31 agosto 2007

Cyberpolicías de tres al cuarto

La nueva Ley de la Sociedad de la Información que se está preparando permitirá a la autoridad “competente” en este caso la SGAE (de ahí las comillas) ordenar directamente el cierre de un sitio web en el supuesto de que consideren que se violan los derechos de autor. ¡Toma ya!

Se supone que después habrá un juicio y toda la mandanga, pero la primera en la frente. O sea, eres culpable hasta que se demuestre lo contrario. ¡Viva el estado de derecho ése del que los políticos no paran de hablar y que se cepillan en cuanto tienen la menor oportunidad!

No perdamos de vista que ya existía un Real Decreto del año 2005 que permitía al Gobierno interceptar comunicaciones electrónicas sin autorización judicial. Esto que es horrorosamente ilegal con otro tipo de comunicaciones, se puede hacer impunemente con las comunicaciones electrónicas. ¿El motivo? Pues que la Constitución –que tiene sus años- no dice nada de comunicaciones electrónicas. ¡Es el colmo!

Vaya, que en vez de ampliar las libertades civiles, las reducimos a golpe de decretazo. La medida está recurrida, pero teniendo en cuenta a qué velocidad van los tribunales en nuestro país, la cosa debe ir para largo.

Añadámosle todo esto a la polémica sobre el canon digital –por el cual todos somos culpables de piratería aunque se demuestre lo contrario- y tenemos un delicioso cocktail de abuso de autoridad, injusticia, pisoteo de derechos y supina caradura con que se nos abofetea a los ciudadanos con la mayor de las alegrías.

Lo grave es que este tipo de cosas parecen indignar poco a la sociedad. Vaya, que no veo grandes manifestaciones en contra del recorte de derechos en internet, ni a los obispos clamando al cielo, ni a ningún partido mayoritario defendiendo “el sacrosanto estado de derecho”.

Algunos han catalogado las nuevas atribuciones que tendrá la SGAE y otras sociedades de defensa de los derechos de autor como una reedición de la tristemente famosa “patada en la puerta” de José Luís Corcuera. Fascinante. Lo mejor es que después todos dicen defender la libertad. Lo que no queda claro es la libertad de quién para hacer qué, visto lo visto.

Esperemos que, si siguen así las cosas, los bomberos no acaben quemando libros como en Fahrenheit 451, la estremecedora distopía de Ray Bradbury.

30 agosto 2007

El barullo

Esto del fandom español es extraordinariamente endogámico. Vaya, que todo el mundo se conoce y hay que andarse con pies de plomo porque si no, te cortan las gónadas.

Lo cierto es que cada vez que he escrito un post atacando ciertas cosas del fandom que no me gustan, ha habido una serie de intervenciones, indefectiblemente, poniéndome a parir, con razón o sin ella.

Parece que, por mucho que algunos se empecinen en lo contrario, ciertas personas –escritores, editores o incluso aficionados- son intocables y cuando uno se siente atacado (?) en seguida llama a los amigotes para que suelten la caballería.

¿Por qué debería extrañarme? Cuando estuve en Cyberdark ya vi cosas de este tipo, algunas bastante gordas que no voy a revelar, aunque tan sólo sea por decoro y porque no quiero dejar en ridículo a más de uno de esos que van de vacas sagradas. Si ellos no tienen vergüenza, yo tengo vergüenza ajena, ¡qué queréis que os diga!

Entiendo que este post está resultando algo críptico y cargado de referencias no explícitas, así que trataré de concretar un poco más, para no dar la impresión de que estoy hablando solo.

Creo que el fandom es algo, en general, positivo y muy interesante. No sé si es algo exportable a otras literaturas o si sería positivo para ellas, pero creo que hay una interesante interrelación entre lectores, escritores, editores y críticos que en pocos sitios se dan.

Ahora bien, precisamente porque existe esta íntima interrelación, después pasa lo que pasa. No es culpa de nadie en concreto. Simplemente, los seres humanos somos como somos. Cuando intimamos y nos relacionamos a un cierto nivel, surge lo mejor y lo peor de todos nosotros.

Si aplicamos esto al fandom no es de extrañar que haya gente muy maja que te deja un libro sin conocerte, aun a riesgo de que no se lo devuelvas o que pierde un buen rato escribiéndote un mail, asesorándote sobre cómo leer los relatos del ciclo de Cthulhu o de Poe, por poner un par de ejemplos.

También hay escritores y escritoras muy majos, algunos hasta tímidos, que están encantados de comentar su obra con el aficionado o incluso a irse de copas contigo. De eso hay y hay bastante.

Pero por desgracia también está el escritor borde redomado que te mira con cara de desprecio cuando le pides un autógrafo, el editor incapaz de soportar una crítica, ni que sea constructiva, o el escritor friqui que cuando le rozas un pelo llama al primo de Zumosol para que te sacuda de lo lindo, porque tiene el ego más sensible que el culito de un androide.

Y, por supuesto, están los amigos, los enemigos, los friquis, los megafriquis, los enterados, los despistados, los envidiosos, los que sólo han leído a Asimov o a Tolkien, los que se lo han leído todo, absolutamente todo, los simpáticos, los cínicos, los iracundos, los que se ponen a discutir de política, los que son incapaces de leer nada fuera de la literatura fantástica…

¡Caramba! Si parece un anuncio de cierta bebida refrescante de cola… Todo esto es el fandom. Mi opinión personal es la que es y difícilmente cambiará. Resumiendo: no me gusta el contacto directo con los autores (en general), no me gustan demasiado las Cones y veo más barullo en el mundillo del que me apetece.

Pero del barullo han salido proyectos de fanzines muy interesantes o páginas tan maravillosas como en su día lo fue Cyberdark y que ahora otros tratan de ser, como SeDice o La Tercera Fundación por citar algunos ejemplos.

En fin, que las pulgas van con el perro, aunque en las tiendas de animales, creo que venden collares desparasitadores…

29 agosto 2007

La increíble arma rusa

Según el meteorólogo estadounidense Scott Stevens, el origen del devastador huracán Katrina no es un hecho natural.Como anunciaron la cadena de televisión Fox y el diario Post-Register de Falls (Idaho), Stevens afirma que el huracán fue dirigido hacia Estados Unidos con ayuda de un arma secreta que permite “modificar el clima”. Esta arma, precisa, fue concebida por la Unión Soviética a partir del principio del generador electromagnético.

Entre otras “pruebas irrefutables” que se aportan sobre este hecho está que Katrina es un nombre ruso (!!!). Lógicamente, los del control de huracanes que le pusieron el nombrecito de marras debían formar parte de la conspiración. Y para no levantar la más mínima sospecha, le endosaron un nombre ruso.

