece caer sobre determinados lugares del mundo, dejando atrapadas a las personas en su interior y de cómo algunos voluntarios se juegan su vida para salvar la mayor cantidad posible de atrapados.

“Amor apropiado” vuelve a la órbita de la tecnología biomédica planteándonos un terrible dilema entre salvar una vida humana y dejar utilizar el cuerpo de una manera completamente indigna y de las consecuencias que dicha acción comportan.

“El virólogo virtuoso” para mí es el más estremecedor de todos los relatos que he leído hasta ahora de genetistas locos, comparable tal vez a “La pared de hielo de César Mallorquí”. Lo más terrible del relato es que uno se pregunta si no podría suceder algún día, si no estará sucediendo ya…

“Cercanía” es una especie de continuación de “Aprendiendo a ser yo” y nos continúa mostrando un futuro en que la muerte parece haber sido engañada gracias a la “joya”. En el relato se hablan de los usos lúdicos y experimentales que da una pareja a sus “joyas” a fin de conocerse mejor y de las consecuencias que se acarrean.

Por último, “Órbitas inestables en el espaciotiempo de las mentiras” es otro de esos relatos extraños, que combinan la sociología, con los atractores caóticos, con una catástrofe. Realmente original.

Finalmente, quisiera destacar que la edición podría estar mucho más cuidada, sobre todo en lo que a fallos de imprenta se refiere. Soy de los que suelen ignorar este mal, pero en este libro cuesta bastante hacerlo, ya que son numerosos e inoportunos, diría yo.

Calentario español de ciencia ficción

Quisiera desde esta humilde tribuna hacer una sugerencia al benevolente mundillo del fandom. Ahora que hasta el Emperador Palpatine saca calendarios en que muestra escenas “cotidianas” de su vida diaria, ¿por qué no hacer algo parecido en la ciencia ficción española por una buena causa? ¿Qué tal recaudar fondos para la próxima Hispacón?

El calentario, en principio doce meses, aunque se aceptan propuestas por parte de los licántropos seguidores de calendarios lunares, mostrarían cada mes una fotografía comprometedora de un escritor/a español/a de ciencia ficción o fantasía. Antes que vuestras mentes calenturientas empiecen a secretar baba, una norma básica: nada de desnudos integrales. Más que nada porque son muy feos y harían mal efecto colgados en la nevera. Alguno podría morir incluso de inanición, temeroso de acercarse a según qué mes.

Así, eliminados los desnudos y otro tipo de imágenes demasiado explícitas (nada de aparecer con cara de viciosillos lamiendo unos melones o pelando un plátano), cada autor podría aparecer disfrazado de lo que quisiese: de un personaje de cómic, de borg, de jedi, de pueblecito galés, en fin, que la imaginación es libre.

El único inconveniente que le veo a la propuesta es que bien podría proyectar una imagen nefasta sobre el género y hundirlo en las catacumbas, pero, claro, ya no va a venir de aquí. Después de las guerras fandomíticas, la batalla de blogosfera, la JoanaPolCon y la aparición de furibundos creadores demoliendo todo a su paso, dudo que al género en España le quede gran dignidad y el calentario podría suponer un pastón, oye.

Lo que no tengo muy claro es qué fotógrafo osaría acometer tal proyecto. Ya me imagino al pobre sujeto tomando tranquilizantes durante meses, tras la experiencia. Eso sí, quien no puede faltar en el calentario es Santiago Eximeno, preferentemente vestido de cuero. Así lo han marcado las preferencias buscadoras en san Google y el público de la ciencia ficción, no puede quedar decepcionado.

¡Adelante, es por una buena causa!

23 noviembre 2006

El país de octubre / Ray Bradbury

El país de octubre es uno de esos libros de Bradbury que es imprescindible haber leído, no sólo para conocer al autor, sino porque es un gran libro que se va disfrutando más y más conforme se va avanzando por los relatos que lo componen.

El país de octubre que da título al libro es un país crepuscular, el país de las sombras, del eterno otoño, de la noche… Buena parte de los relatos que componen esta antología son narraciones bastante antiguas, de los inicios del autor, cosa que les da un toque a veces algo arcaico, a veces algo inocente, pero no por ello son menos interesantes.

“El enano” es una narración extraña, muy típica de Bradbury, sobre enanos, ferias, asesinatos y bromas de mal gusto. Tal vez uno de los relatos más flojos del libro, aunque la ambientación está muy lograda.

“El siguiente en la fila” es otra de esas clásicas narraciones del autor que describen un viaje a una población mexicana por parte de un matrimonio. En ella, se entremezcla lo cotidiano con lo sobrenatural, la vida con la muerte, lo normal con lo extraordinario.

“La desvelada ficha de póquer de H. Matisse” es una narración atípica, sarcástica, incluso ácida, sobre las modas y las vanguardias.

“Esqueleto” es un relato de terror un tanto oscuro sin mayor trascendencia sobre ciertos miedos absurdos.

“La jarra” es –en mi opinión- el relato a partir del cual el libro empieza a mejorar sustancialmente. Un hombre con un matrimonio anodino y una esposa algo repelente –tema muy típico del primer Bradbury- compra en una feria una jarra con algo extraño en su interior, que suscita todo tipo de conjeturas entre los vecinos que visitan al hombre atraídos por el misterioso contenido de la jarra.

“El lago” es una historia sobre fantasmas bastante clásica que es utilizada por el autor, más que como historia de miedo, como una rememoración del pasado y de cómo los muertos no envejecen en nuestro recuerdo: son como los conocimos por última vez.

“El emisario” es un sombrío relato de los que aportan textura al libro, es la clásica narración de “octubre”. Martin, un niño enfermo, tiene un perro que le trae a la gente para que lo visiten, hasta que un día, tras un cierto tiempo de ausencia, el perro vuelve con una visita inesperada.

“Tocados por el fuego” es un relato irónico sobre una pareja de ancianos que, intentando hacer el bien y de resolver problemas, los acaban provocando y que documenta perfectamente aquel proverbio que reza “el infierno está lleno de gente que tenía buenas intenciones”.

“El pequeño asesino” es un relato verdaderamente estremecedor sobre un bebé que no es en absoluto lo que parece y que parece sacado de La semilla del diablo. Para mí, uno de los mejores relatos de la antología.

“La multitud” es otro relato estremecedor que plantea una macabra teoría sobre la naturaleza de las multitudes que se reúnen inmediatamente después de un accidente entorno a las víctimas y sobre sus posibles finalidades.

“La caja de sorpresas” es un precioso relato de un niño encerrado en una casa con su madre de la que no se le permite salir a base de engaños y de lo que sucede cuando las cosas se descontrolan. Se trata de un relato altamente metafórico, bastante diferente de los restantes.

“La guadaña” es otro relato metafórico sobre un hombre condenado cual Sísifo a realizar una tarea repetitiva que no quiere hacer, pero que no le queda más remedio que llevar a cabo. Una versión modernizada del mito de la Muerte y la guadaña.

“El tío Einar” y “Reunión de familia” son dos narraciones pertenecientes al ciclo de relatos de una familia de seres sobrenaturales, a cual más pintoresco, uno de cuyos componentes es un niño adoptado, mortal, que no tiene capacidades anormales.

“El viento” es otro relato de terror sobre un peculiar viento antropomorfizado, sediento de venganza contra una persona que ha visto algo que no debía ver.

“El hombre del primer piso” es una historia de vampiros, contada y protagonizada por un niño, en Estados Unidos, en una pequeña población.

“Había una vez una vieja” es un divertido e irónico relato sobre una anciana que se niega a morir y que no acepta la visita de la portadora de la guadaña y que está dispuesta a hacer lo que haga falta para no irse de este mundo.

