Correlaciones: Una mariposa jurásica
Los científicos han llegado a la
conclusión, después de un detallado estudio basado en simulaciones de ordenador
y en pruebas paleontológicas, que las mariposas surgieron en lo que hoy es la
costa occidental de los Estados Unidos, hace aproximadamente 100 millones de
años, en plena era jurásica y son coetáneas de los dinosaurios.
Esto me recordó inmediatamente a un
conocido y bello relato de Ray Bradbury, titulado “El sonido de un trueno” (“A
Sound of Thunder”, 1952), contenido en diversas antologías y colecciones de
relatos.
En él se nos cuenta sobre una empresa
dedicada a realizar viajes en el tiempo para poder cazar dinosaurios, con la
condición que los viajeros no pueden salir de una estrecha zona predeterminada
a fin de evitar cambios en la línea temporal. Como era de esperar, algo sale
mal y un viajero sale accidentalmente de la zona protegida y aplasta una
mariposa jurásica. Aparentemente, muy poca cosa.
Esto provocará una serie de dramáticos cambios
en la línea del tiempo, como ondas propagándose en un estanque, de manera que
cuando regresa al presente, las cosas son sutilmente diferentes, terriblemente
diferentes.
En aquella época no se conocía el efecto
mariposa. Ni si quiera se había acuñado este término, pero lo cierto es que es
una mariposa la que desencadena toda una serie de cambios caóticos en la línea
temporal, igual que el batir de las alas de una mariposa en Sudamérica puede
ocasionar un tifón en el Índico (metafóricamente hablando) según nos explica la
Teoría del Caos. Interesante coincidencia.
La gracia es que hasta ahora no se sabía
con seguridad si había mariposas en el Jurásico y Bradbury acertó. Al parecer,
el cambio de comportamiento de ciertas polillas nocturnas, que pasaron a tener
vida diurna, dispararon la evolución de estos insectos, produciendo la gran
variedad de lepidópteros que vemos hoy día.
Volviendo al relato, se llevó el relato
al cine con una película titulada El sonido del trueno, del año 2005,
dirigida por Peter Hyams, pero no tuvo demasiado éxito. Creo que el relato es
insuperable y estirarlo como un chicle para convertirlo en una película, no me
parece muy buena idea.
Por cierto, que cuando Donald Trump ganó
las elecciones presidenciales americanas, por un rato tuve la sensación de que
alguien había viajado al pasado y había pisoteado con saña una mariposa
jurásica. No digo más.
Star Trek: Picard
Ya he hecho referencia con anterioridad
a algún aspecto de una de las últimas series de la franquicia de Star Trek,
concretamente, Picard. Es la historia de las últimas aventuras del
capitán Picard, legendario líder de las naves Enterprise D y E y protagonista
de La Nueva Generación (TNG).
Picard cuenta con solo tres temporadas, como la Serie Original,
pero a diferencia de esta, los capítulos de cada una de las temporadas están
ligados argumentalmente, ab ovo usque ad mala.
A lo largo de los capítulos, se
recuperan personajes de otras series, como La Nueva Generación o Voyager,
tal es el caso de los exborg Hugh o Siete de Nueve (aka Annika Hansen),
el klingon Worf, los androides Data y Lore, la doctora Crusher, su hijo Wesley,
el vulcano Tuvok, la almirante Shelby, el ingeniero Geordi LaForge, el
comandante/capitán Will Riker, la consejera Diana Troi o el inefable Q.
La primera temporada mezcla tres tramas
que se encuentran interconectadas: la historia de un cubo Borg abandonado y
desconectado del colectivo; los restos del Imperio Romulano, supervivientes de
la supernova en que se convirtió la estrella de su sistema natal y una serie de
hechos relacionados con los androides positrónicos, que acaban prohibidos tras
una insurrección en el planeta Marte, cosa que tiene una serie de consecuencias
en toda la Federación.
La trama de los robots positrónicos y de
las Inteligencias Artificiales, conecta parcialmente con la serie Discovery,
aunque se desarrolla independientemente y es bastante interesante. En ella, se
nos muestra un mundo poblado por robots positrónicos de la factura del profesor
Noonian Soong y su hijo, “familiares” en cierta manera de Data, entre los
cuales se encuentra Soji, una especie de hija de Data.
