25 enero 2013

Pariendo al niño feo



Leo en prensa que un científico de Harvard busca “una mujer aventurera” para dar a luz a un bebé Neanderthal. La idea al parecer proviene del especialista en biología sintética George Church y que se utilizarían técnicas de clonación.

Posteriormente, en declaraciones a la prensa, Church afirma que sus palabras se han malinterpretado y que él nunca quiso decir lo que la prensa había publicado. En cualquier caso, la polémica ya se ha desatado y será difícil devolver el genio a la lámpara.

¿Es una buena idea resucitar una antigua especie extinguida? Tarde o temprano se hará, ya sea con una abeja, con un mamut o con un tigre dientes de sable. Pero la cosa cambia bastante cuando hablamos de un ser racional. Porque está claro que los neanderthales tenían una inteligencia similar a la nuestra.

La cuestión es: ¿quién asume la responsabilidad de restaurar lo que se extinguió si además es una especie inteligente? ¿Debemos permitir que la ciencia juegue a ser Dios o lo consideramos como un simple experimento?

¿Qué derechos tendría el neanderthal en cuestión? ¿Los mismos que nosotros? ¿No se sentiría diferente toda la vida? Porque está claro que aunque se le intentase educar como un homo sapiens sapiens, no lo sería del todo.

Hay un magnífico relato de Isaac Asimov, “El niño feo”, premonitorio de esta situación, en que se plantea algo muy similar. Es de aquellos casos en los que la ciencia ficción se adelantó a su tiempo unas cuantas décadas.

El debate está servido.