“La alcantarilla” es una narración extraña, basada en unas imágenes líricas y algo oscuras que no me acaba de convencer.

Finalmente, “La maravillosa muerte de Dudley Stone” es la sorprendente historia de un escritor de éxito que, llegado el momento, renuncia a seguir escribiendo a cambio de salvar su vida.

En resumen, se trata de un volumen un tanto irregular, con relatos muy buenos y relatos no tan buenos que mejora conforme se va avanzando en su lectura y que contribuye a crear la textura fantasiosa, a veces algo macabra que da título a la antología.

Ritos modernos

El mundo de la ciencia ficción y, sobre todo, de la fantasía moderna ofrece un montón de posibilidades imaginativas para sustituir ritos y religiones antiguas por creencias y rituales más modernos y mucho más “floridos”.

Así, no es de extrañar que un cierto tiempo después de la publicación de El Señor de los Anillos, a Tolkien le empezasen a llover cartas de parejas que decían haberse casado siguiendo los ritos descritos en su obra maestra. Dudo que a Tolkien, como católico convencido que era, le hiciese ninguna gracia.

Últimamente, en un tono más festivo, se celebran bodas civiles por los rituales más diversos. No es extraño que un militar se case vestido con el uniforme de gala, pero es más divertido ver a dos trekkies casarse con el uniforme de la Flota Estelar en un parque temático de Star Trek. ¡Los hay que incluso se han llegado a casar disfrazados de klingon! Sólo por el suplicio que debió representar su caracterización, ya los admiro.

La literatura fantástica moderna nos permite todo esto y mucho más. Fiestas de Halloween con ambientación Harry Potter, bodas con los cónyuges disfrazados de sus personajes favoritos (klingons, elfos, etc) u orgías pantagruélicas con los invitados ataviados de hobbits comilones y pendencieros.

¿Y qué me decís de la religión de la Fuerza? Surgió hace unos años entre agnósticos descontentos de las religiones mayoritarias que, puestos a no creer en nada en concreto, decidieron creer en la “Fuerza”. Sí, sí, la de Star Wars y sus famosos Jedis. En algunos países, el culto parece ser que se extendió con tanto fervor que lo han llegado a prohibir. En el Reino Unido, casi 400.000 personas se declaran seguidores de la Fuerza y han realizado peticiones a los organismos internacionales para ser reconocidos como religión oficial.

¿Por qué no? ¿Es más extraño creer en una extraña fuerza que lo impregna todo que un carpintero nacido de madre virgen que resucita tres días después de haber sido crucificado y luego asciende a los cielos? Todo es cuestión de fe, supongo. O de frivolidad.

Creo que en la era de superficialidad en que vivimos, en que Hollywood y la televisión son mucho más potentes que las escuelas y las familias como métodos de enseñanza y de transmisión de valores, pronto veremos bautizos hobbits, entierros jedis o elevaciones lakotas. Y si no, tiempo al tiempo.

¿Por qué pasa todo esto? Por el motivo que sea, el hombre es una criatura simbólica, que fabrica, transmite y consume símbolos. Los rituales no son más que combinaciones de símbolos que también sirven para consumirlos y transmitirlos. Y ante la decadencia de muchos rituales clásicos, el hombre se ha agenciado una serie de rituales modernos. De momento, este fenómeno es algo bastante espúreo, pero con el tiempo se organizará y se asentará, creándose nuevas religiones –posiblemente no teísticas- de carácter simbólico y ritual y vacías de doctrina.

Parece que estos son los signos de los tiempos. Mientrastanto, las religiones mayoritarias, no parecen enterarse (o no quieren enterarse) de por dónde van los tiros. Así les luce.

22 noviembre 2006

Superstición

A raíz de la lectura de Infiltrado de Connie Willis, he estado pensando recientemente en cuestiones tales como el escepticismo ante los fenómenos aparentemente inexplicables. Para mayor gloria del refuerzo cognitivo, ayer el capítulo de House trataba precisamente de esto: de aparentes curaciones milagrosas producidas gracias a la fe.

Repasando esta mañana una lista de noticias científicas a la que estoy suscrito, aparece una suculenta noticia de un experimento que parece demostrar que la mente humana contiene un principio de irracionalidad muy arraigado que hace que, incluso individuos aparentemente racionales, se comporten de manera absurda en determinadas circunstancias. En concreto, trata sobre la superstición.

El experimento era muy simple. Un señor ofrecía 10 libras a los espectadores del público a cambio de probarse una chaqueta azul y pedía voluntarios. Inmediatamente se levantaban un montón de manos. A continuación, decía que la chaqueta había pertencido a un conocido asesino múltiple. Acto seguido, unas cuantas manos se bajaban. Realmente la chaqueta no había pertenecido a ningún asesino, pero eso tanto daba.

No deja de ser curioso la cantidad de superstición que hay hoy día. Y no me refiero a cosas socialmente promocionadas, como los horóscopos o las tiradas de cartas, sino estas pequeñas supersticiones aparentemente tan simples. Es como si existiese un temor reverente a que las malas vibraciones del asesino pudiesen transmitírsenos a través de su ropa. Algo que se nos describe, por ejemplos, en algunos relatos de Ballard contenidos en Vermillion sands. Pero eso es fantasía, no la realidad.

La temática del objeto maldito es antiquísima y ha dado grandes y pequeños frutos literarios en todas las épocas. Recientemente, baste recordar el famoso tablero de ajedrez de Carlomagno de El ocho (Katherine Neville). Es un tema recurrente en la literatura fantástica y una de las figuras más profundamente aceptada.

Creo que era el genial científico von Neumann quien tenía una herradura colgada en su despacho para tener suerte. Cuando alguien le preguntó si una mente tan racional como la suya creía en esas supercherías él contestó sardónico que tenía entendido que no hacía falta creer en ello para tener buena suerte. Ojalá todos tuviesen el sentido del humor irreverente de von Neumann.

21 noviembre 2006

Camuflaje / Joe Haldeman

Camuflaje es una reciente novela de Joe Haldeman, merecedora del Premio Nebula 2006 que ha sido recientemente publicada en nuestro país por la Editorial Roca, colección Ómicron.

La novela no es muy extensa y se lee rápidamente, pues está escrita en un lenguaje asequible y, además, tiene una trama bastante adictiva. De hecho, la novela es más deudora del thriller o de la novela de aventuras que no de la ciencia ficción, aunque elementos de ésta no faltan.

El argumento es simple: en el fondo del océano es hallada una esfera impenetrable y aparentemente indestructible que está siendo estudiada por los científicos en una apartada isla del Pacífico. Al mismo tiempo, se mezclan las historias de dos alienígenas presentes en la Tierra desde tiempos inmemoriales, uno de los cuales proviene de la esfera.

El desarrollo y evolución de uno de ellos es el eje central de la novela: cómo descubre qué es ser humano, los sentimientos, etc, mientras que el otro alien es claramente contrapuntístico, un ser amoral y con unos ciertos instintos sádicos que le llevan a estar presente en algunos de los episodios más negros de la historia humana.

A lo largo de la novela intuímos que la confrontación entre los dos aliens es inevitable y se genera una cierta expectativa para ver qué sucede cuando se encuentren finalmente.

La narración es de hecho una autobiografía de uno de los aliens –el proveniente de la esfera- y en cómo logra adaptarse a la humanidad, sin dejar de ser lo que es, aunque casi llega a olvidarlo.

El título proviene del hecho de que ambos alienígenas son capaces de camuflarse y aparentar ser otras cosas.

Una novela interesante, no demasiado trascendente pero bastante entretenida, en la línea de la novela de aventuras con retrato psicológico incluido. Recomendable.

