Pariendo al niño feo
Leo en prensa que un científico de Harvard busca “una mujer
aventurera” para dar a luz a un bebé Neanderthal. La idea al parecer proviene
del especialista en biología sintética George Church y que se utilizarían
técnicas de clonación.
Posteriormente, en declaraciones a la prensa, Church afirma
que sus palabras se han malinterpretado y que él nunca quiso decir lo que la
prensa había publicado. En cualquier caso, la polémica ya se ha desatado y será
difícil devolver el genio a la lámpara.
¿Es una buena idea resucitar una antigua especie extinguida?
Tarde o temprano se hará, ya sea con una abeja, con un mamut o con un tigre
dientes de sable. Pero la cosa cambia bastante cuando hablamos de un ser
racional. Porque está claro que los neanderthales tenían una inteligencia
similar a la nuestra.
La cuestión es: ¿quién asume la responsabilidad de restaurar
lo que se extinguió si además es una especie inteligente? ¿Debemos permitir que
la ciencia juegue a ser Dios o lo consideramos como un simple experimento?
¿Qué derechos tendría el neanderthal en cuestión? ¿Los mismos
que nosotros? ¿No se sentiría diferente toda la vida? Porque está claro que
aunque se le intentase educar como un homo sapiens sapiens, no lo sería del
todo.
Hay un magnífico relato de Isaac Asimov, “El niño feo”,
premonitorio de esta situación, en que se plantea algo muy similar. Es de
aquellos casos en los que la ciencia ficción se adelantó a su tiempo unas
cuantas décadas.
El debate está servido.
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