27 agosto 2009

Antifuente / Francisco Javier Pérez

Antifuente

Francisco Javier Pérez

Viaje a Bizancio Ediciones

Págs: 224


Antifuente es una recopilación de relatos de Francisco Javier Pérez que puede gustar o no, pero que no deja en absoluto indiferente. El autor utiliza una prosa compleja, a veces barroca, muchas veces surrealista y casi siempre oscura, con gran habilidad, de forma y manera que aunque puede llegar a describir escenarios verdaderamente gore o incluso repulsivos, deja una cierta fascinación difícil de explicar.

Antifuente no es una recopilación de cuentos para explicar a los niños. A veces cuesta entender lo que dice. No porque esté mal escrito, sino porque el estilo libre que a veces utiliza parece más propio de la libre asociación de ideas que de las pautas clásicas de una narración lineal.

Algunos relatos dejan una fuerte impresión, como el fascinante "¡Tilt!" o el morboso "Cuando el slasher se aparea" o el extraño "Antifuente". De hecho, la mayor parte de los adjetivos utilizados podrían intercambiarse, pues todos los relatos -aun siendo muy diferentes los unos de los otros- tienen ese aura oscura, intrigante, diferente que una vez te toca, difícilmente se olvidan.

La lectura de Antifuente es una experiencia ciertamente interesante. Pocas veces se encuentran textos que produzcan estas extrañas sensaciones. Porque Antifuente es en buena medida eso: un generador de oscuras sensaciones, algo que rebusca en el fondo de nuestras conciencias y que a veces nos descubre cosas que tal vez hubiésemos preferido que no saliesen a la luz...

25 agosto 2009

Radiación

Todos hemos visto algún capítulo de Star Trek en que el doctor/a de la nave inocula una inyección mediante hipospray a algún tripulante que tiene que bajar a un planeta radiactivo para una importante misión. La sustancia inoculada le protegerá un cierto tiempo de la radiación.

Recientemente, en Battlestar Galactica pudimos ver como la resistencia de Caprica aguantaba en el planeta, bombardeado con armas de fisión gracias a unas inyecciones antiradiación.

¿Ciencia ficción? Ya no. Parece ser que la vacuna contra la radiación nuclear está muy cerca de ver la luz. Los primeros resultados con animales fueron publicados hace un año y fueron bastante satisfactorios. Los ratones y los primates tratados con la vacuna no sufrieron efectos secundarios tras ser expuestos a entornos altamente radiactivos, mientras que las poblaciones de control que no recibieron la vacuna, acabaron muriendo.

La vacuna puede aplicarse en un amplio margen dinámico de tiempo (entre 24 horas antes de la exposición y 72 horas después de ésta), lo que permitiría salvar muchísimas vidas en caso de un accidente nuclear o incluso de un ataque nuclear.

24 agosto 2009

Reminiscencias

La ciencia ficción ha explotado ocasionalmente el filón de la historia cíclica. Según esta teoría platónica, la historia siempre se repite siguiendo una serie de patrones más o menos fijos. Platón se refería esencialmente a la forma del estado: empezaba con una tiranía que evolucionaba hacia una plutocracia, después a una democracia y ésta degeneraba en demagogia para volver a caer en la tiranía.

Estas ideas, originadas primigeniamente en Oriente, afectaron a la filosofía occidental fuertemente, especialmente después de que las hicieran suyas personajes del calibre de Maquiavelo o historiadores como Gibbon o Toynbee.

Hay, a mi modo de ver, dos cosas que hacen especialmente atractiva la idea de la historia cíclica. En primer lugar, que hacen de la historia algo parcialmente predecible; y en segundo lugar, que la dotan de una especie de misticismo de la resonancia: es posible que lo que hoy vivimos haya sido ya experimentado con anterioridad y ello nos liga con el pasado (y con el futuro) de una manera extraña y especial.

Algunas obras de ciencia ficción, insinúan este ciclismo histórico, como Los gigantes de caliza, de Keith Roberts o, de una manera clara y categórica, Cántico por Leibowitz de Walter M. Miller, con la Iglesia católica en el epicentro de la acción y como núcleo generador.

En cierta manera, la idea surge de modo natural de las distopías catastrofistas: un mundo muy evolucionado que llega a tal nivel tecnológico que acaba autodestruyéndose. Es la vieja idea del mito de la Atlántida. De sus cenizas, renace una nueva civilización, primero muy tosca, pero que poco a poco va avanzando hacia las supremas cotas de la técnica.

Algo de esto tiene el remake Battlestar Galactica: "Todo esto ya ha pasado muchas veces y volverá a suceder". Y me callo el final de la serie para no estropearles la intriga a quienes aún no lo hayan visto.

También es cierto que la visión cíclica de la historia se ha visto superada por dos ideas muy potentes de finales del siglo XX: la teoría del caos, que vuelve la repetibilidad de la historia como algo prácticamente imposible y la teoría de la singularidad tecnológica, que mediante un acto de (buena) fe supone que cuando se llega a ciertos niveles, la civilización en cuestión no se autodestruye, sino que se hiperacelera y alcanza la trascendencia.

Un poco en la línea de novelas como El fin de la infancia o La ciudad y las estrellas de Arthur C. Clarke o según las tesis de Vernor Vinge.

Naturalmente, la historia no deja de ser caótica. Ello quiere decir que tiene componentes predecibles y componente impredecibles; que hay cosas que parecen repetirse, pero no exactamente de la misma manera para diverger luego de manera espectacular. Como otras tantas y tantas cosas.

21 agosto 2009

Correlaciones: Axolotl

La obra capital de Frank Herbert, Dune y sus secuelas contienen una gran variedad de términos exóticos. Uno de los que siempre me llamó profundamente la atención fue "axolotl", refiriéndose a unos "tanques" en los que los tleilaxu producen todo tipo de substancias. La naturaleza de los "tanques" se revela posteriormente, aunque ése es otro tema.

Axolotl és un término azteca, concretamente una palabra de la lengua nahuatl que designa a un cierto animalito acuático la mar de curioso que, en castellano se ha traducido como ajolote.

Los ajolotes pueden regenerar sus extremidades y hace poco se ha descubierto que incluso pueden regenerar partes de su cerebro, presentando una de las capacidades regenerativas más sorprendentes del reino animal.

Actualmente se está estudiando qué moléculas intervienen en estos procesos para ver si se puede conseguir algo parecido en humanos, cosa que resultaría enormemente útil.

Los ajolotes son unos anfibios urodelos de unos 20 centímetros de largo, con cuatro extremidades y una cola comprimida lateralmente denominados "monstruos acuáticos", ya que presentan un singular aspecto.

Los aztecas de los comían porque creían que tenían propiedades medicinales y los tenían por la reencarnación del dios del rayo fulminante Xólotl.

Cualquiera que se haya leído la serie de Dune encontrará ciertas similitudes entre algunas de estas cosas y los ajolotes. ¿Conocía Herbert los ajolotes? Es más que probable que sí. Posiblemente por influencia del relato de Julio de Cortázar "Axolotl", en donde fueron inmortalizados.