20 noviembre 2006

Correlaciones: El test de Turing

Acabo de leer Axiomático, una excelente colección de Greg Egan que comentaré más adelante en un post específico y hace poco leí también Oceánico, del mismo autor. Una de las cosas que me han llamado la atención es que aparecen frecuentes referencias a inteligencias artificiales y, en concreto, al test de Turing.

Alan Turing fue un genial científico británico al que podríamos considerar uno de los padres de la informática y de la cibernética. Una de las propuestas teóricas que elaboró se conoce como el test de Turing. Se trataría de un supuesto test que debería pasar una máquina para que, mediante una conversación, fuese imposible distinguir si el otro interlocutor (al que no veríamos ni oiríamos, claro) fuese un humano o una inteligencia artificial.

Una máquina que superase el test de Turing sería indistinguible de un humano medio en muchos aspectos, como por ejemplo, el conversacional.

Una reelaboración inspirada en este test es un tipo de programa muy famoso, conocido con el nombre de Eliza. Un Eliza es un programa que incluso puede llegar a tener usos en psicología, con el que es posible dialogar aparentemente. El programa escanea determinadas palabras clave y formula preguntas y respuestas acordes con su programación.

Supongamos que decimos: “Estoy enfadado con mi madre”. El programa podría tomar como palabra clave “enfadado” y preguntarnos “¿Te enfadas a menudo con tu madre?” o tomar como palabra clave “madre” y decir algo así como “Háblame de tu madre”.

Desde luego, un buen programa Eliza es bastante complejo de programar, aunque mucho menos de lo que pudiera parecer. En castellano, la principal dificultad radica en la conjugación de los verbos, que es de aúpa, por no hablar de la detección de las frases hechas.

Hace unos años, cuando estaba bastante enganchado al IRC (chat) un amigo y yo construimos un Eliza que se podía conectar al IRC. Se llamaba Elizabeta (una beta es una versión de prueba de un programa). Al tener nombre femenino, inmediatamente se le comenzaban a abrir ventanas de diálogo de montones de usuarios masculinos que querían ligar con Elizabeta.

Para sorpresa nuestra, NADIE, absolutamente NADIE se dio cuenta de que estaban hablando con un programa. Alguno pensaba que Elizabeta era una chica pizpireta y algo excéntrica, pero jamás sospecharon que se trataba de un Eliza (y el nombre lo decía bien claro). Se puede decir que nuestro sencillo programita superó con creces el test de Turing para el usuario medio de IRC.

Este hecho me deprimió tanto que fue uno de los motivos fundamentales por los que abandoné el chat, pues me di cuenta que, en general, estaba perdiendo estúpidamente mi valioso tiempo y se lo estaba haciendo perder también a los demás.

Dice poco de la inteligencia media del ser humano que un simple programa de scripts de IRC fuese capaz de “engañar” durante semanas a tantísima gente. Yo aún no me lo puedo creer.

Así que cuando oigo hablar de inteligencia artificial y de reconocimiento del lenguaje, suelo esbozar siempre una sonrisa amarga en recuerdo de mi difunta Elizabeta. Que descanse en paz en el cielo del silicio.

19 noviembre 2006

Pólux. Seis relatos de ciencia ficción rusa / AA. VV.

Estamos ante una selección de seis relatos de ciencia ficción rusa un tanto desigual. Algunos relatos, son verdaderos clásicos, como “Los cangrejos caminaban sobre la isla”, de A. Dneprov. Otros, francamente, los podríamos relegar al rincón del olvido por su intrascendencia y por estar muy pero que muy desfasados.

Tal vez la selección no comprenda los mejores relatos de la ciencia ficción rusa, pero al menos si que nos ofrece un botón de muestra de la narrativa breve producida desde Rusia y que es bastante desconocida por nuestros lares.

“El capitán de la astronave Pólux”, de Valentina Zuravleva es un clásico relato sobre el heroísmo de un capitán cuya principal misión es salvar a su tripulación. El relato está bien construido y es interesante, aunque la verdad, tanto heroísmo parece un poco demodé.

“El despertar del profesor Bern” de Vladimir Savchenko es un relato en clave irónica y con un final sarcástico (aunque muy mejorable) sobre la evolución del hombre y que muestra un cierto optimismo en la supervivencia de la especie. La trama, vista en otros relatos de ciencia ficción, es la de un científico que decide hibernarse para contemplar cómo han evolucionado las cosas mucho tiempo en el futuro.

“Los cangrejos caminan sobre la isla”, de A. Dneprov es mi relato favorito en esta antología. Se trata de un planteamiento magistral sobre los robots autoreplicantes, desde luego, pero trata también sobre tecnologías descontroladas y sobre los graves riesgos de jugar a ser Dios.

“La infra del dragón” de Gueorguiï Gurevich nos narra la historia del último viaje de un conocido cosmonauta que ha estado presente en múltiples pasos de la carrera espacial y que ahora se embarca en un viaje destinado a explorar las estrellas frías. Aunque el relato está muy bien ambientado lo encuentro excesivamente moralista.

“La esfera de fuego” de Vladimir Nemcov es posiblemente el peor relato de la antología. Y es una lástima, porque las dos grandes tramas de la narración: la navegación sobre el “mar” de fuego y la esfera ¿extraterrestre? que encuentran prometen. Pero la trama se vuelve confusa y los elementos no acaban de cerrarse bien. Si a ello le añadimos el exceso de moralismo optimista prosoviético que traspúa el relato, convierte su lectura en una experiencia olvidable.

Finalmente, “Míster Risus” de Aleksandr Beljaev, uno de los grandes relatos del libro. Trata de un ingenierio que decide diseccionar el sentido del humor hasta llegar a conocer todos sus resortes, a fin de obtener pingües beneficios. Por desgracia, el éxito total a veces puede conllevar terribles efectos secundarios.

En general es una buena antología, aunque tal vez no la ideal, pero merece la pena echarle un vistazo para ver otro tipo de ciencia ficción diferente de la clásica anglosajona.

17 noviembre 2006

Decálogo para el blogger incauto

Si deseas abrir próximamente un Blog sobre ciencia ficción, he aquí unos cuantos consejos en forma de decálogo que podrían serte útiles, basados en mis propias tribulaciones en la red:

1. Actualiza frecuentemente el blog. No es que te vayan a leer más, pero al menos parecerá que estás vivo y mantendrás las expectativas de tu potencial público lector.

2. Procura que te enlace un montón de gente, así tendrás más posibilidades de que algún despistado caiga por error en tus redes.

3. No temas utilizar términos abstrusos o geeks: hay un montón de gente que llegará a tu blog a través de una búsqueda rara en san Google.

4. Si quieres batir un récord de comentarios, métete con el fandom, preferentemente con algún escritor nacional con muchos amigotes. Te acribillarán, pero el número de comentarios y de entradas se te disparará.

5. Puedes decir libremente lo que quieras, si lo que quieres es que libremente te masacren, claro.

6. Jamás, repito, jamás, te metas con Joana Pol si no quieres que una horda de furibundos seguidores suyos invadan tu blog acusándote de reaccionario y de envidioso escritorzuelo frustrado, obnubilado por el éxito de la susodicha.

7. Tampoco te metas con los pequeños editores. No sólo te masacrarán, sino que conseguirán que tengas que rectificar por la pena que te infundirán.

8. Puedes criticar tanto como quieras el friquismo del fandom, pero no te metas nunca con ese condenado friqui que todos conocen…

9. Sé original: no digas que Heinlein era un facha. No es que no lo fuese, pero ya se ha dicho la última palabra sobre ese asunto. Fue: “Cállate”.

10. No temas criticar a los demás bloggers o responder airadamente desde tu blog: aunque la endogamia sea uno de los pecados originales del fandom, es lo que mantiene las ruedas engrasadas y el sistema en movimiento.