Precisamente, yo en el garaje de mi casa tengo un cañón electromagnético para alterar el clima. Me dedico a hacer granizar encima de las casas de la gente que me cae mal y a enviar tifones al Japón porque los nipones son muy malos y cazan ballenas. Además, hago llover cada año en mi pueblo para la fiesta mayor porque es un rollo y así se fastidian todos.

No entiendo como alguien supuestamente “serio” puede decir una chorrada tan monumental como ésta. ¡Claro que los Estados Unidos tienen un enemigo! Se llama cambio climático global y ellos son los principales responsables, como mayores productores de gases de efecto invernadero que son. Claro, que antes que efectuar reformas serias, es mejor hacer lo que siempre han hecho: echarle la culpa a los rusos.

Aun suponiendo que fuese posible provocar un huracán, que ya es mucho suponer teniendo en cuenta las magnitudes energéticas que serían necesarias para ello, no me imagino cómo iban los rusos –que tienen problemas para rescatar un simple submariano como el Kursk- a dirigir esa bestia desatada de la naturaleza hacia una ciudad norteamericana.

La afirmación es tan grotesca que cae por su propio peso. Y por supuesto, estoy convencido que un montón de personas se la habrán creído y ya deben estar escribiendo cartas al Congreso para que investiguen este “serio asunto” que pone en peligro la seguridad nacional. Seguro que dentro de poco aparece alguno que dice que los rusos se la han vendido a Bin Laden.

Me pregunto si la primera potencia mundial en lo económico y en lo militar lo llegará a ser también alguna vez en lo educativo y lo cultural. En la tierra de los hombres libres, se enseñan verdaderas estupideces como las teorías creacionistas como si tuviesen la misma credibilidad que la teoría de la evolución, por ejemplo.

No me extrañaría que pronto se cargasen la enseñanza de la tabla periódica de los elementos (atribuída a un ¡ruso!) y volviesen a los orígenes, a saber: tierra, fuego, agua y aire. Después pasa lo que pasa…

28 agosto 2007

Asimov y el dinero

Comenta Julián Díez en un recientemente publicado artículo en C, el hijo de Cyberdark el uso y abuso de las sagas en el mundo de la literatura fantástica. Creo que es un artículo muy interesante, con el que no puedo sino estar completamente de acuerdo.

Uno de los casos que cita es el de la continuación de la serie Fundación de Isaac Asimov. Conociendo como conozco bastante bien la biografía de este escritor de ciencia ficción, me gustaría añadir algunos comentarios al respecto.

En primer lugar, Asimov continuó la trilogía inicial formada por Fundación, Fundación e Imperio y Segunda Fundación única y exclusivamente por dinero. No voy a ser yo quien niegue un hecho tan evidente. Es más, Asimov era bastante reacio a seguir explotando el filón de las Fundaciones. Prueba de ello son los muchos años transcurridos entre Segunda Fundación y el siguiente de la serie: Los límites de la Fundación.

Además, Asimov no se sentía con ánimos de volver al universo fundacional que lo había hecho famoso. Consideraba que corrían tiempos muy diferentes y que él no había evolucionado en absoluto desde la literatura post-pulp hasta la new wave en absoluto y creía que no estaba a la altura.

¿Qué le hizo cambiar, pues, de opinión? Nuevamente, el dinero. Es verdad que su editorial Doubleday no le dejó muchas alternativas, pero aún así podía haberse negado o incluso irse a otra editorial. Asimov era un valor seguro para cualquier editor y le hubiesen llovido las ofertas.

¿Qué hacía de Asimov alguien tan “aficionado” al dinero? La verdad es que por su ritmo de vida nadie diría que disponía de una pequeña fortuna. Tenía poca vida social, no estaba interesado en adquirir propiedades (ya poseía un amplio piso en Manhattan), no viajaba y no le interesaban excesivamente los lujos.

Pero Asimov, por aquel entonces ya había experimentado los primeros síntomas de que su salud no era precisamente muy buena y que podían quedarle no demasiados años de vida. Creo que este pensamiento guió mayormente sus acciones en muchos sentidos.

Una de sus preocupaciones era dejarle la vida resuelta a su segunda mujer, Janet Jeppson, quien en cualquier caso tenía una profesión y también había hecho sus pinitos literarios, aprovechándose descaradamente del nombre Asimov.

Pero el caso más preocupante era el de su hijo David, quien no tenía ningún trabajo fijo y a quien, al parecer, le costaba bastante trabajo eso de relacionarse con la gente. Pensando sobre todo en él, supongo que Asimov se propuso ganar todo el dinero posible antes de irse al otro barrio y por eso consintió con algunas prácticas que, si bien legítimas, sentaron un lamentable precedente en el mundo de la ciencia ficción, que otros han sabido seguir con gran éxito.

Además, hay que tener en cuenta que Asimov era hijo de la Gran Depresión y nadie que haya vivido aquellos tiempos podría rechazar alegremente seguir ganando dólares si se le presentaba la oportunidad. Eso de decir “ya tengo suficiente”, como ha hecho Bill Gates recientemente no iba con aquella generación.

Creo que nada de esto justifica algunas prácticas de las que se valió Asimov, como crear franquicias literarias, escribir introducciones de libros a troche y moche o aceptar que su nombre apareciese en obras en las que apenas había tomado parte. Todo por dinero. Pero almenos quería verter un poco de luz de las causas últimas que posiblemente le motivaron.

27 agosto 2007

Quemando Cromo y redes zombis

Vivimos tiempos movidos. La informática, aparte de revolucionar toda nuestra vida cotidiana y aportarnos muchas más posibilidades, también nos ha traído nuevos quebraderos de cabeza. Tal vez, el más extendido, conocido y sufrido por los usuarios de todo el planeta sean los temidos virus.

Existe una variedad especialmente macabra de virus que no se dedica dejarnos la máquina hecha unos zorros, sino que toma el control de ésta y abre una puerta de escucha, esperando recibir un comando remoto que ponga en marcha las letales instrucciones que contiene dicho virus.

De esta manera, la computadora empieza a realizar acciones que escapan de nuestro control. Si el número de computadoras es suficientemente elevado, el dueño de la puerta de acceso puede realizar acciones masivas de importantes repercusiones.

Esto se conoce como una red zombi de ordenadores, porque los ordenadores actúan de manera automática bajo las órdenes de quien mueve los hilos. Al parecer, debido a la difusión masiva del virus Storm Worm, podría haber entorno a 1,700.000 computadoras infectadas y, por lo tanto, formando parte de una gigantesca red zombi mundial.

El misterio es que no se sabe ni quién la controla ni qué fechoría se está preparando para realizar, pero podría tratarse del mayor ataque distribuido de la historia de la informática. Pensemos que, habitualmente, una red zombi no suele llegar a controlar más de 20.000 computadoras.

Sinceramente, este tipo de acciones empequeñecen los ataques virtuales descritos en relatos y novelas de ciencia ficción. Podría ser que la red zombi tuviese como propósito colapsar un determinado servidor o red de servidores con alguna finalidad última. No necesariamente estas acciones son obra de gamberros cibernéticos.