También se introducen personajes nuevos,
como la encantadora y algo problemática Raffie Musiker o el intrépido y algo
acomplejado capitán Cristóbal Ríos, la doctora Agnes Jurati (que tendrá un
papelón en la segunda temporada), el romulano bueno, Elnor y el romulano malo,
Narek; también la romulana Laris, que tendrá una relación especial con Picard o
la comodoro Oh, con nombre tan corto como mala es ella.
La trama de los exborg, con Hugh y Seven
of Nine a la cabeza es bastante interesante. El caso de los exborg se puede
interpretar como una metáfora de los excombatientes lisiados de nuestros
tiempos (de todos los tiempos, de facto) y en lo que respecta a Seven,
como una persona que no acaba de encontrar su papel en el universo después de
haber salido del colectivo Borg.
Los romulanos sorprenden bastante,
porque para ser una raza en decadencia, que han perdido casi todo su imperio,
son capaces de movilizar una flota impresionante en el último capítulo de la
temporada y para luchar por algo que no deja de ser poco menos que una
supersticion o una leyenda. También sorprende que el Tal Shiar haya sido capaz
de sobrevivir a la pérdida del imperio de manera tan contundente o que hayan
sido capaces de retener en su poder el cubo Borg perdido.
También aparecen antiguos personajes,
como Riker y Troi, que nos presentan a su peculiar hija, Kestra y naturalmente,
la familia Soong-Soji-Data, excelentemente interpretados por Brent Spiner e Isa
Briones.
Mención especial para las monjas
guerreras romulanas, las Qowat Milat, concepto bastante gracioso en sí
mismo.
También son de destacar los comentarios
que se hacen sobre los romulanos. Picard intenta organizar, en un pasado que no
se nos muestra, una flota federal para salvar a los romulanos de la inminente
destrucción, debido a que su sol se convertirá en supernova, pero muchos
pueblos de la Federación se oponen rotundamente, porque eso de la solidaridad
está muy bien, pero tampoco hace falta ayudar al antiguo enemigo mortal de la
Federación. Esto provoca la retirada de Picard a sus viñedos en La Barre,
Francia y nos recuerda que la razón de estado prima por encima de la
solidaridad, tan preconizada en la franquicia.
En la segunda temporada, nuestros personajes
son trasladados a un universo alternativo, en que las cosas han ido bastante
mal, por decirlo suavemente. La Tierra es el centro de una Confederación de
planetas agresivos, imperialistas y xenófobos dominados por la Humanidad, que
han conquistado toda la galaxia y que han derrotado a los mismísimos Borg.
En ese universo alternativo, Seven of
Nine -que nunca ha sido Borg- es la presidenta de la Confederación y Picard es
el mítico capitán conquistador y sanguinario, que tiene en el estudio de su
casa una colección de cráneos de sus enemigos. La verdad es que las imágenes de
una Tierra xenófoba, fascista y militarizada, heredera de las ideas del
supremacista y eugenésico Arik Soong, dan bastante miedo y nos pueden sugerir
cómo sería nuestro mundo si los nazis hubiesen ganado la II Guerra Mundial.
Para reparar los daños en la línea
temporal, deben viajar al pasado, a la California de principios del siglo XXI,
más o menos, nuestro tiempo, pero por desgracia se encuentran con tres serios adversarios:
el mítico Q, que parece menos omnipotente de lo que suele ser habitual y
genialmente interpretado, como siempre, por John de Lancie; la reina Borg, tan
maquiavélica como siempre y por si las cosas no fuesen suficientemente
complicadas, el Departamento de Inmigración de los Estados Unidos y un agente
traumatizado del FBI.
El drama del trato inhumano que a veces
se les da a los inmigrantes, especialmente a los hispanos, queda bien reflejado
en la serie, siempre preocupada por las cuestiones éticas candentes de nuestros
tiempos.
También aparece el tema de los problemas
ambientales que comienza a sufrir la Tierra: “Todo empezó con los incendios”,
en referencia a los desoladores megaincendios que últimamente están asolando
nuestro planeta, en parte consecuencia del calentamiento global.