16 noviembre 2006

Infiltrado / Connie Willis

Generalmente, el peculiar estilo de Connie Willis brilla más en las distancias cortas que en las novelas largas. Hay excepciones, claro, ahí tenemos la impresionante El libro del día del Juicio Final, pero a mí me gustan más sus relatos, como “Incluso la reina” o “Servicio de vigilancia”, aunque comedias ligeras como Por no mencionar al perro no me desagradan en absoluto.

Connie Willis nos ofrece en Infiltrado una brillante novela corta que parte de una premisa verdaderamente original y contradictoria, a la vez. Por un lado, nos describe el mundo de los médiums y de cómo llevan a cabo sus fraues. Por otro, una de las protagonistas de la novela, una de dichas médiums, se ve poseída por el espíritu del gran escéptico y crítico de las pseudociencias H. L. Mencken y quien, desde luego, no creía ni en espíritus ni en posesiones.

La paradoja en sí es magistralmente explotada en el terreno del humor absurdo, aunque el relato no es propiamente humorístico. Como siempre suele hacer, Willis nos retrata muy bien un determinado ambiente, en este caso el Hollywood actual, a través de los ojos de una actriz desencantada y algo amargada de la vida.

El terreno de los escépticos viene visto por los ojos del protagonista masculino, el director de una pequeña publicación que se dedica a desenmascarar fraudes pseudocientíficos. Naturalmente, el amor no tarda en surgir entre actriz y director. Lo contrario sería no conocer a Connie Willis, a quien gustan este tipo de enredos emocionales.

Finalmente, la médium víctima del espíritu furibundo y burlón de Mencken, que nos ofrece un magnífico manual de cómo engañar a ricas señoras ociosas y a amas de casa aburridas y llevarlas a los brazos de una buena timadora, sin escrúpulos a la hora de vaciarles los bolsillos.

Por desgracia, el mundo que describe Willis en Infiltrado nos es demasiado familiar. No hay que ir muy lejos para encontrarse anuncios por doquier de farsantes que se ofrecen a leernos el futuro a través del número de estornudos o a entrar en trance con las colectividades ultragalácticas. Todo por un módico precio.

Willis también nos cuenta que el Hollywood del glamour y la fama está repleto de crédulos, cosa que no debiera sorprendernos, ya que haberlos, los hay en todos los niveles socioeconómicos y en todos los países.

Finalmente, Willis juega con la duda acerca de si se trata de un elaborado fraude o de una posesión “real”, aunque para mi gusto, se ha decantado demasiado a lo largo de la trama como para plantearnos ahora una duda razonable.

En definitiva, un entretenimiento interesante, que se lee rápidamente, aunque no recomendable para los detractores más acérrimos de Connie Willis, que podrían encontrarlo algo vacuo y típicamente Willis.

15 noviembre 2006

Ha muerto Jack Williamson

Ha muerto Jack Williamson, uno de los pocos supervivientes de la edad dorada de la ciencia ficción y candidato a la inmortalidad, a la edad de 98 años de edad. Williamson fue nombrado Gran Maestro de la Ciencia Ficción y nos dejó algunas obras tan conocidas como Los humanoides.

La verdad es que, algún relato aparte, es por lo único por lo que conozco al maestro Williamson, pero tuve suficiente. Los humanoides es de esos libros que dejan una profunda huella. Se trata de una distopía en la que unos robots todopoderosos deciden tomar a su cargo a la Humanidad para hacerla feliz con dramáticas consecuencias.

El mundo que generan es un lugar en el que está prohibido ser infeliz y en el que la libertad de los humanos es casi inexistente.

La obra está planteada en parte como una crítica sarcástica, humorística, aunque reconozco que a mí me hizo muy poca gracia y el mundo que nos describe Williamson me puso los pelos de punta, como en su día me los pusieron obras como 1984 de George Orwell, Fahrenheit 451 de Ray Bradbury o ¿Un mundo feliz? de Aldous Huxley.

Williamson trabajó hasta el final. Prueba de ello es su novela The Stonehenge Gate, publicada en 2005 o bien Terraformar la Tierra, que ganó los premios Hugo y Nebula 2001 a la mejor novela corta. Williamson es muy conocido también por su etapa clásica con la serie de space opera de La legión del espacio

14 noviembre 2006

Muero por dentro / Robert Silverberg

Muero por dentro es la obra culminante de Robert Silverberg. Es, de hecho, una especie de autobiografía en clave metafórica.

El protagonista de la novela, David Selig es un telépata dotado de esta habilidad en un mundo de gente que no la posee y que vive atormentado y en medio de un sentimiento de culpa por el uso que hace de su “don” y por el temor a perderlo, ya que recientemente se ha dado cuenta que sus capacidades son menguantes.

Selig se gana la vida de mala manera, como puede, lejos de ir explotando a los demás. Un día conoce a otro telépata que no tiene el menor tapujo a la hora de utilizar sus especiales capacidades, tanto para enriquecerse como en su vida íntima y sin el menor remordimiento. A pesar de que Selig lo intenta, no acaba de poder adoptar la misma actitud.

Pero el mayor problema de Selig es que, después de toda una vida atormentado por su don, ahora lo está perdiendo (muere por dentro) por lo que se produce una lucha mental entre el miedo a perder el don y la necesidad de librarse de él para poder ser una persona “normal”.

La novela, que utiliza diferentes tipos de narración: con narrador en tercera persona, en primera persona, reflexiones internas, extractos de los trabajos literarios con los que se gana la vida, pensamientos ajenos, es muy rica en matices y del todo absorbente desde la primera página.

En parte, es el morbo lo que nos lleva a devorar página tras página, pues queremos saber cómo acabará David Selig, si perderá o no realmente su don, así como el conocer de qué manera ha afectado a su vida infantil, juvenil y adulta su capacidad telepática.

La novela describe también una serie de relaciones amorosas, todas fallidas por uno u otro motivo, así como las difíciles relaciones con sus progenitores y con su hermana adoptiva, que descubre sus capacidades y que lo acaba odiando tanto como él la odia a ella.

En su conjunto, estamos ante una obra de claro carácter autobiográfico. La telepatía, el don maldito de Selig, es el alter ego de la brillante capacidad intelectual del autor –Robert Silverberg- quien ha vivido frecuentemente rodeado de gente mediocre y para quien el uso de su inteligencia, lejos de reportarle pingües beneficios, sólo le ha producido serias complicaciones en su vida.

Todos conocemos algún caso de algún niño extremadamente brillante que se aburre en clase, no socializa con sus compañeros y que acaba malográndose por no poder integrarse con una cierta normalidad a la sociedad.

El libro me recuerda bastante a El elogio del imbécil, de Pino Aprile, en donde medio en serio, medio en broma, con un sarcasmo descarnado se nos plantea que en el mundo, la inteligencia descollante nunca ha sido demasiado bien vista y que la gente inteligente, si lo es realmente, vive más tranquila y más feliz si simula no serlo.

Mucho de esto hay en la novela de Silverberg. El personaje vive continuamente en el anonimato, escondiéndole a todo el mundo –salvo a contadísimas excepciones, muchas veces por error- su tremenda capacidad, por temor a ser tratado como un paria, como un espectáculo circense.

En definitiva, una novela redonda, dura pero tremendamente adictiva a la hora de ser leída. Aprovechad la reedición que ha lanzado La Factoría al mercado si queréis disfrutar de esta pequeña joya del retrato psicológico.

13 noviembre 2006

La generación de la II Guerra Mundial

Si han corrido ríos de tinta sobre la influencia que tuvo en J. R. R. Tolkien la I Guerra Mundial y en cómo reflejó sus experiencias en su producción literaria, no menos cierto es que la otra gran guerra del siglo XX, la II Guerra Mundial, influyó en numerosos escritores de ciencia ficción, sobre todo británicos y norteamericanos.