Aunque el planteamiento es distinto, no he podido evitar acordarme del magnífico relato de William Gibson, “Quemando Cromo” (“Burning Chrome”, 1982), que empieza con la deliciosa frase: ”Hacía calor, la noche en que quemamos a Cromo.”. El relato, para quien le interese, se encuentra en el libro del mismo nombre Quemando Cromo. Del todo recomendable.

24 agosto 2007

Manual del superviviente

En el reciente libro La venganza de la Tierra, de James Lovelock, cocreador de la teoría Gaia junto a Lynn Margulis, se hace una interesante reflexión que más de una vez me he planteado.

Supongamos que hay una catástrofe mundial y la civilización colapsa. Supongamos también que en el futuro, ésta intenta reconstruirse a partir de los pedazos dejados por nuestra civilización. Posiblemente se nutrirían de los restos de libros que pudiesen ser encontrados en los pocos lugares que no hubiesen sufrido demasiado por el colapso de la civilización. Tal vez casas ubicadas en lugares aislados.

¿Qué tipo de libros encontrarían? ¿Encontrarían un compendio del saber universal de nuestra civilización? ¿Las grandes obras de la literatura clásica? Más bien no. Me temo que nuestros sucesores tendrían que conformarse con luchar contra una plaga de tifus utilizando libros de acupuntura o con remedios homeopáticos.

Posiblemente intentarían predecir el futuro trazando cartas astrales o diseñarían casas siguiendo las normas del feng-shui. Y por supuesto, creerían que los extraterrestres son los responsables del colapso de nuestra civilización y que los OVNIs nos están espiando desde hace milenios.

Ni que decir tiene que no les serviría de gran cosa. Por desgracia se llevarían una flasa sensación del progreso real de nuestra civilización, aunque me temo que no sacarían conclusiones demasiado equivocadas sobre la mentalidad de nuestra época.

Vivimos unos tiempos en que la mayor parte de la gente ha perdido la fe en las religiones tradicionales, en la ciencia y en los políticos. Las principales instituciones están desacreditadas y en la ética rige un pasotismo y un relativismo casi total.

La gente, no obstante, busca algo en qué creer, algo a lo que aferrarse. Supongo que en cierta manera lo llevamos escrito en los genes. Y como la ciencia en parte no se entiende y en parte se la hace responsable de todos los males que nos aquejan, se agarran a imaginativas, pero absurdas teorías de la realidad.

Muy poca gente comprende las complejidades de la ciencia. Se requiere preparación, formación y un esfuerzo para dominar los intríngulis de ésta y la mayor parte de la gente quiere soluciones rápidas, explicaciones sencillas que puedan digerir sin gastar demasiado tiempo, preferentemente por televisión, que eso de leer es muy aburrido.

Y así nos va. La ciencia y la tecnología podrán ser en parte responsables de la situación actual que vive la Humanidad, pero no nos engañemos, sólo ellas nos podrán sacar también del atolladero en que solitos nos hemos metido.

No va a ser ni la Biblia, ni las modas new age, ni las meditaciones trascendentales, ni los cristalitos de colores, ni la homeopatía, ni el pseudoecologismo, ni fumar maría quienes salven la civilización.

23 agosto 2007

Correlaciones: La kumari viajera

En Nepal existe una antigua tradición religiosa que consiste en escoger de entre todas las niñas pequeñas del país a la que cumple con una serie estricta de requisitos. La elegida, la kumari, se convierte en una diosa viviente, tratada a cuerpo de rey, hasta que vierte la primera sangre, generalmente en forma de menstruación, momento a partir del cual es destronada y ocupa su lugar la siguiente kumari.

No entraré a valorar lo que me parece la “tradición” porque tampoco comprendo muy bien en qué se basa la tradición y no me gusta entrometerme en culturas ajenas, aunque supongo que la vida de las exkumaris no debe ser precisamente fácil.

Hay un maravilloso y estremecedor relato de ciencia ficción llamado “La pequeña diosa” (”The Little Goddess”, 2005) de Ian McDonald publicado en la Asimov Ciencia Ficción #21 que narra la vida de una de estas kumaris y su posterior vida una vez pierde el rango de divinidad.

En mi opinión es uno de los mejores relatos de los últimos números que publicó la Asimov antes de desaparecer del mercado español. Ahora, nos llega la noticia del Nepal de lo que le ha sucedido a la actual kumari de 9 años.

Al parecer, ésta viajó a Estados Unidos para explicar en una conferencia en qué consistía esto de ser una kumari. Pero existe la tradición de que la kumari no puede salir del país. De hecho, apenas sale del palacio en que se encuentra recluída, por lo que al volver estuvo a punto de ser destronada.

No obstante, no se sabe muy bien por qué, parece ser que los nepalíes se lo han repensado y han decidido “indultarla” y seguirá siendo kumari a pesar de haber viajado fuera del país y del templo.

El Tribunal Supremo de Nepal ordenó recientemente que una comisión de tres miembros investigue si los derechos de las tres niñas están siendo violados y sugirió que puede ser necesario algún cambio en la tradición.

22 agosto 2007

Thatcher y Nessie

En el Reino Unido tienen la interesante costumbre de desclasificar los documentos confidenciales al cabo de 30 años. Esto ha revelado más de una vez notables sorpresas sobre las actividades gubernamentales, aunque reconozco que algunas son ciertamente fabulosas.

Tal es el caso recientemente desclasificado: durante el mandato de la primera ministra Margareth Thatcher se ideó un plan para buscar a Nessie, el sobrenombre con que se conoce al supuesto monstruo del lago Ness, utilizando delfines norteamericanos amaestrados.

Al parecer, se encontraban tan convencidos de que el monstruo existía, que los funcionarios estaban verdaderamente preocupados con las consecuencias que se derivarían para el turismo de la zona si éste fuese abatido por algún cazador, en caso de emerger a la superficie.

Supuestamente, los delfines debían portar unas minicámaras de fotografía con que poder identificar a Nessie. Además, llevarían también unos flashes que se activarían automáticamente al toparse con un objeto de grandes dimensiones.

La existencia de Nessie es más que legendaria, ya que se habla de periódicas apariciones del “monstruo” desde, ni más ni menos, que el siglo VII.

Hay que ver en qué se gastan los políticos el dinero de sus contribuyentes, por favor. Esto me recuerda a otras situaciones similares, como el famoso caso de los círculos sobre los sembrados que tan de cabeza trajo a tantísima gente.

Recuerdo que sobre el tema llovieron ríos de tinta y se vertieron multitud de opiniones. Eso sí, casi todo el mundo estaba de acuerdo en algo: la fantástica precisión con que estaban trazados hacía imposible que fuesen obra de la mano humana.