Otro elemento que se trata es la
importancia de la exploración pacífica del espacio y los logros que de ella
pueden derivarse y su importancia para nuestro futuro.
En medio, toda una subtrama psicológica,
que en mi opinión, es bastante de relleno, sobre la infancia de Picard y sobre
los monstruos que alberga nuestra psique.
Sin destripar el final, se da una
solución curiosa, aunque muy antropocéntrica al “problema Borg”, en un capítulo
especialmente épico.
Como elemento menor, aunque no carente
de interés, nos encontramos con los guardianes de la línea temporal y con un
viejo protagonista de TNG que aparece cuando menos te lo esperas (como
buen humano que es).
En cuanto al agente del FBI, es curiosa
la causa de su “trauma” y nos remite a las historias que corren sobre modernas
abducciones por supuestos extraterrestres.
Finalmente, se nos muestra una Guinan
relativamente joven y su relación con los Q, que parece más bien salida de una
película de vudú caribeño, más que de una serie de ciencia ficción.
En cuanto a la tercera temporada, que en
mi opinión es la mejor, aunque argumentalmente es algo forzada, es un verdadero
revival de los antiguos buenos tiempos, con prácticamente todo el elenco de La
Nueva Generación, pero también con nuevos personajes, como Jack Crusher, el
hijo de la doctora Crusher y sus extrañas alucinaciones y capacidades
psíquicas.
Aparecen, también, dos de los antiguos y
mortales enemigos de la Federación (no voy a hacer spoilers), con un
planteamiento algo manido, pero no por ello carente de interés. Y
entremezcladas, las consecuencias de las acciones de la oscura y poco ética
Seccion 31, un departamento secreto y fuera de la ley, de la Federación, que se
encarga de protegerla, utilizando todos los recursos disponibles, saltándose
incluso las sagradas normas de la Federación si hace falta. Razón de estado o,
en nuestro país, lo llamaríamos las Cloacas del Estado.
También tiene su gracia el experimento
de interconectar todas las naves de la Federación, como si de una nave Borg se
tratase y poner al mando a la almirante Shelby (antigua comandante en TNG),
la gran experta en Borg de la Federación. Está claro que eso de los colectivos
no le sienta nada bien a la Federación.
En cuanto a los personajes, asistimos a
la epifanía de Seven, que parece encontrar, finalmente, su lugar, al igual que
le sucede a Jack Crusher, autor de una de las frases más bellas de la
temporada: cuando Picard dice “los nombres casi no significan nada”, él
le replica diciendo: “los nombres lo son todo”.
Otro carácter que aparece solo en esta
temporada es el cínico, sarcástico y algo asqueado capitán Liam Shaw, que bien
pudiera haber merecido una serie propia para él solito.
Quiero destacar también algunas escenas
humorísticas, muy en la línea de Star Trek, como cuando Picard se hace pasar
por un viejo maleante francés en la primera temporada; la escena de Work y
Riker con el bat’leth de Worf; el comentario jocoso de Geordi LaForge sobre el
vino de Picard o la cara que pone Data en el último capítulo, pilotando la
nave.
Como escenas realmente geniales, la
lucha entre Data y Lore en la última temporada o el desenlace de la segunda
temporada, que se plantea en el primer episodio de esta, pero que no acabamos
entendiendo hasta el último momento. La serie ha contado con buenos guionistas.
Finalmente, destacar que a lo largo de
las tres temporadas, podemos apreciar cómo los tiempos cambian y los caracteres
femeninos son muy abundantes. De hecho, están en pie de igualdad con los
masculinos o los superan. Así, desfilan por la pantalla personajes como Raffi,
Seven, Soji, Yvette Picard, Renée Picard, Laris/Tallinn, Sidney LaForge, Vadik,
Agnes Jurati… y también personajes clásicos, como la Dra. Crusher, Guinan, la
reina Borg e incluso el personaje de Diana Troi, bastante maltratado
anteriormente, adquiere un poco más de profundidad e interés.
En general, una serie que se devora con
facilidad, que mantiene el espíritu clásico de Star Trek, pero con un
lenguaje visual renovado y con nuevos personajes y tramas, que enlazan con los
clásicos y que podrían dar lugar a alguna secuela, a pesar de que Picard
no tendrá más temporadas.