Este tema no suele comentarse tanto como, por ejemplo, la influencia de otra guerra del siglo XX, que inspiró a muchos escritores norteamericanos, como es el caso de la guerra de Vietnam, pero la II Guerra Mundial dejó una profunda huella en toda una generación de escritores que conformaron la Edad de Oro de la Ciencia Ficción.

De hecho, no deja de ser curioso que, precisamente, en medio de una deflagración de tanta magnitud como fue esta guerra, se desarrollasen algunos de los más brillantes relatos de la ciencia ficción clásica. Supongo que es una de las características comunes de muchos florecimientos literarios: el desarrollarse en tiempos difíciles.

Repasemos algunos de los escritores influenciados directamente por la II Guerra Mundial:

Brian Aldiss, escritor inglés nacido el 18 de agosto de 1925. Cursó sus estudios en un centro en el que, según sus propias palabras, “sólo sobrevivían los más aptos”. En 1943 ingresó en el ejército y en 1944 sirvió en la India, Assam, Birmania, Sumatra, Singapur y Hong Kong.

Posteriormente, en 1948, dejó el ejército y se incorporó, no sin ciertas dificultades, al modo de vida de la sociedad civil, trabajando en una tienda de libros.

La II Guerra Mundial dejó una honda huella en este escritor que, es visto por muchos, como un claro exponente del humanismo en la ciencia ficción y también como uno de los renovadores del género durante la new wave.

Isaac Asimov, escritor estadounidense de origen ruso. Sirvió en el ejército, período de su vida en que se agravó considerablemente su agorafobia y su acrofobia. Durante muchos años, hasta la derrota final de Hitler, vivió con una cierta angustia el auge del nazismo y sus ideas sobre los ejércitos de la noche provengan posiblemente de dicho período.

J. G. Ballard nació en 1930 y vivió su infancia en un campo de concentración japonés, siendo el más claro exponente de afectación por la guerra. Ingresó en la RAF y sirvió en ella durante 6 años. De esta época posiblemente provenga su afición a los aviones, que tanto se ha dejado sentir en su obra.

Arthur C. Clarke escritor británico que también sirvió en la RAF, especializado en radares. Desarrolló la teoría de los satélites geosíncronos, motivo por el que aún hoy día a la órbita geoestacionaria se la conoce como órbita de Clarke.

Robert Anson Heinlein, máximo exponente del militarismo en la ciencia ficción de la etapa clásica. Trató de entrar en la Marina, pero su salud se lo impidió. No obstante, trabajó para el ejército como ingeniero. La II Guerra Mundial influyó notablemente en su concepción del mundo y exacerbó su militarismo.

R. A. Lafferty se alistó en el ejército en 1942 y sirvió en él hasta el año 1946. Recibió una medalla por su actuación en Nueva Guinea, en la campaña del Pacífico.

Cordwainer Smith, sirvió en China y en la India y posteriormente realizó labores de espionaje, cosa que tendría en común con Alice Sheldon (James Tiptree).

Como podemos ver, muchos son los escritores directamente afectados por la guerra. Desde luego, muchos otros también se vieron influidos, aunque no sirvieran en ningún frente o fueran demasiado jóvenes para ser reclutados.

12 noviembre 2006

La transformación / Khristo Poshtakov

Khristo Poshtakov es un escritor búlgaro que se puso a escribir a la edad de cuarenta años por cuestiones bastante circunstanciales. No es lo que se dice, pues, una vocación temprana y precoz. Pero hay que reconocer que el buen hombre lo hace bastante bien.

Como escritor de relatos se lo ha comparado muchas veces con Robert Sheckley, si bien es tal vez algo menos moralista que éste, aunque por la aparente sencillez de sus narraciones, pero por lo bien pergeñadas que están, bien pudiera ser un Sheckley redivivo.

La colección de relatos titulada La transformación no es una obra cumbre de la literatura. Es simplemente una colección de buenos relatos, sencillos y entretenidos. No busque aquí el lector los paisajes oníricos de Ballard o los retratos psicológicos de Silverberg. Ni el surrealismo de Dick. Poshtakov tiene una voz más modesta, pero no por ello desdeñable.

Los temas que trata son bastante clásicos: el viaje por el espacio-tiempo, la cibernáutica, los alienígenas… sólo que no siempre están contados desde una perspectiva clásica. Se ha dicho que en los relatos de Poshtakov está presente la marca de la búsqueda de la libertad y del estado opresivo que vigila y condiciona, ya sea en forma de molestos vecinos, ya sea directamente.

Aunque yo destacaría más la originalidad del planteamiento que no esta supuesta búsqueda de la libertad.

Así, el metamorfo de “La transformación” no es nada temible y no pretende hacerse con el poder, suplantando a los máximos líderes mundiales: sólo quiere ir tirando y tener algún amigo con quien compartir su soledad.

El protagonista de “Nunca es demasiado tarde para un nuevo problema” sólo quiere gastarse el dinero que le ha tocado haciéndose construir una pirámide en el jardín de su casa. Claro que algo tan excepcional, no puede sino atraerse todo tipo de problemas imprevistos, inclusive la visita de unos extraños alienígenas.

Algunos relatos son, de hecho, más bien composiciones fantásticas, como es el caso de “El error” en que un viajero empieza a darse cuenta de que está con los pasajeros equivocados en el lugar equivocado.

“La fuerza de la evolución” nos cuenta la historia de un científico excepcional casado con una mujer vulgar que se adentran en una aventura verdaderamente increíble, jugando a ser Dios, con las consecuencias que ello implica. El relato contiene algún rasgo bastante escatológico que no hace sino manifestar la ironía y el sarcasmo del autor.

En “¿Podrás ser feliz, Ferenz Molnar?” se nos plantean cuáles son los límites de la experimentación médica y si cualquier cosa vale para salvar un paciente. En el relato, se nos presenta una medicina fríamente científica, desapasionada y completamente deshumanizada.

En “La actuación” es tal vez en donde se nos muestra más crudamente la lucha entre el determinismo y la libertad, desde un peculiar punto de vista, eso sí.

En “El cerco” se nos describen los terribles efectos de una nueva droga de uso popular que conduce a la locura definitiva.

Y, finalmente, “El obstáculo”, con unas ciertas resonancias a El experimento Dosadi de Frank Herbert, nos habla de una civilización que se ve espoleada a avanzar tecnológicamente a ritmos agigantados debido a un muro que impide comunicarse con el exterior de su ubicación. La narración plantea hasta qué punto la experimentación social es ética.

10 noviembre 2006

El paternalismo y el racionalismo en la obra de Isaac Asimov

Isaac Asimov ha sido siempre mi favorito, lo admito. De hecho, para quienes me conocen, esta afirmación sobra. Uno de los motivos es que fue el primer autor de ciencia ficción a quien leí.

No obstante, ello no quiere decir que no sea capaz de reconocer las limitaciones de su prosa, ni que crea que es el prototipo de escritor de ciencia ficción. No al menos hoy día, cuando existen jóvenes –y no tan jóvenes- muy brillantes que dominan tanto el lenguaje y la trama, como el tempo y el contenido y son capaces de construir personajes profundos con unas pocas pinceladas.

Me gustaría analizar dos de las características más destacadas de las novelas asimovianas desde un punto de vista ideológico. Se trata del paternalismo y del racionalismo.

Para cualquiera que haya leído algo mínimamente significativo del Buen Doctor, sabrá a qué me refiero. Hay paternalismo en las grandes líneas generales de sus narraciones. Así, los robots son una especie de ángeles de la guarda de los humanos, que nos miman y nos protegen de todo mal, incluso de nosotros mismos. El personaje más paradigmático que expresa esta idea es sin duda R. Daneel Olivaw, el androide que asume sobre sus espaldas la terrible carga que implica proteger a la Humanidad mediante la ley Cero.