Cuál fue la sorpresa cuando un par de ancianitos de la localidad en donde habían aparecido los dibujos anunciaron que habían sido ellos los responsables e hicieron una pública demostración de cómo lo habían hecho, dejando con un palmo de narices a toda la comunidad new age del planeta.

Lo mejor fue su comentario de que lo habían hecho porque se aburrían y querían atraer el turismo a la zona. Y, en efecto que lo consiguieron: centenares de personas, periodistas e investigadores de “lo oculto” se desplazaron al lugar armados de potentes teleobjetivos a fin de cazar a la causa de tan sorprendente fenómeno.

Se trata de un tipo peculiar de turismo pseudocientífico, como las expediciones para cazar OVNIs a la Patagonia, las excursiones para reseguir las misteriosas líneas de Nazca, las visitas en su día a las caras de Bélmez y así sucesivamente. Todo sea por el fomento del turismo y por el saneamiento de las arcas locales.

Esperemos que Nessie siga sin aparecer durante mucho tiempo, no vaya a ser que eche a perder el encanto de su misterio, como en el relato de George R. R. Martin “Las brumas se ponen por la mañana” (”With Morning Comes Mistfall”, 1973).

20 agosto 2007

Armagedón

La NASA está haciendo planes para construir una nave interceptora de asteroides. Algo así como lo que aparece en las películas Armagedón y Deep Impact, pero en serio y sin la parafernalia rocambolesca de Hollywood.

La nave estaría dotada con seis misiles nucleares de 1,2 megatones del tipo B83 y podría ser llevada fuera de la Tierra mediante el trasnportador Ares V. El blanco-modelo con que se trabaja es el asteroide Apophis, que pasará entre la Tierra y la Luna en abril del 2029.

La detonación nuclear no trataría de destruir el asteroide, cosa que podría ser complicada y hasta contraproducente, sino desviarlo de la trayectoria en caso de que se acercase peligrosamente a la Tierra.

Esto de los asteroides que se acercan a la Tierra y causan el pánico son una de las historias más clásicas de la ciencia ficción. Desde que apareció la teoría de que los dinosaurios se extinguieron por la caída de un meteorito, la imaginación humana se ha desbocado y la analogía entre lo que sucedió con los dinosaurios y lo que podría sucedernos a nosotros es inmediata.

Para añadirle más leña al fuego, está el misterioso evento de Tunguska, una explosión sucedida en Siberia el 30 de junio de 1908 de una magnitud similar a la de una potente arma termonuclear que no dejó, sin embargo, cráter alguno. ¿Un cometa que se vaporizó antes de impactar?

Algunos libros que han tratado el tema del meteorito o del cometa, como centro argumental o como trama colateral son, por ejemplo, El martillo de Lucifer, de Larry Niven y Jerry Pournelle; también de estos autores, Ruido de pasos, donde se plantea la posibilidad; El martillo de Dios de Arthur C. Clarke (¡qué fijación con el martillo!); o El legislador, de Miquel de Palol.

Carl Sagan insistía mucho en su libro Un punto azul pálido en el desarrollo de este tipo de programas para evitar colisiones catastróficas en el futuro que pudiesen poner en peligro la existencia de la civilización y hasta de la vida sobre la Tierra.

Desde luego, si algún día aparece por el barrio un gran destructor, que es como se conoce en el argot a un asteroide de grandes dimensiones, está claro que su impacto sobre la Tierra difícilmente podría evitarse ni si quiera lanzando misiles nucleares. Es por ello que mucha gente está tan a favor de que la Humanidad se extienda fuera de la Tierra para minimizar las posibilidades de que una colisión acabe con todos nosotros.

17 agosto 2007

La cosa

La ciencia me sorprende cada día más. Ahora resulta que han descubierto una bacteria congelada en un bloque de hielo con más de 8 millones de años de antigüedad… ¡que está viva! Al descongelarla, han conseguido que empiece a reproducirse en laboratorio. Según aseguran, esto no representa ningún peligro para la salud.

Este tipo de sucesos serán cada vez más frecuentes. Con el calentamiento global que está derritiendo el casquete polar Ártico, se liberarán al medio ambiente virus y bacterias largo tiempo hibernados. Yo por mucho que digan que no hay motivo de alarma, no las tengo todas.

Es cierto que muchas de estas bacterias y virus ya libraron sus correspondientes guerras biológicas con nuestros ancestros y que, en teoría, nosotros somos los descendientes de los que sobrevivieron, por lo que algún tipo de inmunidad debemos tener, pero…

No consigo quitarme de la cabeza la película La cosa, en la que un bicho extraterrestre que lleva mucho tiempo congelado en la Antártida es descongelado por una expedición de científicos y comienza a provocar unas escabechinas de padre muy señor mío.

La cosa está basada en la novela de John W. Campbell Jr., Who Goes There traducida al castellano como Visitante del espacio.

En cualquier caso, lo más sorprendente de todo es la increíble capacidad de las bacterias a sobrevivir en las más inhóspitas condiciones durante largos períodos de tiempo. Este tipo de hallazgos puede reforzar las teorías panspérmicas según las cuales la vida de la Tierra tal vez llegó a nuestro planeta procedente del espacio.

16 agosto 2007

El futuro ya no es lo que era

El escritor de ciencia ficción William Gibson, autor de libros memorables como Neuromante o Quemando Cromo, renuncia a anticiparse al futuro. En una entrevista recientemente publicada, Gibson afirma que ha renunciado a intentar predecir el futuro, “porque se está convirtiendo en algo demasiado difícil”.

Los cambios tecnológicos en los que vivimos inmersos –ya sabéis, esos que las televisiones anuncian con graciosas musiquitas pseudofuturistas y con efectos acústicos que parecen hechos para tontitos- evolucionan a tal velocidad, que los pobres prospectistas del futuro andan más perdidos que el barco del arroz.

Miquel Barceló comentaba que la ciencia ficción había perdido parte de su encanto cuando se limitaba últimamente a describir el futuro a corto plazo. Parece que ni eso va a ser posible. Está claro que o las temáticas se renuevan o la cosa se va a poner complicada.

Otros escritores, como Vernor Vinge van mucho más allá. Postulan la inminente aparición de la singularidad tecnológica que es un punto de bifurcación irreversible a partir del cuál la humanidad se verá catapultada al futuro de una manera tan drástica que en cuestión de poco tiempo se convertirá en poco menos que una especie de divinidad, debido al crecimiento exponencial de las innovaciones.

Eso sí, en su última novela, El final del arco Iris, trata de describir un futuro a medio plazo sin singularidad tecnológica, al menos entendida a la manera “dura”.

Tampoco es que todo esto deba preocuparnos excesivamente. Algunos escritores bastante famosos, como Isaac Asimov, describieron un Imperio Galáctico bastante satisfactoriamente en el que no había ¡ordenadores!

