Fiestas intertemporales
Stephen Hawking proponía
buscar posibles viajeros del tiempo de una manera bastante peculiar. La idea
era montar una fiesta privada sin avisar a nadie de ello. A continuación
esperar unos cuantos años y repartir, en el futuro –cuando se supone que ya se
habrá descubierto la manera de viajar en el tiempo- unas invitaciones para la
fiesta, indicando sitio y fecha.
Ni que decir tiene que a
la fiesta no se presentó nadie. Ya sea porque viajar por el tiempo es
imposible, almenos en un futuro cercano, ya sea porque las invitaciones no
llegaron a repartirse, ya sea porque en el futuro, se puede viajar en el
tiempo, pero está prohibido para evitar paradojas temporales.
Ya se sabe: la paradoja
del abuelo, o mejor dicho, de la abuela, porque la abuela podría haberle sido
infiel al abuelo y aunque lo eliminásemos, no alteraríamos nuestra propia
existencia.
En fin, que parece que
Hawking tendrá que esperar una larga temporada antes de poder recibir a sus
huéspedes espacio-temporales…
Jaque mate
Otro relato
verdaderamente impresionante contenido en la antología Trece
monos de César Mallorquí es la narración “El décimo quinto movimiento”.
Se trata de uno de esos
relatos especiales, con un aura mágica que no sabes bien bien de dónde procede
pero cuya lectura deja siempre un buen sabor de boca.
El argumento gira acerca
de una partida de ajedrez que dura siglos entre dos familias poderosas
enfrentadas desde tiempos seculares, que van manipulando la realidad a fin de
continuar con la partida y obtener algún día lejano la victoria.
En cierta manera,
recuerda un poco a las preciosas historias de Fritz Leiber de las guerras entre
arañas y serpientes, aunque con un enfoque ligeramente distinto.
Tal vez la magia proceda
del hecho de que hay una serie de personas que no sólo mueven los hilos de la
historia a su conveniencia, sino que forman parte de algo mayor, de algo que
les trasciende y que llena completamente de sentido sus vidas, dedicadas
exclusivamente a un juego tan inofensivo como trascendente.
En cierta manera,
recuerda también un poco a la novela El ocho, de Katherine
Neville, aunque aquí las repercusiones históricas están mucho más acotadas,
mientras que en la novela de Neville, toda la Historia parece girar alrededor
de un juego mágico de ajedrez.
Para acabar, me gustaría
resaltar también otro interesante relato sobre ajedrez, esta vez del maestro
del relato George R. R. Martin, contenido en Un corazón
atribulado: “Variantes sin salida”, sobre una partida de ajedrez
maldita que llegará a determinar el futuro de todos los que se acercan a ella.
Correlaciones: Está en los genes
Recientemente leí la magnífica
antología de relatos de ciencia ficción de César Mallorquí titulada “Trece
monos”. Me gustaría comentar uno de ellos, concretamente: el relato titulado “Naturaleza
humana”.
Antes de continuar,
advierto que hay spoiler gordo así que si no habéis leído el relato y queréis
hacerlo, ni sigáis leyendo a partir de aquí.
La base central de “Naturaleza
humana” se basa en que unos extraterrestres anteriores a la Humanidad han
grabado a sangre y fuego determinada conducta en los genes del homo sapiens a
fin de vengarse de otra raza extraterrestre con la que estaban en guerra. No
hace falta entrar en detalles.
Esto de grabar algo en
los genes de otra raza –sea humana o no- no es ninguna novedad en la ciencia
ficción. Por ejemplo, David Brin hace de la manipulación del genoma de otras
especies sintientes la base de sus novelas del ciclo de Marea estelar.
La idea es manipular los genes para volver más inteligentes determinadas
especies, como los gorilas, los delfines o los chimpancés.
También es la base
argumental de 2001: Una odisea en el espacio en que una
misteriosa raza alienígena, representada por un monolito efectúa cambios en el
genoma humano de tal manera que despertamos a la inteligencia… y también a la
violencia más despiadada.
En otro orden de cosas,
en Star Trek: La Nueva Generación, en el episodio titulado: “La
caza”, también nos encontramos con una manipulación genética, esta vez a escala
galáctica, de varias razas, entre las que se cuenta la humana, con un mensaje
escondido en lo más profundo del ADN de varias especies.
La manipulación genética
con fines diversos es muy común en la ciencia ficción. Baste recordar la
manipulación accidental sucedida en la película La mosca,
con fatales consecuencias para el protagonista.
A veces, es un accidente
y a veces es premeditado. En algunas ocasiones el experimento se aplica a un
individuo o conjunto reducido de individuos y en otras, a toda una especie. Las
posibilidades son realmente amplias y sorprendentes.