No es el único. También tenemos a R. Giskard Reventlov, que incluso llega a sacrificar su propia existencia para poder preparar a Daneel en su ingente tarea protectora.

En el ciclo de los robots hay muchos más personajes paternalistas: Kelden Amadiro, el doctor Fastolffe e incluso Elijah Baley acaba siendo el protector de los terrestres, como lo acabará siendo uno de sus descendientes: D. G. Baley.

En cuanto a las Fundaciones se refiere, el máximo exponente de este paternalismo bonachón es el gran Hari Seldon, creador de la Psicohistoria, mediante la cual será capaz de proteger a toda la Humanidad de serios problemas internos con el paso de los siglos.

Por si esta figura fuese poca, Asimov crea una salvaguarda más: la Segunda Fundación, con sus oradores dispuestos a influir y hasta a sacrificarse por el bien de la Humanidad en su conjunto. Y no contento con ello, en posteriores novelas, aparece Gaia, que es un paso más allá. Por supuesto, el máximo “representante” de Gaia es un venerable señor mayor: Endomandiovizamarondeyaso.

También en los pequeños detalles podemos ver esas figuras protectoras: Bayta Darrell con respecto a Magnífico, Preem Palver respecto a Arcady Darrell, el claro patriarca de la Primera Fundación, Han Pritcher, el tierno Robbie, el robot-niñera, etc. La lista sería inacabable.

Tal vez, la principal evolución que se observa en Asimov en cuanto al paternalismo sea el género, para convertirse en maternalismo igualmente protector. Un primer indicio lo podemos ver en el personaje de Gladia Delmarre en Robots e Imperio. Posteriormente, otros personajes tomarán el relevo: Blissenobiarella y Suranoviremblastiran en Los límites de la Fundación y en Fundación y Tierra.

Los personajes femeninos protectores y ostentadores del poder son cada vez más: la oradora Delora Delarmi, Harla Branno, alcaldesa de Términus o, retrocediendo a las precuelas, la propia mujer de Hari Seldon, Dors Venavili, guardiana protectora del padre de la Psicohistoria.

En lo que respecta al racionalismo, no olvidemos que Asimov era un racionalista convencido. Ateo y humanista, hacía prevalecer siempre la lógica por encima de lo irracional. Así, a pesar de que los oradores de la Segunda Fundación parecen dotados de poderes psíquicos, los pone a salvaguardar un megaproyecto matemático –el Plan Seldon- y les impone serias restricciones en el uso de sus facultades.

Podemos ver actuar ese racionalismo por doquier. Un ejemplo de ello es la resolución de los casos en los cuentos de los Viudos Negros, aunque prácticamente todas las historias de Asimov suelen contener alguna digresión lógico-filosófica sobre la trama.

Así, muchas de sus novelas siguen este claro patrón resolutivo. Lo podemos ver en Segunda Fundación, cuando los personajes debaten sobre la ubicación de la Segunda Fundación. En Los límites de la Fundación y en Fundación y Tierra cuando debaten sobre el paradero de la Tierra, de Gaia o sobre la conveniencia o no de la opción “Galaxia”.

Este sistema de debate argumentativo dentro de la trama se da ya desde los orígenes y parece haberle rendido jugosos frutos. En su primera novela, Un guijarro en el cielo, el protagonista debe decidirse por una opción de actuación y debe utilizar la lógica, ya que ha sido arrancado de su mundo y no es capaz de regirse por la simple intuición.

Y ya que citamos la intuición, incluso eso llegaba a racionalizar Asimov. El Buen Doctor creía que la intuición no es sino una actividad subconsciente por parte del cerebro, pero que en el fondo subyace una cierta racionalidad. Así, crea el personaje de Golan Trevize que, dotado de una intuición excepcional, debe decidir el destino de la galaxia, ya que Daneel –con una mente robótica limitada- no es capaz de ello.

Así pues, aunque admite que la lógica pura no lo puede abarcar todo, huye de cualquier irracionalismo redentor y se limita a confiar en el cerebro humano como fuente de resolución de todos los problemas. ¿Estaría en lo cierto?

09 noviembre 2006

Oceánico / Greg Egan

Oceánico es una recopilación de tres novelas cortas del escritor australiano de ciencia ficción Greg Egan. El libro está formado por: “Oceánico”, que da nombre a toda la antología, “Oráculo” y “Singleton”.

“Oceánico” narra las aventuras y desventuras de un joven que habita en un mundo poblado antaño por los seres humanos en el que hay dos grandes masas de población: los que viven en tierra firme y los que lo hacen a bordo de embarcaciones en el océano.

Los orígenes de la civilización se recogen en unos textos religiosos en los que los habitantes de este mundo creen con mayor o menor pasión, existiendo diversas sectas. Una de ellas, obtiene su fe de una experiencia mística consistente en sumergirse durante un cierto tiempo a libre pulmón en el océano, momento en que reciben una especial iluminación.

La sociedad descrita por Egan es peculiar en muchos sentidos. Por un lado, no se diferencia excesivamente de la nuestra; por otro, por ejemplo, en el sexo, es radicalmente distinta, ya que las relaciones sexuales dejan “huella”.

La novela trata de la racionalización de la experiencia religiosa del protagonista a partir de una serie de descubrimientos científicos que hacen que su fe en la Diosa se tambalee. Es un relato sobre la fe y la pérdida de la fe, sobre el contraste entre la inocencia de la juventud y la experiencia –a veces amarga- de la madurez.

“Oráculo” es un peculiar relato sobre viajes en el tiempo entre universos paralelos, uno de los temas recurrentes en Greg Egan. En este caso, una criatura proviniente de una línea paralela acude en ayuda de un personaje que no es sino Alan Turing, gran matemático de mediados del siglo XX e inventor de la cibernética, que es retenido cautivo debido a su homosexualidad.

Otro de los personajes que aparecen es el alter ego del escritor católico y conservador C. S. Lewis. La novela desarrolla un interesante –aunque algo breve- debate entre las posturas de Turing y Lewis entorno a la inteligencia artificial y sobre el libre albedrío.

Finalmente, “Singleton” un potente relato sobre la existencia de inteligencias artificiales (Iadas) en un futuro cercano. Una pareja australiana que no puede tener hijos, decide adoptar a una Iada como hija y educarla con toda normalidad, como si de una criatura de sangre y hueso se tratase.

La novela tiene algunos momentos verdaderamente interesantes, como cuando la Iada debe enfrentarse –siendo una niña- a los fanáticos que se oponen a su existencia.

Es una novela que habla, en pocas páginas de muchos temas: la educación, la intolerancia, el libre albedrío, la inteligencia artificial y, nuevamente, la teoría de los múltiples universos y la decoherencia cuántica.

Se trata, a diferencia de las otras dos novelas de la recopilación, de una pieza de ciencia ficción hard, para cuya total comprensión son necesarios ciertos conocimientos sobre la mecánica cuántica y sus “misterios”.

En general, un libro muy interesante, reflexivo, que se lee rápidamente y que ofrece un buen botón de muestra del talento de este escritor contemporáneo que es Greg Egan.

08 noviembre 2006

Pasajeros de la habitación azul / Víctor Miguel Gallardo

Pasajeros de la habitación azul es un pequeño libro de relatos de Victor Miguel Gallardo que acaba de editar Parnaso. Su contenido es un original conjunto de pequeños relatos (short short stories) a la manera de Brown, ciertamente ingeniosas.

Reconozco que prefiero las historias cortas que las largas, en especial cuando son originales o tienen una cierta chispa, como es el caso de los relatos de Gallardo.