La finalidad y temática principal de la ciencia ficción no es la predicción del futuro, aunque este tema haya sido uno de los filones más explotados en centenares de relatos y novelas. No entraré ahora en ese campo minado que es tratar de definir qué es la ciencia ficción, pero creo que tenemos género para días.

Eso sí, como decía antes, quienes pretendan seguir explotando el filón de la prospectiva futurista, lo van a tener cada vez más difícil. Si Gibson se ha rendido…


14 agosto 2007

We all live in a yellow submarine

Hay noticias que de tan surrealistas que son, uno duda que hayan sucedido. Pero sí, la realidad supera con creces a la ficción y además lo hace con una socarronería que pocos escritores o guionistas serían capaces de conseguir.

¿Os acordáis de aquella película de ciencia ficción que se titulaba Capricornio Uno? Para los que no la hayáis visto os diré que se trata de una falsa misión americana al planeta Marte. Los supuestos astronautas están en tierra y harán ver que han llegado al planeta rojo en unos sofisticados platós. Pero algo sale mal en el lanzamiento de la supuesta nave (que explota) y los “astronautas” se convierten en un estorbo a eliminar.

Es la típica paranoia que ha alimentado las teorías conspirativas que afirman que el hombre nunca llegó a la Luna y que todo fue una farsa, que los astronautas estaban en un plató dando saltitos y que todo fue una megamontaje publicitario para fastidiar a los rusos y ganar puntos en la guerra fría.

Sin entrar en divertidas polémicas, acaba de suceder algo parecido, sólo que a menor escala, aunque con consecuencias bastante importantes. A raíz del descongelamiento del casquete polar ártico, todas las naciones que tienen acceso al oceáno Polar Ártico se están disputando el pastel que, no lo perdamos de vista, contiene grandes y jugosas reservas de petróleo.

Uno de los movimientos más mediáticos lo ha protagonizado un submarino ruso que ha ido a plantar la bandera de este país en el polo Norte. Las imágenes fueron retransmitidas por la televisión rusa. Eso sí, con tan mala pata que parece que el presupuesto de la expedición no daba mucho de sí, así que en su lugar transmitieron unas imágenes de la película Titanic. Eso en horario de máxima audiencia y con gran difusión internacional.

Los rusos estaban tan orgullosos de la gloriosa hazaña realizada, que hasta recibieron a los miembros de la expedición con honores de estado. Hasta que alguien se dio cuenta de que las imágenes eran el timo de la estampita. Claro, como será que Titanic la ha visto poca gente…

No, no es broma, palabrita der niño Jezú. Ya sé que la cosa suena a guasa, pero es que esta gente es así. Lo podríamos catalogar de chapuza de proporciones gigantescas, pero es igual, creo que se explica por sí solo y cada cuál podrá ponerle el apelativo que más gracia le haga.

En fin, que me quedo con el submarino amarillo de los Beatles que al menos no tenía mayores pretensiones.

13 agosto 2007

Para patentes, las mías

El 6 de abril de 2006, un ciudadano portoriqueño consigue hacerse con la patente número 20060071122 de los Estados Unidos de América. Dicha patente lleva por título: “Full body teleportation system” y en la explicación que se da sobre ella figura la siguiente perla de descripción: “A pulsed gravitational wave wormhole generator system that teleports a human being through hyperspace from one location to another”. O sea, algo así como: ”sistema generador de un agujero de gusano (mediante) un pulso de ondas gravitaciones que teletransporta un humano a través del del hiperespacio de un lugar a otro”

Sencillamente delicioso. Vamos, que a partir de ahora ya no hace falta leer libros de ciencia ficción. Basta con pasarse de vez en cuando por el registro de patentes norteamericano y solicitar las últimas novedades aprobadas para poder disfrutar de la más futurista de las literaturas.

De hecho, estoy planteándome patentar unas cuantas ideas que he tenido últimamente y que estoy dispuesto a compartir con el resto del género humano por un módico precio. He aquí mis propuestas:

- “Exprimidora de naranjas basada en una fuente de energía accionada por neutrinos”. Mediante un gigantesco dispositivo que denomino “dispositivo leptónico colector de neutrinos oscilantes”, capto los enormes chorros de neutrinos que despide el Sol y los convierto directamente en energía eléctrica mediante un “transductor lepto-bosónico”. Esta energía sirve para accionar un exprimidor de naranjas que, de esta manera, puede funcionar en cualquier lugar de la Tierra y a cualquier hora, incluso en Barcelona cuando se va la luz.

- “Agujero negro domesticado”. Mediante el uso de dos cañones opuestos de “hiperpulsos gravíticos generados por un gáser”, esto es, como un láser pero con ondas gravitatorias, se induce en el continuo espaciotemporal la formación de una microsingularidad denominada “agujero negro gravicontenido” que resuena con el éter y que devora todo tipo de materiales y los convierte en bellos estallidos de rayos gamma. Sólo presenta dos pequeños inconvenientes: los gigantescos cilindros de acero macizo que giran a velocidades relativistas provocan perturbaciones notables en la atmósfera terrestre y los rayos gamma tienen una lamentable tendencia a achicharrar todo bicho viviente en un radio de alcance bastante elevado.

- Batería eléctrica a base de patatas tempranas del Pirineo. Gracias al uso de estos deliciosos tubérculos que se conectan entre ellos mediante “electrodos de diferentes metales unidos por radioenlaces morfo-resonantes”, es posible construir una batería rudimentaria pero de lo más eficaz. Es recomendable que las patatas se planten en un sustrato rico en manganeso, ya que así la conductividad de la batería aumenta.

Por supuesto, me reservo los detalles de construcción de estos aparatos que de bien seguro revolucionarán la tecnología humana y la llevarán rápidamente hacia el camino de la singularidad tecnológica.

10 agosto 2007

Correlaciones: Religión y fanatismo

Leo un par de noticias relacionadas con el Islam que dan que pensar…

La institución de Al Azhar, la más prestigiosa del Islam suní, acaba de condecorar a una niña de cinco años por ser la egipcia de menor edad que ha memorizado el Corán íntegro. Su padre, la mar de orgulloso, quiere que su hija siga la carrera religiosa en uno de los colegios de Al Azhar.

En Holanda, un parlamentario ha pedido que se prohiba el Corán, por considerarlo “un libro fascista”. La propuesta ha levantado todo tipo de reacciones, desde los que consideran que las religiones no pueden prohibirse, hasta los que están completamente a favor por le trato que se propugna hacia sus apóstatas o las mujeres, por ejemplo.

La primera noticia me recuerda bastante al vídeo del niño predicador en YouTube que circuló hace unos días por la Red. Pero también me recuerda enormemente a la protagonista del libro de Orson Scott Card, Ender el Xenocida, por el conflicto que plantea entre la fe y la razón en una joven mente, que acaba tan retorcida como las líneas de la madera que resigue con su cuerpo por el suelo.

