26 marzo 2012

Los primeros cuentos / Richard Matheson

Los primeros cuentos
Richard Matheson
Ed. Gigamesh
Págs.: 85
2008



Esta selección de los primeros relatos de Richard Matheson realizada por Gigamesh, sobre materiales de los años 1950 y 1951 es harto interesante y nos muestran los primeros pasos del autor en el campo de la ciencia ficción y el terror sobrenatural.

Matheson presenta un estilo propio. Por un lado es bastante directo en su escritura, al estilo de Asimov; por otro, suele empezar los relatos desde el meollo de la cuestión, sin grandes introducciones, como Heinlein; y, finalmente, sus narraciones son bastante cortas, como Fredric Brown, aunque tal vez no tanto.

Otro rasgo característico es que algunas de sus narraciones tienen un final algo ambiguo, más sugerido que explicado, como es el caso de “A través de los canales” o “Nacido de hombre y mujer”.

Asimismo, Matheson combina varios estilos en sus narraciones, que van desde el terror sobrenatural de “Hijo de sangre”, hasta el surrealismo irónico de “La ropa hace al hombre”, pasando por la clásica ciencia ficción de “El tercero desde el sol”.

En “Nacido de hombre y mujer” (“Born of Man and Woman”, 1950), estamos ante una narración cercana al terror pero algo ambigua en sus planteamientos.

“El tercero desde el Sol” (“Third from the Sun”, 1950) me recuerda irremediablemente al fin de la serie Battle Star: Galactica y se encuentra más en el ámbito de la ciencia ficción, como “Cuando duerme el que vela” (“When the Waker Sleeps”, 1950), una utopía/distopía terminal con un cierto aire a Matrix.

“La ropa hace al hombre” (“Clothes Make the Man”, 1951) es un relato extraño, irónico y casi surrealista, mientras que “Hijo de sangre” (“Blood Son”, 1951) parece un cuento sobre un niño friqui que quiere ser vampiro.

En “A través de los canales” (“Through Channels”, 1951) se nos cuenta una historia de terror manera más o menos fragmentaria que no acaba de dejarnos ver lo que ha sucedido exactamente. Bien pudiera ser una metáfora contra los anuncios de televisión, aunque tampoco queda la cosa demasiado clara.

Finalmente, “La cosa” (“The Thing”, 1951) es un alegato a favor de la existencia de un poco de irracionalidad en un mundo excesivamente racional, regido por una dictadura científica.