Más sobre drogas y ciencia ficción
Hubo una época en que el
consumo de drogas se veía como algo cultural, lejos del planteamiento de
problema psicosanitario que tenemos hoy día del asunto. Por ello, no es raro
que en muchas obras más o menos clásicas de ciencia ficción, aparezcan en la
trama central de las novelas o de los relatos, cierto tipo de substancias
adictivas, con propiedades más o menos asombrosas.
Aunque la lista sería
bastante extensa, citaré algunas. Empezaremos por un clásico bastante antiguo:
¿Un mundo feliz?, de Aldous Huxley, en el que nos describe
una distopía futura en que todos consumen una substancia llamada
soma que proporciona bienestar y felicidad.
Tal vez una de las más
conocidas sea la especie melange, centro del universo de las
novelas de Dune, del escritor Frank Herbert. Esta substancia,
que es el colmo de los novamases, permite a los Navegantes surcar el espacio,
prolonga la vida, les confiere los poderes especiales a las Bene Gesserit y es
la susbtancia más codiciada de todo el universo conocido. Ah, sí, sólo se
produce en un planeta: en Arrakis.
También de Herbert
tenemos La barrera Santaroga, en la que el protagonista es
una peculiar substancia llamada jaspers. En la narración se
describe una sociedad hermética centrada en el jaspers.
Cambiando completamente
de tema, tenemos la droga ficticia denominada ephemerol que
es la base de la trama de la película Scanners, que es
aplicada a un ejército de niños para desarrollar poderes paranormales en ellos.
Si hablamos de Philip K.
Dick, podríamos escribir un tratado de drogas ficticias, pero nos quedaremos
con el spray de Ubik o con el KR-3.
Y finalizaremos con otro
clásico: el fumeteo de hierba de hobbits y magos en El Señor de los
Anillos de J. R. R. Tolkien.
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