Estamos ante un debate muy antiguo que no parece haber hallado una solución satisfactoria a lo largo de los siglos. ¿Debe enseñárseles religión a los niños, cuando éstos no tienen capacidad de entenderla ni de procesarla adecuadamente, sólo por el hecho de que los padres sean creyentes?

Dicho de otra manera, ¿se debe aceptar el proselitismo en niños “indefensos” mentalmente para decidir si aceptan o no lo que se les está enseñando, muchas veces imponiendo?

La noticia habla del Islam, pero a fin de cuentas, podemos extenderlo a cualquier religión. En Estados Unidos no son extraños los concursos en que los participantes, a veces muy jóvenes, se aprenden los Evangelios de memoria o bien largos pasajes de la Biblia.

Por otro lado, ¿qué sucede cuando la Fe choca con la Razón? Es más, ¿qué hacer cuando el sistema educativo choca con una creencia personal? El caso más flagrante lo tenemos con la controvertida enseñanza de la teoría de la Evolución, que está siendo combatida por los fundamentalistas cristianos con la “teoría” del diseño inteligente.

Si acaban saliéndose con la suya, no me extrañaría que en el futuro, los biólogos y los biotecnólogos norteamericanos desapareciesen del mapa y tuviesen que ser importados de otros países. Algo parecido a lo que sucedió durante décadas en la Unión Soviética en donde las teorías aprobadas oficialmente eran las Lamarckianas, lo que lastró a toda una generación de científicos.

No tengo nada en contra de la fe, que puede ser algo maravilloso. Pero no estoy de acuerdo con los fanatismos ciegos que tratan de imponer una determinada idea a los demás por la fuerza, pisoteando los derechos humanos si conviene.

Es un debate que permanecerá largo tiempo abierto en nuestra sociedad. A fin de cuentas, vivimos tiempos interesantes, lo que según los chinos, constituye una verdadera maldición.

09 agosto 2007

La rana del cambio climático

Últimamente he estado repasando bastante bibliografía relacionada con el cambio climático global y la verdad es que se me han puesto los pelos de punta. Para desgracia de mi tranquilidad espiritual, yo ya estaba interesado por estos temas hace más de diez años, cuando la cosa se veía como un simple alarmismo de algunos grupos ecologistas ecofundamentalistas. Por desgracia se ha visto que la cosa iba en serio y que lo cortés no quita lo valiente.

Un libro que recomiendo a todo el mundo, por lo claro y directo que es, a la vez que riguroso es Una verdad incómoda, del exvicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore y moderno gurú en alertar a la sociedad internacional de los problemas que se derivarán del cambio climático.

Sobre este tema hay que decir que se ha escrito mucho y algunas de las cosas que se han vertido sobre la opinión pública no son demasiado rigurosas. Para empezar, diré que no me cabe ninguna duda de que existe un cambio climático y que éste se debe, fundamentalmente, a causas antrópicas (a la acción del ser humano). Por otro lado, esto ya lo creía hace más de una década y no he cambiado en absoluto de opinión.

Lo que pasa es que ahora todo el mundo se apunta al cambio climático. ¿Que hay una oleada de sequías? El cambio climático. ¿Que llueve y se producen inundaciones? El cambio climático. ¿Qué nieva poco este año? El cambio climático. ¿Qué hace más calor de lo normal y por culpa del aire acondicionado pillo un resfriado? El cambio climático. Una pena, vaya. De tanto repetirlo, al final se va a desgastar.

Otra cosa muy a tener en cuenta es que en muchos medios de comunicación se han difundido opiniones de supuestos científicos que negaban la existencia de dicho cambio climático o, cuando la evidencia ha sido demasiado grande y palpable, que este cambio fuese debido a la acción humana. De hecho, se ha intentado desde algunas instituciones norteamericanas, como el Instituto del Petróleo, sembrar la confusión y hacer creer que existe un vivo debate en medios científicos sobre este tema.

Pues no. La práctica totalidad de los que defienden esto son gente relacionada directa o indirectamente con intereses petrolíferos. Vaya, que cobran de dicho Instituto del Petróleo, ya sea porque están en nómina, ya sea porque reciben “comisiones”. Esto no significa que no haya científicos honestos que discrepen, pero hay muy pocos y son poco representativos.

En todo caso, donde existe un debate es en cómo será exactamente este cambio climático, ya que los modelos matemáticos no son suficientemente precisos. Lo que nadie pone en duda es que la temperatura media subirá. Que el nivel de los mares se elevará como consecuencia de la fusión parcial o total del casquete polar Ártico, en mayor o en menor medida y en que se producirán cada vez más episodios climáticos violentos (inundaciones, sequías, ciclones, etc).

Esto es lo que opina la inmensa mayoría de los científicos que han estudiado el cambio climático. Por supuesto, otros científicos pueden opinar lo que quieran, pero yo prefiero creer a los que han estudiado a fondo el tema antes que a los que cobran de las industrias contaminantes.

Algunas personalidades se han apuntado a este negacionismo. En otro post ya comentaba la actitud lamentable de Michael Crichton en su reciente Estado de miedo. Pero también en nuestro país tenemos gente que se apunta al carro, como el conocido economista Xavier Sala Martín.

Comentaba Sören Kierkegaard una curiosa anécdota según la que en una actuación, se declaró fuego en un teatro. Ante la alarma, un actor disfrazado de bufón salió al escenario para avisar al público de que había fuego en el teatro. El público se partía de risa y cuanto más se exasperaba el bufón, más se reía el público. Kierkegaard afirmaba que él pensaba que así acabaría nuestra civilización: en una inmensa carcajada incrédulos de la catástrofe que se cernirá sobre nosotros. Y razón no le falta.

Casi todos nosotros tenemos la tendencia innata de negar aquello que no nos gusta, de ignorarlo. Hay estudios muy serios sobre este mecanismo psicológico. Sólo citaré el Holocausto de los nazis y en cómo gente supuestamente culta e inteligente miró para otro lado para no ver lo que tenían delante de sus narices. No hemos cambiado: hoy hacemos lo mismo ante la miseria en África, el genocidio del Darfur, la guerra de Iraq, las violaciones sistemáticas de derechos humanos en Rusia, China y un largo etcétera de países.

¿Por qué iba a ser diferente con el cambio climático global? No será porque no nos hayan avisado. Además, existe un problema añadido. El cambio es muy lento. Uno puede aceptar o no las imágenes de un campo de concentración, pero están ahí, son explícitas. En cambio, una lenta variación del régimen de temperaturas y precipitaciones de una región, no provoca consecuencias inmediatas.

Para ilustrar este ejemplo, los ecologistas suelen comentar el caso de la rana. Si lanzamos una sufrida rana a una cazuela con agua hirviendo, es posible que la rana se salve, porque reaccionará de inmediato e intentará salir de allí. Pero si la ponemos en una cazuela con agua tibia y la cocemos a fuego lento, lo más probable es que no se dé cuenta de lo que está pasando y acabe cocida.