Una de las características más llamativas de muchos de estos relatos es que describen, mediante someras pinceladas ligeramente insinuadas, futuros ucrónicos en los que hay una guerra o una dictadura que nadie sabe muy bien de dónde ha salido y que, en algunos casos, es el tema central del relato.

O relatos con títulos tan curiosos como “Doce de vendimiario” (el sistema de calendario de la Revolución francesa).

No quiero entrar demasiado en detalles para no estropear la trama de los relatos ya que, dada su breve extensión, es difícil describirlos sin hacerles perder la sorpresa o la originalidad.

“No Regrets” es un relato más largo que la media de los de la recopilación que describe un ambiente opresivo en medio de una guerra perdida en que cerca del final se produce un giro argumental con sorpresa.

También los hay claramente fantásticos, como “Satán enamorado” o relatos que mezclan una situación terminal desde un punto de vista del humor surrealista, como “Una historia verdadera”.

Otros son claramente paródicos, como “Elemental, querido Spock” y otros rozan el humor negro, como “Cerdo agridulce estilo mandarín”.

Todo un conjunto de despliegues argumentales, con un estilo muy característico y muy propio que, a mí, particularmente me fascina que, entre otras características, suele insinuar y a veces dejar un final algo inconcluso a fin de que el lector lo complete.

Os lo recomiendo encarecidamente, especialmente si os gustan las historias breves.

07 noviembre 2006

La lucha contra la Entropía: una moderna religión

En un par de novelas de ciencia ficción que he leído recientemente, el tema de la entropía es tratado en posición destacada, como un conjunto de reflexiones dentro de la obra. Es el caso de Crisis psicohistórica de Donald Kingsbury y Muero por dentro de Robert Silverberg.

La primera está más bien relacionada con la pérdida de información en nuestro Universo, mientras que las reflexiones de Silverberg van más bien hacia una línea escatológica del final de los tiempos, similar a la del clásico relato asimoviano “La última pregunta”.

Resumiendo las reflexiones de Silverberg en dicha novela: no importa lo que hagamos, pues dado que el universo es un sistema (en principio) cerrado en el que la entropía –es decir, el grado de desorden de la materia y la energía- no para de aumentar, estamos condenados –en un futuro remoto- a la muerte térmica y a la desaparición de toda forma de vida y de inteligencia.

Silverberg viene a decirnos que, total, no nos matemos, que nada tiene sentido y que todo acabará algún día en la nada más absoluta. No obstante, a pesar de esta visión tan fatalista de las cosas, más bien propia de un existencialista negativista como Jean-Paul Sartre, hay un rayo de esperanza que nos dice que, mientras tal cosa no suceda, es nuestra obligación luchar en contra de la entropía creciente.

Dicho de otro modo: la vida es una especie de estado ordenado de la materia en el que la entropía decrece (a costa de un entorno en el que crece). La vida, la inteligencia, la civilización tienden a construir, a crear, a desafiar la entropía.

Este concepto es prácticamente una religión de carácter constructivista, que lucha contra el caos (alta entropía) a partir de un orden (baja entropía) y que nuestra misión es contribuir a favor de esta lucha desigual, por más que esté condenada a largo plazo al fracaso (a le néant sartriano).

Un masón supongo que estaría bastante de acuerdo con este planteamiento (aunque tal vez no con el destino escatológico del Universo), desde el punto de vista de la existencia de un espíritu o gran arquitecto universal, generador de estructuras y de orden, que derrotan al caos primigenio.

También científicos como Sheldon Glashow estarían en esta línea, en sus reflexiones sobre la materia y la vida, estableciendo que la vida se encuentra en una posición intermedia entre el caos absoluto (muy alta entropía) y el orden más absoluto y cristalino.

La influencia de algunas ciencias, como la termodinámica, afecta a importantes doctrinas filosóficas como el existencialismo o a cualquier teoría que quiera defender una escatología teleológica o bien estocástica.

Las disgresiones de Silverberg, insertadas en la trama de Muero por dentro son muy apropiadas en el contexto en que aparecen, pues el protagonista trata de luchar contra todo su entorno debido al increíble don que ha recibido y que ahora parece estar perdiendo.

En otro post trataré un tema muy relacionado con esto: el gran Omega, un punto al final de los tiempos en que sería posible resucitar a todos los seres vivos que alguna vez hayan existido gracias a la singularidad tecnológica llevada a sus últimas consecuencias. Por muy de ciencia ficción que parezcan estos planteamientos, hay científicos muy serios que creen en ellos. Pero ya hablaremos de eso otro día.

06 noviembre 2006

El juego de las comparaciones: Silverberg vs. Asimov

Siguiendo con mi versión reducida de Vidas paralelas, he aquí la siguiente pareja de escritores de literatura fantástica que he decidido comparar: Robert Silverberg versus Isaac Asimov.

* Silverberg nació en Nueva York y Asimov, aunque nació en Petrovichi (Rusia), vivió desde muy pequeño también en Nueva York. Ambos crecieron en el barrio de Brooklyn.

* Ambos nacieron en el seno de familias judías, aunque ninguno de ellos ha sido muy practicante.

* Los dos fueron voraces lectores desde muy jóvenes.

* Ambos empezaron a escribir desde la adolescencia en magazines de ciencia ficción.

* Los dos estudiaron en la Universidad de Columbia.

* Ambos tenían una prodigiosa memoria y una gran inteligencia.

* Tanto Asimov como Silverberg se casaron dos veces, siendo su segunda esposa más conocida que la primera para el fandom, pues en ambos casos, firmaron colaboraciones con su cónyuge.

* Ambos escritores han recibido multitud de galardones (Hugo, Nebula)

* Ambos han tenido problemas de salud con su glándula tiroides.

* Ambos son prolíficos escritores, con multitud de relatos, novelas y libros de divulgación.

* Los dos han abordado materias ajenas a la literatura fantástica, como la divulgación o los libros para jóvenes.

* Los dos autores han colaborado en la creación de varias novelas conjuntamente.

* Ambos están considerados como dos grandes glorias de la ciencia ficción del siglo XX.

* Ambos escribieron una novela muy conocida sobre un personaje calvo, con facultades mentales excepcionales, aislado en su mundo. Se trata de Muero por dentro en el caso de Silverberg y de Guijarro en el cielo, en el caso de Asimov. Ambos utilizan la conocida cita de “[Envejece junto a mí], lo mejor aún no ha venido, el final para el cual fue creado el principio”.

* Los dos han escrito sobre el Imperio romano: Asimov directamente en divulgación histórica e indirectamente en Las Fundaciones y Silverberg en Roma eterna.

* Finalmente, los dos son conocidos por sendas sagas: Asimov, por la de las Fundaciones y Silverberg, por la de Majipor.

05 noviembre 2006

Danza de tinieblas / Eduardo Vaquerizo

Danza de tinieblas es una de las mejores novelas españolas del género fantástico que he leído últimamente. Como tengo una cierta neura clasificadora, la pondría en el apartado de ucronías fantásticas, ya que tiene más de fantasía que de ciencia ficción, aunque los elementos están mezclados casi a partes iguales.

Danza de tinieblas nos presenta un Madrid ucrónico, capital del Imperio español que, gracias a que los judíos no fueron expulsados de España y al reinado de Juan de Austria tras la muerte accidental de Felipe II en una cacería, sigue ocupando la preeminencia mundial.

Incluso, para que se note que las cosas son bien diferentes, la Reforma de la Iglesia ha tenido lugar en España y Roma es la enemiga. Eso sí, sigue existiendo la Santa Inquisición, que es un cuerpo paramilitar de lo más expeditivo.

