22 julio 2013

Correlaciones: Ciudades moribundas



Tras ver en la televisión la noticia sobre la quiebra de la otrora próspera ciudad industrial de Detroit (palabra que proviene premonitoriamente de “le detroit”: “the straits”, o sea, estrechos, apuros) no puedo evitar recordar la hipnótica novela corta de J. G. Ballard, “La ciudad última” (“The Ultimate City”, 1976) contenida en Aparato de vuelo rasante.

Viendo las imágenes de edificios abandonados, calles sucias y fachas herrumbosas, me ha venido a la memoria las vívidas imágenes ballardianas de “La ciudad última”. Aunque las situaciones son marcadamente diferentes, la relación se establece ella solita.

La verdad es que la cosa no tiene nada de extraño. Como tantas ciudades del “rusty belt” (el cinturón de herrumbre) del nordeste de los Estados Unidos, que en su día concentraron la mayor parte de la industria pesada y automovilística del país, hoy, tras la crisis económica y la era postindustrial que ha favorecido nuevas tecnologías menos “pesadas” y contaminantes así como la deslocalización de las industrias, antaño omnipotentes, estas ciudades corren el riesgo de acabar como Detroit o peor: como restos de un gigante decadente, como ciudades fantasma.

Las imágenes que nos describe Ballard tienen mucha similitud com lo que hemos podido ver por la televisión. Naturalmente, Detroit está todavía viva y posiblemente no se ha escrito todavía la última palabra sobre su historia, pero no deja de ser sorprendente como una ciudad importante de la todavía primera potencia mundial se tambalea de una manera tan sonora.