Por cierto que Al Gore cuenta en su libro que últimamente ha tenido que cambiar el ejemplo de la rana y ponerle un final feliz, porque la gente se le angustiaba mucho por el destino de la pobre rana. Y es que la pobre rana somos nosotros. Es mejor ofrecer la posibilidad de un final feliz.

Algunos libros de ciencia ficción han relatado con espeluznante realismo la catástrofe ambiental que se cierne sobre nosotros cual espada de Damocles. Uno de ellos es Cronopaisaje, de Gregory Benford. Algunas de las imágenes que relata son de una viveza desesperante y, por desgracia, nos recuerdan a algunos fenómenos que han empezado ya a producirse en nuestro mundo.

Otro de ellos es Tierra, de David Brin, que describe un futuro a unos cincuenta años vista. También Señales de lluvia de Kim Stanley Robinson nos habla del cambio climático, si bien es un libro bastante aburrido en el que apenas si pasa nada.

Y, desde luego, podríamos sumar a la lista una gran cantidad de distopías relacionadas con catástrofes planetarias de mayor o menor embergadura.

¿Por qué no hacemos caso de los avisos? Bueno, si tenemos que escoger entre un agorero y un señor que nos dice que todo irá bien, tenderemos a concederle más crédito al segundo. Los profetas del desastre nunca han estado demasiado bien vistos. Especialmente cuando tienen razón.


08 agosto 2007

Pax Americana

Julián Díez decía en un comentario sobre “Los que se alejan de Omelas”, uno de los relatos más conocidos de Úrsula K. LeGuin, contenido en la magnífica antología Las doce moradas del viento, que dicho relato era uno de los que mejor definían el siglo XX.

Le doy plenamente la razón, como ya comenté en otra entrada, aunque creo que hay otro relato que, desde un punto de vista completamente distinto, pone de manifiesto cuál es la principal problemática filosófica del mundo en que vivimos y que retrata fielmente las dificultades que nos encontramos a finales del siglo XX y a principios del XXI.

Se trata de “Pues he tocado el cielo”, de Mike Resnick, que puede encontrarse tanto en la antología Sueños viejos por nuevos como en el número 42 de la revista Gigamesh.

En este relato colisionan de manera flagrante y muy emotiva los valores occidentales con los valores de una cultura africana de corte tradicionalista. Éste es uno de los grandes temas de nuestra época: el choque de civilizaciones. ¿Puede Occidente imponer su cultura, sus valores, entre los que se encuentran los derechos fundamentales del hombre y ciertos valores derivados de la cultura judeo-cristiana al resto del mundo? Y, tan importante como esto, ¿se va a dejar el resto del mundo, dotado de culturas igual de sólidas, imponer estos valores?

Desde el prisma de Occidente así es. Baste escuchar a todo el mundo hablar de derechos humanos, libertad de mercado, globalización, relativismo cultural, de las alas de la Pax americana. Y sin embargo… no todo el mundo está de acuerdo.

Este choque o confrontación es algo mucho más antiguo de lo que parece. A fin de cuentas, ya lo relató Shakespeare magistralmente en su Marco Antonio y Cleopatra, en donde el norte rico y poderoso (Roma) trata de imponerse y aplastar al exhuberante y orgulloso sur (Egipto).

Es porque el relato de Resnick tiene resonancias tan arcanas y épicas que me parece que tiene tanta trascendencia y valor. Sin ser una joya literaria, es muy difícil leerlo y no quedar impresionado por su viveza y, por supuesto, por su trágico desenlace.

Resnick es un autor poco habitual en la cultura anglosajona anglocéntrica y claramente WASP. Resnick nos habla de otras culturas que también tuvieron sus momentos de esplendor, al igual que parece que a la nuestra le ha tocado vivir hoy día, pero que acabaron enterradas bajo siglos de polvo. Donde mejor lo vemos tal vez sea en “Las 43 dinastías de Antares”, otro de sus relatos que huele a África y a Egipto, aunque aparentemente tenga lugar en un lejano planeta.

Ésta es una de las grandezas de la ciencia ficción: que sin dejar de maravillarnos, es capaz de poner encima de la mesa los grandes temas de debate de cada época. Lástima que otros prefieran simplemente narrar batallitas o caer en los tópicos más manidos sobre el futuro próximo. A mí, desde luego, me gusta mucho más este tipo de ciencia ficción.

07 agosto 2007

¡Cuidado con el duende!

Es sorprendente que en pleno siglo XXI haya gente que crea todavía en fantasmas, duendes y otro tipo de seres mitológicos. Pero es así. De hecho siempre ha sido así. Si millones de personas encuentran natural que un ser omnipotente crease el mundo en siete días o en la existencia de ángeles, ¿por qué no van a creer en espíritus o en duendecillos? Todo es cuestión de fe y de sugestión.

Para empezar diré que respeto mucho todo tipo de creencias. Afortunadamente, no hay todavía ningún dispositivo que nos impida pensar o creer en lo que nos venga en gana. Es una de las pocas libertades que ni el estado ni la tecnología ha conseguido quitarnos. Otra cosa es el sistema educativo y los medios de comunicación, que nos adoctrinan en aquello en que debemos creer o no, pero aún somos libres de creer en lo que queramos.

Dentro de este contexto, diré que como mínimo me parece divertida la creencia, por ejemplo, en los duendes. En algunos países, como en Islandia, este asunto es algo muy serio. Antes de construir una carretera o de hacer una gran obra, un experto en duendes se cerciora de que no se los vaya a molestar. Para los incrédulos, aducen que cuando no se ha hecho así, se han producido misteriosos accidentes.

Ahora viene cuando decimos: “Qué tontos que son estos islandeses. Mira que creer en duendes”. Pero, claro, todas estas cosas son bastante relativas. Como decía al principio, hay gente que cree que los ángeles velan por ellos, así que como mínimo habría que tener un cierto cuidado en lo que desprestigiamos.

Incluso en occidente, cientos de millones de personas creen en cosas bastante folklóricas y esotéricas como los horóscopos, la cartomancia o el mal de ojo. Algunas de estas pseudociencias o creencias místicas se han ido reciclando a lo largo de los siglos. Así, existe toda una moda en lo relativo al feng-shui, que en países como Japón es casi una doctrina de fe.

También están los pseudocientíficos, que recubren sus creencias con una pátena de respetabilidad que siempre da la ciencia. Son los que nos hablan de radiestesia y de campos de energía, de corrientes geomagnéticas, de pirámides o del poder curativo de los cristales. Todo ello muy razonado… y por supuesto carente de la más mínima evidencia científica seria.