En este contexto, un fornido oficial recibe el encargo de ayudar a un inquisidor en una investigación que se irá complicando cada vez más, con importantes y ocultas ramificaciones en las altas esferas del Estado.

La novela tiene varias cosas remarcables. Primero, nos cuenta una compleja historia de manera bastante creíble y sin que parezca que es compleja. En segundo lugar, crea un marco histórico-geográfico extraordinariamente lúcido, detalladísimo, de lo más creíble, a pesar de que una cierta pátina onírica tiñe los escenarios en que se desarrollan los acontecimientos.

Así, en este Madrid tan diferente al de hoy día, se mezclan barrios marginales, juderías y grandes edificios minitseriales, con bares de mala muerte, la Cábala, el Golem y la brujería.

La capacidad de Vaquerizo por crear ambientes decadentes y aun así atractivos, casi hipnóticos, es sorprendente. Asimismo, los personajes son fascinantes, aunque para mi gusto, a los principales les falta una pizca de credibilidad. El bueno es demasiado bueno, demasiado honesto, demasiado desamparado, aunque esto no es una crítica, más bien es una descripción.

El resultado general es muy bueno, aunque el final lo encontré excesivamente fantástico para mi gusto. Con ello quiero decir que lo encontré poco creíble. La tecnología necesaria para el deus ex machina que se nos plantea, está más allá de la de ese Madrid que se nos describe y por ello hay que recurrir a la magia, solución que me parece un tanto manida.

Por lo demás, es una novela que se lee con bastante fluidez, con un lenguaje rico y agradable y con unas ambientaciones inolvidables. Sólo destacar que acaba de recibir el premio Ignotus a la mejor novela española. Creo que se lo merecía. ¡Enhorabuena!

04 noviembre 2006

Aterrizaje de emergencia / Algis Budrys

Hace tiempo que me apetecía leer algo nuevo de este autor lituano, residente en los Estados Unidos, del que tan buenos recuerdos tenía por su novela Michaelmass y la edición de Cuasar me lo permitía.

Pero la experiencia no ha acabado de ser del todo satisfactoria. En lo que respecta a la novela corta que da nombre al libro, Aterrizaje de emergencia parte de un planteamiento interesante: cuatro extraterrestres de aspecto humaniforme quedan varados en la Tierra tras el accidente de su nave especial y tienen que arreglárselas como buenamente puedan. Cada uno lo intentará a su manera, en función de sus capacidades y carácter.

Hasta aquí todo muy bien. La novela se lee agradablemente, el planteamiento es correcto y el desenlace tiene su intríngulis, incluido el giro de tuerca del propio autor, que aparece como narrador en alguno de los pasajes que nos deja con la duda de si está narrando unos supuestos hechos “reales” y simplemente se lo ha inventado todo en plan Keyser Soze.

La narración mezcla el género epistolar, en forma de declaraciones, informes y extractos de supuestos diarios personales, con la descripción de los hechos en “tiempo real” e intervenciones del narrador que es el propio escritor, que firma como A. B.

Pero el conjunto no acaba de funcionar. Primero, porque algunas cosas chirrían un poco (uno de los protagonistas muere de una enfermedad infecciosa humana a pesar de tener un metabolismo claramente diferente del humano) y algunas “casualidades”, como la del Watergate, vienen traídas por los pelos.

En cualquier caso, no deja de ser una novela entretenida sin mayores pretensiones. Cuesta de creer, por eso que fuese finalista del Nebula y del Hugo. ¿No había mejores relatos ese año?

Mas lo que encuentro ya del todo increíble es que el relato que complementa la novela, “Los silenciosos ojos del tiempo” fuese también finalista a dichos galardones. El relato trata en teoría de un aparato que permite viajar al futuro inmediato. Ahora bien, si alguien espera encontrar en dicha narración algo más que unos someros apuntes de ciencia ficción, lo lleva claro.

El editor nos dice que se trata de un relato “ligero”. Yo lo catalogaría de intrascendente, costoso de leer y con una enorme cantidad de cháchara empresarial aburrida a más no poder. La verdad, podéis prescindir tranquilamente de su lectura.

En definitiva, el libro tiene un cierto interés histórico por la novela corta y por conocer un poco mejor la obra de Budrys, pero no está a la altura de lo que ya conocíamos de él. Sólo lo recomiendo para los completistas y los incondicionales de Budrys.

03 noviembre 2006

Correlaciones: Menos fototorpedos y más hiposprays

He estado un par de días enfermo en cama por un maldito constipado. Cuando me da, me da fuerte, qué se le va a hacer. Por supuesto, ni estando malo dejo de pensar, más bien lo contrario, se me ocurren ideas calenturientas, propias de los estados febriles, supongo.

Me he acordado muy especialmente de mi serie favorita de ciencia ficción: Star Trek, en cualquiera de sus manifestaciones, léase franquicias. De vivir en el siglo XXIV, un hipospray y, hala, al trabajo: todo curado. No hay como vivir en un siglo en el que el costipado común ha sido curado y erradicado o puede ser curado en un pis pas.

¿Ciencia ficción? ¡Quién sabe! ¿Quién nos asegura que no es posible? De hecho es lo mismo de siempre, si invirtiéramos muchos más recursos en medicina y menos en armamentos y cosas inútiles, seríamos casi inmortales. Claro que, eso también plantearía problemas muy serios de superpoblación.

¿Pero es que acaso no es posible controlar las enfermedades sin recurrir a las guerras exterminadoras para controlar la población? ¿Tan idiotas somos? Admito que me da miedo la respuesta.

En cualquier caso, hay cosas que claman al cielo. Llevamos investigando décadas y a pesar de los muchos avances habidos, la gente sigue muriendo de cáncer y de otras enfermedades que posiblemente tienen cura. Eso en los países ricos, que en los pobres los problemas son el sida, la malaria, la tuberculosis o directamente el hambre.

En definitiva, ¿no sería mejor un futuro con más hiposprays y menos fototorpedos? ¿Dónde hay que firmar?

Una velita en el pastel

Hoy hace exactamente un año que decidí reorientar el blog para dedicarlo exclusivamente a hablar de literatura fantástica, borrando los contenidos anteriores, que eran pocos y sin demasiada trascendencia.

Hace algo más de un año ya que me dejé convencer por Nacho de que abriese esta bitácora en la blogosfera para hablar de alguuna de las cosas que me gustan: la ciencia ficción, la fantasía y el terror sobrenatural, especialmente la ciencia ficción.

Han sido doce meses de reflexiones, artículos, comentarios de libros, posts polémicos, posts que parece que no se los haya leído nadie, altibajos (incluso un amago de cierre en un momento de bajón anímico) para llegar aquí.

De momento no preveo un cambio de rumbo en el blog que, creo yo, es bastante diverso. En él, comento libros, discuto sobre lo humano y lo divino (a veces con polémica, pues reconozco que muchas veces soy algo bruto en mis planteamientos, y a veces porque hay mucho ego susceptible vagando por la red, que no todo es culpa mía).

Tal vez de la sección que estoy más orgulloso es de “Correlaciones”. No porque sea algo excepcional, sino porque es una idea que nació en la extinta Cyberdark y que me apetecía mucho desarrollar. De hecho, fue la justificación personal para sacar adelante este blog.

Pero las discusiones y las disquisiciones bizantinas también me gustan, como habréis podido observar todos aquellos que hayáis ido siguiendo más o menos mi blog.

Desde aquí quiero daros las gracias a todos, en especial a los que os habéis manifestado por escrito dejando algún comentario, ya que me habéis animado a seguir. No hay peor desprecio, que no hacer aprecio y cuando uno tiene la sensación de que no le lee ni el tato, acaba arrojando la toalla.

Así que, de momento, aquí estoy y aquí me quedo (Je suis ici et ici reste), lema de la Casa Atreides.