Incluso los hay que se forran vendiendo frasquitos de agua a precio de oro bajo el nombre de homeopatía. Por supuesto que hay millones de defensores de la homeopatía, pero también los hay de los que creen en el brujo de la tribu y no por ello el médico nos receta amuletos cuando vamos a la consulta o se pone a bailar una complicada danza a nuestro alrededor.

Los hay que creen que si te clavan agujas en unos misteriosos tubos de energía que recorren el cuerpo humano –que, por cierto, nadie ha sido capaz de fotografiar ni de detectar- tu salud mejora enormemente. A esta técnica se la llama acupuntura y es de lo más popular. Incluso la cubren algunas mutuas sanitarias a las que, por supuesto, no pienso apuntarme, porque si todo lo tratan con la misma seriedad…

En fin, que quien más, quien menos cree en duendecillos o en hombrecillos verdes de algún género. Con ello no quiero decir que esto sea lo deseable. Que lo respete no significa que lo comparta. Soy escéptico y creo tener una mentalidad bastante racional. Cuando quiero no serlo tanto, siempre puedo soñar o leer una buena novela de fantasía. Pero procuro no confundir el mundo imaginario de mis deseos con la realidad.

Y que conste que no siempre he pensado así. Pero en toda mi vida no he visto nada que me haga suponer que existen los fantasmas, la telepatía, la precognición, las líneas de energía o nada que se le parezca. Tal vez es porque no tengo fe en ello y no olvidemos que la fe mueve montañas.

06 agosto 2007

Mamuts rubios y dilafosaurios escupidores

Parque Jurásico de Michael Crichton puso en boga la posibilidad de recuperar ADN fósil a fin de recuperar una especie largo tiempo extinta. La verdad es que la cosa no es tan sencilla, ni mucho menos. Para empezar, conseguir suficiente ADN fósil de la especie en cuestión es algo bastante complicado, en especial si queremos que esté en suficiente buen estado como para poder hacer algo.

Por otro lado, una cosa es obtener la secuenciación del ADN y otra muy distinta es tener el ADN en sí mismo. De hecho, estudios recientes parecen indicar que tal cosa no parece muy realista, ni si quiera en especies recientemente desaparecidas, aunque no todos los científicos son igual de escépticos.

De hecho, hace años que hay en marcha un proyecto que pretende recuperar los mamuts a partir de un ejemplar congelado en permafrost, aunque de momento no han obtenido ningún éxito. Parece que si con un mamut del que se tienen muestras en relativo buen estado de conservación hay serias dificultades, no hablemos ya de un dilafosaurio escupidor de hace más de 65 millones de años…

Eso sí, si algún día lo consiguen, yo seré el primer interesado en poder ver esos fantásticos proboscídeos que eran los mamuts. Espero que incluso puedan recuperar los mamuts rubios –que los había- porque debería ser un espectáculo digno de ser visto. De momento, nos tendremos que conformar con los dibujos animados de Ice Age y tal vez con algo más modesto, como la ardirata Scratch.

Crichton, por supuesto, siempre está con lo mismo: nos advierte de los serios riesgos que conlleva la utilización de ciertas tecnologías, ya sea la ingeniería genética (Parque Jurásico, Parque Jurásico 2), la nanotecnología (Presa), la guerra biológica (La amenaza de Andrómeda) o incluso una tecnología mucho más avanzada que la nuestra (Esfera). Claro que tanto canto agorero ya cansa un poco.

Lo que no pienso perdonarse, no como escritor, sino como ideólogo, es el bodrio impresentable de Estado de miedo, en donde se alinea claramente con los negacionistas del cambio climático y aprovecha para machacar a los científicos y a los ecologistas. Sólo le falta decir que los creacionistas tienen razón, como nuestra gloriosa Matilde Asensi, para acabar de poner el pastel a la guinda. Personalmente, no pienso comprarme ni un solo libro más de este señor. Que con su pan se lo coma.

01 agosto 2007

¿Está lleno de estrellas?

Ahora entiendo plenamente el comentario de 2001. Una odisea espacial de Arthur C. Clarke, cuando el comandante Bowman dice My God, It’s full of stars! (“¡Dios mío, está lleno de estrellas!”) no es que se hubiera fumado algo, como la época pudiera hacer pensar, es que probablemente estaba borracho y además veía doble. De ahí la multitud de puntitos luminosos que veía en el gran Zagadka.

La coña viene de la recién aparecida noticia de que, al parecer, la NASA permitió volar a astronautas ebrios. Ebrios de alcohol, se entiende. Vaya, lo que en rusticam se diría “borrachos como una cuba, tajados, piripis”, etc.

Al parecer, no sólo iban en estado de alcoholemia, sino que encima se sabía y aún así les permitieron ir en la misión espacial. Después pasa lo que pasa, claro. Y es que el espacio ya no es lo que era.

El segundo capítulo de Star Trek: The Next Generation iba justo de eso: de una descomunal borrachera que afecta a toda la tripulación producida, eso sí, muy puritanos ellos, por un fenómeno físico rarito. Es de las pocas veces que podemos ver al capitán Picard diciendo palabrotas, a la doctora Crusher y a la consejera Troy insinuándose lascivamente y a Data seducido por una mujer de armas tomar, nunca mejor dicho.

Pero una cosa es la ficción y otra muy distinta la realidad. Tampoco debe cundir el pánico, por eso. Al parecer, las funciones de los transbordadores espaciales están tan automatizadas, que la presencia humana es meramente decorativa y eso de que están superatareados en el espacio es un cuento chino.

La cuestión es que les encargan a los astronautas un montón de trabajos para que no se sientan unos perfectos inútiles. Precisamente en 2001, era el ordenador de abordo, HAL, quien hacía todo el trabajo “sucio”. No me extraña que el pobre se cansase de los “parásitos” a los que tenía que cuidar y se deshiciese de ellos mientras iba tarareando para sí la bonita tonadilla Daisy, Daisy.

Afortunadamente, la cosa se arregla haciendo lo que cualquier informático haría: apagando el dichoso ordenador. Aunque Bowman demuestra que es muy mal informático porque después de apagarlo, no vuelve a reiniciar el sistema. Así acaba el pobre, comiendo farinetas el resto de su vida en una habitación que parece sacada de un taller de renderizados.

En fin, que si en la Tierra detienen a la gente por ir borracha al volante, por qué iban a ser diferentes los astronautas, tan humanos ellos, y no emborracharse en el espacio. ¡A saber qué perversos efectos tiene el alcohol en ingravidez! No me extrañaría que se tratase de un experimento de la NASA para comprobar los efectos del alcohol en gravedad cero. Es más, dudo que sea la primera vez que pasa.

Por lo tanto, señores terrícolas, no olviden asegurar su coche y su casa y hasta su misma persona contra chatarra cósmica la próxima vez que les haga una visita su agente de seguros. Pueden ahorrarse disgustos tal y como están las cosas.